viernes, 20 de julio de 2018

GEOGLIFOS ESPAÑOLES



En 1927 la aviación había experimentado un gran avance con respecto a sus inicios, pero evidentemente estaba todavía en un estado de precariedad que cualquier vuelo era una verdadera aventura de final incierto.
Aun así había pilotos arriesgados y aventureros que se atrevían a volar en unas condiciones técnicas que vistas desde la perspectiva actual daría verdadero pánico.
En completa soledad Charles Lindbergh cruzó aquel año el Océano Atlántico sin hacer escalas. Hombres y mujeres marcaron hitos en la reciente historia de la navegación aérea y se ganaron lugares preeminentes en el incierto y arriesgado nuevo deporte de volar. Algunos perecieron en sus aventuras aéreas pero otros hicieron historia y descubrieron cosas que hasta ese momento habían estado vetadas para el hombre.
Muchos son los misterios que se presentaron ante nuestros ojos, cuando el hombre pudo observar la tierra por primera vez desde el aire. En los suelos de muchas partes del mundo, empezaron a aparecer extraños dibujos que solamente desde determinada altura podían observarse.
Estos dibujos habían sido construidos con diferentes técnicas como era excavando en la roca las líneas y contornos, o construyendo pequeñas elevaciones con aportaciones de piedras de diferente colorido al del suelo.
El primer geoglifo, que así se llaman las figuras hechas con piedras sobre el suelo, había sido descubierto en la zona de Perú por los conquistadores españoles a los que extrañaban aquellas enormes y poco explicables figuras, cuya aclaración, por parte de los nativos, poco descifraba el enigmático tema.
Según los habitantes incas de aquellas tierras, las figuras eran para el “Viracocha”, una deidad que habitaba en el cielo y que se representaba más como un guerrero que como una exaltación de un dios.
Eran muchas las tradiciones que hablaban de la visita de dioses que venían del espacio y como tarjeta de bienvenida, aquellos indios andinos, esculpían en el suelo las figuras con que les daban la bienvenida. Para eso aprovechaban declives del terreno o suaves laderas de montaña, pero lo que ocurrió en 1927 es que con el desarrollo de la aviación, los pilotos que sobrevolaban las costas de Perú, Chile o Ecuador, empezaron a hablar de las extrañas figuras que se observaban en las planicies, sobre todo las peruanas.
 En uno de los muchos vuelos que los pioneros de la aviación efectuaron sobre la cordillera de los Andes el piloto comunicó al tomar tierra que había observado desde el aire unas extrañas figuras cuya explicación no acertaba a entender. Era el año 1927, cuando se tuvieron las primeras noticias de las que desde entonces se conocerían como las Líneas de Nazca.
Aquel descubrimiento atrajo la atención de muchos arqueólogos, historiadores y hombres de ciencia, pero sobre todo excitó la curiosidad del norteamericano Paul Koskov y la alemana Marie Reiche, arqueóloga y matemática que había nacido en 1903 y que como tutora de los hijos del cónsul alemán en Cuzco, se trasladó a Perú, donde pronto conoció a Koskov, con el que empezó a trabajar en las líneas y figuras de Nazca.
En 1948, Koskov abandonó el Perú y Marie continuó sola sus investigaciones. Ha publicado varios libros y ha estudiado miles de kilómetros de líneas pertenecientes a figuras de todo tipo. Se la considera la persona más experta en este campo. Falleció en1998.


