martes, 9 de agosto de 2016

LA PRIMERA MARINA DE CASTILLA




Mirando el almanaque, cosa que los jubilados no hacemos mucho porque poco nos importa en qué día de la semana estamos, ya que nuestro calendario, para diferenciar un poco la monotonía de los días, tiene solamente seis domingos y un sábado, me he dado cuenta de que hoy es un día que en otro tiempo era grande en España y que ahora nos pasa casi desapercibido, de no ser en tierras gallegas.
Efectivamente, hoy es el día de Santiago, patrón de España, matador de moros e inspirador de la ruta religiosa más recorrida del mundo: El camino de Santiago.
Todo empezó con unos huesos hallados en el Campo de la Estela (Compostela) que inmediatamente fueron atribuidos al apóstol Santiago (recomiendo la lectura de mi artículo ¿Santo o hereje?, en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com.es/2013/04/santo-o-hereje.html).
Pero no es de eso de lo que quiero escribir hoy. Mi atención está centrada en un personaje tan oscuro como brillante, impulsor de grandes acciones a quien la historia se ha empeñado en ocultar.
Era esta persona don Diego Gelmírez, primer arzobispo de Santiago de Compostela, nacido hacia 1067, en el castillo de las Torres del Oeste, en Catoira, en donde su padre, Gelmirio, perteneciente a la baja nobleza, título que había obtenido guerreando al lado de la Iglesia, era el gobernador del castillo a las órdenes del obispo Diego Peláez.


Supuesto retrato del arzobispo Gelmírez


Diego Gelmírez, que también celebraría hoy su onomástica, junto con los Jaimes y Jacobos, destacó desde muy joven por su claro talento. Es muy posible que estudiase en Paris y en algunos conventos franceses de la orden de Cluny, dada la influencia que en su obra se advierte y la vinculación que siempre tuvo con esta orden.
Fue el verdadero precursor del Jacobeo, primer arzobispo de Compostela y promotor e iniciador de la construcción de la catedral actual, pues se estaba construyendo otra de estilo románico, a todas luces ya superado.
Siendo todo esto de enorme trascendencia para su Galicia natal, hay otro rasgo de su personalidad que a mi manera de ver fue muchísimo más importante.
Veamos cómo fue la historia.
Nos hallamos en el primer tercio del siglo XII, en plena Reconquista, aunque aún faltaría mucho para que los invasores árabes, empezaran a tomarnos en serio.
El territorio cristiano se reducía a la franja del Cantábrico, Galicia y unos escasos territorios más al sur que anteriormente habían dado lugar a los reinos de León, con García I y de Castilla con el conde Fernán González. La Reconquista se hacía descendiendo lentamente desde el norte, repoblando con cristianos los territorios conquistados, una batalla de vez en cuando y pocas novedades más.
Quiere esto decir que el proceso se desarrollaba por tierra. El mar no era protagonista en aquella época. Sucedía esto porque, afortunadamente, las costas cantábricas y gallegas no habían sido objeto de piratería naval, por lo que no se había creado la necesidad de defenderse de las invasiones nórdicas que llegarían algunas decenas de años más tarde.
Por supuesto que tanto en Castilla, León, Galicia, o como en Aragón, el otro poderoso reino, habían numerosas embarcaciones de todo tipo, que a su vez se dedicaban a las múltiples actividades derivadas del comercio marítimo, transporte de personas y, sobre todo, la pesca. Lo que no estaba organizada era una marina militar. Una marina para combatir al enemigo, dejando totalmente de lado la faceta mercantil que siempre había representado.
En ese momento histórico se sentaba en el trono de Castilla-León y Galicia, la reina Urraca I . No existía otra política que combatir a los moros meseta abajo, guerrearles y cobrarles tributos cuando se podía. El erario se destinaba a fortificar la frontera, amurallar ciudades y construir castillos en alturas inexpugnables, alguna carretera y un que otro puente para cobrar el pontazgo.
La producción artesanal se centraba en la fabricación de armas, aperos de labranza y enseres domésticos. El lujo era algo que salvo escasas personas muy relevantes, el pueblo desconocía.
Todo muy primitivo y casi de subsistencia. No había más problema que tener huestes abundantes y bien pagadas para seguir extendiendo los dominios cristianos.
Pero empezaron a surgir dificultades derivadas de las incursiones que los normandos y vikingos hacían, sobre todo en las costas atlánticas de Galicia, donde era muy sencillo adentrarse en las rías y esquilmar las poblaciones costeras, mal defendidas y situadas a la misma orilla de la ría, lo que las hacía muy vulnerables.
A estas incursiones han de agregarse las de corsarios moros que basándose en su hegemonía en casi toda la costa peninsular, osan adentrarse hasta Galicia en sus correrías.
El daño que causan estas incursiones afecta a todo Galicia y por supuesto al arzobispado de Compostela, cuya silla ocupa el arzobispo Gelmírez que conoce perfectamente las costas gallegas y sus embarcaciones y, como hombre culto que es, sabe que con los barcos que navegan por las rías o los que hacen recorridos más largos, de cabotaje, no es posible enfrentarse a las naves vikingas y moras.
Hay que construir barcos adecuados para la guerra, galeras impulsadas por fuertes remeros y ayudadas por velas, con espolones de hierro en la proa y cuarteles para protegerse de las flechas enemigas.
Considera el arzobispo que es necesario previamente crear unos buenos astilleros donde construir estas embarcaciones y así crea unas atarazanas en el término de Padrón, en Pontecesures, al fondo de la Ría de Arosa y se trae de Génova a un afamado constructor naval, Roger de Augerio, el que comienza a construir dos galeras que puedan adentrarse en la mar y perseguir a los piratas.
En 1115, estas naves están acabadas y en ellas se embarcan doscientos hombres a las órdenes del genovés, con una primera misión de limpiar las costas gallegas de piratas berberiscos.

