viernes, 20 de septiembre de 2019

EL MORO DE ZARAGOZA





La pasión del hombre por la música es tan antigua como nuestra propia civilización. El lejano día que por azar el hombre sopló por el agujero de un hueso, o un tronco ahuecado y como respuesta recibió un sonido, debió quedar completamente asombrado. La capacidad de que aire impulsado a determinada presión a través de orificios debidamente construidos, podía producir sonidos diversos, tuvo que sorprenderlo gratamente, porque lejos de conformarse con ese pitido monótono, inició un proceso de extraordinaria complicación.
Con paciencia e ingenio, o al revés, comenzaron a dar forma a uno de los primeros instrumentos de viento: las flautas.
En los periodos Paleolítico y Neolítico ya existían las primeras flautas, pues se han hallado huesos huecos con varios agujeros, capaces de reproducir diferentes sonidos. De la misma forma han aparecido especies de sonajeros o “maracas” hechas de barro, en cuyo interior varias piedras de diferentes tamaños producían el típico sonido. Hasta hace bien poco, el siglo XIX se seguían construyendo campanas de barro.
Más tarde, quizás a raíz de la invención del arco, el hombre primitivo comprobó que aquella tripa de animal tensada producía un sonido y quizás de ahí pasaran a construir especies de liras, con cuerdas de diferentes tamaños y grosores, capaces de producir un sonido armónico.
En la Edad del Bronce aparecen algunos instrumentos que darán lugar a las trompetas, así como el uso del cuerno que se propagó sobre todo en países nórdicos
En la actualidad casi todo el mundo sabe qué es y ha visto un piano. Mucha gente incluso sabe tocarlo, pero hubo un tiempo, no muy lejano que el piano estaba por inventar y por si fuera poco, para llegar a lo que actualmente se conoce por piano, hubo que pasar por otros instrumentos, de complicado funcionamiento, que fueron evolucionando hasta entregarnos este moderno y majestuoso instrumento, líder de todos los demás.
El arpa, como más antigua, pulsada directamente por los dedos, el clavecín, el clavicordio, el clavicémbalo, ya transformados en percusión, dieron paso a un instrumento singular, mezcla de percusión y viento llamado “Claviórgano”.
Pero hasta aquí han pasado siglos, nos encontramos al principio del Renacimiento y mucho se ha desarrollado la tecnología para ser capaz de construir un instrumento de estas características.
Apareció este instrumento en 1460 y fue descrito a la perfección, pero su nombre no se le dio hasta veinte años después.
Partiendo de la base de un clave (clavecín, clavicordio o clavicémbalo), se le adaptaba un órgano de tubos y con un ingenioso mecanismo se hacía sonar a uno u otro, o a los dos juntamente.
La producción de sonido haciendo pasar aire por una serie de tubos, es muy antigua y ya en un artículo anterior hablaba de Ctesibio de Alejandría que había inventado uno de estos instrumentos por los que circulaba agua que presionaba el aire y producía sonidos.
El primer claviórgano del que se tiene conocimiento en España tiene historia.
Fue construido por un moro, Mahoma de Moférriz, el cual aparece en las actas de las cortes de Tarazona de 1484, a donde llegó al objeto de cobrar una deuda de “ciento sesenta sueldos y seis dineros” por el arreglo de un claviórgano que le había encargado la reina Isabel.
Pero ya antes había construido un instrumento similar que Alonso de Aragón, arzobispo de Zaragoza e hijo natural de rey Fernando y la noble catalana Aldonza Ruíz de Ivorra, regaló a su hermano menor, el príncipe don Juan.

