viernes, 4 de diciembre de 2015

LOS IBEROS DEL ESTE




En los actuales tiempos, la pertenencia a una etnia determinada se está convirtiendo en tarea cada día más difícil. Los movimientos demográficos, las migraciones, la velocidad de las comunicaciones, los nuevos conceptos de aldea global, o alianza de civilizaciones, hacen que la pureza de las razas se vaya difuminando, con tendencia a mezclarse todo.
Solamente algunos grupos étnicos permanecerán inmunes a esta nueva tendencia impuesta por la civilización actual, el resto, todos los occidentales, dentro de unos siglos serán un revuelto de razas irreconocibles.
Pero eso nunca fue así, sino hasta que las circunstancias relatadas al principio se impusieron sobre las demás costumbres. Hasta hace muy poco lo natural es que cada pueblo, cada raza, permaneciera encerrada en la ambición de su pureza, eludiendo las mezclas.
También era lo normal que cuando una etnia se imponía a otra en un mismo territorio, tratara de esquilmarla hasta la extinción, para quedarse como único poblador. Es lo mismo que hacen algunas fieras en la naturaleza.
Nuestros compatriotas canarios llaman “godos” a los peninsulares, porque efectivamente fueron los godos los invasores bárbaros que desplazaron y aniquilaron a los pueblos autóctonos que poblaban la península y entre ellos un pueblo que de tanta importancia como tuvo, dio nombre a todo el territorio peninsular: los Iberos.
Mucho se ha escrito sobre los iberos o íberos, que también así se escribe y mucho más se ha de escribir sobre este pueblo que curiosamente no constituía un grupo étnico común y del que no se sabe demasiado, pensando que llegaron a nuestra península en el periodo Neolítico, la edad de la piedra pulimentada, que empezó a darse unos ocho mil años antes de nuestra era.
Lo que parece cierto es que muchos años después, esta reunión de etnias, que tenían en común solamente la lengua que hablaban, se habían distribuido por todo el litoral mediterráneo, tanto francés como español y habían penetrado hasta el valle del Ebro, La Mancha y hasta los ríos andaluces Guadiana y Guadalquivir.
Cuando Grecia alcanza su máximo esplendor, ya hacía siglos que venía colonizando toda la costa del Mediterráneo y desde la ciudad francesa de Marsella, fundada por griegos en el año 600 antes de nuestra era, sobre un antiquísimo asentamiento neolítico, hasta las costas de Murcia, llaman Iberia a todo el litoral, para diferenciar a los pueblos allí asentados, de los habitantes del interior.
Son entonces los griegos los que bautizan a los iberos con ese nombre y con ese nombre los conocieron los romanos cuando la hegemonía de occidente pasó de Grecia a Roma.
La expansión del imperio hace necesario la obtención de recursos para sufragar los enormes gastos que producen las guerras y las conquistas y en la capital del imperio se tienen noticias de las inmensas riquezas y los enormes recursos que contiene la península que los griegos habían llamado Iberia y que ellos rebautizarían con el nombre de Hispania, eso sin contar su enorme valor estratégico, pues se encuentra a un tiro de piedra del continente africano y cierra por completo el Mare Nostrum. A todo esto habría de añadírsele un valor más y es la fiereza de sus guerreros, magníficos luchadores para alistar en las filas de sus legiones.
Roma había contado con todo, menos con una cosa, la feroz resistencia que los iberos le iban a ofrecer y cuando creyeron que vendrían a la península dando un paseo militar para apoderarse del oro de la Médulas, el cinabrio de Almadén o el “garum” de Gades, o las setas de Aracena y que incrementarían sus ejércitos con magníficos soldados, se equivocaron radicalmente, pues aquel paseo se convirtió en una campaña que duró casi doscientos años, y en donde aparecieron figuras ejemplares como los caudillos iberos Indíbil y Mandonio, el lusitano Viriato y la resistencia hasta la muerte de ciudades iberas como Sagunto y Numancia.
Pero, curiosamente, los griegos que eran unos fanáticos colonizadores y comerciantes, no conocieron una sola Iberia, porque con ese mismo nombre designaron a una región del Cáucaso, casi a orillas del Mar Negro, solo que ellos le añadían los calificativos de Caucásica o del Este, para diferenciarla de la Península Ibérica.
Muy posiblemente tras el comercio del cobre, metal que comienza a ser muy preciado en el tercer milenio antes de nuestra era, los griegos se adentran en el mar que ellos denominaron Ponto Euxino y que mas tarde sería el Mar Negro, cuyas orillas recorrieron encontrando, en la más oriental de aquellos litoerales, un país en donde este metal abundaba.
A aquella región la llamaron “La Cólquida”, palabra que presumiblemente procede de “Khalkos”, que ellos usaban para designar precisamente el cobre.
Allí encuentran asentadas a diferentes tribus que no se mezclan entre ellas, una de las cuales fueron llamadas iberos por los griegos y que dieron nombre a aquella región.
Todas aquellas tribus contribuyeron más tarde a formar el estado de Georgia.

