jueves, 24 de junio de 2021

LOS GOLPES A LA REPÚBLICA

 

Desde que disfrutamos de estos gobiernos tan demócratas y tan progresistas, venimos oyendo hablar mucho de Franco y su golpe de Estado contra la República, algo que en el fondo no es progreso, sino retroceso.

Yo no voy a entrar en la legalidad republicana ni en la situación en que se vivió durante esa época ni el terror y el caos que creó el Frente Popular entre cuyas pretensiones estaba la de entregar España a la URSS de Stalin y convertirnos en un primer país satélite de forma experimental, que era lo que tenía previsto hacer el gobierno bolchevique ruso y que llevó a cabo tras la Segunda Guerra Mundial, con múltiples naciones de su entorno a las que engulló.

Yo quiero hablar de golpes de Estado contra la República, pero no solamente del de Franco, si no de todos los que hubieron antes y después y de cómo todos los demás fracasaron.

El primer aviso a la naciente República Española (La Sanjurjada) lo dio desde Sevilla, en la madrugada del 10 de agosto de 1932, es decir a los dieciséis meses de su proclamación, el general Sanjurjo y una parte muy pequeña del ejército español que estaba destinado al fracaso y que así fue. Se mantuvo algo en Sevilla, pero fracasó estrepitosamente en Madrid.

Sanjurjo fue detenido cuando intentaba pasar a Portugal por Ayamonte, juzgado  y condenado a muerte en el consejo de guerra que se le siguió, pero la pena capital le fue conmutada por la de cadena perpetua. Ingresó en la Prisión del Dueso y luego en la del Castillo de Santa Catalina en Cádiz. Al final se le concedió un indulto y terminó exiliado en Portugal.

Poco más de un  año después, la República recibe el segundo aviso. Esta vez más serio y lo promocionan comunistas, socialistas y el sindicato UGT. Este golpe de Estado ha recibido el nombre de Revolución de Asturias y se producía por la infundada creencia de las izquierdas de que el gobierno presidido por Alejandro Lerroux, pretendía anular la Constitución e instalar un gobierno fascista. No era cierto, pero a las izquierdas le sobraban otras razones para desbancar a un gobierno de derechas.

 

Alejandro Lerroux, líder del PRR (Partido Republicano Radical

La Revolución de Asturias fue duramente reprimida por el gobierno republicano, causando mil cuatrocientas victimas entre los dos bandos y muchos heridos. Por cierto que el gobierno republicano encargó de la represión de la revolución a los generales Goded y Franco.

Tres días más tarde, un nuevo intento de golpe. Esta vez desde la Generalitat catalana.

Era el día 7 de octubre de 1934 y el gobierno de la República no dudó en declarar el Estado de Guerra que acabó con la suspensión de la autonomía catalana de manera indefinida, y con los dirigentes detenidos, juzgados y condenados por rebelión militar a treinta años de cárcel.

El cuarto golpe fue más sutil, más ladino, se podría decir, pues fue perpetrado por el Frente Popular que no solamente indultó a los golpistas de la Generalitat, sino que incorporó al gobierno a seis ministros pertenecientes a Ezquerra Republicana de Cataluña. Una situación como la que estamos viviendo en los tiempos presentes, con indultos  a los sediciosos catalanes y establecimiento de mesa de diálogo.

La división interna del PSOE provocó en mayo de 1936, previo a la Guerra Civil, el quinto golpe.

Una guerra interna entre Indalecio Prieto, socialista “moderado” y Largo Caballero “exaltado revolucionario” y vehemente esforzado en echarnos en brazos de la URSS, provocó una situación difícil de digerir que abocó en la guerra y todo porque Largo Caballero se oponía a que Prieto aceptase votos de la CEDA para formar gobierno.

Esta situación devino en unas circunstancias que todos conocemos y que culminó con el asesinato de Calvo Sotelo y el estallido del sexto golpe.

Éste se produjo el 18 de julio de 1936 y su desarrollo y resultado final es sobradamente conocido y diferentemente interpretado por unos y otros.

Pero mientras el ejército alzado avanzaba con un único objetivo, el gobierno de la República se veía obligado a tapar otros frentes tan letales como el que estaba abriendo el ejército insurrecto.

El primero fue la traición del independentismo catalán al gobierno del que formaban parte y que aprovechando la situación y la debilidad por la que atravesaba la Republica, como han hecho siempre, proclamaron  la independencia de Cataluña.

Tras la defección catalana, el propio gobierno de la República daba por perdida la guerra, porque la actitud catalanista obligó a dividir las fuerzas republicanas que por un lado tenían que hacer frente al ejerci﷽﷽﷽﷽﷽﷽er frente al ejblicanas que por un lado tenatalanista consiguidospendencia de Cataluñaos y otros.

t, sino que incorporército alzado, pero por otro también tenía que hacer frente a la grave situación separatista.

