La pasión
del hombre por la música es tan antigua como nuestra propia civilización. El
lejano día que por azar el hombre sopló por el agujero de un hueso, o un tronco
ahuecado y como respuesta recibió un sonido, debió quedar completamente
asombrado. La capacidad de que aire impulsado a determinada presión a través de
orificios debidamente construidos, podía producir sonidos diversos, tuvo que
sorprenderlo gratamente, porque lejos de conformarse con ese pitido monótono,
inició un proceso de extraordinaria complicación.
Con
paciencia e ingenio, o al revés, comenzaron a dar forma a uno de los primeros
instrumentos de viento: las flautas.
En los
periodos Paleolítico y Neolítico ya existían las primeras flautas, pues se han
hallado huesos huecos con varios agujeros, capaces de reproducir diferentes
sonidos. De la misma forma han aparecido especies de sonajeros o “maracas”
hechas de barro, en cuyo interior varias piedras de diferentes tamaños
producían el típico sonido. Hasta hace bien poco, el siglo XIX se seguían
construyendo campanas de barro.
Más tarde,
quizás a raíz de la invención del arco, el hombre primitivo comprobó que
aquella tripa de animal tensada producía un sonido y quizás de ahí pasaran a
construir especies de liras, con cuerdas de diferentes tamaños y grosores,
capaces de producir un sonido armónico.
En la Edad
del Bronce aparecen algunos instrumentos que darán lugar a las trompetas, así
como el uso del cuerno que se propagó sobre todo en países nórdicos
En la
actualidad casi todo el mundo sabe qué es y ha visto un piano. Mucha gente
incluso sabe tocarlo, pero hubo un tiempo, no muy lejano que el piano estaba
por inventar y por si fuera poco, para llegar a lo que actualmente se conoce
por piano, hubo que pasar por otros instrumentos, de complicado funcionamiento,
que fueron evolucionando hasta entregarnos este moderno y majestuoso
instrumento, líder de todos los demás.
El arpa,
como más antigua, pulsada directamente por los dedos, el clavecín, el clavicordio,
el clavicémbalo, ya transformados en percusión, dieron paso a un instrumento
singular, mezcla de percusión y viento llamado “Claviórgano”.
Pero hasta
aquí han pasado siglos, nos encontramos al principio del Renacimiento y mucho
se ha desarrollado la tecnología para ser capaz de construir un instrumento de
estas características.
Apareció
este instrumento en 1460 y fue descrito a la perfección, pero su nombre no se
le dio hasta veinte años después.
Partiendo
de la base de un clave (clavecín, clavicordio o clavicémbalo), se le adaptaba
un órgano de tubos y con un ingenioso mecanismo se hacía sonar a uno u otro, o
a los dos juntamente.
La
producción de sonido haciendo pasar aire por una serie de tubos, es muy antigua
y ya en un artículo anterior hablaba de Ctesibio de Alejandría que había
inventado uno de estos instrumentos por los que circulaba agua que presionaba
el aire y producía sonidos.
El primer
claviórgano del que se tiene conocimiento en España tiene historia.
Fue
construido por un moro, Mahoma de Moférriz, el cual aparece en las actas de las
cortes de Tarazona de 1484, a donde llegó al objeto de cobrar una deuda de “ciento sesenta sueldos y seis dineros”
por el arreglo de un claviórgano que le había encargado la reina Isabel.
Pero ya
antes había construido un instrumento similar que Alonso de Aragón, arzobispo
de Zaragoza e hijo natural de rey Fernando y la noble catalana Aldonza Ruíz de
Ivorra, regaló a su hermano menor, el príncipe don Juan.
Claviórgano del Museo de la Música de
Barcelona
La
formación cultural de Alonso de Aragón y su amor por las artes hizo de él un
verdadero mecenas y fue sin duda alguna quien puso en contacto al moro Moférriz
con los Reyes Católicos.
Es de
señalar que en esa época, previa a la caída del último bastión musulmán,
Zaragoza era sin duda la ciudad más importante de todo el norte peninsular, sede
de la poderosa corona de Aragón, a la que fueron acudiendo numerosos
musulmanes, de los llamados mudéjares que no queriendo volver al reino andalusí
de Granada, se acogían a la buena voluntad de la nobleza, a la que prestaban
servicios de calidad en áreas que los cristianos, más ocupados en guerrear, no
eran expertos.
Mahoma era
un mudéjar, palabra que deriva del árabe y quiere decir “domesticado” y eran
los musulmanes que se quedaban a vivir en los territorios reconquistados,
ocupando barrios apartados del resto de la población llamados “morerías”, en
los que tenían cierta libertad para practicar sus cultos. Como muchos otros
profesionales y artistas, eran aceptados e incluso ocupados por las clases pudientes
en diferentes oficios destacados, como la construcción de edificios, los
arreglos de jardines, orfebrería y construcción de muebles y, en este caso, la
construcción de instrumentos musicales.
Tan
importantes eran estos profesionales mudéjares en la España cristiana que el
propio rey Fernando el Católico escribe una carta desde el campamento de Santa
Fe a su lugarteniente en Zaragoza en la que le ordena que comunique al maestro
Moférriz que sus dos hijos: “el que labra órganos y el otro que labra algez”,
deben trasladarse a Granada para realizar ciertas obras en la Alhambra. Estos
hermanos eran Brahem y Mahoma, el protagonista de esta historia.
