viernes, 27 de julio de 2018

ARQUITECTURA ENIGMÁTICA



Es increíble la fuerza que tiene el cine para sacar cosas del anonimato o de la ignorancia. La saga de Harry Potter dio a conocer la catedral de Gloucester, usada en la película como la escuela de magos, en donde reposan los restos del rey Eduardo II, que pasó a la historia por sus escándalos homosexuales (puede consultar mi artículo sobre el tema en esta dirección: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/uno-la-mazmorra-y-otro-al-patibulo.html); el Código da Vinci ha sacado a la luz, una de las iglesias más enigmáticas de Europa: la Capilla de Rosslyn, situada en la ciudad de Roslin, a escasa distancia de Edimburgo, la capital de Escocia.
Esta curiosa capilla es una catedral en miniatura y guarda en su interior una enorme cantidad de enigmas tallados en la piedra, de los que la alta Edad Media estuvo tan bien surtida.
Fue construida en la segunda mitad del siglo XV, inicialmente como Colegiata de San Mateo, pero durante su construcción, que duró cuarenta años, falleció su promotor e impulsor y el coste de la obra fue aumentado por la complejidad de la escultura interior, por lo que terminaron reduciendo sus dimensiones hasta dejarla en simple capilla.
Con la Reforma Protestante en Escocia, ocurrida en 1560, toda relación con la Iglesia Católica fue cortada de raíz y la capilla, junto con todos los edificios religiosos,  declarada fuera de uso y cerrada a cal y canto. No fue hasta 1861 que se reabrió al público pero ahora como templo episcopaliano, sobre todo debido a las presiones que sobre ella hizo el célebre escritor Walter Scott.
Pero ya llevaba funcionando casi cien años desde que se inició su construcción y su historia y sus enigmas eran bien conocidos.
Bajo la advocación de san Mateo, el caballero templario Guillermo de Saintclair, primer conde de Caithness, ordenó su construcción. Pertenecía el conde a una familia noble escocesa y había seguido la tradición de aquellos templarios que consiguieron evadirse de la justicia y continuar su labor de manera soterrada y subrepticia.
Se dice que tras la persecución iniciada en Francia y después seguida con diferente interés en otros países, los caballeros que consiguieron librarse de las detenciones que se iniciaron el fatídico viernes 13 de octubre de 1307 y que dio en la cárcel con Jacques de Molay, ultimo gran maestre y su cúpula directiva, consiguieron reunir una gran cantidad de reliquias acopiadas durante los dos siglos que estuvieron en Tierra Santa, así como un inmenso tesoro y gran cantidad de documentación que acreditaba que muchos reinos europeos estaban prácticamente quebrados y en manos de la orden. Con todo ese valiosísimo cargamento huyeron de Francia, pasando al reino de Aragón y más tarde a Portugal, donde el Temple gozaba de gran predicamento ante la monarquía por su apoyo constante en la lucha contra los musulmanes. Puede que allí permanecieran algunos años, pero finalmente embarcaron con todo su tesoro rumbo a las Islas Británicas.
Llegaron hasta Escocia y allí desembarcaron, estableciendo contacto con sus correligionarios, los frailes de la Orden de San Juan, con los que alguno de los fugitivos había coincidido en Jerusalén durante las Cruzadas.
Pasaron algunos años en los que los templarios trataban de no descollar demasiado entre la población y sobre todo, no hacerse notar con la nobleza y la corte, donde podrían estar sus verdaderos enemigos, mientras ocultaban sus valiosos tesoros que mantenían permanentemente vigilados. Parece ser que años después, a la vista de las reliquias y los tesoros, Saintclair decide que hay que ocultarlo todo y lo mejor parece, como era muy habitual en aquellos tiempos, hacerlo en el interior de una iglesia.
Comienza aquí lo verdaderamente enigmático de esta historia que pasa por la construcción de un gran templo, pero que se va transformando y queda en una capilla, pero su tamaño no impide que esté cargada de enigmas.
En primer lugar no se eligió su emplazamiento al azar. Allí había habido un templo celta que como ya es tradición y la historia así lo está reconociendo cada vez con más certeza, se levantaban siempre en lugares muy escogidos por los druidas de las tribus que conocían perfectamente el punto en que confluían fuerzas telúricas que para el resto de los mortales pasaban inadvertidas. Así, la catedral de Santiago de Compostela o las francesas de Chartres, Amiens y Notre Dame fueron construidas sobre antiguos lugares de culto celta y que junto con algunas otras catedrales tienen mucho que ver con la orden del Temple.
Sobre sus ruinas se había construido una modesta capilla que había sido utilizada para el rito católico, aunque en aquellos momentos también estaba en ruinas, pero sobre aquellas piedras se inició la nueva construcción.

