Si hay un número de interpretaciones
de la misma magnitud de las que se han hecho sobre el personaje de
ficción de don Quijote, es el que existe acerca del lugar en el que
nació el más importante descubridor de todos los tiempos: Cristóbal
Colón.
Y es muy natural que todos los países
de la Europa de aquella época se quieran disputar el honor de tener
como nacido en su tierra a un personaje de semejante talla.
Italiano, portugués, mallorquín,
francés… cualquier hipótesis ha servido para dar cuna al
personaje, del que, de pequeños, estudiamos y dimos por sentado, que
era un navegante genovés, sin más polémica.
Fue más tarde cuando empezó a surgir
la discusión y de la Génova italiana, pasamos a la Génova
mallorquina, una pequeña localidad muy cercana a Palma que mira a la
espalda del castillo de Bellver y que en cierto momento se apuntó al
carro de la polémica porque la coincidencia de su nombre con la
ciudad italiana le proporcionaba una ventajosa posición de partida.
Si no fue portugués, vivió y se casó
con una portuguesa y desde allí nos vino a España para ofrecerse a
nuestros Reyes Católicos y es casi seguro que en el vecino país
adquirió el conocimiento de lo que años más tarde lo encumbraría.
Es por tanto lícito que Portugal se
quiera apuntar un tanto, si no en el nacimiento, si en la formación
del descubridor.
Salvador de Madariaga le atribuyó un
origen incierto como sefardita converso, razón por la cual él
quisiera ocultar su verdadera identidad y que, además, procedería
de alguna ciudad del mediterráneo español, huido ante los muchos
asaltos a las juderías que se produjeron en aquella época. Eso
justificaría su dominio del castellano y su escasa facilidad para
expresarse en italiano, teniendo en cuenta que, por tradición, los
judíos tendían a conservar las costumbres y la lengua del lugar de
su procedencia, razón por la que muchos sefardíes todavía hablan
el castellano antiguo.
Pero lo que resulta ya más chocante
es que también se lo quiera apropiar Francia y para eso voy a
relatar una noticia aparecida en la prensa francesa hace ya muchos
años.
El día 17 de agosto de 1841, la
Gazeta de Madrid, nombre que tenía lo que hoy conocemos como Boletín
Oficial del Estado, publicaba en la primera columna de la página
tres, que unos días antes, el nueve de aquel mes, la Revista de
París había publicado el descubrimiento de la partida de bautismo
de Cristóbal Colón, en un pueblecito al norte de la isla de Córcega
llamado Calvi.
Este descubrimiento se debía a un tal
monsieur Guibega, prefecto de Córcega que aún no lo había
publicado pero lo haría en breve y, en ese momento, Francia podría
levantar un monumento a un hijo suyo considerado el más atrevido
navegante de todos los tiempos.
No dice la Revista en qué fecha ni en
qué parroquia fue bautizado, obvia todo eso para destacar únicamente
lo que inspira el chauvinismo tan propio de esa nación: Colón era
corso, compatriota de Napoleón y por tanto, francés.
El año de su nacimiento es también
una incógnita, pues se han barajado fechas desde 1430 hasta 1441, lo
que hace suponer que en el momento del descubrimiento, debiera tener
entre cincuenta y sesenta años, que parece edad muy avanzada para
aquella época y más aún si consideramos que la fecha de su muerte
fue en 1506, es decir, estaba cercana.
Retrato
a plumilla de Cristóbal Colón
Que se encuentre una partida de
bautismo en cualquier punto del mundo, cuatrocientos años después
de haber nacido una persona, es un hecho que podría entrar en lo que
suele ser normal. En la búsqueda de unos archivos parroquiales puede
aparecer un documento hasta ese momento ignorado, pero cuando existe
una larga polémica para atribuirse la ciudadanía de universal
personaje, el hecho puede chirriar ya de entrada.
Nadie ha dicho que aquella partida o
acta de bautismo estuviese falsificada, lo que es muy probable,
porque nadie se molestó en desmentir el origen corso del navegante,
por razones que más adelante saldrán a relucir y muchos de los
estudiosos y conocedores del tema no hicieron otra cosa que remitirse
a las propias declaraciones de Colón, vertidas en un documento que
tiene fecha de 22 de febrero de 1498 y que es el acta fundacional del
Mayorazgo del navegante, en la que el propio Colón dice: “…de la
cual ciudad de Génova he salido y en la cual he nacido.”
