miércoles, 1 de julio de 2015

EL ESTADO ISLAMICO



Consideraciones del Comisario principal, jubilado,
Andrés Díaz Muñoz, agregado del Ministerio de  Interior 
a la embajada de Bolivia durante ocho años.



La conversación, el dialogo, a veces la insistencia en requerir datos, hace que aflore algo comprometido para nuestro  interlocutor y que no estaba dispuesto a soltar. La curiosidad por conocer y la obstinación por saber, siempre fueron dos buenas aliadas en la obtención de información y una forma de conducirme en mi labor profesional.
Lo anterior viene a cuento, por una información que obtuve hace unos años y  que está relacionada con la lucha contra el terrorismo yihadista  por parte de occidente y más concretamente por los países que componen la Unión Europea.
No soy ni mucho menos un experto en temas o conflictos internacionales, pero si puedo asegurar que en una mayoría de ocasiones el conocimiento de muchas personas, que están alejadas de lo que es una estructura de Gobierno o Estado, tienden a dar respuestas o soluciones simplistas  más sensatas o acordes que aquellas que propugnan los gobiernos, que son mucho más complejas.
En los tiempos en que fui agregado de Interior en Bolivia, una de las principales tareas que allí tenía encomendada, era la obtención de todo tipo de información al objeto de luchar contra el narcotráfico en España. Eran infinitas las informaciones que se pasaban relacionadas con el  envío de cocaína hacia Europa. Un día, en mi domicilio y con ocasión de una de las muchas comidas de hermandad que celebrábamos algunos de los agregados de los países acreditados, y a la que solía asistir el director de la DEA en el Cono Sur Americano, persona con la que me unía gran amistad que aún mantengo, me hizo unas confidencias en un aparte.
Me dijo que su país, Estados Unidos, estaba luchando de forma descomunal contra el narcotráfico en todos los países sudamericanos en donde se producía cocaína (Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Paraguay), así como también en otros que servían de tránsito a la misma (Venezuela, Uruguay, Argentina y Brasil); en todos ellos esa lucha se llevaba a cabo a través de la utilización de medios humanos y materiales de entidad, algo que suponía un aporte económico muy importante para los países productores en su lucha contra el narcotráfico.
Suponía asimismo un aporte de desprestigio para la DEA y Estados Unidos, ya que las izquierdas de los países sudamericanos consideraban que esa ayuda no era tal, sino una forma de introducirse los yankees en los países del cono sur para poder controlarlos.
El consideraba que desde un tiempo atrás los Estados Unidos de Norteamérica  les estaba “sacando las castañas del fuego” a los países de la Unión Europea, pues el narcotráfico hacia Europa había superado en cantidad al que iba a Estados Unidos.
Prosiguió diciéndome que los países de la C.E.E deberían de considerar la situación, pues la cooperación europea en esta materia solo consistía en el aporte de una persona en cada embajada y no todas (agregado interior u oficial de enlace) cuya función era informar a sus países pero no intervenir.
En la actualidad y concretamente desde la irrupción de las ideas bolivarianas en algunos países cultivadores de la hoja de coca, la DEA (servicio antinarcóticos americano) ha desaparecido de esos países y según me informan personas entendidas,  la economía de esos países está subiendo debido al narcotráfico, que se practica con total libertad.
Desde la segunda guerra mundial los europeos hemos estado acostumbrados a que los Estados Unidos de América sea el país que nos salvaguarde los intereses y los ideales que conforman el mundo occidental, bien interviniendo en infinidad de conflictos o bien creando organizaciones para la defensa de Europa.
En los momentos actuales ocurre algo parecido a lo que me decía mi amigo de la DEA relacionado con el narcotráfico en Estados Unidos, quizás agravado.
La economía del país más grande del mundo en el año 2008 entró en una grave crisis económica, provocada por una fuerte burbuja inmobiliaria, así como por un valor anormalmente bajo de su moneda; el dólar, algo a lo que no estaban acostumbrados sus ciudadanos, situación que se agravó por la bancarrota de diversas entidades financieras, relacionadas con el mercado de las hipotecas inmobiliarias, que se expandió hacia el resto del mundo. 
A lo anteriormente expuesto hay que indicar que en las elecciones presidenciales de noviembre de 2008, Barack Obama se convirtió en presidente de los Estados Unidos y en enero de 2009 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz, distinción concedida a los dos meses de llegar a la presidencia y que hoy día podría considerarse como un lastre que ha llevado durante su mandato.
 Desde la toma de posesión de Obama la opinión pública norteamericana está cansada de que el país se gaste ingentes cantidades de dinero en guerras como la de Libia, Irak y en otros muchos conflictos internacionales, todos ellos muy lejos de sus fronteras, algo parecido a lo que  ocurrió en su lucha contra el narcotráfico, poniendo en este caso además de sus muertos, sus medios, mientras Europa lo que hace es contemplar cómo se expande el terrorismo yihadista, respondiendo sólo con manifestaciones multitudinarias de la ciudadanía o con declaraciones rimbombantes en las que  continuamente se señalan las atrocidades del islamismo más radical, sin ninguna acción en concreto fuera de la CEE.
Mientras,  el califato islámico continua imparable, creando un Estado que avanza inexorablemente por diferentes países musulmanes y que utiliza como medio de propaganda  la realización de todo tipo de acciones de los más bárbaras y deleznables que divulga aprovechando las redes sociales que otros países han puesto en funcionamiento y que son contempladas en Europa como si procedieran de un mundo distinto al que vivimos.

Ya es hora que la Unión Europea, asuma su papel en la lucha contra esta organización sanguinaria e inhumana, del mismo modo que lo hace con la economía y que se convierta en el adalid de la lucha contra el terrorismo del ISIS, creando un sistema de defensa e intervención con el fin de salvaguardar los valores de la civilización occidental y no que contemple como única defensa de sus valores a la OTAN, cuya pieza fundamental es EE.UU, como la  única organización militar posible, porque la esencia de esta organización es la de defender a cualquiera de sus países miembros de un ataque exterior, pero no del terrorismo yihadista.

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