Consciente
de que me vuelvo a salir de mi línea, llevo por dentro una tormenta que me
obliga a escribir este artículo, aunque solo sea por desahogarme.
¡Menudo
espectáculo dimos los españoles ayer en el Congreso de los Diputados! Según
muchos expertos se votaba la ley más importante de esta legislatura, la ley que reformaba la Reforma Laboral aprobada en 2012 y cuya esencia, que se ha
demostrado eficaz, iba a ser demolida por el partido en el gobierno y sus
socios de extrema izquierda. Pero resulta que esta supuesta reforma de una ley
que, en el decir de muchos, impulsó el crecimiento económico y la paulatina
salida de la profunda crisis que se vivía en los primeros años de la segunda
década del siglo XXI, era como cuenta Esopo en la fábula del Parto de los
Montes: los montes de la tierra estaban preñados y a punto de parir,
esperándose grandes monstruos de aquel parto, pero después de muchos
aspavientos lo que parieron fue un ratón.
Pero
además de que la ley que se sometía a votación era canija y poco reformadora,
su parto tuvo que ser por cesárea, porque por el canal habitual, no había forma
de sacarla.
Ya sabemos todos el resultado final: la derecha, artífice del original de esa ley, se oponía a su modificación por insignificante que ésta fuese y precisamente los partidos en el gobierno, es decir la izquierda y la extrema izquierda, más los socios de incalificable afiliación, ganaron la votación por culpa de un diputado de derechas que estando en Madrid no se encontraba en el hemiciclo y emitía su voto telemáticamente y por si fuera poco lo hace mal, o a lo mejor lo hace muy bien, quién sabe y al querer corregir su error, se presenta en el Congreso, pero el rodillo gubernamental le impide cambiar su voto. Por eso y por dos diputados que no han cumplido la disciplina de partido y votaron en contra, la ley ha salido adelante por un voto de diferencia.
La sombra
del transfuguismo planea por la Carrera de San Jerónimo.
En fin, ya
veremos cómo queda esto, pero lo que sí es cierto es que la política
española está para hartar al más paciente.
Hace ya unos años, escribí un par de artículos sobre la faceta poco conocida de Amadeo de Saboya de su extraordinaria cualidad de “gafe”, así como todo lo que hubo de padecer por culpa de los políticos españoles, hasta que le empujaron a dejar la corona sobre el asiento y salir corriendo. Ni siquiera se despidió y la carta en la que decía adiós, la leyó su mujer en el Congreso, todo lo que puedes leer en estos dos enlaces:
http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2016/08/elegir-un-gafe.html
http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2018/10/seis-anos-perdidos.html
Uno que sale huyendo sin dar explicaciones, si bien las razones de su abdicación estaban muy claras.
Inmediatamente
el pueblo se echa a las calles y pide la proclamación de la república; así se
hace y el Partido Republicano Democrático Federal, mayoritario en la cámara, se
hace con el poder y nombra presidente de la Primera República al catalán Estanislao Figueras y Moragas.
Figueras
había nacido en Barcelona en el año 1819, en el seno de una familia burguesa y
acomodada. Estudió Derecho y recién licenciado marchó a Tarragona para
iniciarse como abogado, pero pronto sus inquietudes políticas le hacen desviar
su atención y aprovechando sus conocimientos en materias legales, ingresa en el
Partido Demócrata, de aspiración progresista, en una Cataluña sacudida por la
violencia anarquista y de los industriales catalanes que contrataban matones,
muchas veces del propio Somatén, para contrarrestar a los anarquistas.
En una de
las muchas refriega, cae asesinado su compañero y amigo Francisco Coello, lo
que le hace tomar más afán por el partido y se presenta como diputado por
Tarragona, distrito por el que sale elegido.
