jueves, 15 de octubre de 2020

HUMANISTA Y CIENTÍFICO

 


Si ha habido un hombre del Renacimiento tan brillante como ignorado durante siglos por la historia, ha sido Benito Arias Montano.

Nació en la localidad de Fregenal de la Sierra, al sur de Badajoz, casi frontera con Huelva en el año 1527 y falleció en 1598 en Sevilla, a la avanzada edad de setenta y un años. Curiosamente los años de nacimiento y defunción de este personaje coinciden con los del que fuera su amigo y benefactor, el rey Felipe II.

No solamente fueron a nacer y morir en los mismos años, sino que Arias Montano llegó a ser el hombre de confianza, consejero político y factótum del monarca en todo lo concerniente a temas bibliográficos.

Su padre era letrado del Santo Oficio y se ocupó y mucho de la educación del tercero de sus hijos, en el que muy pronto se advirtió que era extremadamente inteligente. Bajo la tutela de su padre y de un sacerdote de la localidad, llegó a los catorce años, momento en el que habiendo fallecido su padre, se trasladó a Sevilla para prepararse para ingresar en la universidad, donde realiza un curso de Artes de dos años.

A principios del año 1548 se traslada a Alcalá de Henares, donde se encuentra la universidad más importante de España y posiblemente de Europa, y en la que estudia filosofía, amplía sus conocimientos de arte, física, filosofía natural y medicina y amplía sus estudios de teología y de las lenguas clásicas, latín y griego, en las que se convierte en todo un referente europeo. Estudia también y llega a dominar el árabe, hebreo y sirio.

Ya dio muestras de una inteligencia poco común, pues aparece en numerosas crónicas relacionado con altos personajes de la intelectualidad española de la época, como el humanista y poeta Juan de Quirós. Unos años después, se ordenó sacerdote y se retiró a un pueblo de Huelva llamado Peña de Alájar donde se dedico a estudiar las Sagradas Escrituras.

Adquirió tal fama como experto en esta última materia que el obispo de Segovia, que iba a participar en una de las múltiples sesiones en las postrimerías del Concilio de Trento, se lo llevó como asesor.

En las ocasiones en que pudo participar en el famoso concilio, dio muestras de una gran erudición, la cual llegó a oídos del rey Felipe II que a su regreso de Trento, lo nombró su capellán con el encargo de redactar una nueva Biblia que innovase a la Biblia Poliglota Complutense, editada en la ciudad de Alcalá de Henares por impulso del cardenal Cisneros en 1517.

Esta nueva Biblia que se conocería como Biblia Políglota de Amberes o Biblia Regia no fue bien recibida por la ortodoxia recalcitrante de la Santa Inquisición, pues Arias Montano introdujo una considerable cantidad de conceptos que la hicieran más asequible y entendible para el lector no versado en temas bíblicos.

La Biblia se publicó después de cuatro años de intensos trabajos en los idiomas hebreo, griego, arameo y latín, todos dominados por el humanista español.

Al finalizar su trabajo sobre la Biblia, Felipe II le encargó gestionar la biblioteca de El Escorial, en donde desarrolló una labor ingente, realizando multitud de traducciones de textos hebreos, a la vez que escribía tratados teológicos, filosóficos y científicos.

 

Portada de la Biblia Políglota de Amberes

Su producción humanística es inmensa y por eso es conocido en todos los círculos religiosos que debatían alrededor de las Sagradas Escrituras, en cuya materia era una autoridad mundial.

Pero existía otra cara de su extensísimo saber que nada tenía que ver con lo hasta ahora descrito y esta es su faceta como científico.

Desde Aristóteles y en relación con el aire que compone la atmósfera, se tenía por cierto que no ejerce presión alguna; de igual manera había sentenciado el sabio griego que el vacío no existe en la naturaleza. Esta última teoría conocida como “horror vacui”, ya fue desestimada y demostrado su error por algunos sabios alejandrinos, sobre los que escribí un artículo hace años y que puedes consultar en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2019/06/el-sabio-del-aire-comprimido.html , pero desde entonces hasta el Renacimiento nadie se volvió a interesar por este tema. Desde ese momento, la doctrina aristotélica empezó a ser arrinconada, consiguiéndose avances tan importantes como los experimentos realizados por Torricelli sobre la presión atmosférica.