Dibujo de una galera del siglo XIII

Actuando conjunta y ordenadamente, las dos nuevas galeras se imponen muy pronto en toda la costa gallega, en donde consiguen hundir e incendiar a numerosas embarcaciones piratas, consiguiendo un suculento botín y numerosos cautivos.
De todos los beneficios obtenidos por esta incipiente fuerza naval, Gelmírez obtiene la cuarta parte, lo que es cantidad nada despreciable. Con su clara visión, dedica los beneficios económicos a pagar las dos galeras y construir alguna otra y a los cautivos los emplea en transportar piedras para la construcción de la catedral de Compostela.
Limpias las costas gallegas, caen los cristianos en la misma tentación que aquellos a los que combatían y libres de ataques, se dedican a atacar ellos, es decir, se convierten en corsarios.
Como es natural, las represalias de los árabes no se hacen esperar y en 1120, se acercan hasta la Ría de Arosa, veinte naves moras, a las que se enfrentan las galeras gallegas, que las detienen a la altura de la isla de Sálvora, a la misma entrada de la ría, entablándose una lucha naval en la que los cristianos se apoderan de tres embarcaciones enemigas y hacen casi novecientos prisioneros, mientras el resto de la flotilla enemiga se da rápidamente a la vela.
En esta ocasión el arzobispo recibe un quinto del botín en dineros, especies y prisioneros.
Por un tiempo, la calma se asienta en las costas gallegas y eso hace que se descuide el mantenimiento y la construcción de nuevas galeras y en 1124, la situación es tan penosa que nuevamente el arzobispo ha de intervenir, pues las autoridades civiles ya se han demostrado incapaces de organizar una marina eficaz y combativa.
En esta ocasión, Gelmírez contrata a otro italiano, un piloto de Pisa llamado Fuxón, al que manda construir una nueva galera, más potente que las anteriores con la que meses más tarde y completamente armada, se inician nuevas expediciones contra los puertos en poder de los moros.
Los beneficios económicos de la primera correría de la nueva galera son enormes y el arzobispo recibe la décima parte del botín y como siempre, emplea a los cautivos para acarrear piedras y los dineros para construir nuevas galeras.
 Así, con planificación, actuación y órdenes concretas, nació la primera marina militar española, impulso y obra casi exclusiva de un miembro de la Iglesia con visión de estado y con arrojo suficiente para emprender cualquier acción.
Esas cualidades quedan debidamente recogidas en la trayectoria personal y profesional de Diego Gelmírez, cuyo primer cargo de importancia, cuando solamente tenía veinte años, fue el de secretario del matrimonio de Urraca I y Raimundo de Borgoña, nuevos condes de Galicia.
Quizás contó con la fortuna como poderosa aliada, sobre todo desde el nombramiento de Calixto II, como nuevo papa, dándose la circunstancia de que este papa era hermano de su primer jefe, Raimundo de Borgoña.
Es indudablemente reconocido por su contribución a que Compostela se considerara ciudad apostólica, circunstancia muy importante, así como que fuera el gran impulsor de Jacobeo.
Siendo arzobispo de Compostela se redactó el “Códice Calixtino”, famoso códice que fue sustraído de la catedral y posteriormente recuperado en fechas recientes y que todos recordamos.

