Consideraciones del Comisario principal, jubilado,
Andrés Díaz Muñoz, agregado del Ministerio de Interior
a la embajada de Bolivia durante ocho años.
La
conversación, el dialogo, a veces la insistencia en requerir datos, hace que
aflore algo comprometido para nuestro
interlocutor y que no estaba dispuesto a soltar. La curiosidad por
conocer y la obstinación por saber, siempre fueron dos buenas aliadas en la
obtención de información y una forma de conducirme en mi labor profesional.
Lo
anterior viene a cuento, por una información que obtuve hace unos años y que está relacionada con la lucha
contra el terrorismo yihadista por
parte de occidente y más concretamente por los países que componen la Unión
Europea.
No
soy ni mucho menos un experto en temas o conflictos internacionales, pero si
puedo asegurar que en una mayoría de ocasiones el conocimiento de muchas
personas, que están alejadas de lo que es una estructura de Gobierno o Estado,
tienden a dar respuestas o soluciones simplistas más sensatas o acordes que aquellas que propugnan los
gobiernos, que son mucho más complejas.
En
los tiempos en que fui agregado de Interior en Bolivia, una de las principales
tareas que allí tenía encomendada, era la obtención de todo tipo de información
al objeto de luchar contra el narcotráfico en España. Eran infinitas las
informaciones que se pasaban relacionadas con el envío de cocaína hacia Europa. Un día, en mi domicilio y con
ocasión de una de las muchas comidas de hermandad que celebrábamos algunos de
los agregados de los países acreditados, y a la que solía asistir el director
de la DEA en el Cono Sur Americano, persona con la que me unía gran amistad que
aún mantengo, me hizo unas confidencias en un aparte.
Me
dijo que su país, Estados Unidos, estaba luchando de forma descomunal contra el
narcotráfico en todos los países sudamericanos en donde se producía cocaína
(Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Paraguay), así como también en otros que
servían de tránsito a la misma (Venezuela, Uruguay, Argentina y Brasil); en
todos ellos esa lucha se llevaba a cabo a través de la utilización de medios
humanos y materiales de entidad, algo que suponía un aporte económico muy
importante para los países productores en su lucha contra el narcotráfico.
Suponía
asimismo un aporte de desprestigio para la DEA y Estados Unidos, ya que las
izquierdas de los países sudamericanos consideraban que esa ayuda no era tal,
sino una forma de introducirse los yankees en los países del cono sur para
poder controlarlos.
El
consideraba que desde un tiempo atrás los Estados Unidos de Norteamérica les estaba “sacando las castañas del
fuego”
a los países de la Unión Europea, pues el narcotráfico hacia Europa había superado
en cantidad al que iba a Estados Unidos.
Prosiguió
diciéndome que los países de la C.E.E deberían de considerar la situación, pues
la cooperación europea en esta materia solo consistía en el aporte de una
persona en cada embajada y no todas (agregado interior u oficial de enlace)
cuya función era informar a sus países pero no intervenir.
En
la actualidad y concretamente desde la irrupción de las ideas bolivarianas en
algunos países cultivadores de la hoja de coca, la DEA (servicio antinarcóticos
americano) ha desaparecido de esos países y según me informan personas
entendidas, la economía de esos países
está subiendo debido al narcotráfico, que se practica con total libertad.
Desde
la segunda guerra mundial los europeos hemos estado acostumbrados a que los
Estados Unidos de América sea el país que nos salvaguarde los intereses y los
ideales que conforman el mundo occidental, bien interviniendo en infinidad de
conflictos o bien creando organizaciones para la defensa de Europa.
En
los momentos actuales ocurre algo parecido a lo que me decía mi amigo de la DEA
relacionado con el narcotráfico en Estados Unidos, quizás agravado.
La
economía del país más grande del mundo en el año 2008 entró en una grave crisis
económica, provocada por una fuerte burbuja inmobiliaria, así como por un valor
anormalmente bajo de su moneda; el dólar, algo a lo que no estaban
acostumbrados sus ciudadanos, situación que se agravó por la bancarrota de
diversas entidades financieras, relacionadas con el mercado de las hipotecas
inmobiliarias, que se expandió hacia el resto del mundo.
A
lo anteriormente expuesto hay que indicar que en las elecciones presidenciales
de noviembre de 2008, Barack Obama se convirtió en presidente de los Estados
Unidos y en enero de 2009 le fue otorgado el Premio Nobel de la Paz, distinción
concedida a los dos meses de llegar a la presidencia y que hoy día podría
considerarse como un lastre que ha llevado durante su mandato.
Desde la toma de posesión de Obama la
opinión pública norteamericana está cansada de que el país se gaste ingentes
cantidades de dinero en guerras como la de Libia, Irak y en otros muchos
conflictos internacionales, todos ellos muy lejos de sus fronteras, algo
parecido a lo que ocurrió en su
lucha contra el narcotráfico, poniendo en este caso además de sus muertos, sus
medios, mientras Europa lo que hace es contemplar cómo se expande el terrorismo
yihadista, respondiendo sólo con manifestaciones multitudinarias de la ciudadanía
o con declaraciones rimbombantes en las que continuamente se señalan las atrocidades del islamismo más
radical, sin ninguna acción en concreto fuera de la CEE.
Mientras,
el califato islámico continua
imparable, creando un Estado que avanza inexorablemente por diferentes países
musulmanes y que utiliza como medio de propaganda la realización de todo tipo de acciones de los más bárbaras
y deleznables que divulga aprovechando las redes sociales que otros países han
puesto en funcionamiento y que son contempladas en Europa como si procedieran de
un mundo distinto al que vivimos.
Ya
es hora que la Unión Europea, asuma su papel en la lucha contra esta organización
sanguinaria e inhumana, del mismo modo que lo hace con la economía y que se
convierta en el adalid de la lucha contra el terrorismo del ISIS, creando un
sistema de defensa e intervención con el fin de salvaguardar los valores de la
civilización occidental y no que contemple como única defensa de sus valores a
la OTAN, cuya pieza fundamental es EE.UU, como la única organización militar posible, porque la esencia de
esta organización es la de defender a cualquiera de sus países miembros de un
ataque exterior, pero no del terrorismo yihadista.
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