Mirando el almanaque, cosa que
los jubilados no hacemos mucho porque poco nos importa en qué día de la semana
estamos, ya que nuestro calendario, para diferenciar un poco la monotonía de
los días, tiene solamente seis domingos y un sábado, me he dado cuenta de que
hoy es un día que en otro tiempo era grande en España y que ahora nos pasa casi
desapercibido, de no ser en tierras gallegas.
Efectivamente, hoy es el día
de Santiago, patrón de España, matador de moros e inspirador de la ruta
religiosa más recorrida del mundo: El camino de Santiago.
Todo empezó con unos huesos
hallados en el Campo de la Estela (Compostela) que inmediatamente fueron
atribuidos al apóstol Santiago (recomiendo la lectura de mi artículo ¿Santo o hereje?, en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com.es/2013/04/santo-o-hereje.html).
Pero no es de eso de lo que
quiero escribir hoy. Mi atención está centrada en un personaje tan oscuro como
brillante, impulsor de grandes acciones a quien la historia se ha empeñado en
ocultar.
Era esta persona don Diego
Gelmírez, primer arzobispo de Santiago de Compostela, nacido hacia 1067, en el
castillo de las Torres del Oeste, en Catoira, en donde su padre, Gelmirio,
perteneciente a la baja nobleza, título que había obtenido guerreando al lado
de la Iglesia, era el gobernador del castillo a las órdenes del obispo Diego
Peláez.
Supuesto retrato del
arzobispo Gelmírez
Diego Gelmírez, que también
celebraría hoy su onomástica, junto con los Jaimes y Jacobos, destacó desde muy
joven por su claro talento. Es muy posible que estudiase en Paris y en algunos
conventos franceses de la orden de Cluny, dada la influencia que en su obra se
advierte y la vinculación que siempre tuvo con esta orden.
Fue el verdadero precursor del
Jacobeo, primer arzobispo de Compostela y promotor e iniciador de la
construcción de la catedral actual, pues se estaba construyendo otra de estilo
románico, a todas luces ya superado.
Siendo todo esto de enorme
trascendencia para su Galicia natal, hay otro rasgo de su personalidad que a mi
manera de ver fue muchísimo más importante.
Veamos cómo fue la historia.
Nos hallamos en el primer
tercio del siglo XII, en plena Reconquista, aunque aún faltaría mucho para que
los invasores árabes, empezaran a tomarnos en serio.
El territorio cristiano se
reducía a la franja del Cantábrico, Galicia y unos escasos territorios más al
sur que anteriormente habían dado lugar a los reinos de León, con García I y de
Castilla con el conde Fernán González. La Reconquista se hacía descendiendo
lentamente desde el norte, repoblando con cristianos los territorios
conquistados, una batalla de vez en cuando y pocas novedades más.
Quiere esto decir que el
proceso se desarrollaba por tierra. El mar no era protagonista en aquella época.
Sucedía esto porque, afortunadamente, las costas cantábricas y gallegas no habían
sido objeto de piratería naval, por lo que no se había creado la necesidad de
defenderse de las invasiones nórdicas que llegarían algunas decenas de años más
tarde.
Por supuesto que tanto en
Castilla, León, Galicia, o como en Aragón, el otro poderoso reino, habían
numerosas embarcaciones de todo tipo, que a su vez se dedicaban a las múltiples
actividades derivadas del comercio marítimo, transporte de personas y, sobre todo,
la pesca. Lo que no estaba organizada era una marina militar. Una marina para
combatir al enemigo, dejando totalmente de lado la faceta mercantil que siempre
había representado.
En ese momento histórico se
sentaba en el trono de Castilla-León y Galicia, la reina Urraca I . No existía
otra política que combatir a los moros meseta abajo, guerrearles y cobrarles
tributos cuando se podía. El erario se destinaba a fortificar la
frontera, amurallar ciudades y construir castillos en alturas inexpugnables,
alguna carretera y un que otro puente para cobrar el pontazgo.
La producción artesanal se
centraba en la fabricación de armas, aperos de labranza y enseres domésticos.
