A finales
del siglo XIX, un coronel de Infantería de Marina que rebuscaba en los archivos
de la Intervención de Marina de Cádiz, documentación que le sirviera de soporte
para un libro que estaba escribiendo, encontró un interesante registro sobre
una mujer que había servido en la Marina durante el final del siglo XVIII y
principios del XIX.
Tan
extraño era que una mujer hubiese estado enrolada que profundizó en la historia
encontrándose con una verdadera singularidad.
El día
dieciséis de agosto de 1775 nacía en la cordobesa ciudad de Aguilar de la
Frontera una hembra a la que se puso por nombre Ana María, hija de Tomás de
Soto y Gertrudis Alhama.
En el seno
de una familia de escasos recursos, ayudaba a su padres en la tahona que regentaba
la familia.
Antes de
cumplir los dieciocho años y sin comentarlo con nadie, abandonó súbitamente su
casa, su pueblo y marchó a un centro de reclutamiento, donde el veintiséis de
junio de 1793 sentó plaza de soldado como Antonio María Soto, el nombre del mayor
de sus hermanos que en breve tendría que acudir a filas, consiguiendo así hacer
realidad su sueño y librar a su hermano del servicio militar, para que pudiera
seguir ayudando a sus padres. Para disimular la ausencia de barba y su aspecto
aniñado, dijo tener dos años menos de
los que en realidad tenía.
Tras los
trámites de rigor, se la destinó como soldado voluntario al décimo primer
Batallón de Marina, por un periodo de seis años.
Superado
el duro periodo de instrucción su primer destino de mar fue la fragata Mercedes
de triste destino, pues diez años más tarde fue hundida en un enfrentamiento
heroico contra cuatro fragatas inglesas que la atacaron sin previa declaración
de guerra en un acto de clara piratería, pues la Mercedes regresaba de América
transportando caudales y mercancías valiosas.
A borde de
la Mercedes el ahora llamado Antonio de Soto participó en numerosas actuaciones
navales muy arriesgadas como en la batalla naval del Cabo San Vicente, contra
una potente escuadra inglesa que causó graves daños a la armada española.
La fragata
Mercedes, con la heroína a bordo escoltó al navío Santísima Trinidad,
desarbolado en la batalla, hasta el puerto de Cádiz, donde la flota española
hubo de soportar un largo asedio inglés, hasta que visto lo imposible de tomar
Cádiz, gracias a la utilización de la rápidas lanchas cañoneras españolas, en
las que se embarcó Antonio Soto, los ingleses se retiraron.
Antonio
Soto y toda su unidad embarcó entonces en otra fragata, la Matilde, donde
permaneció más de un año, hasta que una grave enfermedad, con altas fiebres,
hizo necesaria la asistencia del médico de abordo, el cual tras un primer
examen descubrió que se trataba de una mujer.
Ella
confesó que su intención era servir a su patria y dio su verdadero nombre y
demás datos de filiación, pero no pudo impedir que el comandante de la fragata
diera cuenta del extraño caso al general Mazarredo, jefe de la Flota, el cual
ordenó desembarcarla de inmediato, cosa que se hizo en medio de la admiración
de sus compañeros que recibían con estupor la noticia de que aquel joven audaz
y valeroso que tan bien se había portado en los combates era en realidad una
mujer, de la que no había sospechado nunca a pesar de los más de cinco años de
servicio juntos.
El uno de
agosto de 1798 se le concedió licencia absoluta y en un escrito posterior
fechado el veinticuatro del mismo mes y año, se hace referencia en la Real
Orden de la Armada a esta mujer, a la que se la señala en atención a las
acciones de guerra en las que participó, a su heroicidad, acrisolada conducta y
singulares costumbres con que se ha comportado durante el tiempo de sus
apreciables servicios, su Majestad el rey se digna concederle dos reales de
vellón diarios por vía de pensión, al mismo tiempo que la autoriza a que sus
trajes propios de su sexo que desde entonces vistiera, pueda usar los colores
propios del uniforme de Marina como distintivo militar.
Uno de los muchos retratos imaginarios de Ana María
Al tener
sus padres conocimiento de que Ana María estaba en La Isla de León, actualmente
San Fernando, con el poco dinero que pudieron reunir, marcharon andando desde
Aguilar de la Frontera, viéndose en la necesidad de terminar el viaje pidiendo
limosna para poder subsistir.
Conocida
por el general Mazarredo la circunstancia familiar de aquella mujer que tan
heroica y abnegadamente había luchado en el seno de la Armada Española en
batallas como las de Bañuls y Rosas, en la del Cabo de San Vicente y en las
cañonera defendiendo Cádiz, influyó para que la Real Orden mencionada
anteriormente fue ampliada en orden al tiempo servido y a los méritos
contraídos, con un ascenso a Sargento Primero de los Batallones de Marina, con
el fin de asegurar su subsistencia y la de su padres.
Ana María
y sus padres regresaron a Aguilar de la Frontera, donde se establecieron ya con
más confort, gracias a la paga de la joven, a la que se concedió la gracia de
la titularidad de una expendeduría de tabacos en la ciudad de Montilla, de la
que su padre era nacido y desde diciembre de 1799 estuvo registrada a su
nombre.
Pero
vinieron años muy malos, de una gran crisis económica previa a la Guerra de la
Independencia y el sueldo de Ana María no era lo puntual que fuera de desear,
por lo que la joven presentó una reclamación, que volvió a reiterar en 1813 y
que tuvo por objeto que se descubriese que estaba cobrando dos sueldos del
estado, cosa que estaba prohibida y en 1819 se le retiró la titularidad del
estanco.
Ana María
ya no se movió de Montilla y aunque consta la cédula por la que se le retira el
estanco, lo cierto es que muchos años después, en las inspecciones que el
ayuntamiento de la ciudad giraba a estas instalaciones de productos estancados,
sigue figurando como titular de la expendeduría sita en La Plazuela del Peso.
El cinco
de diciembre de 1833, a los cincuenta y ocho años falleció Ana María que había
permanecido soltera.
Certificados acreditativos de la
existencia real del personaje
Una última curiosidad aparece reflejada en mi artículo Diego de Alvear y la fragata Mercedes, publicado en 2010 y que puedes consultar en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/la-fragata-mercedes-y-diego-de-alvear.html
cómo siempre. Bien escrito, ameno y esclarecedor. Gracias José María
ResponderEliminarUna mujer valiente....
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