Me cuesta poco reconocer que,
hasta hace unos meses, poco conocimiento había tenido de la existencia de una
mujer llamada Margarita Nelken que además de ser pintora, periodista,
escritora, crítica y conferenciante de arte, músico, fue también diputada en
las cortes de la II República y una de las tres mujeres que tuvieron ese
privilegio (en febrero de 1936 se unió Dolores Ibarrurri), pero además, en el caso de Nelken, fue la única elegida en las tres
legislaturas y solo ella tomó parte de la última sesión de la cámara, que tuvo
lugar en los sótanos del castillo de Figueras el uno de febrero de 1939.
Las otras dos fueron mucho más
conocidas: Clara Campoamor y Victoria Kent.
¿Y por qué siendo Margarita diputada
del PSOE su nombre no ha sido aireado como lo fue la Kent? ¿Hay algo en su trayectoria
que no conviene que se sepa? Pues seguramente que sí lo hay, y varias cosas.
Yo no he descubierto nada,
todo está escrito y publicado, me he limitado a reunir información para llegar
a lo que, a mi manera de entender, es la razón por la que no se le ha querido
hacer publicidad.
Todo empezó para mí cuando,
leí en la prensa que en Badajoz, por haber retirado un ayuntamiento el nombre
de una calle dedicada a Franco, el ayuntamiento siguiente le quitó la calle
concedida a Margarita Nelken.
¿Y quién era Margarita Nelken? ¿Por qué tenía
una calle en Badajoz?
Dos preguntas que se hacía
necesario aclarar y a ello me puse.
Margarita Nelken Mansberger
nació en Madrid en 1894, hija de una francesa y un joyero alemán hijo de un
inmigrante, pues su abuelo paterno había llegado a España con su familia, como
relojero de palacio, asentándose en Madrid, donde abrió una joyería en la
Puerta del Sol que su hijo regentaba. Aunque nacida en España, no adquirió la
nacionalidad española hasta después de las elecciones de octubre de 1931.
De familia adinerada y de
notable cultura, era judía por los cuatro costados, circunstancias que le
sirvieron para encontrar buenos apoyos que le permitieran estudiar artes como
pintura, música o letras. Debía tener Margarita una inteligencia clara y
precoz, pues ya a los quince años escribía críticas sobre pintura que se
publicaron en una revista de arte londinense llamada The Studio.
A ella se atribuye la primera
traducción de una obra de Kafka al español, antes de haberse traducido al inglés
o al francés. Estaba considerada como una intelectualidad de su tiempo y se
relacionaba con Pérez Galdós o Ramón y Cajal, entre otros muchos literatos e
intelectuales de la época.
Se consideraba una feminista
militante y así, en 1919, publicó su primera obra que versaba sobre “La condición social de la mujer en España”.
A partir de esta publicación, abandonó sus
otras actividades, dedicándose en cuerpo y alma al activismo político y siguió
publicando libros de tono feminista, como “Maternología
y puericultura”, “En torno a nosotras”, “Las escritoras españolas” y “La mujer ante las Cortes Constituyentes”.
Recién inaugurada la II
República, Margarita, afiliada al PSOE, comenzó a colaborar activamente como
integrante del partido en Badajoz, por cuya provincia se presentó en las
elecciones de octubre de 1931, siendo una de las primeras mujeres elegida
diputado. Repitió legislatura en noviembre del 33 y en febrero del 36, en todas
las cuales salió elegida. Curiosamente, se presentó a estas primeras elecciones
siendo ciudadana alemana, caso verdaderamente insólito que dice mucho del rigor
qen el que se desenvolvía la recién
nacida República.
Es evidente que resultaba una
mujer joven y atractiva, culta, conocida en los medios artísticos y literarios
y con un pasado limpio, causas que jugaron a su favor para conseguir su primera
elección, pero, y esto es curioso, en las primeras elecciones las mujeres aún
no podían votar en España, aunque sí podían ser elegidas.
