jueves, 19 de agosto de 2021

¿QUIEN INVENTÓ EL CINE?

 

Hace ya unos años publiqué un artículo que lleva por título Del Teléfono a la Radio y que se puede consultar en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/del-telefono-la-radio.html

En él trataba de poner algunas cosas en su sitio, así por ejemplo que el teléfono no lo inventó Graham Bell, sino un italiano llamado Antonio Meucci, como ha reconocido por aclamación el congreso de los Estados Unidos, o que Marconi no inventó la radio, sino que usó diecinueve componentes inventados y patentados por el serbio Nicola Tesla, como así lo ha considerado la Corte Suprema de los Estados Unidos en 1943.

Pero nada de eso importa. Para el gran público los inventores seguirán siendo Bell y Marconi.

Con el cinematógrafo sucede igual. Se atribuye su invención a los hermanos Lumiere que tienen el indudable mérito de haber puesto a punto otros inventos anteriores basados todos ellos en la cualidad del ojo humano de mantener imágenes en la retina por un reducidísimo espacio de tiempo.

 

Auguste y Louis Lumiere

Un poco de historia antes de entrar en el tema.

Si una secuencia de fotografías se proyecta a una velocidad de veinticuatro instantáneas por segundo, dan la sensación en el ojo humano de que esas imágenes están en movimiento. En un primer momento la secuencia era de dieciséis fotogramas por segundo y eso producía el característico movimiento como a saltitos de las imágenes que veíamos en las primeras películas.

Esa cualidad retiniana de conservar las imágenes unas décimas de segundo hace que un carbón ardiendo se convierta en una línea de fuego si lo movemos con cierta rapidez. Desde la más remota antigüedad este fenómeno fue observado, si bien no comprendido. El estudio más o menos científico de este fenómeno se empezó en el siglo XVII y XVIII por Newton y por Patrice D’Arcy, pero sus observaciones no llevaron a ningún avance y no fue hasta 1831 en que aplicando la rotación de la Rueda de Faraday y utilizando unos dibujos secuenciados, se daba la sensación de movimiento.

Es tan sencillo como que un pájaro pintado en una cara de un disco de cartón y una jaula pintada en la otra cara, dan la sensación al girar y pasar ante nuestros ojos las dos caras de que el pájaro está dentro de la jaula.

Este experimento se hizo en 1825 y el resultado de esta experiencia fue la construcción de juguetes que usando varios procedimientos consistente todos en hacer pasar imágenes por un visor, daban la sensación de movimiento.

Evidentemente esto no es cine, porque el cine necesita de la fotografía instantánea.

Las primeras fotografías tomadas en la década de los veinte del siglo XIX requerían larguísimas exposiciones y por tanto se tomaban sobre objetos inanimados ya que personas o animales eran incapaces de estar hasta catorce horas inmóviles para impresionar la placa.

Con la invención del daguerrotipo, las exposiciones se redujeron a una media hora, todavía demasiado tiempo. A partir de 1840 se fueron reduciendo las tiempos y empezaron a usarse modelos humanos que tenían que permanecer veinte minutos inmóviles, con los ojos cerrados y a pleno sol.

Pero se progresaba constantemente y en pocos años uno o dos minutos bastaban para impresionar la placa, que a partir de 1851 empezaron a usarse de cristal, que habilitaban para sacar muchas copias de una sola foto, a la vez que el tiempo de exposición se redujo a unos segundos y surgió una nueva profesión artesanal: el fotógrafo.

En pocos años había miles de fotógrafos en el mundo mientras en los laboratorios de los experimentadores sobre la fotografía se iniciaba un paso adelante que era conseguir la foto animada.

Con la técnica de aquellos momentos para mostrar a un hombre andando se tomaban fotos de los pies juntos, luego de un paso, seguidamente de otro y así hasta conseguir una secuencia que diera la sensación del movimiento; todo esto teniendo al modelo inmovilizado mientras se cargaba el aparato una y otra vez. El procedimiento era muy complicado, pero aun así, hizo posible que algunos estudiosos y experimentadores del tema, vieran la posibilidad de futuros usos.

El empuje definitivo lo dio un multimillonario californiano llamado Stanford al contratar a un fotógrafo inglés para que demostrara los pasos que daba un caballo al galope, sosteniendo que en algún momento de la carrera tenía las cuatro patas en el aire.

