Los grandes financieros son esas personas, casi siempre
oscuras, no solamente por ellos mismos, sino por los lugares en los que se
guarecen para realizar sus cometidos, que mueven los hilos de las marionetas en
las que nos hemos convertido todos.
Parece que el mundo lo manejan los políticos, pero no es
cierto. El mundo lo maneja el capital.
La tan denostada forma “política” de gobernar el mundo a
través del capital se llama capitalismo y es la única doctrina política que no
la ha inventado nadie, se ha ido instalando en la sociedad desde el principio
de los tiempos, dando soluciones lógicas a las necesidades humanas de
interrelacionarse para poder subsistir. Primero fue el trueque y después el
dinero, pero detrás de ambos estaba el financiero: el que prestaba, compraba,
vendía, invertía, cobraba, cambiaba…
Una gran parte de este mundo semioculto estuvo siempre en
manos de poderosas familias judías, pueblo al que se ha relacionado con un
exacerbado culto al dinero, avaricia e impiedad ante las ganancias. Hasta
Shakespeare lo dejó patente en El
mercader de Venecia: devolución del préstamo o una libra de su carne,
exigía el usurero judío Shylock a Antonio.
En España no ocurrió nunca cosa diferente al resto de los
países, pero además se dio una circunstancia de gran importancia y es que tras
la diáspora judía, muchas familias fueron a instalarse en los puntos más
alejados de su Judea natal y así recalaron en todo lo que suponía la periferia
del Imperio Romano y las tres provincias de Hispania dieron acogida a gran
cantidad de aquellos refugiados.
Pronto las finanzas estuvieron en sus manos y en la sombra,
sin lujo, alharaca ni signos externos, se convirtieron en los verdaderos
administradores de las riquezas de los estados.
Ni siquiera dejó de ser así durante la dominación árabe,
pues es bien sabido la importancia que tuvieron los judíos a la hora de
financiar las guerras de la Reconquista, sobre todo en su último tramo.
Los Reyes Católicos llamaron al judío Isaac Abravanel,
vecino portugués que se había tenido que refugiar en Extremadura por conspirar
contra la corona portuguesa, para que pusiera orden en las arcas del estado y
cierto que lo consiguió (relatado en mi artículo: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/expulsa-que-algo-queda.html ), en su labor
de saneado de las arcas, Abravanel conoció a un personaje del mundo financiero
que ha pasado por la historia como de puntillas, a pesar de la enorme
importancia que tuvo su persona en dos acontecimientos importantísimos: la toma
de Granada y el descubrimiento de América.
Este personaje es Luis de Santangel, un judío converso de tercera
generación que gozó de gran reconocimiento por parte de los reyes Católicos, a
los que sirvió con lealtad y eficacia.
Su familia procedía de Aragón, donde se dedicaban a las finanzas desde
antiguo y que forzados por las predicaciones de san Vicente Ferrer contra los
judíos que desembocaron en numerosas revueltas de cristianos contra el
colectivo hebreo, decidieron convertirse al catolicismo, al objeto de poder
seguir ejerciendo su lucrativa actividad.
Cuando el rey católico Fernando accede al trono, la familia Santángel era
la más rica de Aragón y parte de ella se había trasladado a Valencia, donde
hacia 1435 habría nacido Luis. En el Reino de Valencia, dependiente de la
Corona de Aragón, la familia también ha alcanzado un alto nivel económico y de
poderío social, hasta el extremo de que al joven Luis, que se había formado
cultural y financieramente en Italia, se le concede la jefatura de la “ceca” de Valencia, es decir la fábrica
de moneda y además, el arriendo de unas salinas reales que reportan gran
beneficio y que junto con la construcción naval, la venta de portulanos, así
como otras muchas actividades económicas, propician el encumbramiento del
financiero.
Hacia el año 1486 Santángel se ha convertido en el “Escribano de Ración” de la Corona de Aragón que es una figura algo
asó como Ministro de Finanzas y encontrándose en Córdoba, conoce a Cristóbal
Colón, con el que enseguida traba amistad, pues sus negocios relacionados con
el mar le abren los ojos sobre las expectativas que podría haber en la epopeya
que Colón se proponía acometer y le disuade de marchar a Francia a exponer su
plan al rey, ya que en los Reyes Católicos no ha encontrado apoyo a su
aventura.
