viernes, 12 de julio de 2019

EL BIZCOCHERO DE TRIANA





En la actualidad la profesión de bizcochero estaría integrada en la mucho más amplia de pastelero, pues el bizcochero es un pastelero dedicado a hacer bizcochos. Pero los bizcochos que ahora vemos en los escaparates de las pastelerías nada tiene que ver con lo que en siglos pasados se entendía por tal.
En primer lugar el nombre bizcocho obedece simplemente a su doble cochura, pues el bizcocho no era nada más que un pan aplanado en forma de galleta que, para conservarlo durante largas travesías, se horneaba dos veces. Quedaba entonces un poco duro que se podía ablandar remojándolo en vino u otro líquido, como caldo o leche de las cabras que se solían llevar a bordo, pero no era afectado por hongos que lo hacía incomible, no anidaban los gusanos y se conservaba de manera aceptable durante mucho tiempo.
Fabricar bizcochos para las naves que se aventuraban en el mar para llegar a las Canarias, explorar las costas africanas y más tarde para navegar al nuevo continente, era un negocio de primer orden y se necesitaba una gran capacidad productora para abastecer a todos los barcos que, en muchas ocasiones salían, todos a la vez, formando las flotas que iban a las Indias.
Si además ejercías esa profesión en Sevilla, ciudad que controlaba todo el tráfico marítimo con el Nuevo Mundo, podía ser uno de los trabajos más productivos del momento.
En la década de 1490 vivía en Sevilla un bizcochero llamado Luis Guerra, al que se le conocía como “El Bizcochero de Triana”, pues tenía su obrador en el famoso barrio sevillano, en la margen derecha del Guadalquivir, donde se asentaba casi toda la industria relacionada con la navegación. Este individuo, del que se sabe muy poco llegó a alcanzar cierta popularidad porque surtiendo barcos consolidó una fortuna más que apreciable.
Su fama como hombre adinerado hizo que en más de una ocasión se recurriese a él para financiar viajes a las Américas y las más de las veces aceptó correr con los gastos de la expedición, en solitario o en “compañía” como se llamaban las uniones de capitales.
Por graciosa concesión del papa de Roma, las Indias pertenecían a Castilla, pero el rey podía conceder a algunos particulares el derecho a explotar sus riquezas con algunas concesiones como pagar el quinto real de todas las riquezas obtenidas, incluido los llamados “rescates” que eran las negociaciones con los nativos. Lógicamente habían de costear todo el viaje y no siempre era fácil encontrar la financiación, ni marineros dispuestos a participar en la aventura. Así se llegó a la formación de las compañías que cuando ganaban lo hacían todos, la corona incluida y cuando perdían eran sólo ellas.
En 1499 empezaron a llegar las expediciones castellanas a lo que se llamaría Tierra Firme, sobre todo en busca del ansiado paso hacia las Indias  Orientales. Ese año, Vicente Yáñez Pinzón llegó al Amazonas. Era el primer europeo en hacerlo, pero hasta hace poco tiempo no se le ha considerado como su descubridor.
Allí encontró un tesoro que no era ni oro ni plata, ni mucho menos piedras preciosas; era simplemente madera, pero no una madera cualquiera, sino la de un árbol al que se dio el nombre de “Palo Brasil” cuya resina es muy útil para teñir telas en colores rojos y desde luego mucho más eficaz que los tintes empleados hasta entonces que procedían de un árbol de la misma familia que se da en tierras asiáticas.
Es curioso que el nombre de Brasil procede de la palabra “brasa”, con la que se identificó el color rojo, como de brasas ardiendo, de la madera de este árbol y de ahí, del nombre del vegetal, procede el nombre del país.
Además de servir para tintar las telas más exquisitas, su madera era muy apreciada en ebanistería y su dureza la hacía imprescindible para la construcción de algunas partes de instrumentos musicales.