Todo el mundo político del
momento pensó que de manera indudable, Margarita Nelken dedicaría toda su
energía a conseguir lo que, con su ya extensa obra literaria, había propugnado
para sacar a la mujer española del ostracismo y del anonimato que venía padeciendo
a lo largo de toda la historia.
En su primera obra había
escrito frases como esta: “Desde mujer
casada, mujer quebrada, son innumerables los refranes españoles que limitan la
actividad de la mujer al círculo de los quehaceres domésticos. La preparación
de la mujer para algo que no sea estrictamente el matrimonio, parece cosa
insólita que debe ser ridiculizada”.
Pero una vez que tiene el acta
de diputado, su actitud comenzó a distanciarse de lo que tanta notoriedad le había
proporcionado. Es fácil rellenar páginas con ideas y pensamientos independientes
que a nada comprometen, pero es muy difícil acatar las doctrinas y consignas
del partido al que ahora pertenecía, cuando estas entran en franca beligerancia
con lo que había dicho hasta entonces.
Margarita pintada por Romero
de Torres
Así, en un finta digna del
mejor espadachín, Margarita Nelken argumentará en contra de conceder el voto a
las mujeres. Lo hará hasta la saciedad y empleando argumentos y terminologías,
verdaderamente ofensiva para las mujeres.
No estaba sola en esta
posición tan incómoda como insostenible, su compañera de partido, Victoria Kent
y otros diputados socialistas y republicanos, tampoco eran partidarios de
conceder el derecho de sufragio femenino.
Las dos diputadas, ambas de
tendencia radical, sostenían que la mujer española carecía en aquellos momentos
de la preparación social y política como para efectuar un voto responsable,
achacándolo a que estaban muy influenciadas por la Iglesia, por lo que sus
votos podrían ir a parar a los partidos conservadores.
Afortunadamente, aunque buena
parte del hemiciclo se inclinaba hacia el pensamiento único y dirigido hacia la
dictadura del proletariado, mirándose en el espejo de la Rusia bolchevique,
otras voces se hacían escuchar en la Cámara, entre ellas la de otra mujer:
Clara Campoamor, la tercera fémina entre tanto “macho ibérico”.
En un “derroche de igualdad
democrática”, que tanto se pregona ahora desde todas las vertientes políticas,
se llegó a proponer en la Cámara que los hombres votaran a los veintitrés años
y las mujeres a los cuarenta y cinco. Esta propuesta no salió adelante, pero
solamente por una diferencia de cuarenta votos.
La Nelken debió encontrarse
muy desairada y no desistió de su posición contumaz.
Aquella que tanto había
defendido a la mujer, claro que de boquilla, se oponía abiertamente a que
participara en la vida española. Tuvo la feliz idea de hacer una propuesta que
secundaba la Kent y que consistía en que las mujeres no votaran en las
elecciones generales hasta que no lo hubieran hecho dos veces en las municipales.
¡Una especie de aprendizaje,
vamos! Y por poco ganan con esta propuesta. Solamente por cuatro votos fue
desechada.
Por fin, en diciembre de 1931,
se aprobó el sufragio femenino en contra de las encendidas soflamas y los
ardientes discursos de la Nelken que distinguía dos clases de mujeres: Las que
compartían sus ideas y las hembras de los señoritos, a las que había que
exterminar.
Sí: ¡exterminar! Porque la
dictadura del proletariado, que era la idea fuerza de aquel momento, siguiendo
al pie de la letra a Marx, establecía como condición necesaria para imponerse, la
eliminación de las clases sociales no afines a la causa.
Previo al debate y votación en
el que, por fin, se concedió igualdad de derechos a la mujer, en las sesiones
de la Cámara de la II República, hubo que escuchar otras voces, seguramente muy
cualificadas, como la de un representante de la Federación Republicana Gallega
que aseguraba que “la mujer es puro
histerismo que se deja llevar por la emoción y no por la reflexión”; o la
del representante del Partido Republicano Federal que aseguraba que “el histerismo impide votar a la mujer hasta
la época menopáusica”. O la de que se privara del voto a las treinta y tres
mil religiosas que había en España, porque era un voto perdido.