En el momento histórico en el que nos
encontramos, el concepto de ciudad no es exactamente el que ahora
tenemos y mucho menos en la Península Italiana, donde las
ciudades–estados proliferaban. Los Estados Pontificios, las
repúblicas de Florencia, Venecia y Génova, el Reino de Nápoles o
el Ducado de Milán, son buenos ejemplos de pequeños estados
independientes entre sí. De hecho Italia no consigue ser un país
unificado hasta el siglo XIX en un proceso difícil, pero en el que
los italianos manifiestan su deseo de unirse y que se consigue en el
reinado de Víctor Manuel II.
Por tanto, mediado el siglo XV, decir
que se era genovés, no tiene que significar haber nacido en la
ciudad de Génova, sino en cualquiera de los territorios que le
pertenecían.
Lo lamentable de todo este afán por
ubicar el lugar del nacimiento del insigne Almirante, es que el
desconocimiento de la historia que algunos demostraron, les haría
posteriormente sonrojar.
El Papa Bonifacio VIII, que gobernó
la sede vaticana desde 1294 a 1303, consiguió, por el tratado de
Anagni, firmado en 1295 que Jaime II de Aragón, llamado El Justo, que
había heredado de su padre el reino de Sicilia, se lo permutase por
los derechos sobre las islas de Córcega y Cerdeña que quedaron
incorporadas definitivamente a la corona de Aragón en 1325, cuando
Jaime II las conquistó militarmente.
Años después y un siglo antes de
nacer Colón, reinaba en Aragón Pedro IV, el del Puñalito, o el
Ceremonioso, que agradecido a unas compañías de corsos, ciudadanos
procedentes de Córcega, que habían luchado a su lado en la defensa
de Cerdeña, sitiada por las fuerzas militares de la familia genovesa
Oria, mandó que todos los corsos fuesen tratados como
catalano-aragoneses.
Parece necesario recordar también que
los reyes de Aragón ejercieron la soberanía sobre Córcega en donde
nombraban gobernadores que habían de regir los destinos de la isla,
situación que se mantuvo aún cuando de hecho, dejaron de poseer
aquella isla, arrebatada por los genoveses, en 1481.
Desde entonces muchas vicisitudes se
ciernen sobre la República de Génova y las Islas, las cuales pasan
por períodos en los que llegan a ser independientes, pero siempre
con una fuerte presencia de los aragoneses que nunca cedieron un
ápice en sus derechos sobre ellas y no es hasta 1768 cuando la
República de Génova mediante el Tratado de Versalles, cede, mejor
dicho, vende, la Isla de Córcega a Francia y por un precio tan
ridículo que produce rechazo en la propia población corsa, que
trata de resistirse y finalmente es derrotada por las fuerzas
francesas, mas poderosas y mejor organizadas.
Por tanto, hasta 1769, en que el
territorio fue pacificado y acogido bajo la soberanía francesa,
Córcega había sido aragonesa, genovesa e independiente y más
concretamente, en la fecha en la que debió nacer Colón, de la que
ya se habló más arriba, no cabe ninguna duda de que Córcega
pertenecía a la corona de Aragón.
Por tanto, si es cierto que esa
partida de bautismo es la auténtica y de hecho podría serlo, de lo que no cabe duda es que en aquel tiempo, aquella tierra
era tan aragonesa como el propio Aragón y, por tanto, Cristóbal
Colón, sería aragonés, lo que en estos tiempos supondría que era
español.
No hay que entenderlo así, porque
España aún no existía, dividida como estaba en los reinos de
Castilla, Aragón, Murcia, Granada, etc., y cuya unificación es lo
que realmente propicia que Colón pudiera hacer su prodigioso
descubrimiento.
Pero más allá de dar importancia a
una persona por el lugar en que nació, resaltemos que la verdadera
importancia no radica en ese lugar sino en el que pone a su
disposición las condiciones necesarias para que el individuo
desarrolle todo lo que lleva dentro.
Madame Curie nació en Polonia y a
nadie se le ocurre decir que no fue en Francia el país en el que
alcanzó su prestigio. Einstein, considerado el científico más
importante del siglo XX, nació en Alemania y tampoco se le puede
desvincular del país en el que desarrolló sus teorías que fue
Estados Unidos. Nikola Tesla, importantísimo científico y padre de
la corriente alterna, imprescindible en nuestros días para cualquier
tipo de funcionamiento eléctrico, era servio, pero fue en Estados
Unidos donde desarrolló sus innumerables patentes.
La lista sería interminable y con la
globalización aumentará todavía más, pero lo que queda claro es
que aunque el Almirante hubiera sido francés, España el país que
descubrió América y eso no se puede negar, por muy lejos de
nuestras fronteras que Colón hubiese nacido.
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