El enigmático aspecto de la capilla de Rosslyn

El primer enigma de aquella construcción se ha descubierto quizás en último lugar, aunque es más que probable que se vayan haciendo nuevos descubrimientos conforme avanzan las tecnologías.
Este primer enigma es que la capilla tiene exactamente las mismas dimensiones que el Templo de Salomón en Jerusalén. Como se sabe, los templarios toman su nombre por ser los guardianes del Templo, del que en aquel tiempo se conservaban solamente sus cimientos, pero muy bien definidos, por lo que no es extraño que tomasen nota de las proporciones y con ellas reconstruyeran, aquella capilla y muchas otras que aun no conocemos. Esta circunstancia se ha conocido recientemente cuando dos investigadores arqueológicos ingleses: Christopher Knight y Robert Lomas, investigadores y escritores prolíficos, por medio de computadoras establecieron que las dimensiones de la capilla guardan una relación exacta a las del Templo de Salomón, señalando, además que uno de los muros exteriores, inacabado, es representación del famoso Muro de las Lamentaciones, lo que quizás fuera la verdadera justificación para construir aquella capilla: tener en Escocia una réplica del mítico templo.
Esa circunstancia no tiene nada de extraño si en su interior no existieran otras realmente misteriosas.
La más conocida es la llamada “Columna del Aprendiz”. Se trata de una columna en espiral, cuando todas las demás son rectas y sobre la cual pesa la leyenda de que el maestro constructor de la capilla quería construir en ese lugar una columna singular, para lo que viajó a Italia, donde se vivía el esplendoroso momento renacentista.
Miró, consultó, estudió y dibujó bocetos para su columna y con ellos regresó a Escocia, donde se encontró con una desagradable sorpresa: su aprendiz, un cantero anónimo, del que no se guarda nada más que este triste recuero, aprovechando su ausencia había esculpido una columna de tal belleza y singularidad que el maestro constructor no pudo soportar cómo alguien, tan inferior a él, sin necesidad de estudiar, informarse, ver y hablar con artistas, había esculpido una obra de tal belleza y arrebatado por un acceso de ira le golpeó con un martillo y lo mató en el acto. Por eso, la columna es conocida como la del Aprendiz, que además de su talento escultórico, también demostró relaciones esotéricas, quizás imbuidas por los propios templarios que presenciaban las obras, cuando esculpió en claras letras que allí, tras ese pilar, se ocultaba la cabeza de Dios.

Pilar del Aprendiz

Como es natural, la trágica muerte del aprendiz y la inscripción, han disparado todas las conjetura, desde que allí, bajo la columna se escondió el tesoro del que hemos hablado, hasta que el único y gran tesoro que poseían los templarios era ni más ni menos que la cabeza momificada de Jesús.
Es mucho más probable la primera de la hipótesis, pues con la segunda estaríamos llegando al paroxismo histérico que ya llegaron muchos en la antigüedad, como la propia madre de Constantino, santa Elena que encontró unos clavos, o le vendieron unos clavos herrumbrosos y le hicieron creer y ella muy gustosa lo creyó, que eran los clavos usados en la crucifixión; o como la lanza de Longinos, de la que existen centenares de “originales” o el “lignum crucis”, los trozos de madera de la cruz que si los juntáramos todos, la cruz del Gólgota debía pesar varias toneladas.
En efecto, ¿qué sería de la resurrección y ascensión de Jesús a los cielos si en la tierra quedó su cabeza? No parece que vaya por ahí la cuestión, aunque se sabe que una de las muchas acusaciones hechas a los templarios era la de adorar una cabeza, a la que se conoce como “Baphomet” y de la que se tienen pocos más datos. Puede ser una falsa acusación, como la de todos los delitos y hábitos horrendos que los caballeros reconocieron bajo torturas espantosas y que están relatadas en infinidad de documentos.
 Otro enigma es la existencia de doscientas trece “cajas”, llamados así a unos cuadrados esculpidos que contienen signos indescifrables que se han relacionado con notas musicales, cuya significación se desconoce totalmente.
O los numerosos "Hombres Verdes", distribuidos por todo el recinto y que parecen mostrar una relación entre lo animal y lo vegetal, o los ángeles tocando las gaitas escocesas. En fin, una multitud de singularidades.
Uno de los muchos hombres verdes

