lunes, 1 de abril de 2013

ERROR O PROVOCACIÓN

Publicado el  6 de noviembre de 2011




Cometer un error es algo bastante usual. ¿Quién no se equivoca? Todos nos equivocamos y, por cierto, muchas veces, a lo largo de nuestras vidas. Pero hay errores y errores y entre estos segundos, están los errores estratégicos. Cuando planificas algo, el factor error debe ocupar un lugar mínimo e incluso no existir, pues de lo contrario las consecuencias pueden ser funestas.
Eso fue lo que ocurrió con un error que no se si calificar de táctico, estratégico, humano, o simplemente dramático; o lo que sería mucho peor, una provocación. Lo cierto es que tuvo graves repercusiones y pudo tenerlas aún peores.
Ocurrió durante la Guerra Civil Española y estuvo a punto de adelantar en un par de años el inicio de la II Guerra Mundial.
El Gobierno de la República de España había comunicado a Italia y Alemania que los puertos de la Baleares estaban cerrados para toda clase de buques extranjeros, ya que se temía que fueran utilizados por estos dos países para abastecimiento de material de guerra con destino al ejército sublevado.
Con la frecuencia que su pudiera, aviones de la histórica Base Aérea de los Alcázares, en Murcia, salían a patrullar el Mediterráneo, aprovechando la oportunidad para bombardear buques de los sublevados, o de las potencias que los apoyaban: Italia y Alemania.
La Base de los Alcázares se creó en 1915 como la primera base de Hidroaviones de España, ampliándose luego a Escuela de Combate y Bombardeo Aéreo, conocido como Aeródromo Burguete, en honor de uno de los comandantes que había tenido.
El día 24 de mayo de 1937, una escuadrilla compuesta de dos aviones de la mencionada Base, volaron hasta Palma de Mallorca en donde vieron, atracado en su puerto, al crucero Barletta, de bandera italiana, destinado al control marítimo por el Comité de No-Intervención.
Este Comité era una organización creada en Londres, en 1936 a propuesta de Francia, que tenía como objetivo vigilar el grado de cumplimiento del Pacto firmado por la potencias europeas para no intervenir en la Guerra Civil Española, habida cuenta de la enorme tensión de aquel momento entre las “democracias” y las “dictaduras” y al objeto de no desestabilizar el equilibrio, ni comprometer el resultado del conflicto. Como todo el mundo sabe, el Pacto no sirvió para nada, pues Alemania e Italia ayudaban al bando de Franco y Rusia lo hacía con el republicano.
De inmediato los aviones republicanos bombardearon el barco, causando seis bajas y algunos daños materiales de importancia.
Dos días después volvieron a bombardear a un barco alemán, el patrullero Albatros, aunque no consiguieron alcanzarlo.
El gobierno alemán elevó una queja que fue poco atendida por la República, tan así como que tres días más tarde tuvo lugar el grave incidente que da razón a este artículo.
Parte de la ayuda que el ejército republicano recibió de Rusia fue referida a la aviación. Rusia se comprometió a mandar ciento cuarenta y dos aviones bombarderos Tupolev SB2, de los que solamente se recibieron noventa y dos, pues los otros cuarenta fueron intervenidos en Francia y devueltos a Rusia.
Estos aviones se destinaron a diversas bases aéreas, entre ellas a la de Los Alcázares. Desde allí partió, en la mañana del día 29, una flotilla compuesta por dos aviones Tupolev, conocidos en España como los “Katiuska”. No se sabe con certeza, pero los pilotos de ambos aviones debían ser rusos que enseñaban su correcto manejo a pilotos españoles.
La misión de esta escuadrilla era la de buscar la flota del ejército sublevado que operaba por el Mediterráneo y aquella mañana, el propio Jefe de la Fuerza Aérea Republicana, el General Ignacio Hidalgo de Cisneros, junto con el coronel Lacalle, jefe del aeródromo, despidieron a los aviones en su salida
Cuando los Katiuska regresaron horas después a la base, uno de los aviones hizo una pasada a muy baja altura sobre la pista de aterrizaje, balanceando las alas, signo que en la aviación significa que había tenido éxito en una misión de caza; una vez en tierra, los que figuraban como pilotos de los mismos, llamados José Arceaga Nájera y Leocadio Mendiola, informaron a sus superiores haber bombardeado al Crucero Canarias, del ejército sublevado, el cual se había localizado en aguas de Baleares.

