viernes, 4 de febrero de 2022

¡ESTOY HASTA LOS...!

 


Consciente de que me vuelvo a salir de mi línea, llevo por dentro una tormenta que me obliga a escribir este artículo, aunque solo sea por desahogarme.

¡Menudo espectáculo dimos los españoles ayer en el Congreso de los Diputados! Según muchos expertos se votaba la ley más importante de esta legislatura, la ley que reformaba la Reforma Laboral aprobada en 2012 y cuya esencia, que se ha demostrado eficaz, iba a ser demolida por el partido en el gobierno y sus socios de extrema izquierda. Pero resulta que esta supuesta reforma de una ley que, en el decir de muchos, impulsó el crecimiento económico y la paulatina salida de la profunda crisis que se vivía en los primeros años de la segunda década del siglo XXI, era como cuenta Esopo en la fábula del Parto de los Montes: los montes de la tierra estaban preñados y a punto de parir, esperándose grandes monstruos de aquel parto, pero después de muchos aspavientos lo que parieron fue un ratón.

Pero además de que la ley que se sometía a votación era canija y poco reformadora, su parto tuvo que ser por cesárea, porque por el canal habitual, no había forma de sacarla.

Ya sabemos todos el resultado final: la derecha, artífice del original de esa ley, se oponía a su modificación por insignificante que ésta fuese y precisamente los partidos en el gobierno, es decir la izquierda y la extrema izquierda, más los socios de incalificable afiliación, ganaron la votación por culpa de un diputado de derechas que estando en Madrid no se encontraba en el hemiciclo y emitía su voto telemáticamente y por si fuera poco lo hace mal, o a lo mejor lo hace muy bien, quién sabe y al querer corregir su error, se presenta en el Congreso, pero el rodillo gubernamental le impide cambiar su voto. Por eso y por dos diputados que no han cumplido la disciplina de partido y votaron en contra, la ley ha salido adelante por un voto de diferencia.

La sombra del transfuguismo planea por la Carrera de San Jerónimo.

En fin, ya veremos cómo queda esto, pero lo que sí es cierto es que la política española está para hartar al más paciente.

Hace ya unos años, escribí un par de artículos sobre la faceta poco conocida de Amadeo de Saboya de su extraordinaria cualidad de “gafe”, así como todo lo que hubo de padecer por culpa de los políticos españoles, hasta que le empujaron a dejar la corona sobre el asiento y salir corriendo. Ni siquiera se despidió y la carta en la que decía adiós, la leyó su mujer en el Congreso, todo lo que puedes leer en estos dos enlaces: 

http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2016/08/elegir-un-gafe.html

http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2018/10/seis-anos-perdidos.html

Uno que sale huyendo sin dar explicaciones, si bien las razones de su abdicación estaban muy claras.

Inmediatamente el pueblo se echa a las calles y pide la proclamación de la república; así se hace y el Partido Republicano Democrático Federal, mayoritario en la cámara, se hace con el poder y nombra presidente de la Primera República al catalán  Estanislao Figueras y Moragas.

Figueras había nacido en Barcelona en el año 1819, en el seno de una familia burguesa y acomodada. Estudió Derecho y recién licenciado marchó a Tarragona para iniciarse como abogado, pero pronto sus inquietudes políticas le hacen desviar su atención y aprovechando sus conocimientos en materias legales, ingresa en el Partido Demócrata, de aspiración progresista, en una Cataluña sacudida por la violencia anarquista y de los industriales catalanes que contrataban matones, muchas veces del propio Somatén, para contrarrestar a los anarquistas.

En una de las muchas refriega, cae asesinado su compañero y amigo Francisco Coello, lo que le hace tomar más afán por el partido y se presenta como diputado por Tarragona, distrito por el que sale elegido.

Su postura de extremo laicismo se acentúa hasta el punto de crearse serias enemistades con todos los partidos católicos y tras la sublevación del madrileño Cuartel de Artillería de San Gil, en el año 1867, incitado por los partidos progresistas y democráticos, en la que participó activamente, fue juzgado y condenado, pero Figueras no se deja encarcelar y huye a Portugal, de donde volvió tras la deposición de la reina Isabel II y el comienzo del llamado Sexenio democrático. Volvió a España, y se afilió al Partido Federal, que lideraba Pi i Margall.

Pasan unos años y Figueras se ha asentado en el partido y tras la espantada del rey Amadeo y la proclamación de la Primera República, viene su nombramiento como primer presidente del nuevo gobierno.

Pero también le duró poco la satisfacción de presidir el gobierno y acuciado por una tremenda crisis económica, una división interna de su partido con unas insidias y agresiones fuera de lo común, la actitud sublevacionista de Murcia que llegó  a acuñar monedas, como si fuera un estado soberano y la proclamación de un imaginario Estado Catalán, contrario a su ideología federalista, que consiguió abortar pero a base de disolver el ejército en Cataluña, las cosas se le fueron poniendo tan feas que a los cuatro meses, se mostraba tan hastiado de la situación que en una reunión del Consejo de Ministros, les dijo a sus colaboradores a la cara una frase que se ha hecho ciertamente popular: “Ya no aguanto más. Voy a serles franco:¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!”

 

Estanislao Figueras y Moragas

 

Seguidamente salió de la sala y ya no volvió. No se presentó al día siguiente en su lugar de trabajo, que era nada menos que la Presidencia de la República, por lo que los ministros más influyentes de su gobierno, Castelar y Pi i Margall, decidieron mandar a buscarlo a su casa, pero la sorpresa fue mayúscula cuando les informaron que el presidente había hecho las maletas y había cogido un tren para Francia, dejándolos a todos con un palmo de narices.

Descabezada la República, el partido hegemónico nombró a Pi i Margall nuevo presidente, que tuvo que empezar a comerse los marrones que la situación política española iba constantemente creando.

Y ya van dos los que toman las de Villadiego, es decir, largarse sin dar explicaciones, un acto tan español que está recogido en la literatura de nuestros clásicos, aunque Figueras regresó meses después, sobre él pesaba una carga de descrédito de la que no pudo superarse.

Si todo un presidente de una república, Jefe del Estado, por tanto, puede verse hastiado hasta soltar la exclamación que le ha hecho famoso y seguidamente quitarse de en medio abandonando sus obligaciones, cómo se pueden llegar a sentir los ciudadanos de un país cuando una y otra vez son obligados a presenciar situaciones como las que estamos viviendo.

Un país en donde la mendacidad es el común denominador de la vida política, se convierte un país hastiado, al borde de la desesperación y con un gusanillo dentro que le impulsa a pronunciar la frase de Figueras.

No quiero hacer un repaso sobre todas las mentiras, los incumplimientos, los enriquecimientos espontáneos, la búsqueda indiscriminada de la satisfacción personal y tantas otras indignidades cometidas, porque para eso está lo que da en llamarse “maldita hemeroteca”, que refleja de manera inexorable y contumaz todo aquello que se dijo y lo que se dice ahora.

Y en esto no se salva nadie, toda la clase política es poco más o menos igual, lo que nos lleva a una situación de desesperanza que te hace pensar que la forma más inteligente de gobierno tendría que ser la Plutocracia, el gobierno de los más ricos, porque así, al menos, no van a la política para salir de pobres, que es lo que la mayoría pretende.

Ya lo dijo el clásico latinajo: “Primun vivere deinde... ¿politicari?”.

3 comentarios:

  1. Amigo JM.
    ¡Cuanto me alegro de tu regreso!
    Éste nuevo artículo meconfirma nuestra gran afinidad.Que amenas comidas en Ceuta ¿verdad?

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