Quizás lo más enigmático sea la representación de una mazorca de maíz y un cactus, dos vegetales completamente desconocidos en la Europa de aquel momento y que se ha querido interpretar como un homenaje a sir Henry Saintclair, antepasado del constructor de la capilla que según leyendas de la época, había conseguido llegar hasta América, de donde trajo, entre otras cosas maíz y cactus.
Para aclarar los enigmas encerrados bajo la construcción de la capilla, la documentación que pudiera existir y los posibles tesoros y reliquias enterrados, a finales del pasado siglo la autoridad episcopaliana autorizó a una universidad a que hiciera prospecciones, pero cuando estas iban a comenzar, se descolgaron con la exigencia de que los descubrimientos se mantendrían en absoluto secreto, circunstancia que no deseaba la universidad, como parece lógico.

Así pues, sus secretos seguirán enterrados.

viernes, 20 de julio de 2018

GEOGLIFOS ESPAÑOLES



En 1927 la aviación había experimentado un gran avance con respecto a sus inicios, pero evidentemente estaba todavía en un estado de precariedad que cualquier vuelo era una verdadera aventura de final incierto.
Aun así había pilotos arriesgados y aventureros que se atrevían a volar en unas condiciones técnicas que vistas desde la perspectiva actual daría verdadero pánico.
En completa soledad Charles Lindbergh cruzó aquel año el Océano Atlántico sin hacer escalas. Hombres y mujeres marcaron hitos en la reciente historia de la navegación aérea y se ganaron lugares preeminentes en el incierto y arriesgado nuevo deporte de volar. Algunos perecieron en sus aventuras aéreas pero otros hicieron historia y descubrieron cosas que hasta ese momento habían estado vetadas para el hombre.
Muchos son los misterios que se presentaron ante nuestros ojos, cuando el hombre pudo observar la tierra por primera vez desde el aire. En los suelos de muchas partes del mundo, empezaron a aparecer extraños dibujos que solamente desde determinada altura podían observarse.
Estos dibujos habían sido construidos con diferentes técnicas como era excavando en la roca las líneas y contornos, o construyendo pequeñas elevaciones con aportaciones de piedras de diferente colorido al del suelo.
El primer geoglifo, que así se llaman las figuras hechas con piedras sobre el suelo, había sido descubierto en la zona de Perú por los conquistadores españoles a los que extrañaban aquellas enormes y poco explicables figuras, cuya aclaración, por parte de los nativos, poco descifraba el enigmático tema.
Según los habitantes incas de aquellas tierras, las figuras eran para el “Viracocha”, una deidad que habitaba en el cielo y que se representaba más como un guerrero que como una exaltación de un dios.
Eran muchas las tradiciones que hablaban de la visita de dioses que venían del espacio y como tarjeta de bienvenida, aquellos indios andinos, esculpían en el suelo las figuras con que les daban la bienvenida. Para eso aprovechaban declives del terreno o suaves laderas de montaña, pero lo que ocurrió en 1927 es que con el desarrollo de la aviación, los pilotos que sobrevolaban las costas de Perú, Chile o Ecuador, empezaron a hablar de las extrañas figuras que se observaban en las planicies, sobre todo las peruanas.
 En uno de los muchos vuelos que los pioneros de la aviación efectuaron sobre la cordillera de los Andes el piloto comunicó al tomar tierra que había observado desde el aire unas extrañas figuras cuya explicación no acertaba a entender. Era el año 1927, cuando se tuvieron las primeras noticias de las que desde entonces se conocerían como las Líneas de Nazca.
Aquel descubrimiento atrajo la atención de muchos arqueólogos, historiadores y hombres de ciencia, pero sobre todo excitó la curiosidad del norteamericano Paul Koskov y la alemana Marie Reiche, arqueóloga y matemática que había nacido en 1903 y que como tutora de los hijos del cónsul alemán en Cuzco, se trasladó a Perú, donde pronto conoció a Koskov, con el que empezó a trabajar en las líneas y figuras de Nazca.
En 1948, Koskov abandonó el Perú y Marie continuó sola sus investigaciones. Ha publicado varios libros y ha estudiado miles de kilómetros de líneas pertenecientes a figuras de todo tipo. Se la considera la persona más experta en este campo. Falleció en1998.


