Eso es lo
que su nombre significa: “Adorno del
Cielo”, aunque actualmente se cree que más bien es el título, referente a
su dignidad o lugar en la sociedad por el que fue conocida la primera mujer
cuyo nombre ha entrado en la historia.
Como estudiábamos,
hace ya unos años, la historia de los diversos pueblos comienza cuando aparece
la escritura. Hasta entonces, el larguísimo proceso por el que atravesó la
humanidad es conocido como prehistoria, con un periodo no muy bien definido,
entre una y otra que se conoce como protohistoria.
Determinar
costumbres, creencias, ritos y otras características de pueblos que no
conocieron la escritura y por tanto no nos legaron esos conocimientos, es una
tarea ardua y apasionante que se basa fundamentalmente en el estudio de los huesos
hallados, los objetos, las vestimentas, las piezas de cerámica, las joyas, las
armas, los dibujos que hayan resistido el paso de los tiempos, la
estratificación del terreno e interpretarlos de una manera científica y con un
alto porcentaje de acierto.
La verdad es
que esta ciencia multidisciplinar, mezcla de arqueología, antropología,
sociología, junto con química, informática, física y medicina, ha avanzado en
las últimas décadas de manera espectacular y ha llegado a interpretaciones tan
acertadas que casi da pavor pensar que con unos mínimos detalles como un diente
o un trozo de hueso, se haya llegado a conclusiones tan asombrosas como hemos
visto en ocasiones.
Una vez que la
escritura se hizo presente en la vida de los hombres, las cosas fueron mucho
mejor para los investigadores y desde los primeros vestigios de escritura, la
cuneiforme, originaria de Mesopotamia, pasando por la hierática, demótica y
jeroglífica, de los egipcios, llegamos a la escritura fenicia, griega y latina,
ya nos encontramos perfectamente explicados los ritos, las costumbres, la
organización social, la alimentación, las creencias y todo lo que adorna una
vida que empieza a ser civilizada.
La entrada
en la historia de los pueblos primitivos que poblaron Asia, África y Europa,
fue paulatina y conforme iban desarrollando un sistema de signos con los que
entenderse unos con otros. Es necesario pensar que aún hay pueblos que viven en
su prehistoria y que cuando en España estábamos en pleno Siglo de Oro, se
descubrían culturas en América que vivían su prehistoria, lo mismo que en
muchas otras partes del mundo, en donde en el momento de su descubrimiento no
habían alcanzado ni tan siquiera la cultura del “canto rodado”.
Se cree que
la cuna de la civilización se encuentra en Mesopotamia, palabra con la que los
griegos designaron la zona de Oriente próximo y que quería decir “Tierra entre
dos ríos”.
Los ríos son
el Tigris y el Éufrates que regaba una buena parte de un territorio conocido
como “El Creciente Fértil”, por tener forma de Luna en cuarto creciente.
Allí, hace
casi doce mil años, se produjeron los primeros asentamientos humanos, si bien
no eran tierras excesivamente fértiles ni bien regadas, pues a parte de los dos
ríos mencionados, la zona es bastante desértica y estéril, pero había muchas
vegetación silvestre aclimatada al terreno y animales salvaje que fueron
domesticando con cierta facilidad.
Mapa de la
zona
Asentados en
la zona, sus conocimientos fueron progresando y tres mil años antes de nuestra
era ya existieron dos civilizaciones que son conocidas como sumerios y acadios
que se alternaron en la hegemonía del territorio, cuya ciudad mas importante
fue Ur.
Como siempre, todo vestigio de cultura se
encontraba en las manos de las personas influyentes de la sociedad: los
sacerdotes, en primer lugar, los escribas y algunas otras que habían sido
atraídas por el estudio y que ciertamente eran muy pocas, pues el grueso de la
población estaba dedicado a la guerra, escasos oficios artesanales y sobre todo
a la agricultura y la ganadería.
En ese
reducido núcleo de intelectuales es donde lógicamente se desarrollaron los
conocimientos de aquellas civilizaciones que acabaron creando una escritura con
la que fueron capaces de comunicarse entre ellos y dejar un importante legado a
la posteridad.
Es normal
que todas las tablillas de cerámica sobre las que escribían hubieran sido grabadas
por los profesionales del sector y casi nunca eran señaladas con algún carácter
identificativo.