Su postura
de extremo laicismo se acentúa hasta el punto de crearse serias enemistades
con todos los partidos católicos y tras la sublevación del madrileño Cuartel de
Artillería de San Gil, en el año 1867, incitado por los partidos progresistas y democráticos,
en la que participó activamente, fue juzgado y condenado, pero
Figueras no se deja encarcelar y huye a Portugal, de donde volvió tras la
deposición de la reina Isabel II y el comienzo del llamado Sexenio democrático.
Volvió a España, y se afilió al Partido Federal, que lideraba Pi i Margall.
Pasan unos
años y Figueras se ha asentado en el partido y tras la espantada del rey Amadeo
y la proclamación de la Primera República, viene su nombramiento como primer
presidente del nuevo gobierno.
Pero
también le duró poco la satisfacción de presidir el gobierno y acuciado por una
tremenda crisis económica, una división interna de su partido con unas insidias
y agresiones fuera de lo común, la actitud sublevacionista de Murcia que
llegó a acuñar monedas, como si fuera un estado soberano y la proclamación
de un imaginario Estado Catalán, contrario a su ideología federalista, que consiguió
abortar pero a base de disolver el ejército en Cataluña, las cosas se le fueron
poniendo tan feas que a los cuatro meses, se mostraba tan hastiado de la
situación que en una reunión del Consejo de Ministros, les dijo a sus colaboradores a la cara una frase que se ha hecho ciertamente popular: “Ya no aguanto
más. Voy a serles franco:¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”
Estanislao Figueras y Moragas
Seguidamente
salió de la sala y ya no volvió. No se presentó al día siguiente en su lugar de
trabajo, que era nada menos que la Presidencia de la República, por lo que los
ministros más influyentes de su gobierno, Castelar y Pi i Margall, decidieron
mandar a buscarlo a su casa, pero la sorpresa fue mayúscula cuando les
informaron que el presidente había hecho las maletas y había cogido un tren
para Francia, dejándolos a todos con un palmo de narices.
Descabezada
la República, el partido hegemónico nombró a Pi i Margall nuevo presidente, que tuvo que empezar a comerse los marrones que la situación política española iba
constantemente creando.
Y ya van
dos los que toman las de Villadiego, es decir, largarse sin dar explicaciones,
un acto tan español que está recogido en la literatura de nuestros clásicos,
aunque Figueras regresó meses después, sobre él pesaba una carga de descrédito
de la que no pudo superarse.
Si todo un
presidente de una república, Jefe del Estado, por tanto, puede verse hastiado
hasta soltar la exclamación que le ha hecho famoso y seguidamente quitarse de
en medio abandonando sus obligaciones, cómo se pueden llegar a sentir los
ciudadanos de un país cuando una y otra vez son obligados a presenciar
situaciones como las que estamos viviendo.
Un país en
donde la mendacidad es el común denominador de la vida política, se convierte
un país hastiado, al borde de la desesperación y con un gusanillo dentro que le
impulsa a pronunciar la frase de Figueras.
No quiero
hacer un repaso sobre todas las mentiras, los incumplimientos, los
enriquecimientos espontáneos, la búsqueda indiscriminada de la
satisfacción personal y tantas otras indignidades cometidas,
porque para eso está lo que da en llamarse “maldita hemeroteca”, que refleja de
manera inexorable y contumaz todo aquello que se dijo y lo que se dice ahora.
Y en esto
no se salva nadie, toda la clase política es poco más o menos igual, lo que nos
lleva a una situación de desesperanza que te hace pensar que la forma más
inteligente de gobierno tendría que ser la Plutocracia, el gobierno de los más
ricos, porque así, al menos, no van a la política para salir de pobres, que es
lo que la mayoría pretende.
Ya lo dijo
el clásico latinajo: “Primun vivere
deinde... ¿politicari?”.
Efectivamente, primero vivir...
ResponderEliminarAmigo JM.
ResponderEliminar¡Cuanto me alegro de tu regreso!
Éste nuevo artículo meconfirma nuestra gran afinidad.Que amenas comidas en Ceuta ¿verdad?
ne quid nimis
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