domingo, 14 de julio de 2013

ESPARTACO MADE IN AMÉRICA





La hazaña protagonizada por el gladiador rebelde Espartaco es conocida en la historia como la Tercera Guerra Servil que fue la última y la más importante de cuantas protagonizaron los esclavos y los gladiadores enfrentándose al poder de Roma.
En todas las revueltas, el ejército romano aplastó a los insurrectos, llegando en algunos casos hasta el exterminio total, pero en esta tercera guerra la cosa fue muy distinta, porque el contingente de gladiadores sublevados y los esclavos que se unieron a al revuelta contaban con un cabecilla excepcional como era el tracio Espartaco, que de soldado profesional hecho prisionero por las legiones romanas, pasó a ser esclavo y luego a gladiador.
Liderando un ejército bien preparado de gladiadores profesionales y numerosos esclavos que con sus mujeres e hijos se les unieron, llegaron a ser más de cien mil personas en aquella formación que trajo en jaque a Roma, hasta que en el año 71, antes de nuestra Era, la revuelta fue aplastada por las legiones romanas al mando de Marco Licinio Craso.
Espartaco falleció en el combate, junto con otros sesenta mil gladiadores y esclavos, aunque su cuerpo no fue hallado entre los restos de la batalla. Todos sus capitanes y gran parte de sus gladiadores que cayeron prisioneros fueron crucificados y muertos, sin ninguna misericordia.
Que ocurriera en la antigüedad una situación de esclavitud como la que se daba en Roma que utilizaba a esclavos como gladiadores para matarse entre sí y divertir a la plebe, es algo que no sorprende demasiado, pero que hayamos llegado hasta casi el pasado siglo XX, sosteniendo una sociedad muy similar a las de los primeros siglos, es ya más sorprendente, aunque realmente cierto.
Pero la llama de la sublevación estaba siempre  encendida y el esclavo se encargó siempre de mantenerla viva, fomentando el odio y la venganza, con actos individuales de insurrección o con conatos de rebeliones colectivas, sofocados casi de inmediato, porque el poder contra el que habían de luchar era tan superior a las fuerzas que podían aglutinar los esclavos que la secuencia duraba bien poco. Por otro lado era tal la crueldad que se empleaba contra el esclavo que a éste pocas ganas le quedaban de levantarse contra su amo.
Pero aun así hubieron rebeliones de esclavos, algunas con mayor trascendencia de lo que cabría imaginar.
Y fue por una de esas sublevaciones de esclavos como se formó el país de Haití, proclamándose independiente de Francia que hasta ese momento había tenido el dominio de la mitad occidental de la isla La Española, que comparte con la República Dominicana.
Allí, tras una ceremonia vudú de un “chamán” llamado Boukman, celebrada 14 de agosto de 1791 en el Bosque del Caimán, varios líderes de los esclavos haitianos se juramentaron para luchar a muerte hasta obtener su libertad. Tras los rituales enervantes que se emplean en estas ceremonias, los conjurados bebieron la sangre de un jabalí, lo que supuestamente debería darles la fuerza que necesitaban para una empresa tan arriesgada como la que se proponían afrontar. Una semana después, en la llamada Noche de Fuego, se inició la rebelión con la quema de muchas plantaciones y asesinato de todos los blancos que encontraron.
Hasta que las autoridades francesas pudieron realizar una contraofensiva, pasaron varios meses, pues no en vano la población de Haití en aquel momento era de trescientos mil esclavos contra doce mil personas libres, casi todos blancos y algunos mulatos y pasaron años hasta que el primer líder de la insurrección pudo ser apresado, conducido a Francia y ejecutado.
Fue en 1803, doce años después de iniciarse las revueltas, cuando otro líder llamado Dessalines, consiguió vencer a las tropas francesas y un año después declaró la independencia de Haití, proclamándose emperador, lo que no sabemos si fue mejor o peor que lo anterior, pues ya se conoce la situación en la que está ese país, considerado el más pobre del mundo y gobernado permanentemente por personajes macabros que se eternizan en el poder.
Esta primera sublevación de esclavos en las Américas, trajo funestas consecuencias, pues se fueron produciendo otras muchas en diferentes países, sofocadas todas con la misma contundencia inmisericorde.