Mapa de la zona donde se aprecia Iberia hace 2.500 años

Así pues, en la antigüedad hubo, claramente diferenciadas, dos Iberias. Modernos historiadores, basándose en los escritos de los historiadores clásicos que hicieron referencia a este curioso detalle, han tratado de ver similitudes entre las dos etnias que habitaban sendas Iberias, pues los griegos se caracterizaron siempre por afinar mucho a la hora de poner nombres a todas las cosas, tanto así que su nomenclatura se sigue utilizando hoy en día para nombres científicos.
En documentación existente y referenciada al principio del segundo milenio de nuestra era, es decir, allá por el año mil, existe constancia de que en aquella Iberia caucásica, existía el deseo de muchos de sus nobles y otras personas pudientes, de viajar a la Península Ibérica con la intención de conocer a los “georgianos del Oeste”, es decir, a los españoles de aquella época.
En la actualidad, por parte de muchos lingüistas, se ha encontrado que entre el idioma vascuence y los antiguos idiomas caucasianos, hay demasiadas similitudes para que esta circunstancia fuera fruto de la casualidad y tratando de buscar una explicación, se apoya la teoría de que los vascos son iberos que resistieron a la mezcla de etnias mucho más que los demás pobladores de la península y que nunca estuvieron bajo dominación romana, ni goda o visigoda y menos aún, árabe, por lo que permanecieron como aislados, practicando la endogamia dentro de la tribu, de por sí muy extensa y que por eso conservaron las raíces de su lengua, lo mismo que los sefardíes conservaron el castellano antiguo.
Ya Estrabón, el incansable viajero del siglo I antes de nuestra era, que afortunadamente dejó todas sus experiencias por escrito, habla de la sorprendente similitud de la lengua de los vascones, con la de los iberos del Cáucaso.
En el año 1921 se descubrió, en unas excavaciones que un particular realizaba en Alcoy, provincia de Alicante, una pieza de plomo de forma rectangular y de unos diecisiete centímetros de largo por seis de ancho, en la que había escrito, con caracteres griegos, unas frases que, lamentablemente, aún no se ha conseguido comprender su significado.

Facsímil del Plomo de Alcoy

Los iberos y otros pueblos que moraban en la Península, usaban una lengua ágrafa, es decir, no tenían escritura, por lo que ha resultado muy difícil aprender cosas de estas culturas, que, sin embargo, llegaron a grados de perfeccionamiento como demuestra la Dama de Elche, joya de la escultura ibera. Por eso el extraordinario valor de la plancha de plomo de Alcoy, pues quien quiera que quiso expresar sus sentimientos, usó las letras del alfabeto griego para trasladarlos al soporte de plomo.
El hecho de estar escrita con caracteres griegos, sirvió de mucho para trasladarlas al alfabeto español actual, quedando sorprendido sus descubridores cuando pudieron apreciar la similitud de aquel texto, con la grafía y sonoridad del vascuence.

IUNTZI TIRAU TXAL IRIGO. BASIRETIR SABARI
DAUZ. BIRAGOÑAR GUREZ. BORROIZ TILINGI ZIDEIDU.
SOZ GOERE ZIDURAN. SOSDIRGADE EDIN
SORAIKADA. UAL TINGO. BIDEUDA EDIN. ILDU
NIRAIO NAI. BEKORRE. SOBAGEI DEIRAUNT.
IRIKE ERIGITI. GARRIKAN DA DULA BAZKO
BU IZI TINEGI. BAGARRIK XENIKA IRU ZIZ. TURI LEBAI
LURA. LEGUZ EGIKO BASERRIKO. EIUN BAIDA.
URKO BASBIDE IRABAGI TIN. IRIKE BASER-
RIKO AGI. TO BIN DA. BELA JAZO IKAUR. IS BIN
UAIO AS GANDIS. TAGO IS GARRIKA BIN IKE
BIN. ZALIGI KIDA EI. GAI BIGA ITU.
AGI NAI TZAKAR IS KEP.
Texto convertido en caracteres latinos

           Por supuesto que el texto arriba escrito no tiene traducción ni significado alguno en el vascuence actual, son solamente las semejanzas sonoras de su dicción las que impulsan a creer que, de alguna manera, aquella lengua que hablaron los iberos podría muy bien ser la raíz de la que todavía utiliza el pueblo vasco y que en todos los tratados científicos sobre filología se le denomina vascuence y nunca eusquera, como muchos se empeñan en pregonar.

4 comentarios:

  1. Tú y yo, sabemos un poquito de las distintas culturas y nada de guerras.
    Buenos recuerdos de aquellos tiempos.
    Siempre interesante tus artículos.
    Salu2

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  2. Interesante artículo!! En estos días, habrá que verse y cambiar la pluma por la cuchara.

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  3. Muy interesante esperemos que no sea leído por Arzallus y otros separatistas vascos.

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  4. Cuurioso e interesante artículo. Había oido algo sobre cierta similitud entre el vascuence y el idioma de algún pueblo del Cáucaso, pero no con los detalles que apuntas. Los vascos conocen perfectamente este tema, y no parece hacerles mucha gracias. Ellos no quieren parecerse a nadie. Saludos.





























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