sábado, 4 de mayo de 2013

¿IMPORTA DÓNDE NACIÓ?





Si hay un número de interpretaciones de la misma magnitud de las que se han hecho sobre el personaje de ficción de don Quijote, es el que existe acerca del lugar en el que nació el más importante descubridor de todos los tiempos: Cristóbal Colón.
Y es muy natural que todos los países de la Europa de aquella época se quieran disputar el honor de tener como nacido en su tierra a un personaje de semejante talla.
Italiano, portugués, mallorquín, francés… cualquier hipótesis ha servido para dar cuna al personaje, del que, de pequeños, estudiamos y dimos por sentado, que era un navegante genovés, sin más polémica.
Fue más tarde cuando empezó a surgir la discusión y de la Génova italiana, pasamos a la Génova mallorquina, una pequeña localidad muy cercana a Palma que mira a la espalda del castillo de Bellver y que en cierto momento se apuntó al carro de la polémica porque la coincidencia de su nombre con la ciudad italiana le proporcionaba una ventajosa posición de partida.
Si no fue portugués, vivió y se casó con una portuguesa y desde allí nos vino a España para ofrecerse a nuestros Reyes Católicos y es casi seguro que en el vecino país adquirió el conocimiento de lo que años más tarde lo encumbraría.
Es por tanto lícito que Portugal se quiera apuntar un tanto, si no en el nacimiento, si en la formación del descubridor.
Salvador de Madariaga le atribuyó un origen incierto como sefardita converso, razón por la cual él quisiera ocultar su verdadera identidad y que, además, procedería de alguna ciudad del mediterráneo español, huido ante los muchos asaltos a las juderías que se produjeron en aquella época. Eso justificaría su dominio del castellano y su escasa facilidad para expresarse en italiano, teniendo en cuenta que, por tradición, los judíos tendían a conservar las costumbres y la lengua del lugar de su procedencia, razón por la que muchos sefardíes todavía hablan el castellano antiguo.
Pero lo que resulta ya más chocante es que también se lo quiera apropiar Francia y para eso voy a relatar una noticia aparecida en la prensa francesa hace ya muchos años.
El día 17 de agosto de 1841, la Gazeta de Madrid, nombre que tenía lo que hoy conocemos como Boletín Oficial del Estado, publicaba en la primera columna de la página tres, que unos días antes, el nueve de aquel mes, la Revista de París había publicado el descubrimiento de la partida de bautismo de Cristóbal Colón, en un pueblecito al norte de la isla de Córcega llamado Calvi.
Este descubrimiento se debía a un tal monsieur Guibega, prefecto de Córcega que aún no lo había publicado pero lo haría en breve y, en ese momento, Francia podría levantar un monumento a un hijo suyo considerado el más atrevido navegante de todos los tiempos.
No dice la Revista en qué fecha ni en qué parroquia fue bautizado, obvia todo eso para destacar únicamente lo que inspira el chauvinismo tan propio de esa nación: Colón era corso, compatriota de Napoleón y por tanto, francés.
El año de su nacimiento es también una incógnita, pues se han barajado fechas desde 1430 hasta 1441, lo que hace suponer que en el momento del descubrimiento, debiera tener entre cincuenta y sesenta años, que parece edad muy avanzada para aquella época y más aún si consideramos que la fecha de su muerte fue en 1506, es decir, estaba cercana.