El lujo era algo que salvo escasas personas muy relevantes, el pueblo
desconocía.
Todo muy primitivo y casi de
subsistencia. No había más problema que tener huestes abundantes y bien pagadas
para seguir extendiendo los dominios cristianos.
Pero empezaron a surgir dificultades
derivadas de las incursiones que los normandos y vikingos hacían, sobre todo en
las costas atlánticas de Galicia, donde era muy sencillo adentrarse en las rías
y esquilmar las poblaciones costeras, mal defendidas y situadas a la misma
orilla de la ría, lo que las hacía muy vulnerables.
A estas incursiones han de
agregarse las de corsarios moros que basándose en su hegemonía en casi toda la
costa peninsular, osan adentrarse hasta Galicia en sus correrías.
El daño que causan estas
incursiones afecta a todo Galicia y por supuesto al arzobispado de Compostela,
cuya silla ocupa el arzobispo Gelmírez que conoce perfectamente las costas
gallegas y sus embarcaciones y, como hombre culto que es, sabe que con los
barcos que navegan por las rías o los que hacen recorridos más largos, de
cabotaje, no es posible enfrentarse a las naves vikingas y moras.
Hay que construir barcos
adecuados para la guerra, galeras impulsadas por fuertes remeros y ayudadas por
velas, con espolones de hierro en la proa y cuarteles para protegerse de las
flechas enemigas.
Considera el arzobispo que es
necesario previamente crear unos buenos astilleros donde construir estas
embarcaciones y así crea unas atarazanas en el término de Padrón, en
Pontecesures, al fondo de la Ría de Arosa y se trae de Génova a un afamado
constructor naval, Roger de Augerio, el que comienza a construir dos galeras
que puedan adentrarse en la mar y perseguir a los piratas.
En 1115, estas naves están
acabadas y en ellas se embarcan doscientos hombres a las órdenes del genovés,
con una primera misión de limpiar las costas gallegas de piratas berberiscos.
Dibujo de una galera del
siglo XIII
Actuando conjunta y
ordenadamente, las dos nuevas galeras se imponen muy pronto en toda la costa
gallega, en donde consiguen hundir e incendiar a numerosas embarcaciones
piratas, consiguiendo un suculento botín y numerosos cautivos.
De todos los beneficios
obtenidos por esta incipiente fuerza naval, Gelmírez obtiene la cuarta parte,
lo que es cantidad nada despreciable. Con su clara visión, dedica los
beneficios económicos a pagar las dos galeras y construir alguna otra y a los
cautivos los emplea en transportar piedras para la construcción de la catedral
de Compostela.
Limpias las costas gallegas,
caen los cristianos en la misma tentación que aquellos a los que combatían y
libres de ataques, se dedican a atacar ellos, es decir, se convierten en
corsarios.
Como es natural, las
represalias de los árabes no se hacen esperar y en 1120, se acercan hasta la
Ría de Arosa, veinte naves moras, a las que se enfrentan las galeras gallegas,
que las detienen a la altura de la isla de Sálvora, a la misma entrada de la
ría, entablándose una lucha naval en la que los cristianos se apoderan de tres
embarcaciones enemigas y hacen casi novecientos prisioneros, mientras el resto
de la flotilla enemiga se da rápidamente a la vela.
En esta ocasión el arzobispo
recibe un quinto del botín en dineros, especies y prisioneros.
Por un tiempo, la calma se
asienta en las costas gallegas y eso hace que se descuide el mantenimiento y la
construcción de nuevas galeras y en 1124, la situación es tan penosa que
nuevamente el arzobispo ha de intervenir, pues las autoridades civiles ya se
han demostrado incapaces de organizar una marina eficaz y combativa.
En esta ocasión, Gelmírez
contrata a otro italiano, un piloto de Pisa llamado Fuxón, al que manda
construir una nueva galera, más potente que las anteriores con la que meses más
tarde y completamente armada, se inician nuevas expediciones contra los puertos
en poder de los moros.
