El 27 de
septiembre de 2003, un terremoto de magnitud superior a 8 de la escala de
Richter se produjo al sur de los montes Altái, una zona en la que ni los más
viejos del lugar habían sentido nunca temblar la tierra.
El Macizo
de Altái es una cordillera de Asia Central que ocupa territorios de Rusia,
China, Mongolia y Kazajistán y en donde nacen dos de los ríos más importantes
de Siberia, el Obi y el Yeniséi. La mayor parte de su extensión la ocupa una
república de la federación Rusa que toma su nombre de la cordillera: la
República de Altái, cuya capital es Gorno-Altaisk. Es un territorio de
extensión similar a Portugal que hace frontera con China, al sur, Mongolia, al
este y Kazajistán, al oeste. Al norte se encuentra la inmensa Siberia, cuya
capital, Novosibirsk, está nada más que a unos mil kilómetros de distancia de
ese bellísimo territorio considerado reserva de la biosfera y Patrimonio de la
Humanidad, en donde viven los pocos ejemplares que quedan del tigre de las
nieves; el argali, una especie de oveja salvaje o el caballo Altái, a medio
camino entre caballo y poni.
Ubicación
de la República de Altái, en el centro de Asia
Su
existencia como república es muy reciente, de 1922, en el proceso de formación
de la URSS.
A pesar de
ser una tierra perdida en el centro de Asia, rodeada de montañas por un lado y
la tundra siberiana por el otro, con un clima extremadamente frío, ha sido
desde hace tres mil años, tierra muy disputada.
Tras aquel
terremoto que incrustó el pavor en los rústicos habitantes de la zona, las
autoridades altáicas no dudaron ni un momento en achacar la catástrofe natural
a la profanación de una tumba milenaria que diez años antes, en 1993, había
sido descubierta.
Un equipo
de científicos de Novosibirk, se había desplazado a la zona al objeto de
realizar algunas investigaciones sobre lo que parecían unos túmulos funerarios.
Las primeras prospecciones desvelaron la existencia de una tumba en la que se
encontraron tres cadáveres a distintos niveles, dos hombres y una mujer, que
junto con uno de los varones hallados en nivel superior, estaban perfectamente
conservados.
De entre
todos los cadáveres, el de la mujer fue el que atrajo más la atención de los
arqueólogos pues por su vestimenta, ajuar funerario y unos tatuajes que tenía
sobre su cuerpo, daba a entender que se hallaban ante una persona de una
dignidad poco común. Era el cadáver, completamente momificado y en perfecto
estado de conservación, de una mujer joven, alrededor de veinticinco años que
presentaba unas características hasta ese momento desconocidas.
Tenía el
cuerpo completamente tatuado con unos dibujos que sorprenden por su perfección
y sobre todo por su actualidad y junto a ella, los cuerpos de dos caballos.
Los
primeros análisis realizados a la momia arrojaron una edad aproximada de dos
mil quinientos años y para sorpresa de los antropólogos que la examinaros, no
pertenecía a ninguna raza asiática de las que se supone que pudieron poblar
aquellas montañas quinientos siglos antes de nuestra era. A todas luces era una
mujer de raza europea, caucasiana, es decir, de piel blanca y cabellos rubios; más
concretamente aria, según confirmó años más tarde su ADN.
Su cuerpo
no presentaba lesiones graves aparentemente, aunque sí alguna rotura de hueso por
lo que las causas del fallecimiento se atribuyeron a enfermedad común, sin
poderse determinar, a menos que se estudie la momia en profundidad
practicándole una autopsia, aunque se tiene la sospecha de que padeció cáncer
de mama.
Yacía en el
interior de un sarcófago, cosa poco habitual para las personas corrientes.
Solamente las altas dignidades de las tribus merecían el ser enterradas en
sarcófagos, el resto se enterraba, cuando más, envuelto en un sudario, lo que
hacía pensar que esa circunstancia, junto con los dos caballos hallados en el
mismo enterramiento, los tatuajes rituales que cubrían su cuerpo y algún otro
detalle de la rica vestimenta, eran signos evidentes de que aquella mujer había
tenido un lugar importante en el grupo social que poblaba aquel territorio. La
falta de los dos incisivos y sus correspondientes dientes inferiores, cuando el
resto de su dentadura presentaba un aspecto envidiable, hace pensar en algún
tipo de mutilación ritual, por lo que los científicos que estudiaron la momia
llegaron a la conclusión de que aquella mujer debía haber sido una especie de
princesa o reina y en otro caso, una chamán de la tribu, que gozaba de un lugar
preeminente, como venía casi explicitado por todos los detalles que la
arropaban, entre otros que era virgen, cosa poco usual en mujeres de su edad.
