jueves, 22 de octubre de 2020

LOS PRIMEROS MESTIZOS

 

El personaje de esta historia es controvertido desde su nacimiento. No se sabe a ciencia cierta ni su fecha, que debía ser alrededor de 1470, ni si nació en Palos de la Frontera o en Palos de Moguer, dos localidades que rivalizan por llevar el nombre de Palos, que procede del latín “palus”, laguna.

Su nombre era Gonzalo Guerrero, pero también lo conoce la historia como Gonzalo de Aroza o Gonzalo Marinero.

Lo más cierto de su vida es que fue el primer español que decidió hacerse mejicano por decisión propia, decisión que le valió el ser conocido entre los españoles como “El Renegado” y actualmente, por los mejicanos, como el “Padre del Mestizaje”.

Soldado del ejército de los Reyes Católicos, participó como arcabucero en la conquista de Granada a las órdenes del Gran Capitán, en cuyo campamento conoció a Cristóbal Colón.

Con el Gran Capitán marchó a Nápoles, participando activamente en todas las actuaciones de los que más tarde serían los famosos Tercios Españoles.

Pasarían así unos años en los que nada se conoce de la vida de Gonzalo, el cual debió viajar a América a principios del siglo XVI y ya en 1510 se le sitúa en un territorio recientemente denominado Veragua, situado en América Central, en las actuales Nicaragua, Costa Rica y Panamá, del que era gobernador Diego de Nicuesa, un conquistador castellano.

El momento histórico y la zona geográfica se convirtieron en un campo de batalla donde los intereses encontrados de los distintos conquistadores, no terminaban nunca. Todos querían fortuna y poder y rivalizaban entre ellos por alcanzar ambos deseos.

Alonso de Ojeda, otro de los conquistadores, fue nombrado gobernador de un territorio denominado Nueva Andalucía, limítrofe con el de Veragua, gobernado por Nicuesa.

Gonzalo tomó partida con este último y a sus órdenes embarcó con intención de dirigirse a Santo Domingo para cargar esclavos, uno de los negocios que pese a estar terminantemente prohibido, se ejercía con cierta tolerancia y que resultaba ser de los más provechosos.

Pero una fortísima tormenta, quizás uno de los muchos huracanes de la zona se hizo presente al tercer día de navegación, desviándolo de su ruta y después de muchas millas, el barco naufragó cerca de la península de Yucatan, aún por descubrir, en una peligrosa zona de bajíos llamados de las Víboras.

Apenas veinte hombres consiguieron salvar la vida y reparando un pequeño batel que como embarcación auxiliar llevaba su buque, sin remos ni velas se hicieron a la mar con la esperanza de que las corrientes los llevasen a tierra.

De los veinte que iniciaron esta aventura solamente consiguieron llegar a las costas de Yucatán ocho hombres.

Encontraron en estas nuevas tierras un peligro añadido a su ya notable debilidad física, pues durante la travesía pasaron grandes penalidades, viéndose en la necesidad de beber su propia orina para no resultar deshidratados.

Hubieron de enfrentarse a unos nativos belicosos y aguerridos llamados “cocomes”, una tribu que se integraba dentro de los mayas, los cuales prendieron a los españoles a alguno de los cuales sacrificaron a sus dioses.

Según cronistas, ofrecieron a los más delicados de salud, reservando a los demás con el fin de engordarlos para posteriores sacrificios y banquetes rituales.

Los pocos supervivientes consiguieron escapar, pero fueron nuevamente capturados por los nativos que los esclavizaron y distribuyeron, por separado, entre los jefes de aquella tribu.

Gonzalo Guerrero y Jerónimo de Aguilar se convirtieron en servidores de la casa del cacique maya de Chetumal, actual provincia de Quintana Roo, llamado Na Chan Can y más concretamente, Gonzalo, pasó a su servicio personal.

Hombre curtido, inteligente y experimentado de la vida, pronto comprendió que había de doblegarse a su nueva situación, si es que quería conservar la vida y así, poco a poco fue ganándose la confianza de su señor e integrándose en las costumbres y cultura maya.

