El quince de enero de 1835, a
los sesenta y dos años de edad, fallecía en su casa de las afueras de Bruselas,
la princesa de Chimay.
Completamente ignorada por la
historia, la princesa de Chimay había sido también marquesa por su primer
matrimonio. Años mas tarde sería la amante y luego la esposa del más poderoso hombre de la
Revolución Francesa, después de Robespierre y antes de casarse con el príncipe
de Chimay, fue posiblemente la mujer más influyente de Francia, tanto en el período
revolucionario, como posteriormente.
¡Y lo más sorprendente de todo
es que era española!
Se llamaba Teresa Cabarrús y
era hija de Francisco Cabarrús, notable financiero de origen francés afincado
en España y fundador del Banco de San Carlos, que luego se convertiría en el
Banco Nacional, el primero en expedir papel moneda.
Se educó entre monjas y
nodrizas, hasta que a los doce años, su padre, personaje de máxima influencia
en España, decidió enviarla a París con la doble intención de que completara su
formación y que contrajera matrimonio con alguna persona influyente en Europa.
Acompañada de su madre,
Antonia Galabert, se trasladaron a la capital francesa, donde la pequeña quedó
alojada en casa de una influyente viuda que la acogió bajo su tutela, mientras
su madre regresaba junto a su marido.
Precoz, la joven Teresa se
enamoró perdidamente de un joven sin fortuna que, lógicamente, no contaba con
el beneplácito de su padre, que no había hecho el esfuerzo de separarse de su
hija para verla convertida en una simple ama de casa.
El desengaño de la joven
precipitó su decisión y contrajo matrimonio, por elección de su padre, con el
marqués de Fontenay, miembro del parlamento francés y mucho mayor que aquella
niña de apenas quince años.
Un año después nació el único
hijo de esa unión al que pusieron por nombre Devin Theodore.
Era el año 1789 y lo que se
venía encima a los franceses, sobre todo a su aristocracia, era difícilmente
predecible, pero mientras, la grandeza francesa vivía en un mundo de lujo y
glamour, sin preocuparse de que el pueblo no tenía pan y mucho menos pasteles
para saciar el hambre, como había propuesto María Antonieta. El catorce de
julio el pueblo asalta la Bastilla y comienza el episodio más terrorífico y
sangriento de la historia de Francia.
En pleno apogeo de la
Revolución, los marqueses de Fontenay deciden separar sus caminos y tras
solicitar el divorcio toman cada uno por su lado,
Teresa y su hijo se refugian
en casa de unos parientes de su padre en Burdeos, en donde viven los sangrientos
episodios que se desarrollaron en aquella ciudad, acusada de
contrarrevolucionaria. Cuando Robespierre toma el mando de la Revolución, envía
a la ciudad de Burdeos al joven Jean Lambert Tallien con instrucciones de usar
la guillotina no solo contra los enemigos de la Revolución, sino contra todo
aquel que osara interceder por ellos. Era la llamada época del terror y Burdeos
lo sufrió casi como París y por el mero hecho de ser la esposa de un noble
huido de Francia, Teresa fue encarcelada y condenada a la guillotina.
Pero tuvo la fortuna de que
Tallien la conociera y quedara prendado de su hermosura; perdidamente enamorado
de ella, la liberó de su cautiverio y la dejó en libertad. Pocos meses después
se convirtieron oficialmente en amantes.
La carrera de Tallien fue tan
vertiginosa como efímera, llegando a ocupar uno de los cargos más importantes
dentro de la Revolución, mientras su bella amante se dedicaba a socorrer a los
desamparados y pedir clemencia para los que iban a ser guillotinados.
La fama de Teresa alcanzó a
todos los ámbitos y a su puerta había colas de personas solicitando su
intercesión y ella acudía a todas las demandas, consiguiendo clemencia para los
condenados en muchas de las ocasiones.
Fue tanta la popularidad que
alcanzó, que a su casa de París se la empezó a conocer como “La casa de los
Milagros” y a ella a llamarla “Nuestra señora de Septiembre o del Buen
Socorro”.
Pero tanta fama le perjudicaba
notablemente a la pareja, pues su marido, que había moderado sensiblemente su
ansia de sangre, cayó en desgracia ante Robespierre y ella misma terminó
encarcelada por ir contra la Revolución.