Marie Reiche, en sus últimos años


Según esta estudiosa mujer, los geoglifos de Nazca, que tienen entre ochocientos y mil quinientos años, son representaciones astronómicas, calendarios, gestores de cosechas y plantaciones, etc. Pero nada de esto excluye que la única posibilidad de visualizarlos en toda su magnitud es desde el aire y a una considerable altura.
¿Para qué lo construían si luego no lo podían apreciar?
Sin duda es todo un enigma pero esta historia es hartamente conocida y está publicada en numerosas revistas de todo el mundo y lo que deseaba destacar es que aquellas construcciones ciclópeas estaban en una tierra que había sido española y españoles fueron los primeros que las avistaron.
La belleza y la perfección de estos geoglifos son difícilmente superables y desde luego no tienen nada que ver con otros descubiertos mucho más recientemente en otro territorio que también era español.
Como todo el mundo sabe, el Sáhara Occidental fue, hasta 1976, una provincia española más, con la que gran cantidad de españoles llegaron a tener una relación muy estrecha, bien porque allí habían cumplido el servicio militar, incluso por haber nacido allí como hijos militares o funcionarios, haberse criado allí, o desempeñado cualquier puesto de trabajo, público o privado. Yo mismo conozco algunas decenas de compañeros que tuvieron la suerte de pasar por aquellas tierras.
Lo cierto es que aunque España era la metrópoli, del Sahara se ocupaba bien poco, aparte de extraer los fosfatos y cuidar el inmenso banco pesquero y ni tan siquiera se había hecho un levantamiento fotográfico del territorio, lo que provocó que allá por los años sesenta, varios aviones españoles sobrevolaran la zona tomando miles de fotografías que se enviaban al entonces Ministerio del Aire, con la intención de hacer un levantamiento fotográfico del país.
No sé si existía mucho interés en estudiar el material que aquellas incursiones aéreas aportaba, porque lo cierto es que los carretes se revelaban y archivaban, sin ulterior trámite y no fue hasta muchos años después, cuando algún funcionario del ya Ministerio de Defensa leyó algunos de los partes de servicio que los propios aviadores habían confeccionado, cuando se quedó sorprendido de que existían algunos detalles que habían sido desdeñados.
Resulta que el levantamiento fotográfico había sido muy completo, abarcando desde la frontera con Argelia por el este, hasta el Océano y desde Marruecos por el norte hasta Mauritania por el sur. Los aviones habían tenido dos bases diferentes; unos partieron de Villa Cisneros y otros de El Aiun, cada uno con su cometido concreto, pero ambas expediciones habían observado y fotografiado casi idénticos objetos. A lo largo de todo el territorio aparecían unas extrañas formas dibujadas en el suelo, que se repetían con mucha frecuencia en buena parte del desierto saharaui.
El extraordinario periodista de investigación y escritor de éxito J.J. Benítez explica en su página web cómo llegó al conocimiento de estas enigmáticas figuras y fueron propios pilotos que habían sobrevolado aquella zona, los que le explicaron qué era lo que desde el aire habían observado.
Fundamentalmente se trata de dos tipos de dibujo que los mismos pilotos bautizaron con los nombre de “mosca” y “boomerang”, en ambos casos por la similitud de los dibujos con el insecto y con el arma arrojadiza.
Ambos eran de gran tamaño, pero había algunos de los designados como “boomerang” que llegaban a medir dos kilómetros de punta a punta. Y lo más curioso de todo es que el centro del “boomerang”, allí donde se unen los dos brazos formando una flecha de ángulo muy obtuso, apuntan exactamente en la misma dirección: hacia el oeste, hacia el Océano Atlántico.
Las reconocidas como “moscas” suelen apuntar un poco desviado hacia el noroeste, en dirección a la isla de Lanzarote, en las Canarias y además no guardan esa exactitud de los otros dibujos.
Se ha podido comprobar que desde tierra es muy difícil la localización de estas construcciones de piedras oscuras, probablemente basálticas, sobre las doradas arenas del desierto, e incluso sabiendo la ubicación exacta de algunas de ellas, algunos expedicionarios se han presentado en el lugar y les ha resultado sumamente difícil localizar exactamente la figura. En parte por sepultación de arena, en parte por erosión y por la tendencia de las rocas a mimetizarse con el entorno.
No he querido poner ninguna fotografía de la web de J.J. Benítez, por no causar la impresión de ser originales mías u obtenidas de procedencia poco fiables, pero pongo la dirección de la página a la que hago referencia, en donde se pueden observar esas espectaculares construcciones: https://www.planetabenitez.com/misenigmas/sahara.htm
Nuevamente fueron españoles los que descubrieron estos extraños dibujos cuya explicación no es posible de momento, pues desde el mismo pueblo saharaui no se sabe dar explicación alguna, más allá de que es cosa de sus antepasados muchos siglos atrás. Por otro lado, aunque no se habla mucho de este problema, la zona está en permanente conflicto entre el pueblo saharaui autóctono, único propietario del terreno y los gobiernos de Marruecos y Mauritania, que se colaron aprovechando el momento de debilidad por el que atravesaba España.
Ambos casos resultan enigmáticos, pero éste último añade un ingrediente más y es, como se puede ver en foto de esa página, que todos los dibujos señalan a un punto concreto, como si de la señalización previa a la entrada en un aeropuerto se tratara.
¿Son balizas de orientación para navegación aérea? Es posible, pero ¿quienes pilotaban sobre la tierra hace mil años?