El fotógrafo, llamado Muybridge, instaló veinticuatro cabinas oscuras a lo largo de una pista por donde iban a correr varios caballos. En cada cabina, unos operadores prepararon sus cámaras con placas de un producto llamado colodión húmedo, así llamado porque se vertía sobre la placa en el preciso momento de hacer la foto.

Los dispositivos de disparo se conectaron a unos hilos que atravesaban la pista y que se rompían al paso del primer caballo, disparando el obturador y tomando la foto.

Durante seis años Muybridge trabajó en este sistema hasta que consiguió perfeccionarlo y en 1878 se publicaron las fotografías tomadas del caballo al galope, provocando el entusiasmo de todos los investigadores del tema, pues una tras otra daban prueba gráfica del movimiento de las patas del caballo.

Pero era necesario proyectar las fotos sobre una pantalla y eso se consiguió diez años más tarde por el francés Charles Reynaud que fue el primero en proyectar figuras en movimiento con un artilugio que llamó “praxinoscopio”, un complicado juego de espejos que proyectaban las fotos a una pantalla.

El éxito fue arrollador y Reynaud, enardecido, comenzó a hacer proyecciones de dibujos, por lo que actualmente es considerado el padre del dibujo animado.

Ese mismo año, Edison patentó su invento mas maravilloso: el “fonógrafo” que ha devenido en lo que hoy conocemos como magnetofón, prácticamente en desuso por mor de las tecnologías digitales.

El sabio estadounidense quiso completar la grabación sonora con imágenes en movimiento, para lo que entró en sociedad con un colaborador llamado Dikcson para que fusionara las dos invenciones.

La sincronización de imagen y sonido no fue posible, de momento, pero en cambio inventó un aparato en el que a través de una mirilla, un espectador podía ver imágenes de un artista circense haciendo piruetas. Al invento le llamó “kinetoscopio” y fue patentado por Edison en 1891. Aparatos como aquél se fabricaron muchos y antes de que los hermanos Lumiere presentaran al publico su invento.

Edison también fue el primero en usar la película de celuloide de 35 milímetros perforada para facilitar su arrastre.

El único problema y no menor del kinetoscopio, era el uso individualizado y su peso que pasaba de los quinientos kilos.

Basándose en este invento tan vanguardista como poco práctico y en una información que recibieron y que será objeto del siguiente artículo, los hermanos Lumiere patentaron el 13 de febrero de 1895 su invento llamado cinematógrafo, capaz de grabar y proyectar películas y el 28 de diciembre de aquel año lo presentaron al público en el salón Indien del Gran Café del Boulevard de Los Capuchinos, en donde los famosos hermanos proyectaron diez películas basadas en la vida cotidiana de París: la llegada de un tren, la comida de un bebé, la salida de los obreros de una fábrica y lo que se ha venido en considerar la primera comedia con trama argumental filmada de la historia, en la que un jardinero riega mientras otro le pisa la manguera para soltarla cuando el primero examina la boquilla y queda empapado.

 

Cinematógrafo Lumiere cerrado y en proyección

Multitud de operadores fueron formados por los Lumiere y sus cinematógrafos fueron vendidos a casi todas las casas reales de Europa y en poco tiempo se habilitaron salas para las proyecciones en numerosas ciudades del continente.

Lamentablemente para los hermanos inventores, no supieron ver el alcance y trascendencia que tendría aquel invento que era perfectamente transportable, pues pesaba solo diez quilos y se movía a manivela, por tanto muy fácil de manejar y no supieron explotar adecuadamente el invento, cosa que sí hizo un mago profesional llamado George Melies que, con gran olfato, se convirtió en uno de los cineastas de su época y el primero que advirtió el alcance que el invento iba a tener en el mundo.

El hecho de que inventos muy anteriores a los de los hermanos Lumiere se hubiesen registrado en diversos países, no empaña en absoluto el mérito de estos dos hermanos pero es indudable que no fueron los inventores de la técnica que por espacio de casi setenta años se fue perfeccionando hasta pasar del dibujo a la fotografía y de esta al celuloide, que fue invento de Edison, como tampoco empece que el verdadero inventor del cinematógrafo fuera un sacerdote burgalés llamado Mariano Díez Tobar y que lo facilitó a los Lumiere que supieron ventajosamente aprovechar todas estas circunstancias.

Pero esa será la próxima historia.

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