Tupolev SB-2 “Katiuska”, del ejército republicano

En principio la noticia fue recibida con extrema alegría en el bando republicano, pues el Canarias era uno de los barcos más poderosos del bando sublevado, pero casi de inmediato aquella alegría se diluyó cuando llegó una enérgica protesta del gobierno alemán, acusando al republicano de haber bombardeado uno de sus barcos.
Los hecho habían ocurrido cuando la escuadrilla de Katiuska, en su vuelo de reconocimiento, creyó descubrir al crucero español en aguas cercanas a Ibiza. El primer avión lo sobrevoló, dejando caer sus bombas que fueron al mar. El segundo tuvo mejor suerte, o peor, no sabemos como interpretarlo pues de sus seis bombas, dos alcanzaron de lleno al barco que no era el Canarias sino el acorazado alemán Deutschland, que fue confundido de manera lamentable.
Una de las bombas impactó en la base de la chimenea, causando muchos daños materiales e importantes incendios, aunque pocas desgracias humanas, sin embargo, la otra alcanzó la proa, sobre el comedor de la marinería. Atravesó el fuselaje y penetró en comedor, abarrotado por parte de la tripulación, en donde hizo explosión, produciendo una tremenda carnicería. Veintitrés marineros resultaron muertos en el acto, otro murió la noche siguiente y más de noventa resultaron heridos de diversa consideración, algunos tan graves que murieron en los días siguientes, aumentando el número total de víctimas hasta treinta y una.
El Deutschland, un barco magnífico, el primero de una serie de tres de una clase completamente nueva llamada “Acorazados de Bolsillo”, estaba participando en el bloqueo naval al que se sometía el conflicto español, por tanto, sin participación bélica de ninguna clase. Gravemente afectado por las dos explosiones y con la gran cantidad de heridos, se dirigió a toda máquina hacia Gibraltar, donde arribó a las siete de la tarde del día siguiente.


Acorazado Deutschland y Crucero Canarias


Todavía se estaba celebrando el acontecimiento cuando el gobierno republicano, a través de su Ministro de la Guerra, Indalecio Prieto, recibe una queja de parte del gobierno alemán, en el que les acusa de haber bombardeado un barco de observación fondeado a escasas millas de Ibiza.
Tras confirmarse los acontecimientos, el gobierno republicano se excusó diciendo que los aviones habían recibido fuego antiaéreo previamente y se habían limitado a responder al ataque.
Para salvar a Rusia de la posibilidad de un conflicto con Alemania, se ocultó el hecho de que todas las tripulaciones eran soviéticas y se falsearon los nombres de los militares que ocupaban los dos aviones, pero el coronel Lacalle, jefe de Los Alcázares, posteriormente reveló que el piloto era Nicolai Ostryakov y el bombardero-observador G. Livinski.
De poco sirvieron las excusas en aquello momentos en los que Alemania estaba deseando tener cualquier justificación para entrar en el conflicto.
En el pensamiento del dirigente alemán, Hitler, cabía el declarar la guerra al Gobierno de la República y así se expresaba ante sus colaboradores, los cuales consiguieron convencerle aunque no disuadirle de dar un escarmiento y de ese modo se ordenó al acorazado gemelo del bombardeado, Almirante Scheer, que al frente de una flotilla compuesta por el Albatros, del que se habló anteriormente y otros tres destructores, se dirijieran al puerto de Almería.
El día 31 de mayo, dos días después del bombardeo del Deutschland, a las siete y media de la mañana, los buques se despliegan frente a Almería y comienzan a cañonear la ciudad.
El comandante militar de la plaza, dirige un comunicado al Ministerio de Defensa en el que se lee textualmente:
"Sobre las 5,30 de la madrugada fui avisado de que por la parte de Cartagena venían un acorazado y cuatro destructores de nacionalidad alemana. A las 5,45 los buques ponían proa hacia este puerto, señalándose una distancia de 20.000 metros. Los barcos continuaron avanzando y a una distancia de 12 kilómetros, aproximadamente, observada por telémetro desde las baterías de costa, rompieron el fuego sin notificación o aviso sobre la población de Almería, sin perseguir dentro de ella objetivo alguno concreto, pues sembraron de proyectiles todo el casco de la ciudad, calculándose unos doscientos los disparos hechos.
 La batería de costa contestó al fuego de la escuadra, la cual se alejó lanzando una columna de humo. El observatorio de la batería distinguió perfectamente los colores de la bandera alemana de los buques agresores.
Estos hicieron su entrada por Cabo de Gata hasta la altura de Roquetas, donde viraron para acercarse a Almería, poniéndose en línea de combate y cruzando la bahía.
Al retirarse lo hicieron también por Cabo de Gata rumbo a Levante. Se han derrumbado varios edificios, habiendo muertos y heridos, cuyo número no se puede todavía fijar. En este momento comienzan las labores de desescombro (...)"