Claviórgano del Museo de la Música de Barcelona

La formación cultural de Alonso de Aragón y su amor por las artes hizo de él un verdadero mecenas y fue sin duda alguna quien puso en contacto al moro Moférriz con los Reyes Católicos.
Es de señalar que en esa época, previa a la caída del último bastión musulmán, Zaragoza era sin duda la ciudad más importante de todo el norte peninsular, sede de la poderosa corona de Aragón, a la que fueron acudiendo numerosos musulmanes, de los llamados mudéjares que no queriendo volver al reino andalusí de Granada, se acogían a la buena voluntad de la nobleza, a la que prestaban servicios de calidad en áreas que los cristianos, más ocupados en guerrear, no eran expertos.
Mahoma era un mudéjar, palabra que deriva del árabe y quiere decir “domesticado” y eran los musulmanes que se quedaban a vivir en los territorios reconquistados, ocupando barrios apartados del resto de la población llamados “morerías”, en los que tenían cierta libertad para practicar sus cultos. Como muchos otros profesionales y artistas, eran aceptados e incluso ocupados por las clases pudientes en diferentes oficios destacados, como la construcción de edificios, los arreglos de jardines, orfebrería y construcción de muebles y, en este caso, la construcción de instrumentos musicales.
Tan importantes eran estos profesionales mudéjares en la España cristiana que el propio rey Fernando el Católico escribe una carta desde el campamento de Santa Fe a su lugarteniente en Zaragoza en la que le ordena que comunique al maestro Moférriz que sus dos hijos: “el que labra órganos y el otro que labra algez”, deben trasladarse a Granada para realizar ciertas obras en la Alhambra. Estos hermanos eran Brahem y Mahoma, el protagonista de esta historia.
El que “labra algez”, Brahem, debe ser tomado por un escayolista de la actualidad, pues era el algez un material de construcción del que se obtenía el yeso y que hoy está completamente en desuso.
La presencia de Mahoma en Granada debió ser requerida por la reina Isabel que seguía encargando al Moro de Zaragoza el arreglo y construcción de instrumentos musicales para la cámara real, como se comprueba en el inventario de la testamentaría de la reina, donde se recogen varios claviórganos, clavicémbalos y monocordios, que eran instrumentos de usa sola cuerda.
Trabajar para la monarquía abre indudablemente muchas puertas y tanto en el reino de Aragón, como en el de Castilla, no faltaron encargos al artífice musulmán y se tiene constancia que construyó claviórganos para el obispo de Plasencia, Gutierre de Toledo, hijo del primer duque de Alba, o para el Almirante de Castilla, tío materno del rey Católico.
A veces le encargaron instrumentos en los que se enredaba la complejidad pues llegaron a pedirle una combinación de clave, arpa y órgano, pero el de Zaragoza debía ser todo un artista ,pues nada se le resistía.
Afortunadamente existe mucha documentación de todos los instrumentos encargados a este artista, pues siempre partían de instituciones más o menos oficiales y los encargos de particulares eran, por su elevado coste, procedentes de familias importantes que contabilizaban sus gastos y reflejaban sus adquisiciones en los inventarios.
Todos los obispos querían tener en sus catedrales un instrumento de aquellos y parece ser que en España no había nadie de la talla de Mahoma, por lo que todos los pedidos confluían en él y su taller alcanzó tal potencial económico que en el año 1500, el cabildo de Zaragoza, por el prestigio que daba a la ciudad, así como la riqueza que aportaba, lo eximió de pagar los arbitrios correspondientes a la entrada y salida de materiales relacionados con su oficio, lo que más tarde se conoció con el nombre de “fielato”.
Su prestigio traspasó fronteras e incluso el rey de Portugal, Manuel el Afortunado, le encargó un claviórgano.
En muchas casas de Zaragoza se encontraron estos preciados instrumentos, lo que significa que aparte de nobles y eclesiásticos, algunas familias también podían adquirirlo, lo que da idea de que gracias a la importante producción sus precios bajaron hasta hacerlos asequibles a la burguesía.
 Se tiene constancia que en 1521 Mahoma seguía trabajando en su taller, pero las cosas comenzaban a ponerse mal para los musulmanes, a los que se empezó a perseguir, por lo que en 1526, a cambio de mantener la residencia en Zaragoza, renunció a su fe y se convirtió al cristianismo, cambiando su nombre por el de Juan.
Sus hijos y nietos siguieron la tradición y durante generaciones aparecen como fabricantes de instrumentos de tecla, pero con el paso del tiempo, se fueron diversificando, pues un bisnieto, llamado Gabriel, está registrado como “maestro violero”, es decir, constructor de instrumentos de cuerda tocados por fricción.
Lamentablemente no ha aparecido ningún instrumento fabricado por Moférriz, al que se pueda dar certificado de autenticidad, principalmente porque en los contratos de encargo nunca se especificó detalladamente las características, lo que hace muy difícil reconocer un instrumento de esta factura.
Una cosa queda bien clara y es el interés por la música que existía en toda España, frente a esa idea que se nos quiere imbuir, de incuria e incultura, en la que cayó el país tras la conquista del ultimo bastión andalusí, el reino de Granada.
¡Cómo si los reinos moros hubieran sido todos como el califato de Córdoba de los Omeyas!
¡O como si España, después de su Reconquista, no hubiese entrado de lleno en el Renacimiento, época de máximo esplendor cultural!

2 comentarios:

  1. Me ha parecido un artículo curioso, pero con poco interés histórico.

    ResponderEliminar
  2. Nuestra propia ignorancia y la maledicencia de nuestros enemigos oscurecen nuestro brillante pasado. Hemos destado, y mucho, en ciencia, política, arte, medicina y filosofía pero no lo valoramos. De todas formas es una empresa imposible (quizás sea nuestro "non plus ultra") ya que cada vez que se apunta la lupa de la historia hacia cualquiera de los infinitos puntos que se pueden tomar de referencia en nuestro pasado sale algún compatriota, de esos a los que Salamanca no puede prestarle lo que la naturaleza les negó, y no solo lo ponen en duda si no que lo tachan de patriotismo barato sin comprender que lo que para otros es literatura fantástica para nosotros es historia (Como ejemplo, Blas de Lenzo o el sitio de Cartagena por Vernon, o la batalla de Bicoca o la batalla de Cagayán, y hay cientos de ejemplos más). Podemos ver a Mulan de Disney ignorando que tuvimos a todo un infante de Marina, Ana Maria de Soto, que en el siglo XVIII se vio en esas o a Diego Gcia. de Paredes, nuestro Sansón particular y tantos y tantos otros. Hoy mismo, y gracias a españoles de a pie, logramos destacar en medicina, deporte o ingeniería porque somos nosotros los que día a día hacemos que este país siga adelante a pesar de tener de lastre a la peor casta traidora de políticos del mundo (saqueadores de tumbas y mediocres copistas cum laude).

    ResponderEliminar