Leyendo una publicación sobre historia
natural, me encontré con un tema que me pareció muy interesante.
Decía esa publicación que el ser vivo
más anciano de cuantos se conocen es un árbol, lo cual no resulta extraño, más
extrañas son las circunstancias de su descubrimiento y las condiciones en las
que vive, pero demos un pequeño rodeo antes de entrar en el tema.
Árboles extraños y centenarios los hay
y muchos; desde nuestros vetustos olivos, los dragos canarios, o los pinsapos
gaditanos, verdaderos fósiles vivientes, hasta los baobabs, cuyas ramas parecen
las raíces, las sequoyas gigantes, los árboles más grandes que existen o el
eucalipto regnan que con más de cien metros de altura, se convierte en el más
alto de todo el reino vegetal.
Hay árboles raros, como el Árbol de la
Vida de Bahrein, una acacia centenaria que crece en la desértica isla de manera
tan inexplicable como aislada y que ha llegado a convertirse en todo un símbolo
para el país. Su rareza es grande, tanto, que incluso con el Google Maps,
podemos localizarla, tecleando “Tree of life, Bahrein”. Aumentando luego la
imagen se puede distinguir su silueta verde en un entorno arenoso.
Pero el premio a la rareza, a mi modo
de ver, se lo lleva el Pino Bristlecone, cuyo nombre científico es “pinus
longaeva”, porque además de ser un árbol muy poco común, su capacidad para
aferrarse a la vida, es realmente proverbial.
Y una curiosidad más de este vegetal
es que no fue descubierto hasta 1953, encontrándose, como se encuentra, en los
Estados Unidos de América, un país completamente colonizado.
En esa fecha, el científico botánico,
Edmund Shulman, deambulaba por las montañas de California realizando un estudio
sobre los árboles más vetustos de Norteamérica, en el que se encontraban ya
perfectamente reseñados algunas sequoyas gigantes, cuya vida se medía por
milenios y que había llevado a Shulman a pensar que eran los vegetales más
viejos que existían, pero en aquella zona, oyó hablar que en los estados de
Utah y Nevada, en una cordillera conocida como Montañas Blancas, existían unas
especies de pinos que podían ser mucho más viejos que las secuoyas que ya tenía
catalogadas.
Como buen investigador, se dirigió a
la zona y con mucho esfuerzo consiguió subir hasta las Montañas Blancas, unas
montañas que miden alrededor de los tres mil metros de altitud, pero en donde
el clima es infernal, ya que al frío propio de la altura y del clima
continenetal hay que sumar una carencia total de agua, lo que proporciona unos
inviernos extremadamente fríos y unos veranos secos y muy calurosos. Además,
hay que sumar que el suelo es rocoso y carente de manto vegetal. Estas montañas
tienen una extensión muy similar a la de España, lo que nos da idea de su
tamaño, y no tienen ni un solo lago, un río o un riachuelo que aporte algo de
agua.
Tras algunas vicisitudes, lógicas en
todo viaje por tierras inhóspitas y desconocidas, consiguió llegar a la zona
donde crecían aquellos extraños pinos. La primera impresión fue que
efectivamente se encontraba ante organismos vivos muy viejos y que en algunos
de los casos, la presencia de unas escasas hojas verdes, era la única evidencia
de que no se trataba de un trozo de madera fosilizada.
Luego empezó a calcular las edades de
aquellos extraños árboles y fue entonces cuando descubrió que realmente se
encontraba frente a los seres vivos más viejos del Planeta y dentro de aquella
especie de bosque geriátrico, comenzó a catalogar a los especímenes más antiguos.
Pinos
de Bristlecone
Detalle
del tronco
Los estudios de Shulman se publicaron
en 1958 en el National Geographic, pero pocos meses antes de la publicación, el
botánico falleció de un infarto y no pudo ver su trabajo en la calle. En su
honor, el servicio forestal de los Estados Unidos, bautizó el bosque de pinos
Bristlecone, de las Montañas Blancas, como Arboleda de Shulman, en honor del
descubridor de aquella rara especie vegetal.
En aquellos momentos, la comunidad
científica estaba muy interesada en adquirir certezas sobre la edad de los árboles y sobre el estudio de
sus anillos, con los que se han podido determinar muchas circunstancias como el
clima de la Tierra, la contaminación atmosférica y otras cosas. Por eso, al
conocerse la existencia de aquel bosque ignorado y milenario, muchos
científicos estuvieron interesados en datar los pinos con la intención de
encontrar al más antiguo y así, se halló un ejemplar que fue llamado WPN-114 y
con el nombre clave de Prometeo, al cual se le calculó una edad superior a los
cinco mil años.
