jueves, 11 de febrero de 2021

EL LEON DE QUERONEA



A lo largo de la historia ha habido innumerables batallas que se han ido desarrollando por toda la geografía de los distintos continentes. Muy pocas veces en un mismo lugar han ocurrido dos batallas y mucho menos tres, pero no es un caso insólito. Hay un lugar en donde se han celebrado cuatro batallas de gran importancia, eso sí: a lo largo de XVII siglos.

Ese lugar es Queronea, una ciudad de las más antiguas de Grecia situada a la orilla del río Cefiso y en un punto  estratégico, cerca de Atenas, en el centro de Beocia, la zona norte del canal de Corinto y dominando la entrada a la península del Peloponeso. Ya aparece en la Ilíada de Homero y su importancia estratégica la tuvieron en cuenta las polis, ciudades-estado, de Tebas y Atenas.

De las acciones bélicas allí celebradas, vamos a empezar por la última, la celebrada en el mes de marzo del año 1311, quizás no tan trascendente como alguna de las otras, pero con una importancia capital para la Corona de Aragón, pues allí se enfrentaron los famosos almogávares contra los francos, que desde la Cuarta Cruzada se habían asentado en aquellos territorios.

En realidad la batalla se ha denominado del Río Cefiso, por ser en sus orillas donde se enfrentaron los ejércitos, pero eran las llanuras de Queronea, la ciudad más cercana  y su territorio, el escenario de la batalla.

El ejército franco era tan superior que la batalla se daba tan por perdida que algunos mercenarios del ejército almogávar salieron huyendo. Pero unos quinientos catalanes que luchaban en el ejército franco, se pasaron al lado de los aragoneses.

Doce mil soldados y tres mil caballeros francos se enfrentaron a tres mil soldados y quinientos de a caballo almogávares, que por contra disfrutaban de una muy superior posición en el campo de batalla, pues se encontraban en terreno seco, mientras el enemigo debía atravesar zonas pantanosas, donde el peso de las armaduras los dejó inmovilizados y ya a tiro, recibieron una lluvia de flechas y dardos que los diezmó.

¡Despierta Hierro! El grito de guerra almogávar, lanza a sus soldados contra las filas enemigas, que deja de ser una lucha para convertirse en una verdadera carnicería, y a la vista de que la victoria está cercana, aquellos que desertaron ante el miedo a la superioridad del enemigo, volvieron al campo de batalla, terminando la degollina iniciada por los soldados almogávares.

Desde aquella victoria la Corona de Aragón reforzó su prestigio en las tierras griegas, donde la bandera de las barras rojas y amarillas ondeó en el Partenón  Ateniense durante más de setenta años.

 La batalla anterior había ocurrido en el año 86 antes de nuestra Era entre el ejército de la República de Roma, mandado por el procónsul Sila y el ejército de Mitrítades, rey del Ponto Euxino, dirigido por los generales Arquelao y Taxiles.

La presencia de Roma en las tierras griegas tenía una fuerte contestación, por la misma razón el Senado romano tenía gran interés en su conquista. La principal dificultad griega era que no formaban un estado sólido, unido, sino que cada ciudad y su zona de influencia caminaba por su lado.

Ante esta fragmentación, el general Sila preparó un ejército compuesto por cinco legiones con el que enfrentarse al rey Mitrítades.

En el año 86, tras largo asedio cayó la ciudad de Atenas y a continuación su puerto, El Pireo. Ambas poblaciones fueron masacradas por el ejército romano que pudo comprobar que durante el asedio, los atenienses habían practicado el canibalismo, antes que morir de hambre.

Fue en Queronea donde se libró la batalla decisiva que enfrentó a Sila, con un ejército de veinte mil hombres, contra el general Arquelao con un ejército de cien mil.

La estrategia y el genio militar de Sila hicieron posible la victoria en una batalla de fuerzas tan desproporcionadas.

Sería cuestión ahora de hablar de la batalla inmediatamente anterior, pero esa es tan singular que prefiero relatar la que se dio antes, en el año 447 a de J.C y que fue la primera batalla de Queronea.

En aquellos momentos Atenas era la ciudad más poderosa de Grecia. Bajo su dominio se encontraban varias ciudades que pertenecían geográficamente a otras ciudades estados y este era el caso de Queronea, que formando parte de la región de Beocia, que ocupaba la margen norte del Golfo de Corinto, pertenecía a Atenas.

Beocios y atenienses se enfrentaron en la llamada Primera Guerra del Peloponeso y los primeros consiguieron reconquistar Queronea que pasó así a formar parte de su estado.

Pero sin lugar a ninguna duda la batalla que ha puesto en la historia a esta ciudad, fue la ocurrida en 338, entre Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno y una coalición formada por atenienses, tebanos, corintios y algunas otras ciudades aliadas a esa fuerza común del Ática, amenazada por la ambición del rey macedonio de apoderarse de toda la península griega.

Macedonia era un reino que ampliaba constantemente sus territorios y sus recursos. Era próspero y contaba con un poderoso ejército, lo que suponía una constante amenaza para las polis griegas, sobre todo para Atenas y Tebas.

En el verano de 339 a. C. Filipo, al frente de su poderoso ejército, marchó sobre Grecia, creando una fuerte incertidumbre que propició una alianza entre las dos ciudades antes nombradas, a la que se unieron otras muchas, aunque su aporte en número de efectivos era considerablemente inferior.