Empezó por vestir como los mayas, agujerearse las orejas y el labio inferior y colgarse amuletos y hasta adoptó la religión de los indígenas.

Apaciguada la inicial animadversión hacia su persona, pronto tuvo ocasión de ganarse un puesto de mayor rango en la tribu, con ocasión de las continuas batallas que se daban entre tribus vecinas.

El conocimiento militar de Gonzalo lo hizo destacar como hábil estratega y comenzó a instruir a los nativos en tácticas de guerra, así como en la construcción de trincheras, fuertes, baluartes. Una labor muy importante fue la de eliminar el miedo que la pólvora producía en los indios y enseñarle la estrategia necesaria para vencer a los conquistadores, a los que presentaba como hombre normales.

De siervo de su amo paso a yerno, cuando la hija del cacique, Zazil Can, puso sus ojos en aquel hombre fuerte y decidido que llevaba a sus guerreros a continuas victorias.

Se desconocen otros detalles de la hija del cacique con la que formó una familia y cuyos hijos se convirtieron en los primeros mestizos del continente americano.

En 1519 Hernán Cortés, que marchaba a la conquista de Méjico, desembarcó en la isla de Cozumel, frete a la península de Yucatán, en donde algunos indígenas le informaron que por allí había dos náufragos españoles que llevaban mucho tiempo entre ellos.

Cortés vio la posibilidad de utilizar a aquellos hombres en su expedición, ya como “lenguas”, ya como soldados conocedores de las costumbres bélicas de los nativos, y así, despachó misivas invitándoles a unirse a su expedición.

La acogida de la invitación tuvo dos posturas encontradas. Jerónimo de Aguilar, que seguramente no se integró en la sociedad maya de la misma forma que hiciera Gonzalo, no dudó en reunirse con los españoles a los que acompañó con notable éxito, dado su conocimiento de la lengua maya.

Por el contrario Gonzalo, ya más maya que castellano, rehusó el ofrecimiento alegando que su mujer y sus hijos  eran más importantes que la gloria de la conquista.

Cortés le hizo una contra oferta: podía llevar con él a su familia; pero Gonzalo alegó entonces que era un esclavo del cacique y que no tenía opción de elegir.

Y pasaron los años y Gonzalo seguía integrado en la sociedad que lo había acogido, por cuya razón pensaba que debía estarle agradecido, pues podría haber terminado en el ara del sacrificio y su corazón, aun latiendo, devorado por los nativos.

Así que permaneció fiel a los mayas hasta sus últimos días y no solamente guerreó contra tribus rivales, sino que se enfrentó a todos los intentos españoles por conquistar Yucatán, lo que hizo que la conquista se demorara por años.

En el año 1527, el Adelantado Francisco de Montejo, intentó que Gonzalo se uniese a sus tropas y le ayudara en la conquista, sabiendo del prestigio militar y guerrero que había alcanzado. Así, le escribió una carta invitándole a que abandonara su vida india y volviera al servicio de la Corona, con la promesa de los más altos honores.

Pero el Renegado Guerrero decidió continuar fiel a su pueblo de adopción y en el reverso de la esquela, escribió de su puño y letra que como esclavo no tenía opción de elegir, el mismo argumento ya utilizado, pero que los españoles podían considerarlo su amigo.

Pero ya no era amigo de los españoles, ni súbdito de su corona, era un maya más que adivinando las intenciones de Montejo comenzó a organizar la fortificación de la ciudad.

El Adelantado creó en Yucatán una pequeña ciudad a la que llamó Salamanca, nombre con el que, por añadidura, empezó a conocerse la península de Yucatán y que pronto quedó en desuso, a favor del nombre que los indígenas daban a su tierra.

Desde la nueva ciudad, Montejo lanzó un ataque contra Chetumal con sus fuerzas divididas en dos grupos que por el norte, al mando de Alonso de Ávila con fuerza de caballería y el sur, con fuerzas mandadas por él, atacarían conjuntamente para coger a la tribu entre dos fuegos, pero Gonzalo, advertido de la maniobra obró con astucia enviando falsos informadores a cada uno de los grupos de españoles y haciéndoles creer a los de Ávila que Montejo había muerto en una escaramuza con los indios, mientras a éste le llegaba información de que Ávila y su gente habían sido esquilmados.