Con este pino ocurrió un incidente que
conmocionó a la comunidad científica y es que fue descubierto por un becario
llamado Donald Currey, licenciado de Carolina del Norte que estudiaba la
climatología en el período conocido como Pequeña Edad del Hielo, una
circunstancia climática muy curiosa y que fue tema de un artículo anterior. Currey estimó la edad la edad del pino próxima a los
cinco mil años, pero haciendo esta datación, se le rompió la cala que
introducía en la madera para hacer una perforación y estudiar luego los
anillos, por lo que pidió permiso al servicio forestal para cortar el tronco y
estudiarlo adecuadamente.
De manera inexplicable, el responsable
del servicio le dio autorización y Currey cortó el tronco del árbol más viejo
del Planeta; un árbol que tenía casi cinco mil años y que ya había nacido antes
de que las pirámides de Egipto hubieran empezado a construirse.
Como es natural, la comunidad
científica relacionada con la botánica montó en cólera, pero ya el daño estaba
hecho y no había remedio posible.
No fue fácil encontrar al siguiente más viejo entre tantos
ancianos, pero de entre los muchos que por su aspecto indicaban superar los
cuatro mil años, se catalogó un pino al que se puso de nombre Matusalén y que
su germinación se produjo el año 2832, antes de nuestra Era, es decir que a día
de hoy, tiene la friolera de 4.844 años.
Para evitar accidentes indeseables
como el descrito con el becario, o la posibilidad de algún acto de vandalismo,
la ubicación de este milenario pino no se ha dado a conocer.
En principio se creyó que todos
aquellos árboles que parecían salir de una película de terror, era de la misma
especie, pero las investigaciones posteriores han demostrado que por lo menos
pertenecen a dos especies, muy parecidas, pero también muy singularmente
diferenciadas.
Lo realmente curioso de estos pinos es
que los más longevos se han encontrado en los lugares más impensables, donde
hay que soportar más frío y más calor y donde más escasea el agua. Los
científicos creen encontrar, en esta rara circunstancia, la capacidad del árbol
para adaptarse al entorno y cuanto mayores son las calamidades que ha de
soportar, mas se protege contra la adversidad. Así, hay algunos pinos cuyo tronco
está muerto en un noventa por ciento y solamente una estrecha franja vertical
permanece viva y de ella brotan ramas con sus hojas que, llegado el momento
desarrollan flores y luego frutos: una piñas pequeñas.
Su madera, de color anaranjado, es
dura y resinosa, lo que lo hace inmune a las plagas de microorganismos, así
como al ataque de insectos, agresiones que dadas las extremas condiciones de
vida, tampoco son muy frecuentes, pues no hay hongos en donde no hay humedad ni
los insectos pueden vivir en climas como ese.
Son, en fin, una serie de
coincidencias las que han hecho de estos vegetales los seres vivos más viejos
de La Tierra, pero, sorprendentemente todas esas coincidencias no son
precisamente las que pueden facilitar la vida, sino todo lo contrario, por lo
que de no haber entrado en liza un sorprendente amor a la vida y una
extraordinaria capacidad de resistencia, estas joyas vegetales no tendrían el
honor de colocarse en la cabeza del escalafón de la vida.
Al contrario de lo que en un principio
se pensó, la tala de Prometeo sacó del anonimato la Arboleda de Shulman y la
dio a conocer al gran público, sensibilizando a numerosos colectivos cuyo
esfuerzo en común consiguió colocar aquel bosque de pinos milenarios en todos
los catálogos, considerando la zona como espacio protegido, Parque Nacional y
Reserva de la Biosfera.
Una última consideración, por si algún
conocedor de la botánica pudiera hacer una puntualización sobre algunos
vegetales mucho más antiguos que estos pinos Bristlecone, como pudieran ser los
pinos Huon de Tasmania o como Pando, el bosque de álamos temblorosos de Utah,
en ambos casos se trata de vegetales que se clonan a si mismo a partir de una
raíz común, pero estos árboles, cada uno por separado y desde que nacen, no
alcanzan más que algunas centenas de años, muy lejos de los milenarios
Bristlecone.
No hay comentarios:
Publicar un comentario