La hazaña protagonizada por el
gladiador rebelde Espartaco es conocida en la historia como la Tercera Guerra
Servil que fue la última y la más importante de cuantas protagonizaron los
esclavos y los gladiadores enfrentándose al poder de Roma.
En todas las revueltas, el ejército
romano aplastó a los insurrectos, llegando en algunos casos hasta el exterminio
total, pero en esta tercera guerra la cosa fue muy distinta, porque el
contingente de gladiadores sublevados y los esclavos que se unieron a al
revuelta contaban con un cabecilla excepcional como era el tracio Espartaco,
que de soldado profesional hecho prisionero por las legiones romanas, pasó a
ser esclavo y luego a gladiador.
Liderando un ejército bien preparado
de gladiadores profesionales y numerosos esclavos que con sus mujeres e hijos
se les unieron, llegaron a ser más de cien mil personas en aquella formación
que trajo en jaque a Roma, hasta que en el año 71, antes de nuestra Era, la
revuelta fue aplastada por las legiones romanas al mando de Marco Licinio
Craso.
Espartaco falleció en el combate,
junto con otros sesenta mil gladiadores y esclavos, aunque su cuerpo no fue
hallado entre los restos de la batalla. Todos sus capitanes y gran parte de sus
gladiadores que cayeron prisioneros fueron crucificados y muertos, sin ninguna
misericordia.
Que ocurriera en la antigüedad una
situación de esclavitud como la que se daba en Roma que utilizaba a esclavos
como gladiadores para matarse entre sí y divertir a la plebe, es algo que no
sorprende demasiado, pero que hayamos llegado hasta casi el pasado siglo XX,
sosteniendo una sociedad muy similar a las de los primeros siglos, es ya más
sorprendente, aunque realmente cierto.
Pero la llama de la sublevación estaba
siempre encendida y el esclavo se
encargó siempre de mantenerla viva, fomentando el odio y la venganza, con actos
individuales de insurrección o con conatos de rebeliones colectivas, sofocados
casi de inmediato, porque el poder contra el que habían de luchar era tan
superior a las fuerzas que podían aglutinar los esclavos que la secuencia
duraba bien poco. Por otro lado era tal la crueldad que se empleaba contra el
esclavo que a éste pocas ganas le quedaban de levantarse contra su amo.
Pero aun así hubieron rebeliones de
esclavos, algunas con mayor trascendencia de lo que cabría imaginar.
Y fue por una de esas sublevaciones de
esclavos como se formó el país de Haití, proclamándose independiente de Francia
que hasta ese momento había tenido el dominio de la mitad occidental de la isla
La Española, que comparte con la República Dominicana.
Allí, tras una ceremonia vudú de un
“chamán” llamado Boukman, celebrada 14 de agosto de 1791 en el Bosque del
Caimán, varios líderes de los esclavos haitianos se juramentaron para luchar a
muerte hasta obtener su libertad. Tras los rituales enervantes que se emplean
en estas ceremonias, los conjurados bebieron la sangre de un jabalí, lo que
supuestamente debería darles la fuerza que necesitaban para una empresa tan
arriesgada como la que se proponían afrontar. Una semana después, en la llamada
Noche de Fuego, se inició la rebelión con la quema de muchas plantaciones y
asesinato de todos los blancos que encontraron.
Hasta que las autoridades francesas
pudieron realizar una contraofensiva, pasaron varios meses, pues no en vano la
población de Haití en aquel momento era de trescientos mil esclavos contra doce
mil personas libres, casi todos blancos y algunos mulatos y pasaron años hasta
que el primer líder de la insurrección pudo ser apresado, conducido a Francia y
ejecutado.
Fue en 1803, doce años después de
iniciarse las revueltas, cuando otro líder llamado Dessalines, consiguió vencer
a las tropas francesas y un año después declaró la independencia de Haití,
proclamándose emperador, lo que no sabemos si fue mejor o peor que lo anterior,
pues ya se conoce la situación en la que está ese país, considerado el más
pobre del mundo y gobernado permanentemente por personajes macabros que se
eternizan en el poder.
Esta primera sublevación de esclavos
en las Américas, trajo funestas consecuencias, pues se fueron produciendo otras
muchas en diferentes países, sofocadas todas con la misma contundencia
inmisericorde.