Ambos muy ingenuos, se dejaron engañar y decidieron volver a la recién creada ciudad, donde comprobaron hasta que punto habían sido engañados por la astucia de Gonzalo.

Posteriores intentos de conquistar Yucatán, fracasaron estrepitosamente frente a las hordas indias capitaneadas por Gonzalo que, además, con sus triunfos había conseguido erigirse en líder de muchas otras tribus que se le fueron uniendo, formando un frente común contra los conquistadores españoles.

De ese modo, años más tarde, cuando Alonso de Ávila intentó nuevamente la conquista del territorio, tuvo que enfrentarse a una sublevación indígena de formidable tamaño que no pudo sofocar y tuvieron que huir en canoas hacia Honduras.

Hacia 1536, la fama de Gonzalo era tal que tribus de etnia maya que habitaban Honduras, reclamaron su ayuda para enfrentarse a los españoles. No lo dudó y acudió con sus hombres en auxilio de sus compatriotas de adopción, pero en esta ocasión tuvo poca fortuna pues fue alcanzado por un disparo de arcabuz y murió.

Un informe del gobernador de Honduras, Andrés de Cereceda, fechado el 14 de agosto de 1536 dice que entre los muertos de la contienda fue encontrado el cadáver de un hombre blanco, con vestimenta de indígena y pintado a la manera de un indio.

Historia y leyenda combinadas en un personaje ambivalente que para los hispanos era un renegado y para los nacionalistas mejicanos un mártir de la lucha contra el imperialismo.

En  numerosas ciudades de Yucatán hay estatuas dedicadas a este personaje en las que se le representa como gran guerrero, pero también como cabeza de familia, acompañado de su mujer e hijos.

Una de las muchas esculturas del personaje

4 comentarios:

  1. Es triste conocer estos detalles y ver como todo el esfuerzo colonizador tuvo tan altos obstáculos y tan poco reconocimiento en contraste con el realizado por anglosajones o franceses donde, al haberse asegurado la ausencia de indígenas y sucedáneos, se han garantizado una historia limpia y un presente sin recriminaciones. Después de la última ofensa a esta memoria que ha recibido España de la antaño Nueva España cabria, quizás, soñar el posible presente que tendrían estos pueblos y sus gentes si hubiesen corrido la misma suerte que sus hermanos del norte. Pero ya lo dice el refrán "es de mal nacidos ...". Por mi parte solo señalar que desde que la América española fue “liberada”, en lo que fueron guerras civiles porque España no pudo mandar ningún ejército y donde los supuestos liberadores practicaron un selectivo exterminio que no respeto edades o géneros, no han tenido un momento de paz estando ahora, dos siglos después, muy por debajo de lo que llegaron a ser siendo España.

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  2. Totalmente de acuerdo con el comentario de Viasco, a quien no tengo el gusto de conocer.

    El problema de los espoñoles es que nunca fueron verdaderos colonizadores, mas bien se comportaron como emigrantes con los pueblos que fueron descubriendo y eso propició el que se mezclaran con ellos (veanse los apellidos en sudamerica).

    La consecuencia fue que propios españoles o mestizos se revelaran contra la propia potencia que en lugar de colonizarlos "a la inglesa" (vease cuantos apellidos ingleses hay en India)los culturizo, modernizo y enriqueció.
    Los resultados son la la Republica Bolivariana de Venezuela y similares. (estudiese la historia de Simon Bolivar). Somos como somos y asi nos va.
    Un saludo para Autor y Lectores

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  3. Los españoles, al contrario de los Ingleses siempre nos mezclabamos con los aborígenes...(los asuntos de la bragueta...)

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  4. Muy interesante y sobre todo porque fue el primero de mucho que se mezclo con los indigenas y no como los Ingleses que en toda su historia siempre los masacraron y jamas se mezclaron con ellos.

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