Caesalpinia echinata, llamado Palo Brasil

En ese mismo año, 1499, Alonso Niño, un marino que había sido el piloto de la carabela Santa María, en la que viajó Colón y que también lo acompañó en un segundo viaje, se planteó la posibilidad de realizar viajes por su cuenta a una zona llamada Costa de las Perlas, cuya abundancia de este valioso producto lo había deslumbrado.
Y buscó financiación en el Bizcochero de Triana, al que la solvencia que le ofrecía la experiencia naval de Alonso Niño y la posibilidad de hacer fortuna con las perlas, le abrieron los ojos de la codicia y aceptó financiar la expedición, con la sola condición de que su hermano, Cristóbal, fuese como capitán de la nave, una simple carabela con algo más de treinta hombres de tripulación.
Casi dos años después volvieron a España, recalando en un puerto cercano a Pontevedra, en donde vendieron parte de las perlas y por no pagar el quinto real, fueron detenidos y juzgados, obligándoles a satisfacer la deuda con las arcas públicas y así pudieron continuar con sus actividades.
Como es natural, el Bizcochero se hizo más rico y siguió financiando expediciones, sobre todo las dirigidas a la zona brasileña de Pernambuco, lugar de donde se traía el Palo Brasil.
Cuando los portugueses, a los que por el tratado de Tordesillas correspondían las tierras brasileñas, supieron del enorme potencial económico que había detrás del modesto árbol, no tuvieron ninguna intención de colonizar aquellas tierras, ni organizar asentamientos urbanos, sino que se interesaron exclusivamente por explotar de una manera furibunda aquella riqueza vegetal y lo que actualmente es el estado de Pernambuco, empezó a conocerse como “Costa del Pau Brasil”.
La corona portuguesa declaró de inmediato la exclusividad para la explotación de aquella madera, pero basta que quieras impedir una cosa para que la misma prohibición desate las alarmas en los demás y todos los países de Europa, sobre todo España, quisieron participar en aquella lucrativa explotación.
Con sus marinas oficiales, o promoviendo partidas de corsarios, Francia, Inglaterra y Holanda, las potencias navales emergentes, también quisieron participar de los beneficios, hasta el extremo de que una pequeña flota de corsarios franceses intentó establecerse como colonia en Río de Janeiro y casi lo consigue, pero fueron finalmente desplazados por la marina portuguesa.
La ambición, mezclada con la falta de conocimientos, la creciente demanda del famoso tinte y la preciada madera para construir muebles valiosos, originó en pocos años una desforestación brutal en toda la costa brasileña en la que se daba con exclusividad el famoso árbol y esta leguminosa que había existido por siglos abriéndose paso entre otros árboles más poderosos, fue llevada al límite de la extinción.
En menos de un siglo, el hombre del siglo XVI casi acaba con un árbol precioso que hoy es el símbolo de Brasil.
Ya casi no había árboles que talar y había que buscar un sustituto que mantuviera la entrada de riquezas en la corona portuguesa y la extracción masiva del Palo de Brasil se sustituyó por la plantación de caña de azúcar y de café.
Perece que sería una buena medida, pero lo cierto es que, nuevamente la ambición, impulsó a un nuevo desastre ecológico, pues se arrasaron selvas enteras para convertirlas en zonas de cultivo.
En cien años había cambiado el sentido de las cosas, pero los daños estaban hecho y el Palo Brasil, en otro tiempo tan abundante, estaba prácticamente extinguido.
Afortunadamente siempre hay personas que se interesan por mantener el orden en la naturaleza y en el siglo XIX, durante el reinado de Pedro II, emperador de Brasil, se inició el proceso de recuperación del preciado árbol, el cual había conseguido subsistir en pequeñas colonias aisladas. Con todo un proceso de trasplantes siembras masivas, cuidados especiales y conocimiento de botánica y sobre todo concienciación de la población de la importancia de aquel árbol, la especie se fue recuperando hasta el extremo de que en 1978, el Palo Brasil, fue considerado como el árbol nacional.
En la actualidad se usa mucho como planta decorativa, una llamada vulgarmente Tronco de Brasil, que es la drácena que muestra la fotografía, también conocida como “árbol de la felicidad” que nada tiene que ver con el árbol que el Bizcochero de Triana trajo a España en cantidades industriales.