El que
“labra algez”, Brahem, debe ser tomado por un escayolista de la actualidad,
pues era el algez un material de construcción del que se obtenía el yeso y que
hoy está completamente en desuso.
La
presencia de Mahoma en Granada debió ser requerida por la reina Isabel que
seguía encargando al Moro de Zaragoza el arreglo y construcción de instrumentos
musicales para la cámara real, como se comprueba en el inventario de la
testamentaría de la reina, donde se recogen varios claviórganos, clavicémbalos
y monocordios, que eran instrumentos de usa sola cuerda.
Trabajar
para la monarquía abre indudablemente muchas puertas y tanto en el reino de
Aragón, como en el de Castilla, no faltaron encargos al artífice musulmán y se
tiene constancia que construyó claviórganos para el obispo de Plasencia,
Gutierre de Toledo, hijo del primer duque de Alba, o para el Almirante de Castilla,
tío materno del rey Católico.
A veces le
encargaron instrumentos en los que se enredaba la complejidad pues llegaron a
pedirle una combinación de clave, arpa y órgano, pero el de Zaragoza debía ser
todo un artista ,pues nada se le resistía.
Afortunadamente
existe mucha documentación de todos los instrumentos encargados a este artista,
pues siempre partían de instituciones más o menos oficiales y los encargos de
particulares eran, por su elevado coste, procedentes de familias importantes
que contabilizaban sus gastos y reflejaban sus adquisiciones en los inventarios.
Todos los
obispos querían tener en sus catedrales un instrumento de aquellos y parece ser
que en España no había nadie de la talla de Mahoma, por lo que todos los
pedidos confluían en él y su taller alcanzó tal potencial económico que en el
año 1500, el cabildo de Zaragoza, por el prestigio que daba a la ciudad, así
como la riqueza que aportaba, lo eximió de pagar los arbitrios correspondientes
a la entrada y salida de materiales relacionados con su oficio, lo que más
tarde se conoció con el nombre de “fielato”.
Su
prestigio traspasó fronteras e incluso el rey de Portugal, Manuel el
Afortunado, le encargó un claviórgano.
En muchas
casas de Zaragoza se encontraron estos preciados instrumentos, lo que significa
que aparte de nobles y eclesiásticos, algunas familias también podían
adquirirlo, lo que da idea de que gracias a la importante producción sus
precios bajaron hasta hacerlos asequibles a la burguesía.
Se tiene constancia que en 1521 Mahoma seguía
trabajando en su taller, pero las cosas comenzaban a ponerse mal para los
musulmanes, a los que se empezó a perseguir, por lo que en 1526, a cambio de
mantener la residencia en Zaragoza, renunció a su fe y se convirtió al
cristianismo, cambiando su nombre por el de Juan.
Sus hijos
y nietos siguieron la tradición y durante generaciones aparecen como
fabricantes de instrumentos de tecla, pero con el paso del tiempo, se fueron
diversificando, pues un bisnieto, llamado Gabriel, está registrado como “maestro
violero”, es decir, constructor de instrumentos de cuerda tocados por fricción.
Lamentablemente
no ha aparecido ningún instrumento fabricado por Moférriz, al que se pueda dar
certificado de autenticidad, principalmente porque en los contratos de encargo
nunca se especificó detalladamente las características, lo que hace muy difícil
reconocer un instrumento de esta factura.
Una cosa
queda bien clara y es el interés por la música que existía en toda España,
frente a esa idea que se nos quiere imbuir, de incuria e incultura, en la que
cayó el país tras la conquista del ultimo bastión andalusí, el reino de
Granada.
¡Cómo si
los reinos moros hubieran sido todos como el califato de Córdoba de los Omeyas!
¡O como si
España, después de su Reconquista, no hubiese entrado de lleno en el
Renacimiento, época de máximo esplendor cultural!
Me ha parecido un artículo curioso, pero con poco interés histórico.
ResponderEliminarNuestra propia ignorancia y la maledicencia de nuestros enemigos oscurecen nuestro brillante pasado. Hemos destado, y mucho, en ciencia, política, arte, medicina y filosofía pero no lo valoramos. De todas formas es una empresa imposible (quizás sea nuestro "non plus ultra") ya que cada vez que se apunta la lupa de la historia hacia cualquiera de los infinitos puntos que se pueden tomar de referencia en nuestro pasado sale algún compatriota, de esos a los que Salamanca no puede prestarle lo que la naturaleza les negó, y no solo lo ponen en duda si no que lo tachan de patriotismo barato sin comprender que lo que para otros es literatura fantástica para nosotros es historia (Como ejemplo, Blas de Lenzo o el sitio de Cartagena por Vernon, o la batalla de Bicoca o la batalla de Cagayán, y hay cientos de ejemplos más). Podemos ver a Mulan de Disney ignorando que tuvimos a todo un infante de Marina, Ana Maria de Soto, que en el siglo XVIII se vio en esas o a Diego Gcia. de Paredes, nuestro Sansón particular y tantos y tantos otros. Hoy mismo, y gracias a españoles de a pie, logramos destacar en medicina, deporte o ingeniería porque somos nosotros los que día a día hacemos que este país siga adelante a pesar de tener de lastre a la peor casta traidora de políticos del mundo (saqueadores de tumbas y mediocres copistas cum laude).
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