Retrato a plumilla de Cristóbal Colón

Que se encuentre una partida de bautismo en cualquier punto del mundo, cuatrocientos años después de haber nacido una persona, es un hecho que podría entrar en lo que suele ser normal. En la búsqueda de unos archivos parroquiales puede aparecer un documento hasta ese momento ignorado, pero cuando existe una larga polémica para atribuirse la ciudadanía de universal personaje, el hecho puede chirriar ya de entrada.
Nadie ha dicho que aquella partida o acta de bautismo estuviese falsificada, lo que es muy probable, porque nadie se molestó en desmentir el origen corso del navegante, por razones que más adelante saldrán a relucir y muchos de los estudiosos y conocedores del tema no hicieron otra cosa que remitirse a las propias declaraciones de Colón, vertidas en un documento que tiene fecha de 22 de febrero de 1498 y que es el acta fundacional del Mayorazgo del navegante, en la que el propio Colón dice: “…de la cual ciudad de Génova he salido y en la cual he nacido.”
En el momento histórico en el que nos encontramos, el concepto de ciudad no es exactamente el que ahora tenemos y mucho menos en la Península Italiana, donde las ciudades–estados proliferaban. Los Estados Pontificios, las repúblicas de Florencia, Venecia y Génova, el Reino de Nápoles o el Ducado de Milán, son buenos ejemplos de pequeños estados independientes entre sí. De hecho Italia no consigue ser un país unificado hasta el siglo XIX en un proceso difícil, pero en el que los italianos manifiestan su deseo de unirse y que se consigue en el reinado de Víctor Manuel II.
Por tanto, mediado el siglo XV, decir que se era genovés, no tiene que significar haber nacido en la ciudad de Génova, sino en cualquiera de los territorios que le pertenecían.
Lo lamentable de todo este afán por ubicar el lugar del nacimiento del insigne Almirante, es que el desconocimiento de la historia que algunos demostraron, les haría posteriormente sonrojar.
El Papa Bonifacio VIII, que gobernó la sede vaticana desde 1294 a 1303, consiguió, por el tratado de Anagni, firmado en 1295 que Jaime II de Aragón, llamado El Justo, que había heredado de su padre el reino de Sicilia, se lo permutase por los derechos sobre las islas de Córcega y Cerdeña que quedaron incorporadas definitivamente a la corona de Aragón en 1325, cuando Jaime II las conquistó militarmente.
Años después y un siglo antes de nacer Colón, reinaba en Aragón Pedro IV, el del Puñalito, o el Ceremonioso, que agradecido a unas compañías de corsos, ciudadanos procedentes de Córcega, que habían  luchado a su lado en la defensa de Cerdeña, sitiada por las fuerzas militares de la familia genovesa Oria, mandó que todos los corsos fuesen tratados como catalano-aragoneses.
Parece necesario recordar también que los reyes de Aragón ejercieron la soberanía sobre Córcega en donde nombraban gobernadores que habían de regir los destinos de la isla, situación que se mantuvo aún cuando de hecho, dejaron de poseer aquella isla, arrebatada por los genoveses, en 1481.
Desde entonces muchas vicisitudes se ciernen sobre la República de Génova y las Islas, las cuales pasan por períodos en los que llegan a ser independientes, pero siempre con una fuerte presencia de los aragoneses que nunca cedieron un ápice en sus derechos sobre ellas y no es hasta 1768 cuando la República de Génova mediante el Tratado de Versalles, cede, mejor dicho, vende, la Isla de Córcega a Francia y por un precio tan ridículo que produce rechazo en la propia población corsa, que trata de resistirse y finalmente es derrotada por las fuerzas francesas, mas poderosas y mejor organizadas.
Por tanto, hasta 1769, en que el territorio fue pacificado y acogido bajo la soberanía francesa, Córcega había sido aragonesa, genovesa e independiente y más concretamente, en la fecha en la que debió nacer Colón, de la que ya se habló más arriba, no cabe ninguna duda de que Córcega pertenecía a la corona de Aragón.
Por tanto, si es cierto que esa partida de bautismo es la auténtica y de hecho podría serlo, de lo que no cabe duda es que en aquel tiempo, aquella tierra era tan aragonesa como el propio Aragón y, por tanto, Cristóbal Colón, sería aragonés, lo que en estos tiempos supondría que era español.
No hay que entenderlo así, porque España aún no existía, dividida como estaba en los reinos de Castilla, Aragón, Murcia, Granada, etc., y cuya unificación es lo que realmente propicia que Colón pudiera hacer su prodigioso descubrimiento.
Pero más allá de dar importancia a una persona por el lugar en que nació, resaltemos que la verdadera importancia no radica en ese lugar sino en el que pone a su disposición las condiciones necesarias para que el individuo desarrolle todo lo que lleva dentro.
Madame Curie nació en Polonia y a nadie se le ocurre decir que no fue en Francia el país en el que alcanzó su prestigio. Einstein, considerado el científico más importante del siglo XX, nació en Alemania y tampoco se le puede desvincular del país en el que desarrolló sus teorías que fue Estados Unidos. Nikola Tesla, importantísimo científico y padre de la corriente alterna, imprescindible en nuestros días para cualquier tipo de funcionamiento eléctrico, era servio, pero fue en Estados Unidos donde desarrolló sus innumerables patentes.
La lista sería interminable y con la globalización aumentará todavía más, pero lo que queda claro es que aunque el Almirante hubiera sido francés, España el país que descubrió América y eso no se puede negar, por muy lejos de nuestras fronteras que Colón hubiese nacido.

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