viernes, 13 de julio de 2018

LA EXTRAÑA ISLA DEL SABLE




El catorce de abril de 1598 zarparon del puerto francés de La Hougue, en pleno Canal de la Mancha, los navíos llamados “Catherine” y “Francoise” formando una flotilla mandada por el marqués de La Roche, el cual había recibido del rey francés Enrique IV, la orden de colonizar tierras que agregar a Canadá, así como la de buscar un canal que comunicase directamente con China, que venía siendo una obsesión permanente.
Desde luego la aventura no era ilusionante. Ya se conocían las terribles adversidades climáticas que había que soportar en las tierras del norte de América y tanto Terranova, la península del Labrador, como Groenlandia, eran territorios ya explorados y constatada la dureza de su clima, máxime en aquella época en que la Tierra era azotada por lo que se ha llamado “Pequeña Edad de Hielo”. Pero la idea de La Roche era la de formar un grupo de personas para colonizar nuevas tierras y la orden del rey era tan amplia que podía recurrir a las medidas que considerara más oportunas para conseguir su propósito.
Ante la falta de voluntarios se recurrió a los condenados a penas de destierro y trabajos forzosos, pero aún así no se llegaba a la cifra requerida. Así que se amplió la oferta a delincuentes con largas condenas, indigentes y toda clase de escoria social. Los elegidos tenían que poseer algunas habilidades, siendo apreciados los agricultores, artesanos, los hábiles con las armas, así como los que tuvieran un patrimonio con el que contribuir a los gastos y todos debían gozar de buena salud.
Este último punto era el más peliagudo, pues lo que se dice sanos, en aquella época había poca gente y mucho menos si llevaban a la espalda años de condena, con una alimentación deficitaria y una higiene casi inexistente.
Muchos de los colonos que embarcaban en expediciones de este tipo no llegaron jamás a sus destinos, pues las condiciones en las que se desarrollaban las travesías solían ser demoledoras.
Con unos cincuenta delincuentes y algo más de doce soldados, los dos buques partieron en aquella fecha con rumbo hacia Canadá.
Dos semanas después avistaron una isla ya conocida desde años antes que había tenido varios nombres hasta que se la bautizó definitivamente como Isla del Sable, debido a su parecido con esta arma. La isla tiene cuarenta y dos kilómetros de largo y solamente dos en su parte más ancha, presentando una curvatura muy parecida a un sable.