Fue una batalla decisiva pues los ejércitos de la coalición fueron prácticamente aniquilados y como única solución de supervivencia todas las ciudades hubieron de aceptar las condiciones que imponía el rey macedonio que fue crear la llamada Liga de Corinto que convertía a todos en aliados de Filipo.

Solamente Esparta, la ciudad más importante de la península del Peloponeso y famosa por la austeridad en sus costumbre, no aceptó aquella alianza.

Tras las estrategias propias del planeamiento de las batallas, los ejércitos griego y macedonio se enfrentaron en Queronea, entablándose una batalla que pasó a la historia por diversos motivos, entre otros porque en ella luchó el llamado “Batallón Sagrado de Tebas”.

Era este batallón la élite de la infantería y estaba compuesto por trescientos hoplitas (soldados) escogidos entre los jóvenes más distinguidos de la ciudad y que ya hubieran tenido alguna ocasión de demostrar su arrojo.

La singularidad es que sus miembros formaban parejas de amantes entre los que existía un vínculo que los tebanos consideraban indestructible.

Ya en la Ilíada, a la que nos volvemos a referir, se había reflejado el ardor guerrero entre los jóvenes que se amaban, como ocurría entre Aquiles y Patroclo.

Unos años antes de la formación de tan peculiar ejército, el propio Platón, en su obra “El Banquete o del Amor” reflexionaba sobre la conveniencia de la formación de un ejército formado por parejas de amantes y así lo escribió: “(…) si por cualquier circunstancia, un Estado o un ejército pudieran estar compuestos sólo de amantes y de amados, no habría pueblo que llevase más alto el horror al vicio y la emulación de la virtud. Los hombres, así unidos, aunque en pequeño número, podrían en cierto modo vencer al mundo entero”.

En la batalla, las parejas de guerreros luchaban espalda contra espalda, de manera que cada uno protegía la parte más vulnerable de su amante.

Aún con ese ejército hipotéticamente invencible para los filósofos, Filipo II derrotó a la coalición de ciudades.

Después de aquella batalla se contabilizaron más de mil muertos entre tebanos y atenienses, pero aún ante tamaña derrota, los tebanos quisieron honrar a sus jóvenes guerreros que tan valientemente habían dado sus vidas y erigieron un monumento que se compone de una base o pedestal de seis metros de altura, sobre la que se exhibe la escultura de un león que tiene la misma altura.

El monumento se llama “El león de Queronea” que da título a este artículo y bajo su base fueron enterrados doscientos cincuenta y cuatro cuerpos de aquellos soldados amantes.

 

Monumento a la batalla de Queronea

 

Cierto que la homosexualidad no fue nunca entendida en el mundo clásico de la manera en la que se entiende ahora en casi todo el mundo.

Era entonces una forma de amor, sin orgullo ni prejuicios; sin obscenas exhibiciones.

            Si en cualquier lugar del mundo en donde actualmente se celebra el día del orgullo gay, se instalara un “banderín de enganche” para ver cuantos de los que se exhiben con atuendos de extraordinaria agresividad se apuntaban a filas, seguro que no habría ni un solo voluntario.  

2 comentarios:

  1. No hay nada más rancio que la homosexualidad aunque el lobin quiera venderlo como modernidad (ya en la biblia se señalaban estas prácticas muy demandadas en Sodoma y Gomorra sin olvidar el tratamiento tan peculiar que se le daba en Grecia). Lo que cada cual haga con su “orto” entra dentro de lo que se llama la intimidad y para mí, como debería ser para todos, esa es sagrada. No obstante, y creo tengo ese derecho, pienso que esa comunidad con sus estrafalarios estereotipos llevados hasta el extremo y su impertinente exhibicionismo que lleva hasta la apropiación de todo y de todos está invadiendo recintos, que ya he mencionado deberían ser sagrados, que no les competen. No hay nada más hermoso que la amistad entre dos hombres, nada más valioso que la camaradería forjada a fuego lento después de años de destilar y compartir momentos únicos y experiencias inolvidables (la primeras borracheras, los primeros lances amorosos con sus inevitables desengaños, las primeras peleas codo con codo contra el mundo, la mili, el matrimonio, los hijos, etc… porque novias hemos podido tener muchas pero ¿dónde están ahora? y en cambio esos amigos conservados y madurados desde la infancia ¿cuánto vale una amistad que perdura en el tiempo como esa?). Entiendo que a estas personas les atraiga la virilidad lo que no entiendo es que la mancillen y que logren que toda amistad entre hombres se vea como homosexual cuando no hay nada más heterosexual que dos hombres compartiendo suerte y bolsa. La homosexualidad en el hombre en si misma me parece contradictoria porque si a un hombre le quitas su virilidad ¿qué te queda? y si no queda nada ¿qué te atrae? ¿un falo?. Es mi opinión que expreso con total respeto como espero se me respete a mi por pensar asi ya que el respeto debe ser mutuo o si no es totalitarismo y a los totalitarismos ya sabemos como se les vence.

    ResponderEliminar
  2. La homosexualidad ha existido siempre, así consta en la época de Esparta,Grecia, Roma...efectivamente lo que no se hacía es exhibición. Pero volviendo al espíritu del magnífico artículo, creo que es la única vez, que contiendas épicas de ese calibre, se den en un mismo lugar.

    ResponderEliminar