Los beneficios económicos de
la primera correría de la nueva galera son enormes y el arzobispo recibe la
décima parte del botín y como siempre, emplea a los cautivos para acarrear
piedras y los dineros para construir nuevas galeras.
Así, con planificación, actuación y órdenes
concretas, nació la primera marina militar española, impulso y obra casi
exclusiva de un miembro de la Iglesia con visión de estado y con arrojo
suficiente para emprender cualquier acción.
Esas cualidades quedan
debidamente recogidas en la trayectoria personal y profesional de Diego Gelmírez,
cuyo primer cargo de importancia, cuando solamente tenía veinte años, fue el de
secretario del matrimonio de Urraca I y Raimundo de Borgoña, nuevos condes de
Galicia.
Quizás contó con la fortuna
como poderosa aliada, sobre todo desde el nombramiento de Calixto II, como
nuevo papa, dándose la circunstancia de que este papa era hermano de su primer
jefe, Raimundo de Borgoña.
Es indudablemente reconocido
por su contribución a que Compostela se considerara ciudad apostólica,
circunstancia muy importante, así como que fuera el gran impulsor de Jacobeo.
Siendo arzobispo de Compostela
se redactó el “Códice Calixtino”, famoso códice que fue sustraído de la
catedral y posteriormente recuperado en fechas recientes y que todos recordamos.
Su figura tiene muchísimas más
connotaciones en todos los terrenos, religioso, político y social, habiéndose
convertido en uno de los personajes más influyentes e importantes de la Galicia
medieval, pero de entre todas sus obras, la más desconocida y a mi manera de
ver más importante, fue la creación de un cuerpo de marina con estructura y con
formación militar, que además de contribuir muy positivamente en las tareas de
Reconquista, se convirtió en la primera “Marina de Castilla”.
En la introducción de tu artículo dectecto algo que yo pienso con frecuencia, la jubilación es algo destructivo para los que siempre hemos dedicado vida y esfuerzos, casi como un fin, al trabajo - en tu caso y el mio, al Servicio de la Sociedad - Cuanta experiencia, sapiencia y espiritu de servicio tira a la basura la dichosa jubilación y prueba de ello es que mas de un chiquilicuatre, con menos de la mistad de conocimientos historicos que tu, se Doctora en Historia, cosa que queda muy bien en su corto y joven curriculum, pero nada mas.
ResponderEliminarIncluso me atreveria a decir que cuantos ostentan mando y puestos de responsabilidad sin saber muy exactamente lo que estan haciendo.
Asi está la sociedad que "disfrutamos".
Queridos Comisario
ResponderEliminarComparto con vosotros que la Jubilación es un Castigo a aquellas personas con ganas de seguir prestando su Servicio a la Sciedad o bien como hacemos los Empresarios somos Vitalicios, y espero que llegue algún político sensato y establezca en Voluntariado a Trabajar, pues es Tirar a la Basura los Altos y Experimentados Conocimientos que Vosotros los que habéis Ejercido con Honestidad vuestros Cargos, hayaís sido Jubilados, ocupando vuestros Cargos otras personas con menos Experiencia como es lógico y cuando ellos tengan vuestra Eperiencia vuelven a jubilrlos y poner otra vez a otros con menos experieci y asi Prdiendo vuestros Valores y Encima Haciéndoos que seais menos Felices que desarrollando vuestros Cargos
Luego solo que Vosotros los Jubilados reclaméis ese cambio en la Legislación por el Bien de los futuros Jubilables y de la Nación.
Pero mientras no olvidéis de Seguir haciendo lo que ahora haceis seguir escribiendo estos Relatos Historicos y otras cas en beneficio de los que no estamos Dotados de vuestra Inteligencia.
un Abrazo Jose A. López Esteras
Gracias José María echaba mucho de menos tus artículos.
ResponderEliminarUn abrazo: Mauri
Gracias José María echaba mucho de menos tus artículos.
ResponderEliminarUn abrazo: Mauri
magnífico, como siempre.
ResponderEliminarExtraordinario y curioso articulo.
ResponderEliminarÁnimo, sigue escribiendo.