Ocho años después de la sublevación de Haití e inspirado en aquel movimiento que consiguió la independencia del país, los esclavos negros de Louisiana y más concretamente los de la llamada Costa Alemana, muy próxima al río Mississippi, se levantaron en armas contra los amos.
Siempre hubo conatos de rebeldía por parte de algún esclavo harto de soportar las penosas condiciones de vida que los dueños les imponían, pero en esta ocasión la cosa era mucho más seria.
Un esclavo llamado Charles Deslondes que trabajaba en una plantación y que era una especie de capataz o encargado de controlar el trabajo de otros, aglutinó a su alrededor hasta quinientos esclavos a los que vistió de manera similar y de forma parecida a una uniformidad y los hizo marchar al redoble de un tambor que uno de los esclavos tocaba. También hizo confeccionar banderolas que encabezaban su marcha.
Su idea era la de dar a aquel contingente el aspecto de un ejército regular y él, sobre un caballo, marchaba a la cabeza de su tropa que arrasaba plantaciones, incendiaba cultivos, viviendas e incluso llegó a matar a algún blanco, aunque no era esa su intención.
Pretendían causar solamente daños materiales, pero el hijo de uno de los dueños de una plantación les hizo frente y lo mataron.
La sublevación empezó el ocho de enero de 1811, con veinte esclavos sublevados, a los que rápidamente se fueron agregando muchos otros hasta conseguir el número que antes se ha referido.
Dos días después, tropas regulares procedentes de nueva Orleans, los estaban esperando en una plantación propiedad de un tal Fortier. Los esclavos optaron por dar marcha atrás, pero el ejército, mucho mejor preparado y con un armamento más potente, los persiguió dando captura a todos ellos.
Muchos murieron en el enfrentamiento y los demás fueron momentáneamente esclavizados a la espera de ser juzgados, lo que no se hizo esperar, pues tres días más tarde se dictó pena de muerte por decapitación contra cincuenta de ellos; otros veintinueve fueron colgados y su cabecilla y sus dos colaboradores más inmediatos fueron fusilados y posteriormente decapitados.
Lo más chocante de la situación fue que a los propietarios de los esclavos que hubiesen muerto en la sublevación, por cualquier causa, se les pagó trescientos dólares por cada esclavo muerto.
A la vista de la magnitud de aquella revuelta, las autoridades decidieron que aquello no había ocurrido, que había sido un acto más de pillaje aislado y sin más trascendencia.
Pero no todo se puede ocultar y como quiera que en ningún momento cambiaron las condiciones de vida que se imponían a los esclavos, hubo numerosas revueltas más, alguna de importancia como la que protagonizó el esclavo llamado Nat Turner, natural del estado de Virginia.
Turner más que un alborotador era un visionario que decía recibir mensajes divinos y que hacía interpretaciones de los hechos materiales muy al gusto de las religiones animistas.
Así, ante unos hongos que daban al maíz un aspecto como de gotas de sangre, dijo que el cielo lloraba por los esclavos, o que un eclipse de sol era una advertencia divina de que debía preparar una insurrección.
Por fin, el 21 de agosto de 1831, los esclavos de las plantaciones que seguían a Turner, se levantaron en armas y a una orden de su cabecilla, empezaron a matar a todos los blancos que se encontraban y que llegaron a ser cincuenta y cinco entre hombres, mujeres y niños.
Pero aquella rebelión no tenía la fuerza de la de Deslondes, veinte años antes y en menos de cuarenta y ocho horas fue aplastada y todos sus integrantes masacrados, menos Turner que consiguió huir, ocultándose en los pantanos de las zonas, hasta que unos meses después fue descubierto y apresado.

Grabado de la captura de de Nat Turner



El cinco de noviembre fue juzgado, encontrado culpable y ahorcado seis días después. Tras su muerte, el cadáver fue despellejado y descuartizado y dicen que alguno guardó trozos como reliquia, porque lo cierto es que Turner es considerado como un héroe dentro de la comunidad afroamericana.

Es curioso contemplar cómo un país que había conseguido su independencia por una sublevación contra los ingleses que era la potencia colonial, aplastaban cada sublevación que se producía en su suelo, quizás porque ya se habían olvidado de cómo llegaron hasta allí.

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