Momia de
Altái y detalle del tatuaje
No se había
hallado ningún otro enterramiento de aquellas características en la región por
lo que los lugareños empezaron a considerar a aquella enigmática momia como una
especie de talismán al que llamaban “La
princesa de Altái”.
También se
la empezó a conocer como “La dama de
Ukok”, por el lugar exacto en el que se la había hallado.
Ukok es una
meseta situada a dos mil metros de altitud, extremadamente fértil a pesar del
clima siberiano que padece y que ocupa una extensión de varios centenares de
hectáreas, regada por ríos y plagada de lagos, en donde, desde la más remota
antigüedad, hay constancia de asentamientos humanos.
La
comunidad científica interesada en desvelar los secretos de aquella pieza
única, trasladó la momia a Novosibirk, en donde fue sometida a las pruebas
científicas que se consideraron pertinentes, pero sin practicarle ninguna
agresión.
Pasaron
algunos meses y se convirtieron en años, tras los cuales, los habitantes de
Ukok empezaron a reclamar la devolución de su talismán más preciado, a lo que
la autoridades rusas ponían siempre obstáculos, aduciendo que en su actual
emplazamiento estaba siendo mejor cuidada, pues de ella se encargaba el mismo
equipo de mantenimiento que el del cadáver de Lenin.
Pero los
nativos no se conformaron con aquellas explicaciones y continuaron en su
petición, ahora amparada en una serie de fenómenos naturales que sin
explicación alguna empezaron a ocurrir.
Aparte del
terremoto, el primero registrado en la zona que además tuvo su epicentro a
escasa distancia de la tumba de la momia y que tuvo una inaudita intensidad, con
más de mil réplicas en los días siguientes, se sucedieron inundaciones,
granizadas fuera de época y algunos otros fenómenos atmosféricos de menor
consideración que hacían pensar a las buenas gentes del lugar que una desgracia
se estaba cerniendo sobre ellos.
Aun así,
las autoridades académicas rusas se negaban a la entrega de aquella joya
arqueológica y los habitantes de Altái siguieron presionando para su devolución
y durante una rueda de prensa que daba el ministro ruso de cultura, en la que
justificaba que la momia se quedase en la ciudad y a la que asistían los
representantes de la etnia de Altái, se produjo un terremoto de bastante
intensidad que, no obstante, no produjo grandes daños y que de inmediato, los
de Altái justificaron por la intercesión de la “Dama de Ukok”, que según ellos estaba advirtiendo de su deseo de
volver a su tierra de origen.
Además, su
Dama estaría tremendamente ofendida con aquellos que la habían profanado, la
habían desnudado, llegando hasta sus partes más íntimas sin ningún pudor, fotografiado
y mostrado al mundo, sin ningún recato, aquellos tatuajes que deberían ser
sagrados para ellos.
Como es
natural, el ministro y las autoridades académicas que le arropaban en aquella
reunión, se rieron de la superchería pero cuando el ministro se desplazaba al
finalizar el acto, tuvo un tremendo accidente de automóvil, del que salió indemne, pero la aparatosidad
del hecho le produjo cierta congoja y autorizó el traslado de la momia, con
gran regocijo de los representantes de aquella etnia.
Que se
tenga noticias, en Altái no han vuelto a sucederse aquellos fenómenos naturales
que tanto alarmaron y la “princesa” reposa en una urna de cristal perfectamente
climatizada para evitar el deterioro, en los sótanos de un museo. Expuesto al
gran público hay una réplica exacta de cómo fueron hallados aquellas joyas
arqueológicas, incluso con esqueletos de caballos que puede ser visitado
libremente.
Expertos en tatuajes aseguran que las tendencias de la
moda cambió radicalmente cuando se vieron los de la joven de Altái y que en todo el mundo se creó una
verdadera oleada de furor por realizarse aquellos dibujos que actualmente se
vienen a denominar como étnicos.
Muy interesante historia, amén de conocer un territorio, ignorado hasta ahora...
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