¡Vaya
racha llevamos! No es necesario recordar los percances que nos vienen azotando
desde hace unos años porque, aunque son muchos, todos los tenemos muy
presentes.
El último
y para mi el más grave es la guerra en el corazón de Europa. No tengo claro si
Putin es comunista y Zelensky es demócrata o al revés. No sé si quedan
comunistas en Rusia, después de lo que sufrieron con la dictadura del
proletariado. Lo que sí me parece es que Putin es un imperialista que ansía
reconstruir el imperio de los antiguos zares, vamos, que se parece más a un
nazi que a un bolchevique, aunque se ha criado a la sombra del comunismo y toda
su vida ha estado a las órdenes del Soviet Supremo .
Por esa
razón y no porque Ucrania se acerque a Europa, a la que por derecho geográfico
pertenece, ni que se quiera integrar en la OTAN, a la que por ser un estado
independiente tiene igual derecho, es por lo que ha invadido el país y aparte
del dolor y la congoja mundial que está provocando, está masacrando a sus
soldados, frente a los masacrados soldados y la población civil ucranianos.
Nunca se
ha hablado tanto de las ciudades ucranianas como en esta guerra y nunca hemos
sabido de Ucrania tanto como sabemos ahora.
Dejemos
que los historiadores nos expliquen la historia de este país que ha pertenecido
a la llamada Republica de las dos Naciones, que integraban Polonia y Lituania,
al Imperio Austro-Húngaro, al Imperio Otomano y a lo que se ha dado en llamar “Zarato” Ruso, después llamado Imperio
Ruso, que comprende un espacio de tiempo que va desde que Iván IV, el Terrible,
en el siglo XVI, hasta la Revolución Bolchevique de 1917, y a partir de ese
momento, un estado más integrado en la URSS, hasta la desmembración de 1991.
Hasta
ahora sabíamos que la capital era Kiev, pero desconocíamos que en “el granero
de Europa”, como se conoce a Ucrania, existían unas ciudades que se llamaban
Mariupol, Jartov, Donest, Zaporiyia… Sí conocíamos la península de Crimea y su
capital Sebastopol, porque allí, en la ciudad de Yalta, se reunieron antes de
acabar la II Guerra Mundial, los líderes que iban a ganarla, Roosevelt,
Churchill y Stalin y se tomaron unas fotos que figuran en todos los libros de
historia y se repartieron el mundo.
Algunos
también conocerían la ciudad de Odesa, al oeste de Crimea y el puerto más
importante del Mar Negro, el “Ponto
Euxino”, que llamaban los romanos.
Odesa es
una ciudad muy importante y un puerto comercial de primera magnitud que hace de
aislante entre la parte este de Moldavia, claramente pro rusa y la península de
Crimea, usurpada y ocupada por Rusia.
Es por esa
razón que la ciudad adquiere una importancia extraordinaria y se convierte en
un objetivo de primer orden. Por eso se nombra constantemente en los medios de
comunicación. Su enclave es estratégico para la ocupación, pero su potencial
económico y mercantil, como puerto de salida de los productos ucranianos al Mar
Negro, es de vital importancia.
Odesa es
una ciudad moderna, la tercera en tamaño de aquel país y su puerto más
importante, con una arquitectura inspirada en modelos franceses e italianos.
Curiosamente
lo que hoy es la ciudad había sido por muchos siglos una sucesión de
asentamientos que desde tres siglos antes de nuestra Era, habían protagonizado
los griegos, sus primeros colonizadores que llamaron Odesso a aquel asentamiento comercial, para ser luego desplazados
por hordas nómadas del este y más tarde por el imperio otomano, hasta que fue
conquistado a finales del siglo XVIII por el Imperio Ruso, cambiando el nombre de
la ciudad que los turcos llamaban Jadjibey por el de Odesa, recuperando su
nombre primigenio y declarándola ciudad del imperio.
Cuando,
por fin, Odesa se integra dentro del espacio geopolítico al que pertenece, se
desprende de la dominación otomana y se comienza su construcción reinaba en
Rusia Catalina II, llamada La Grande, verdadero artífice del posterior
esplendor ruso, la cual había puesto al mando de las tropas que conquistaron la
zona a un personaje altamente desconocido: José de Ribas y Boyons, un noble de
origen español que llegó a ser almirante de la armada imperial rusa.