No quedó Arias Montano fuera de esta experimentación y en su monumental obra Naturae Historia trata la materia del vacío y describe cómo al succionar por un tubo desde un depósito con agua, esta sube y al cesar la succión desciende, lo que crea una mecánica utilizable para fabricar ingenios capaces de hacer subir el agua hasta grandes alturas por medio de la fuerza del vacío.

Superaba en conocimientos de medicina a muchos de los médicos de su época y su amigo Francisco de Arce, uno de los más afamados galenos de la época y médico personal de Felipe II, le encargó que escribiera el prólogo de su obra médica.

En materia de Ciencias Naturales era todo un experto como demostró con  la obra antes mencionada Naturae Historia. Tuvo contactos y experiencias con varios naturalistas europeos, como Carolos Clusius que fue el creador de los jardines botánicos que se extendieron por todos los países de Europa y a la vez está considerado el botánico-horticultor más influyente de su siglo.

Con él intercambió plantas y semillas con fines de mejorar las cualidades de los vegetales.

No escapaba a sus conocimientos el campo de las matemáticas, influyendo sobre el Duque de Alba, gobernador de Flandes, para la creación de una cátedra de esa materia en la universidad de Lovaina.

En materia de geografía era capaz de discutir con Gerardo Mercator, considerado el padre de la cartografía moderna, con el que intercambió mapas e instrumentos auxiliares para la cartografía.

Y también fue un experto en numismática, una materia sobre la que con solo catorce años escribió un trabajo científico titulado: Discurso sobre el valor y la correspondencia de las monedas antiguas con las nuevas.

Con tan escasa edad y un título como el expuesto no es descabellado pensar que nos hallamos ante un “niño repelente”, pero lo cierto es que no era así, solo que sentía curiosidades por determinadas cosas que su inteligencia se negaba a desdeñar y se empleaba a fondo para lograr ese conocimiento.

 Y por último, aunque no está constatado, debía poseer grandes conocimientos en materias jurídicas, porque su amigo, el rey Felipe II, le encargó que redactara un dictamen sobre sus derechos sucesorios al trono de Portugal tras la muerte, sin descendencia, del rey don Sebastián en la Batalla de Alcazarquivir, dictamen que redactó en unión de otros dos expertos y que buena enjundia jurídica debía tener, cuando Felipe fue jurado rey por las cortes portuguesas el año 1581, bien es cierto que el pueblo no lo aceptaba, pero ante las cortes sus derechos fueron reconocidos como hijo Isabel de Portugal.

En 1592 regresa Sevilla y ya muy desgastado por la intensa vida llevada, no sale de Andalucía y reparte su tiempo entre el convento de Santiago, del que era prior, el Monasterio de la Cartuja, situado en la famosa Isla de la Cartuja y al que legó todos sus bienes y una finca que llamó “Campo de las Flores”, también en Sevilla. 

Portada de la Cartuja de Sevilla

 Pero su tesón creativo no cedió a sus años y poco antes de fallecer creó en Aracena una “Cátedra perpetua de lengua latina”.

El día seis de julio de 1598, a las tres y media de la madrugada, entregó su alma al Altísimo, según constaría en la fórmula de la época.

Como puede verse la actividad humanística y científica de este olvidado personaje está fuera de toda duda, si  embargo tras su muerte cayó en un olvido secular del que apenas ha despertado.

Es muy posible que Arias Montano careciese de empatía con otros personajes ilustres de su tiempo, quizás por considerar sus conocimientos muy por encima del resto y también es posible que su enfrentamiento con la Inquisición, del que no le libró nada más que su íntima amistad con el rey, hiciera de él un personaje proscrito y que en el seno de la Iglesia no fuese demasiado querido, dada la controversia creada por su Biblia, la de Amberes o Políglota, que no tuvo la aceptación eclesiástica esperada.

Es una incógnita, pero no es singular, pues muchos sabios y doctos hispanos sufrieron de esa misma miseria humana de tratar de ignorar al contrario, a pesar de sus cualidades.


1 comentario:

  1. Curioso y sabio, ...no tenía conocimiento de la existencia de este personaje.

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