La peculiar geografía de la Isla del Sable

Allí, en su costa norte, desembarcaron los más de cincuenta colonos y algunos soldados, mientras el marqués y los dos buques continuaron viaje para intentar descubrir nuevas tierras, con la promesa de volver lo antes posible.
Cerca de un corto río al que pusieron el nombre de Boncoeur, desembarcaron el personal y las provisiones y los colonos de inmediato se pusieron mano a la obra para construir cabañas en las que refugiarse del intenso frío.
La isla está situada a unos trescientos kilómetros de la costa este de Canadá y el puerto más cercano es Halifax. Su climatología es tan extrema, aparte de por lo septentrional de su situación, porque se dan cita tres corrientes marinas procedentes del Polo Norte y como consecuencia, además de recias tormentas, tiene más de ciento veinte días al año de espesas nieblas. Se encontraba en aquellos momentos completamente deshabitada, si bien, con anterioridad había sido colonizada por escaso tiempo por portugueses, que fueron quienes la bautizaron con su nombre actual y que habían dejado allí algunos animales domésticos, como vacas, gallinas y algunos caballos.
Unas semanas después del desembarco, el marqués de La Roche regresó a la isla, como había prometido, pero no pudo desembarcar pues una fortísima tormenta lo arrastró con vientos del este a tal velocidad que en doce días regresó a Francia.
Los colonos exploraron la isla en profundidad, descubriendo que tenía una lago interior de agua dulce, pero ni con la presencia del agua, la vegetación se había abierto paso y no había árboles, solo matorral y hierba rasa que era el pasto del ganado asilvestrado que encontraron.
Durante más de dos años, los colonos se dedicaron a la única actividad posible que era la caza de focas y el curtido de sus pieles y así, durante dos años, La Roche enviaba con regularidad un barco con provisiones, armas y herramientas y recibía a cambio un cargamento de valiosas pieles.
Pero ciertos cambios políticos en Francia hicieron a La Roche perder su poder político y relegado a otros cometidos, los colonos del Sable fueron poco a poco olvidados.
Como es natural, el abandono produjo desesperación en los habitantes de la isla y las revueltas eran constantes, acrecentadas por una temporada de fuertes temporales que destrozaban sus instalaciones, optando por buscar refugios subterráneos y al acabarse los suministros, cubrirse con pieles de foca, como si de hombres prehistóricos se tratara.
Siete años después el departamento de Rouen decidió realizar una expedición a la isla, para avituallarla y relevar a los soldados, pero al llegar se encontraron un panorama desolador. Solamente habían sobrevivido once hombres, el resto, incluyendo al comandante de la guarnición y todos los soldados, habían muerto, unos por hambre y enfermedad y otros a manos de los supervivientes, los cuales a su vez presentaban un aspecto terrorífico: escuálidos, demacrados, con larga barbas y cabelleras y arropados en pieles de animales atadas sobre el cuerpo. Habían devorado casi todo lo que de comer había en la isla e incluso practicado el canibalismo.
Con una sensación de impotencia ante lo absurdo de aquella aventura, el capitán del buque embarcó a los supervivientes, dejando en la isla a un monje que había acompañado a los colonos que, sintiendo su muerte muy próxima, prefirió quedarse allí para siempre.
A su llegada a Francia el rey quiso recibirlos y aunque eran autores de horrendos crímenes, se decidió no castigarlos y por el contrario se les compensó económicamente por los sacrificios padecidos cuando fueron olvidados por el país.
Desde entonces la isla está deshabitada, aunque eventualmente se desplazan hasta allí algunas expediciones con la intención de estudiar algunas de sus peculiaridades.
Una de ellas es el ingente número de naufragios que se han sucedido en sus costas.
Es una isla llana, de playas de arenas tendidas, sin prácticamente escollos, pero en sus costas se han contabilizado más de trescientos cincuenta naufragios todos los cuales están perfectamente documentados.

Cartografía de la Isla en donde cada anotación corresponde a un naufragio

Antes se ha referido que fuertes corrientes procedentes del Ártico se encuentran en aquellas latitudes, lo que hace que se formen rápidos y remolinos, que ayudados por la pertinaz niebla, produce la desviación de los barcos de su rombo, yendo a encallar en los bajíos arenosos que rodean el islote. Antes de su nombre actual, la isla era conocida como De La Arena, por la extensión de sus playas y porque las corrientes marinas desplazan continuamente los bancos de arena, siendo imprevisible su localización.
En la actualidad en la Isla vive una mujer, una naturalista llamada Zoe Lucas que lleva cuarenta años prácticamente sola y que sobrevive gracias a las provisiones que con puntualidad un helicóptero le deja en la isla, en donde está acompañada de unos cuatrocientos caballos, millares y millares de focas, algunas aves y matorrales, porque los ochenta mil árboles que Canadá plantó a principios de siglo XX, con la intención de hacer más fijo el terreno y crear un micro sistema biológico, no funcionó y todos los árboles murieron.
Los caballos proceden de distintos naufragios y durante los últimos cuatrocientos años se ha ido creando una subespecie completamente autóctona conocida como Caballos del Sable que son de mediana alzada y muy resistentes.
En algunas ocasiones aparecen por la isla algunas expediciones de científicos que suelen usar algunas de las construcciones que se hicieron el siglo pasado con fines investigativos y que aún permanecen en pie y utilizan un pequeño aeródromo para los desplazamientos.
La isla es tan plana y con tan escasa elevación que se piensa que con el calentamiento global y la subida del nivel del mar, será de las primeras islas en  desaparecer.