Nuevamente la fortuna sonríe a
la española que comparte celda con una tal Marie Josèphe de la Pagerie, que
años después se convertiría en la emperatriz de Francia, conocida como Josefina
Bonaparte.
Desde la cárcel, Teresa
escribe a su amante una carta desesperada, reprochándole su cobardía y
diciéndole que no está haciendo nada por salvarla a ella de una muerte segura.
Herido en su honor, Tallien se enfrenta a Robespierre y a su imperio del
terror, tachándole de tirano y sanguinario.
La reacción que se provocó con
aquella carta hizo que una revolución interna terminara con la vida de
Robespierre y el ascenso de Tallien, mientras el pueblo entendía que era ella
la verdadera artífice del cambio.
Tras el periodo de terror, la
Revolución disfrutó una época de relativa calma en la que se iniciaron las
convivencias sociales y Teresa se convirtió en la mejor anfitriona de París a
cuyas fiestas acudían todos los personajes de la vida política, social y
militar de la época, llegando incluso a ser cuna de un nuevo estilo llamado “Neo Grec”, por su inspiración en la Grecia clásica,
que tanto gustó a las damas francesas y que aparecen vestidas de esta moda en
innumerables pinturas.
A uno de aquellos saraos
acudía asiduamente un joven oficial de artillería llamado Napoleón y que muy
posiblemente conociera allí a su futura esposa, Josefina, la amiga de Teresa.
El veintiséis de diciembre de
1794, se casó con Tallien, con el que tuvo una hija a la que pusieron el
revolucionario nombre de Thermidor.
Pero la Revolución seguía en
marcha y a la época dorada de Tallien siguió otra, conocida como El Directorio,
en la que el antiguo revolucionario no tenía cabida.
Ahora el poder pasó a otras
manos y estas eran las de Paul Barras, un caótico e inmoral miembro de la baja
aristocracia que había sido militar y siempre había apoyado a Tallien hasta que
consiguió desbancarlo y que fue quien propició el fulgurante ascenso de
Napoleón.
Lo cierto es que nuestra
compatriota comprendió bien pronto que Tallien estaba acabado y quizás antes de
divorciarse de él, ya había iniciado una relación sentimental con el que ahora
mandaba, que no era otro que Barras.
No acabó aquí su vida amorosa
pues después de todos estos acontecimientos, llegó a tener cuatro hijos con un
riquísimo financiero llamado Ouvrad, que la rodeó de lujos pero no fue capaz de
darle el amor que al final encontró en José de Caramán, conde y príncipe de
Chimay, el cual a pesar de tener seis hijos, se enamoró perdidamente de ella y
con quien se casó en 1805.
Toda la familia se trasladó a
las posesiones del príncipe, en la actual Bélgica en donde Teresa encontró por
fin la paz que deseaba y donde vivió feliz hasta la fecha de su fallecimiento
cuando tenía sesenta y dos años, una edad avanzada para aquella época y más
siendo madre de seis hijos.
Teresa Cabarrús vestida
a la moda Neo Grec
Cierto es también que durante
años estuvo muy afligida cuando comprendió que su vieja amiga Josefina, a la
que había salvado de la guillotina con la carta que hizo reaccionar a su amante
Tallien, y que siempre había acogido familiarmente en su casa, se distanciaba
de ella conforme su marido iba alcanzando la fama y la gloria.
Tallien murió en 1820 después
de numerosas vicisitudes al quedarse fuera de la cúpula de mando de la
Revolución. Acompañó a Napoleón a Egipto, en la campaña contra los mamelucos
con el fin de cortar las rutas comerciales de Gran Bretaña, pero nuevamente
cayó en desgracia y fue enviado a Francia con un escrito de acusación por
acciones contrarias a la República.
Terminó sus días como agente
secreto en España, donde perdió un ojo, lo que le obligó a regresar a Francia,
donde murió años después.
Pocas mujeres, como Teresa de
Cabarrús, han tenido tanto papel que desempeña en los aconteceres políticos de
un país como Francia y muchas menos siendo una extranjera sin apenas arraigo
que se ganó todo su protagonismo por su belleza y por “la vía de lo húmedo”,
como diría un antiguo conocido mío.
Este personaje ha sido estudiado no con lupa más bien con microscopio para encontrarlo.
ResponderEliminarMe ha encantado el artículo! Jjjjj y también lo de la "vía humeda"
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