Fotografía real del resultado del bombardeo

Durante treinta minutos, ininterrumpidamente, los cinco barcos alemanes estuvieron cañoneando la ciudad y tras una pausa de pocos minutos, volvieron a disparar por espacio de otros diez.
Se produjeron más de doscientos impactos de obuses alemanes y se contabilizaron, de manera que ahora parece casi macabra, la misma cifra de muertos que hubo en el Deutschland: treinta y uno. Sin embargo el número de heridos fue incalculable.
La atroz represalia alemana, tomada contra una población civil, ocurrió treinta y tres días después de que en el norte de España se hubiese producido una acción similar, como fue el bombardeo de Guernica por la Legión Cóndor, alemana y la Aviación Legionaria, italiana, hecho este es mucho más conocido, pero quizás de menos trascendencia que el de Almería, que estuvo en un tris de provocar un conflicto aún más grave, cuando el Ministro de la Guerra propuso atacara la flota alemana del Mediterráneo y el presidente de la República, Manuel Azaña, era partidario de hacer una declaración de guerra a Alemania, que finalmente no se produjo por consejo sobre todo de Rusia que en aquel momento no estaba en disposición de enfrentarse con la potencia bélica que eran los germanos.
España fue un teatro de operaciones en donde Alemania, Italia y Rusia, pusieron a prueba la capacidad estratégica de sus armas, las tácticas militares y muchas otras cosas que luego les iban a servir en el desarrollo de la gran Guerra que se avecinaba.
Resulta difícil de creer que la escuadrilla de Katiuska saliera a volar sin la presencia de ningún militar español a abordo, pero es posible que así fuera, por falta de personal capacitado o por otras muchas razones, pero no es tan fácil de creer que pilotos soviéticos avezados, confundan el crucero Canarias con el acorazado Deutschland que, como se observa en las fotos de arriba, aparte de ser dos barcos de parecida envergadura, no presentan muchas similitudes, es más, son bien distintos a los ojos de cualquier militar; si no, observen las chimeneas, la disposición de la artillería, la torreta posterior y, sobre todo, que el acorazado izaba la bandera de Alemania que puede tener un cierto parecido con la española del bando sublevado, pero nunca confundirse por un profesional del ejército.
La ausencia de testigos miliares españoles, permite a los pilotos soviéticos dar la versión que más oportuna consideren a fin de favorecer sus propios intereses. Lo cierto es que los españoles pagamos caro el error de unos militares extranjeros en nuestra guerra, o fue acaso una provocación perfectamente estudiada y dirigida por el gobierno soviético con el fin de comprobar la reacción alemana y precisar hasta que punto estaban los nazis dispuestos a llegar.

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