Acabo de
terminar una novela de ambientación histórica que me habían recomendado y la
verdad es que ha tenido trozos muy interesantes y otros profundamente pesados.
Se titula “La camarera de Bach” y trata de la vida de una joven hospiciana que
con trece años entra al servicio del músico que se ha quedado prácticamente
ciego.
Como es
comprensible, la ceguera tiene arruinada la vida del compositor que se consuela
con su camarera y a pesar de su corta edad, la deja embarazada.
Por indicación
de un amigo se hace visitar por un médico de moda, el doctor John Taylor, el
cual, después de una revisión confirma que padece de cataratas y que son
operables.
En junio
de 1750, Bach se somete a la operación y, según la novela, esa misma noche muere.
Se deduce
de su lectura que el músico podría ser diabético, e incluso él mismo llega a
afirmar que tiene una sed constante porque su sangre es más dulce de lo normal.
Al final
del libro hay una anotación en la que se dice que el compositor Händel también
sufría cataratas y también murió tras una operación del mismo cirujano.
Como toda
esta historia me parecía un poco extraña le pregunté a mi amigo Ramón,
prestigioso oftalmólogo si con los datos que yo le facilitaba, podría decirme
algo al respecto. En seguida me informó que por la fecha indicada ya se hacían
operaciones de cataratas; concretamente, con una técnica “contemporánea”, se
venían practicando desde 1748 y me aclaraba que consistía en una cirugía “extracapsular”
que se practicaba abriendo la parte inferior de la córnea y expulsando el cristalino
hacia abajo.
Como es lógico, sin tener datos fidedignos, mi
amigo no podía aclarar nada, máxime cuando los detalles estaban extraídos de
una novela, pero a un nivel personal, él se inclinaba a creer que a pesar de
las muchas complicaciones que se podrían presentar, de ahí a morir a
consecuencia de esta intervención, había mucha distancia. Él pensaba que además
de cataratas, Bach tenía que padecer otras enfermedades, posiblemente derivadas
de la diabetes, como una “retinopatía” y que también podría afectar otros
órganos, que hiciera precaria su salud.
Hasta aquí,
aclarado que en la novela no se trataba en profundidad el verdadero fondo de la
cuestión, quizás propiciado por dar una mayor dimensión dramática a esta parte de
la obra, me puse a buscar cuanta información hubiera sobre las operaciones de
catarata en aquella época y me ha costado encontrar documentación, pero al
final di con un par de artículos en revistas médicas que aclaraban mucho la
situación y ponían en un brete la narración novelada.
Para empezar, la ceguera provocada por las
cataratas ya se conocía desde siglos antes de nuestra Era e incluso el Código
de Hammurabi describe la forma de tratarlas para devolver la visión.
A mediados
del siglo XVIII, el médico John Taylor que fue quien acuñó el término
“oftalmólogo”, practicaba una operación llamada “curetaje” que como me apuntaba mi amigo consistía en rajar la
córnea por debajo de la pupila y con una aguja en forma de garfio, enganchar el
cristalino y tirar de él hasta extraerlo.
Una
verdadera salvajada, sobre todo teniendo en cuenta que como único anestésico se
empleaba el alcohol, para embriagar al paciente, o algún opiáceo, pero
fundamentalmente la técnica que se aplicaba es la que se muestra en la
fotografía “B” de abajo, sujetar fuertemente al paciente para que pese al dolor
se moviese lo menos posible.
El doctor Taylor practicando una
operación
Ya en su
tiempo el doctor Taylor, cuyo retrato se aprecia en la fotografía “A” era
tenido por un jactancioso que llegó a publicar una autobiografía plagada de
loas a sí mismo e inexactitudes, como atribuirle a Bach una edad de ochenta
años en el momento de su operación, cuando en realidad tenía sesenta y cuatro,
o que éste le recomendara a Händel que se operara, cuando ambos músicos no
tuvieron nunca ningún contacto, a pesar de ser de la misma edad y vivir muy
próximos.
Por otro
lado, Taylor, acostumbraba a desaparecer tras las operaciones que realizaba y
es posible que dejara a alguien encargado de informarle por el curso de la
recuperación del paciente y aparecer por el lugar si el resultado era el
deseado, o no volver jamás si la operación terminaba en desastre, como debía
ocurrir las más de las veces.