José de Ribas
nació en Nápoles en una fecha no muy bien determinada entre 1749 y 1751, hijo
de Miguel de Ribas, noble catalán y mariscal de las fuerzas navales del reino
español de Nápoles; y de Margaret Plunkett.
Desde muy
joven quiso seguir los pasos de su padre e ingresó en el ejército, donde con
solamente 20 años, alcanzó el grado de mayor, que equivaldría a un actual
comandante.
Monumento a José de Ribas en Odesa
Fue en esa
época cuando trabó amistad con una persona que le condicionaría el resto de su
vida. Su nuevo amigo se llamaba Aleksey Orlov, hermano de un personaje de suma
trascendencia en el imperio ruso, Grigori Orlov, favorito, amante y co-gobernador
de la zarina Catalina II a la que ayudó a destronar a su marido, el zar Pedro
II.
Aleksey se
encontraba en Nápoles en funciones de espionaje y fruto de la amistad y del
enorme poder que tenía en el ejército ruso, acaba su misión secreta se llevó a
Ribas como ayudante e interprete a participar en la guerra que Rusia mantenía
contra el Imperio Otomano.
Destacó
precisamente en la toma de la poderosa fortaleza turca de Jadjibey, donde
posteriormente se construiría Odesa.
En el
campo de batalla el militar español alcanzó un destacado renombre por sus
victorias tanto terrestres como navales, hasta el extremo de que la zarina y su
futuro valido y amante, el famoso príncipe Potemkin, se interesaron por él.
Mucha
debía ser su fama y la confianza que se le tenía que fue nombrado Vicealmirante
de la Flota Imperial Rusa, ascendiendo de categoría poco después y
convirtiéndose en la máxima autoridad de la marina rusa.
Vista la
importancia estratégica que tenía la fortaleza turca que él había tomado por
asalto, propuso a la zarina la construcción de una gran ciudad portuaria que
además de estar muy bien protegida por la fortaleza, sería un puerto de salida
ruso al Mar Negro, a través de Ucrania.
Así, en
1794 Catalina promulgó un edicto por el que ordenaba la construcción de un
centro comercial y portuario, encargando a Ribas de la ejecución del proyecto.
Así nació
la ciudad de Odesa, en la que, nuevamente, el militar español dio muestras de
sus grandes dotes, convirtiéndose en diseñador y supervisor de la construcción
de todos los edificios importantes de la ciudad, para los que se llevó a los
grandes arquitectos italianos y franceses del momento, consiguiendo un conjunto
de gran belleza.
Odesa fue
considerada desde su creación, que duró varios años, la “Perla del Mar Negro” y
alcanzó gran fama y reconocimiento mundial de su belleza porque fue en su
puerto donde se produjo el famoso motín del acorazado Potemkin en 1905 y que
fue llevado al cine, entonces mudo, en 1925, convirtiéndose en una cinta icono
de la cinematografía histórica. Uno de sus planos más vistoso es el rodado en
la gran escalinata que con doscientos escalones, une la parte alta de la ciudad
con el puerto y que por ser lugar del desarrollo de importantes acontecimientos
durante aquel motín, se le llama Escalinata Potemkin.
La escalinata Potemkin
José de Ribas es, desgraciadamente, uno más de los muchos españoles brillantes y reconocidos mundialmente que en España han pasado totalmente desapercibidos.
Quizás lo conocieran algunos turistas españoles que visitando la ciudad de Odesa, quedaron sorprendidos cuando su calle principal está dedicada a nuestro compatriota José de Ribas.
Buen artículo. Los españoles somos "universales"...
ResponderEliminarCómo siempre amigo le sacas punta al lápiz. Sigue ilustrandonos.Generoso.
ResponderEliminarComisario
ResponderEliminaruna vez mas nos sorprendes con tus relatos históricos, que pocos españoles que visitan Napoles saben qe en done naio ese español fue durante 3 siglos de la Corona de Aragòn y despues corona hispanica y mira por donde este napolitano cs e hace dueño de media Ucrania.