La realidad que aquella
posición antidemocrática quería ocultar es que los partidos de la izquierda
sabían que las mujeres, mucho más moderadas y conscientes de la realidad de lo
que se estaba viviendo, iban a inclinar el resultado de las siguientes
elecciones hacia la derecha y eso había que impedirlo a cualquier precio,
incluso justificando el asesinato, como dijo uno ya muchas veces repetido.
Es muy posible que al ver como su propuesta de
excluir a las mujeres fracasaba estrepitosamente, Margarita Nelken se
radicalizara aún más en sus posiciones hasta el punto de que como cronista
parlamentaria del periódico El Socialista,
animaba al crimen político y al terrorismo, cuando la sublevación de 1934.
En aquella ocasión, como
representante de la provincia de Badajoz, se puso al frente de los campesinos
sublevados que atacaron a fuerzas de la Guardia Civil, matando a cuatro agentes
después de torturarlos y masacrar sus cuerpos hasta dejarlos irreconocibles.
Es muy posible que Margarita
Nelken, a raíz de una visita a Moscú, se hubiera convertido en agente del KGB
ruso y que de esa forma recibiera consignas acerca del exterminio de las clases
sociales consideradas hostiles a la dictadura del proletariado. Así lo asegura
Paul Preston en su obra Palomas de guerra,
en la que descubre que su nombre en clave era “AMOR”.
Algunos historiadores están
investigando su participación en la matanza de Almendralejos o los
fusilamientos de Madrid de 1936, pues en aquellas fechas, Kelne que había
dejado el PSOE, para ingresar en el PC, muchísimo más radical, se encontraba
ejerciendo cargos en el departamento de Orden Público, a las órdenes directas
de Santiago Carrillo, relacionado con las sacas de las cárceles y los traslados
a Torrejón, Vacia-Madrid, Paracuellos, etc., en donde se efectuaron los fusilamientos
masivos.
¿Pueden ser esas las razones
por la que su nombre no ha alcanzado la popularidad de sus otras dos compañeras
de actas? Es posible que, si todo fue así, como lo he narrado, ahí esté la
causa.
Pero como diría aquel: puede
que si o puede que no, pero lo más seguro es ¿quién sabe?
ahora nacería con Coleta....
ResponderEliminarMuy interesante y en aquella época la mujer solo se preparaba para el matrimonio limitando su actividad a la casa de ahí lo de mujer casa mujer quebrada.
ResponderEliminarEn cierta revista semanal pude leer este fin de semana un articulo muy interesante sobre un cazador de nazis. Este señor, en cierta parte del articulo, comentaba que no odiaba a los nazis pero que, después de tantos años seguía persiguiéndolos para que el nacional socialismo no siguiera mintiendo ni engañando a nadie. Por desgracia, esa consideración se echa en falta sobre el resto de socialismos y asi nos encontramos con la ironia de que después de más de 20 años de la caída del muro de la vergüenza, y varios millones de muertos (y muchos más torturados y empobrecidos), una nueva generación de adoctrinados ideológicamente en el socialismo real están dispuestos a volver a cometer los mismos errores de siempre en nombre de la "libertad" y la "justicia" para desgracia y daño de la raza humana (véase Cuba, Venezuela y Corea del Norte). En esa misma revista había un articulo de Perez Reverte (que debe sufrir periodos de imbecilidad, porque me consta que es inteligente) donde, hablando de la II Republica, cargaba la responsabilidad sobre la iglesia, principalmente, obviando la realidad histórica de lo que paso, expuesto a modo de modesto ejemplo en su articulo. Asi no es de extrañar que pronto nosotros también estemos disfrutando del paraíso socialista. Ajo y agua.
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