Lo cierto
es que Taylor operó dos veces a Bach, en los meses de marzo y abril de aquel año
de1750 y no una, como decía la novela y la evolución del post operatorio
tampoco se refleja con exactitud.
Al
terminar la segunda operación, comprobado por el médico que la primera, había
sido un fracaso, propuso un tratamiento con bálsamo del Perú, que es un líquido
viscoso obtenido por diversos procedimientos de la corteza de un árbol llamado
“Miroxilon Balsamun” que se usa en forma de ungüento y en la actualidad sigue
teniendo muchas aplicaciones.
Este
bálsamo habría de aplicarse con agua caliente y un colirio fabricado con sangre
de palomas.
En la
actualidad existe un colirio fabricado con la sangre del paciente para curar
enfermedades de los ojos, como el “síndrome del ojo seco”.
Como era
natural en aquella época, este tratamiento iba acompañado de las siempre
presentes sangrías y laxantes, para compensar los humores del cuerpo.
Bach ha
tenido varios biógrafos, pero quizás el más fiable, por proximidad a la propia
familia, sea el también músico Johann Nikolaus Forkel, que obtuvo información
directa de dos hijos, también músicos de prestigio. Esta biografía se publicó
en 1802 y en ella explica que los hijos le comentaron que su padre siempre fue
muy corto de vista, único defecto anatómico que parecía tener, pues por lo
demás era un hombre fuerte, poco propenso a enfermedades. Según su hijo mayor,
le aseguró que tras la aplicación de este tratamiento, su padre dijo ver, pero
se estima que debió ser alguna alucinación, provocada por los opiáceos
empleados en la operación y los numerosos y extraños productos del tratamiento.
Lo cierto
es que Bach entró en coma días después de la operación y con fiebre altísima,
se mantuvo durante diez días más, al cabo de los cuales falleció el 28 de julio
de 1750 a las seis y cuarto de la tarde.
Grabado de Bach con Leipzig al fondo
(publicado por El País)
Fue
enterrado en la iglesia de Saint Johannes, de Leipzig y poca importancia más se
dio al asunto, pues su tumba fue ignorada hasta finales del siglo XIX, cuando
se remodeló la edificación y alguien tuvo la curiosidad de buscar los restos
del músico.
Ciertamente,
en su tiempo, Bach fue un músico poco destacable, pues toda su obra era
religiosa o para interpretar en órganos, de los que solo existían en iglesias
importantes, pero fue redescubierto por Mozart y Mendelssohn que valoraron su
verdadera dimensión que en el momento de la búsqueda de sus restos era mucha.
Por su
biógrafo se sabía que fue enterrado en un ataúd de madera de encina, no muy
común en aquellas latitudes norteñas y la fecha exacta de su muerte, por lo que
no fue demasiado difícil encontrar doce ataúdes, entre casi un millar y medio que respondían a las
características buscadas, los cuales fueron abiertos en presencia de un
profesor de anatomía de la universidad de Leipzig.
Algunos
féretros contenían cuerpos de mujer y otros de hombres no coincidente con las
características anatómicas del buscado, así que fueron desechados de inmediato,
pero en uno de los ataúdes apareció el esqueleto completo de un varón bien
constituido que por la consolidación ósea era de edad aproximada a la del
músico.
Presentaba
además una característica que lo aproximaba a las imágenes que se tenían del
compositor y era su mandíbula inferior prominente.
Según
todos los indicios que no se daban en los demás cadáveres, se estaba ante el
esqueleto de Bach, pero con la ciencia y técnica de la época no se pudo
determinar nada acerca de las causas de la muerte.
Estudios
más recientes apuntan a un debilitamiento de la salud del músico que aparte la
pérdida de visión, se encontraba muy mermado de cualidades, hasta el extremo de
que en 1749 se buscó un sustituto para tocar el órgano en la iglesia donde el
maestro venía haciéndolo durante años.
Que la
base fuera una descontrolada diabetes que dañó numerosos órganos, es posible,
pero la muerte no le sobrevino aquella noche en la que el doctor Taylor le
practicó una operación de cataratas, como relata la novela.
Curiosa historia ...
ResponderEliminarInteresante articulo y buena clase de oftalmología.
ResponderEliminarA) ¿Cómo trataban la diabetes sin insulina?
ResponderEliminarB)la biografía de Torres Villarroel está llena de las enfermedades que padeció.
C) Me ha encantado el artículo