Su figura tiene muchísimas más connotaciones en todos los terrenos, religioso, político y social, habiéndose convertido en uno de los personajes más influyentes e importantes de la Galicia medieval, pero de entre todas sus obras, la más desconocida y a mi manera de ver más importante, fue la creación de un cuerpo de marina con estructura y con formación militar, que además de contribuir muy positivamente en las tareas de Reconquista, se convirtió en la primera “Marina de Castilla”.

6 comentarios:

  1. En la introducción de tu artículo dectecto algo que yo pienso con frecuencia, la jubilación es algo destructivo para los que siempre hemos dedicado vida y esfuerzos, casi como un fin, al trabajo - en tu caso y el mio, al Servicio de la Sociedad - Cuanta experiencia, sapiencia y espiritu de servicio tira a la basura la dichosa jubilación y prueba de ello es que mas de un chiquilicuatre, con menos de la mistad de conocimientos historicos que tu, se Doctora en Historia, cosa que queda muy bien en su corto y joven curriculum, pero nada mas.
    Incluso me atreveria a decir que cuantos ostentan mando y puestos de responsabilidad sin saber muy exactamente lo que estan haciendo.
    Asi está la sociedad que "disfrutamos".

    ResponderEliminar
  2. Queridos Comisario

    Comparto con vosotros que la Jubilación es un Castigo a aquellas personas con ganas de seguir prestando su Servicio a la Sciedad o bien como hacemos los Empresarios somos Vitalicios, y espero que llegue algún político sensato y establezca en Voluntariado a Trabajar, pues es Tirar a la Basura los Altos y Experimentados Conocimientos que Vosotros los que habéis Ejercido con Honestidad vuestros Cargos, hayaís sido Jubilados, ocupando vuestros Cargos otras personas con menos Experiencia como es lógico y cuando ellos tengan vuestra Eperiencia vuelven a jubilrlos y poner otra vez a otros con menos experieci y asi Prdiendo vuestros Valores y Encima Haciéndoos que seais menos Felices que desarrollando vuestros Cargos
    Luego solo que Vosotros los Jubilados reclaméis ese cambio en la Legislación por el Bien de los futuros Jubilables y de la Nación.
    Pero mientras no olvidéis de Seguir haciendo lo que ahora haceis seguir escribiendo estos Relatos Historicos y otras cas en beneficio de los que no estamos Dotados de vuestra Inteligencia.
    un Abrazo Jose A. López Esteras

    ResponderEliminar
  3. Gracias José María echaba mucho de menos tus artículos.

    Un abrazo: Mauri

    ResponderEliminar
  4. Gracias José María echaba mucho de menos tus artículos.

    Un abrazo: Mauri

    ResponderEliminar
  5. Teodoro Fernández16 de agosto de 2016, 13:12

    Extraordinario y curioso articulo.
    Ánimo, sigue escribiendo.

    ResponderEliminar