En esta situación el propio presidente Negrín, en un consejo de ministros celebrado en el palacio de Pedralbes de Barcelona pronunció una frase que ha quedado para la posteridad y en la que el presidente decía que antes de consentir campañas nacionalistas que llevaban a la desmembración de España, cedería el paso a Franco.

Asimismo se confesó irreductible en cuanto a defender la nación de los desafueros independentistas. Este posicionamiento le honra, pero su figura estaba muy deteriorada por su sumisión a Moscú y por el expolio de Banco de España cuando era ministro de Hacienda.

Negrín fue finalmente expulsado del PSOE, estando ya en el exilio.

Y tras estas situaciones, estando ya la guerra perdida para la República, se produce en Madrid el octavo y último golpe de Estado.

El cinco de marzo de 1939 la guerra estaba dando sus últimos coletazos y resistir era únicamente sacrificar vidas humanas en aras de un comportamiento numantino que además de innecesario, no cambiaría el curso de los acontecimientos.

Madrid era de las pocas ciudades que permanecían en manos de la República y allí se exigía por el gobierno continuar la resistencia.

El jefe militar de la defensa de la capital era el coronel de caballería Segismundo Casado López. Militar brillante, había participado en la Guerra de Marruecos, pertenecía al Estado Mayor y era jefe de la escolta del Presidente del Gobierno. Contaba con el apoyo de Indalecio Prieto que lo quería para reorganizar el Ejército, dadas su buenas cualidades como organizador, buen militar y estratega y muy disciplinado.

Una vez iniciada la guerra, el coronel Casado se encargó de la organización de las Brigadas Mixtas, la unidad militar básica del ejército del Frente Popular,  participó en las batallas de Belchite, del Jarama y la durísima de Brunete y fue nombrado jefe del Ejército de Andalucía. Por último fue nombrado Jefe del Ejército del Centro y como tal, tuvo a su cargo la defensa de Madrid.

Por encima de todo Casado era un hombre inteligente y sensato; sabía que después de la caída de Cataluña el mes anterior, de nada serviría continuar resistiendo en Madrid, en donde solo se podría aumentar el dolor de una población ya muy castigada, así que el cinco de marzo, con un grupo de anarquistas y socialistas que a pesar de su ideología antifascista eran conscientes de la realidad, se rebeló contra el gobierno de la República, presidido por Negrín.

 

El coronel Casado (centro) con compañeros militares

Le apoyaron personajes importantes del momento como Julián Besteiro, Cipriano Mera, Wenceslao, el padre de Santiago Carrillo o el general Miaja.

El golpe de Casado desencadenó inmediatamente una nueva guerra civil dentro de Madrid entre los partidarios de negociar una paz y los partidarios de continuar la lucha, en su mayoría del sector comunista.

Pero el ejército, ya exhausto estaba del lado de los golpistas que apoyados por las quintas columnas franquistas empezaron a negociar su rendición con el ejército de Franco que solo admitía una rendición incondicional del ejército republicano.

De todas las formas el ejército del Frente Popular depuso las armas, lo que permitió que los sublevados ocuparan Madrid y casi toda la zona central que continuaba bajo la República, sin disparar prácticamente ni un solo tiro.

El 29 de marzo de 1939 Madrid  fue entregado sin lucha. Franco sugirió a Casado que se trasladase a Valencia con intención de salir para el exilio y así lo hizo embarcando en el buque Galatea en el que el 3 de abril llegó a Marsella.

Desde allí, cruzando Francia en tren, embarcaron para pasar a Inglaterra, donde se estableció con su familia. En 1961 regresó a España instalándose en Madrid, donde falleció en 1968 sin conseguir reingresar en el ejército español, como era su deseo.

Fue un buen militar, leal a su gobierno y que con su actitud ahorró muchas vidas de ambos bandos.

¡No se ha sido justo con él!

5 comentarios:

  1. de aquellos polvos estos lodos de ahora.

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  2. En ambos bandos, hubo militares profesionales y de ley...

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  3. Lamentablemente la historia se repite.Gracias a Dios hoy tenemos Europa.

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  4. El motivo por el que los políticos republicanos, que cobardemente habían huido a Valencia desde el inicio de la contienda por si las cosas se ponían mal, querían prolongar contra toda esperanza la guerra era que, viendo cercana la contienda europea, enlazarla para así mantener sus mamelas a costa del sufrimiento y la pobreza del pueblo español. Ese desprecio por el pueblo español se puso de nuevo de manifiesto al terminar la II Guerra Mundial cuando estos mismos políticos trabajaron por el bloqueo económico de España con la intención de matar de hambre a la población española, ya muy castigada, y así dinamitar al régimen (la hipocresía socialista de siempre). Muy parecido a la situación actual donde el afán de poder de una ideología se impone a las necesidades de un pueblo al que se supone quieren proteger (y que nunca lo han hecho).

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  5. Penoso, siempre
    la misma historia y siempre los mismos.

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