Marie Reiche, en sus últimos años


Según esta estudiosa mujer, los geoglifos de Nazca, que tienen entre ochocientos y mil quinientos años, son representaciones astronómicas, calendarios, gestores de cosechas y plantaciones, etc. Pero nada de esto excluye que la única posibilidad de visualizarlos en toda su magnitud es desde el aire y a una considerable altura.
¿Para qué lo construían si luego no lo podían apreciar?
Sin duda es todo un enigma pero esta historia es hartamente conocida y está publicada en numerosas revistas de todo el mundo y lo que deseaba destacar es que aquellas construcciones ciclópeas estaban en una tierra que había sido española y españoles fueron los primeros que las avistaron.
La belleza y la perfección de estos geoglifos son difícilmente superables y desde luego no tienen nada que ver con otros descubiertos mucho más recientemente en otro territorio que también era español.
Como todo el mundo sabe, el Sáhara Occidental fue, hasta 1976, una provincia española más, con la que gran cantidad de españoles llegaron a tener una relación muy estrecha, bien porque allí habían cumplido el servicio militar, incluso por haber nacido allí como hijos militares o funcionarios, haberse criado allí, o desempeñado cualquier puesto de trabajo, público o privado. Yo mismo conozco algunas decenas de compañeros que tuvieron la suerte de pasar por aquellas tierras.
Lo cierto es que aunque España era la metrópoli, del Sahara se ocupaba bien poco, aparte de extraer los fosfatos y cuidar el inmenso banco pesquero y ni tan siquiera se había hecho un levantamiento fotográfico del territorio, lo que provocó que allá por los años sesenta, varios aviones españoles sobrevolaran la zona tomando miles de fotografías que se enviaban al entonces Ministerio del Aire, con la intención de hacer un levantamiento fotográfico del país.
No sé si existía mucho interés en estudiar el material que aquellas incursiones aéreas aportaba, porque lo cierto es que los carretes se revelaban y archivaban, sin ulterior trámite y no fue hasta muchos años después, cuando algún funcionario del ya Ministerio de Defensa leyó algunos de los partes de servicio que los propios aviadores habían confeccionado, cuando se quedó sorprendido de que existían algunos detalles que habían sido desdeñados.
Resulta que el levantamiento fotográfico había sido muy completo, abarcando desde la frontera con Argelia por el este, hasta el Océano y desde Marruecos por el norte hasta Mauritania por el sur. Los aviones habían tenido dos bases diferentes; unos partieron de Villa Cisneros y otros de El Aiun, cada uno con su cometido concreto, pero ambas expediciones habían observado y fotografiado casi idénticos objetos. A lo largo de todo el territorio aparecían unas extrañas formas dibujadas en el suelo, que se repetían con mucha frecuencia en buena parte del desierto saharaui.
El extraordinario periodista de investigación y escritor de éxito J.J. Benítez explica en su página web cómo llegó al conocimiento de estas enigmáticas figuras y fueron propios pilotos que habían sobrevolado aquella zona, los que le explicaron qué era lo que desde el aire habían observado.
Fundamentalmente se trata de dos tipos de dibujo que los mismos pilotos bautizaron con los nombre de “mosca” y “boomerang”, en ambos casos por la similitud de los dibujos con el insecto y con el arma arrojadiza.
Ambos eran de gran tamaño, pero había algunos de los designados como “boomerang” que llegaban a medir dos kilómetros de punta a punta. Y lo más curioso de todo es que el centro del “boomerang”, allí donde se unen los dos brazos formando una flecha de ángulo muy obtuso, apuntan exactamente en la misma dirección: hacia el oeste, hacia el Océano Atlántico.
Las reconocidas como “moscas” suelen apuntar un poco desviado hacia el noroeste, en dirección a la isla de Lanzarote, en las Canarias y además no guardan esa exactitud de los otros dibujos.
Se ha podido comprobar que desde tierra es muy difícil la localización de estas construcciones de piedras oscuras, probablemente basálticas, sobre las doradas arenas del desierto, e incluso sabiendo la ubicación exacta de algunas de ellas, algunos expedicionarios se han presentado en el lugar y les ha resultado sumamente difícil localizar exactamente la figura. En parte por sepultación de arena, en parte por erosión y por la tendencia de las rocas a mimetizarse con el entorno.
No he querido poner ninguna fotografía de la web de J.J. Benítez, por no causar la impresión de ser originales mías u obtenidas de procedencia poco fiables, pero pongo la dirección de la página a la que hago referencia, en donde se pueden observar esas espectaculares construcciones: https://www.planetabenitez.com/misenigmas/sahara.htm
Nuevamente fueron españoles los que descubrieron estos extraños dibujos cuya explicación no es posible de momento, pues desde el mismo pueblo saharaui no se sabe dar explicación alguna, más allá de que es cosa de sus antepasados muchos siglos atrás. Por otro lado, aunque no se habla mucho de este problema, la zona está en permanente conflicto entre el pueblo saharaui autóctono, único propietario del terreno y los gobiernos de Marruecos y Mauritania, que se colaron aprovechando el momento de debilidad por el que atravesaba España.
Ambos casos resultan enigmáticos, pero éste último añade un ingrediente más y es, como se puede ver en foto de esa página, que todos los dibujos señalan a un punto concreto, como si de la señalización previa a la entrada en un aeropuerto se tratara.
¿Son balizas de orientación para navegación aérea? Es posible, pero ¿quienes pilotaban sobre la tierra hace mil años?

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