6 comentarios:

  1. Muy interesante ,como casi todo lo que escribes

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  2. Comisario, magnifico relato, cada vez que leo el Tratado de Tordesillas no comprendo que negociadores españoles aceptaron firmarlo, perdiendo la zona mas ricas de America, Brasil, en cuanto al "Caesalpinia echinata, llamado Palo Brasil" cuentas que Pedro II comenzó a recuperar esa especia y que en 1978 lo designan el árbol nacional, per como el último párrafo mencionas la drácena que nada tiene que vr con el "Caesalpinia echinata, llamado Palo Brasil" me podria contestar si este árbol se ha salvado o el arbol nacional es las drácena? Gracias y abrazos un vez mas

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  3. Artículo muy interesante y bien documentado.

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  4. Interesante y curioso articulo

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  5. L.S.Sé exactamente quién ha escrito el Don Quixote I + II y el Don Quixote apócrifo. No fué Miguel de Cervantes i Saavedra, lo siento. Usted ha aceptado exactamente lo que los escritores quisieron: pensar que fuera otro escritor que las traducciones de DQI + II. Voy a explicarlo. El DQ es original de Inglaterra, a pesar de que la traducción española de Thomas Shelton ( sí, él lo tradujó al español ) se publicó antes ( no se enfade. sé de lo que estoy hablando, pero no sé si quiere continuar a leerlo y aceptarlo? ) Cide Hamete Benengeli, ( el autor es un seudóimo) menos Miguel de Cervantes ( que no era el escritor) = Siren. ( abreviación de Sireniacals, un grupo de escritores en Inglaterra, el mejor!! bajo la dirección de Francis Bacon, quién actúa como Don Quixote; los co-autores son Ben Jonson como Sancho Panza, John Donne, que escribe los poemas, John Fletcher y Francis Beaumont, los dos amigos que escriben todo el resto que no sea de parte de DQ o SP usando la biblioteca de Rober ‘Bruce’Cotton. Avellaneda menos i Saavedra= Siren II ( o sea en inglés, two o too, la segunda edición o también de Siren) No se enfade por favor, se trata de un secreto universal lo que FB ha de pasar a los lectores.Y sé cual es.. en todo el DQ ( I + II + III) hay tantos anagramas, símbolos, llaves secretas, y quiero decírlo a quién esté interesado.. pero no hay mucha gente. porque mi libro: La verdad sobre DQ, el engaño de Cervantes 2015, ( en holandés) no vendió bien. Voy a revelarle un seudónimo más.. don Álvaro Tarfe , uno de los mas importantes personajes de los dos libros..( el apógrifo y DQII), el caballero de Granada..es un anagrama de Robert Cotton.. Cotton en español es algodón.. el resto dejo a Usted a descifrar. y si no lo consiga.. pues pregúntemelo.le ayudaré.. Pero el primer paso es aceptar que Cervantes no lo escribió. He investigado los libros durante más de 7 años. a mí también me da pena. Para terminar, pero ya sé que no lo van a publicar mi comentario: El sa..BIO ALISOLÁN es un anagrama de O, ISLA ALBIÓN , de allí viene el DQ.

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  6. En 2011 escribí un artículo poniendo en duda la autoría de El Quijote, que puede consultar en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/el-quijote-de-cervantes.html
    Pero de eso a la trama inglesa que Vd. menciona hay un trecho.
    Esta es una página de amigos, donde se puede exponer cualquier cosa, pero me gusta saber con quien hablo, y mejor si es para discrepar.

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