El contenido
de estas tablillas nos ha dado a conocer los conflictos sociales y las guerras,
el número de soldados, de funcionarios, el precio de los alimentos, el valor de
los metales y una enorme cantidad de detalles, sin contar con el magnífico
compendio legal que supone el famoso Código de Hammurabi, pero la posibilidad
de dejar escrito algo que no fuera tan material, algo más sublimado que
encerrara un lenguaje bello y supusiera un equivalente de lo que hoy entendemos
como canto o poesía, tardó mucho en llegar y no lo hizo hasta 2300 años antes
de nuestra era y para sorpresa de muchos, fue obra de una mujer.
Esta mujer,
sin duda excepcional, se llamó Enheduanna, aunque su nombre ha sido
escrito de muchas otras formas y era la hija de rey acadio Sargón I que había
conseguido imponerse sobre los sumerios y entre ambos pueblos formar una
civilización común, mezclando los avanzados conocimientos que por separados
tenían.
Los acadios
no tenían dioses, eran lo reyes los que alcanzaban el grado de divinidad, por
lo que haber nacido hija de un rey es un plus muy a tener en cuenta. Pero los
sumerios si que adoraban a divinidades como la Luna y en la capital del reino
tenían su templo más importante.
Con la
unificación de los dos reinos Sargón I se convirtió en rey único y a la capital
sumeria mando a su hija como sacerdotisa de Nanna, dios de la Luna.
De la
existencia de Enheduanna se sabe por un disco de alabastro aparecido en las
excavaciones llevadas a cabo en las ruinas de Ur, la capital del imperio
sumerio y que fue residencia de esta sacerdotisa, el cual ha sido datado en
casi dos mil quinientos años antes de nuestra era. En él aparece grabado el
nombre de esta mujer en escritura cuneiforme, lo que la convierte en el primer
nombre de mujer que aparece en la historia.
El disco
presenta en su cara principal un grabado en el que se ven a cuatro personas
realizando una ofrenda; entre ellas hay solamente una mujer que es Enheduanna,
cuyo nombre se menciona en el reverso del disco.
Posteriores
y más científicos estudios, sobre todo a la luz de los conocimientos que cada
día se van adquiriendo, Enheduenna quizás no sea el nombre de una persona, en
este caso una mujer, sino más bien una calidad o dignidad de esa persona.
Así, “En”
sería el título dado al gran sacerdote o sacerdotisa; “Hedu”, significaría adorno
y “An”
sería cielo, por tanto el nombre o el título sería algo así como: Suma
sacerdotisa, Adorno del Cielo.
Disco de
Enheduanna
Pero
Enheduanna no ha pasado a la historia solamente por ser la primera mujer de
cuyo nombre hay constancia, su legado ha sido mucho más importante.
Actualmente
se la considera una mujer sumamente culta y preparada, como correspondería a
las hijas de reyes que consagraron sus vidas a las divinidades y así es tenida
por la poetisa y escritora más antigua de las que se conocen.
Su nombre ha
sido identificado en las famosas tablillas de barro en las que se escribía,
rubricando poemas hasta un total de cuarenta y dos catalogados, aunque es muy
posible que escribiera muchos más.
Estas
tablillas forman una colección que se conoce como “Los himnos de los templos sumerios” y se sabe que fueron copiados
y distribuidos en muchos de los demás templos mesopotámicos, donde se
realizarían lecturas rituales de los mismo.
Pero no
solamente ensalzó a las divinidades con sus cántigas, también relató
acontecimientos históricos, como el derrocamiento de su padre y el destierro de
la familia real. Además de dedicar su vida a la literatura o la música, también
era una mujer interesada por las ciencias que observaba los fenómenos del cielo
y quería estudiarlos, aclararlos y saber sobre ellos, por lo que promocionó la
creación de observatorios astronómicos en los que reunió a los más prestigiosos
hombre de ciencia de aquel momento para dedicarlos al estudio de la Luna y las
estrellas.
Una mujer de
gran inteligencia y valía que se abrió un espacio en un mundo de hombres, sin
tener que echar manos de las cuotas, claro que era hija de un rey.
Bonita historia...
ResponderEliminarenhorabuena, comisario
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