Ocho años después de la sublevación de
Haití e inspirado en aquel movimiento que consiguió la independencia del país,
los esclavos negros de Louisiana y más concretamente los de la llamada Costa
Alemana, muy próxima al río Mississippi, se levantaron en armas contra los
amos.
Siempre hubo conatos de rebeldía por
parte de algún esclavo harto de soportar las penosas condiciones de vida que
los dueños les imponían, pero en esta ocasión la cosa era mucho más seria.
Un esclavo llamado Charles Deslondes
que trabajaba en una plantación y que era una especie de capataz o encargado de
controlar el trabajo de otros, aglutinó a su alrededor hasta quinientos
esclavos a los que vistió de manera similar y de forma parecida a una
uniformidad y los hizo marchar al redoble de un tambor que uno de los esclavos
tocaba. También hizo confeccionar banderolas que encabezaban su marcha.
Su idea era la de dar a aquel
contingente el aspecto de un ejército regular y él, sobre un caballo, marchaba
a la cabeza de su tropa que arrasaba plantaciones, incendiaba cultivos,
viviendas e incluso llegó a matar a algún blanco, aunque no era esa su
intención.
Pretendían causar solamente daños
materiales, pero el hijo de uno de los dueños de una plantación les hizo frente
y lo mataron.
La sublevación empezó el ocho de enero
de 1811, con veinte esclavos sublevados, a los que rápidamente se fueron
agregando muchos otros hasta conseguir el número que antes se ha referido.
Dos días después, tropas regulares
procedentes de nueva Orleans, los estaban esperando en una plantación propiedad
de un tal Fortier. Los esclavos optaron por dar marcha atrás, pero el ejército,
mucho mejor preparado y con un armamento más potente, los persiguió dando
captura a todos ellos.
Muchos murieron en el enfrentamiento y
los demás fueron momentáneamente esclavizados a la espera de ser juzgados, lo
que no se hizo esperar, pues tres días más tarde se dictó pena de muerte por
decapitación contra cincuenta de ellos; otros veintinueve fueron colgados y su
cabecilla y sus dos colaboradores más inmediatos fueron fusilados y
posteriormente decapitados.
Lo más chocante de la situación fue
que a los propietarios de los esclavos que hubiesen muerto en la sublevación,
por cualquier causa, se les pagó trescientos dólares por cada esclavo muerto.
A la vista de la magnitud de aquella
revuelta, las autoridades decidieron que aquello no había ocurrido, que había
sido un acto más de pillaje aislado y sin más trascendencia.
Pero no todo se puede ocultar y como
quiera que en ningún momento cambiaron las condiciones de vida que se imponían
a los esclavos, hubo numerosas revueltas más, alguna de importancia como la que
protagonizó el esclavo llamado Nat Turner, natural del estado de Virginia.
Turner más que un alborotador era un
visionario que decía recibir mensajes divinos y que hacía interpretaciones de
los hechos materiales muy al gusto de las religiones animistas.
Así, ante unos hongos que daban al
maíz un aspecto como de gotas de sangre, dijo que el cielo lloraba por los
esclavos, o que un eclipse de sol era una advertencia divina de que debía
preparar una insurrección.
Por fin, el 21 de agosto de 1831, los
esclavos de las plantaciones que seguían a Turner, se levantaron en armas y a
una orden de su cabecilla, empezaron a matar a todos los blancos que se
encontraban y que llegaron a ser cincuenta y cinco entre hombres, mujeres y
niños.
Pero aquella rebelión no tenía la
fuerza de la de Deslondes, veinte años antes y en menos de cuarenta y ocho
horas fue aplastada y todos sus integrantes masacrados, menos Turner que
consiguió huir, ocultándose en los pantanos de las zonas, hasta que unos meses
después fue descubierto y apresado.
Grabado de la captura de
de Nat Turner
El cinco de noviembre fue juzgado,
encontrado culpable y ahorcado seis días después. Tras su muerte, el cadáver
fue despellejado y descuartizado y dicen que alguno guardó trozos como reliquia,
porque lo cierto es que Turner es considerado como un héroe dentro de la
comunidad afroamericana.
Es curioso contemplar cómo un país que
había conseguido su independencia por una sublevación contra los ingleses que
era la potencia colonial, aplastaban cada sublevación que se producía en su
suelo, quizás porque ya se habían olvidado de cómo llegaron hasta allí.
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