Santángel era un hombre muy práctico al que las explicaciones que Colón daba
sobre su viaje convencieron y no porque el Almirante tuviese un gran poder de
persuasión, es que, como ya se ha apuntado en otros artículos de esta página,
Colón contaba con datos reales de personas que ya habían estado en aquellas
longitudes, como señalaba en mi artículo que puede consultar en este enlace:
Luis
de Santángel, el poderoso financiero
Colón le hace caso y desiste de su viaje a Francia, mientras el financiero
se encuentra con un gravísimo problema y es que la Inquisición le acusa de
“judaizante”, es decir que aunque aparentemente cristiano de tercera
generación, sigue practicando el rito judío en la intimidad de su casa.
El asunto tiene tal trascendencia que el rey Fernando interviene de
inmediato, pues cualquier medida contra el banquero puede ser muy perjudicial
para la corona y no solamente le libra de los calabozos de la Inquisición, sino
que le expide un documento en el que el monarca certificaba la “cristianidad”
del preso y de toda su familia, a la que no se volvería a molestar.
Esta circunstancia hace que muchos historiadores encuentren otro punto más
de conexión entre Luis y Cristóbal: ambos son judíos y ejercen como tales.
Hacia 1491, los Reyes Católicos “se entrampan” aún más con el “lobby” judío y piden una fortuna a dos
de los más poderosos y ricos financieros que no son otros que Abravanel y
Santángel, porque hay que terminar la Reconquista aprovechando la debilidad del
reino nazarí.
Ambos judíos acuden prestos a reponer las vacías arcas reales y en enero de
1492, estando en Santa Fe, Santángel coincide nuevamente con Colón que ha
vuelto a recurrir a los monarcas para que financien su expedición y ha vuelto a
obtener una negativa que le deja sin opciones y apremiado por saber que otros
navegantes también están en posesión de su información y pudieran
adelantársele, se va a marchar a la desesperada a ofrecer su sueño a cualquiera
que desee financiarlo.
El poder de Santángel entra en juego y es la persona que realmente convence
a la reina Isabel de lo conveniente que resultaría apoyar esa expedición, no sólo
por los beneficios que pudieran reportar, sino por la posibilidad, cada vez más
cercana de que otro país se le adelantara, máxime cuando los portugueses
empezaban a interesarse.
La voluntad era mucha, pero el dinero poco y la reina accede, pero da unos
plazos largos y comprometidos con el fin de la guerra y la devolución de los
préstamos.
Inteligente y con visión financiera de futuro, Santángel se ofreció a
financiar él mismo y con su dinero toda la expedición, para lo que aportó más
de un millón de maravedís y otro tanto hicieron sus amigos Gabriel Sánchez,
judío converso, como él e Isaac Abravanel que poco tiempo después tendría que
abandonar España por su deseo de persistir en su fe judía.
Accedieron los reyes que además recibieron otros seis millones de maravedís
para acabar la guerra.
Colón y los reyes firmaron las famosas Capitulaciones de Santa Fe y se
inició la puesta en marcha de la expedición descubridora.
A la luz de los tiempos, se ha venido conociendo que la mayoría de los
marineros enrolados en las tres carabelas eran judíos los cuales tenían sobre
ellos y sus familias el enorme peso de la expulsión que en marzo de aquel mismo
año habían firmado los Reyes Católicos.
Es muy probable que fuera así, porque ya Santángel había intervenido en la
preparación de las expediciones de judíos que huían de una España que los
expulsaba, cuando económicamente tanto dependía de ellos.
Lo cierto es que Colón debía de estar muy agradecido a Santángel por toda
la mediación que había realizado, así como por su financiación de la aventura y
buena prueba de ello es la carta que le escribió desde las Islas Canarias el 15
de febrero de 1493, a su vuelta del descubrimiento, en la que narraba
pormenorizadamente como eran las islas que había descubierto y sus habitantes.
Santángel no se estudia en los libros de historia, es un personaje gris,
semioculto como todos los grandes financieros, en cuyas manos estaba el mayor
poder del reino en aquel momento, porque lo cierto es que ningún gobernante, en el fondo le importaba
la religión que profesaran sus colaboradores, siempre que hubiera dinero para
sus arcas.
La carta que Colón dirige a su amigo Santángel así como otras dos a los
Reyes Católicos y su diario de abordo, pueden leerse en este enlace de la maravillosa página Libro
Total: http://www.ellibrototal.com/ltotal/?t=1&d=5223
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