viernes, 6 de septiembre de 2019

CATARATAS MORTALES





Acabo de terminar una novela de ambientación histórica que me habían recomendado y la verdad es que ha tenido trozos muy interesantes y otros profundamente pesados. Se titula “La camarera de Bach” y trata de la vida de una joven hospiciana que con trece años entra al servicio del músico que se ha quedado prácticamente ciego.
Como es comprensible, la ceguera tiene arruinada la vida del compositor que se consuela con su camarera y a pesar de su corta edad, la deja embarazada.
Por indicación de un amigo se hace visitar por un médico de moda, el doctor John Taylor, el cual, después de una revisión confirma que padece de cataratas y que son operables.
En junio de 1750, Bach se somete a la operación y, según la novela, esa misma noche muere.
Se deduce de su lectura que el músico podría ser diabético, e incluso él mismo llega a afirmar que tiene una sed constante porque su sangre es más dulce de lo normal.
Al final del libro hay una anotación en la que se dice que el compositor Händel también sufría cataratas y también murió tras una operación del mismo cirujano.
Como toda esta historia me parecía un poco extraña le pregunté a mi amigo Ramón, prestigioso oftalmólogo si con los datos que yo le facilitaba, podría decirme algo al respecto. En seguida me informó que por la fecha indicada ya se hacían operaciones de cataratas; concretamente, con una técnica “contemporánea”, se venían practicando desde 1748 y me aclaraba que consistía en una cirugía “extracapsular” que se practicaba abriendo la parte inferior de la córnea y expulsando el cristalino hacia abajo.
 Como es lógico, sin tener datos fidedignos, mi amigo no podía aclarar nada, máxime cuando los detalles estaban extraídos de una novela, pero a un nivel personal, él se inclinaba a creer que a pesar de las muchas complicaciones que se podrían presentar, de ahí a morir a consecuencia de esta intervención, había mucha distancia. Él pensaba que además de cataratas, Bach tenía que padecer otras enfermedades, posiblemente derivadas de la diabetes, como una “retinopatía” y que también podría afectar otros órganos, que hiciera precaria su salud.
Hasta aquí, aclarado que en la novela no se trataba en profundidad el verdadero fondo de la cuestión, quizás propiciado por dar una mayor dimensión dramática a esta parte de la obra, me puse a buscar cuanta información hubiera sobre las operaciones de catarata en aquella época y me ha costado encontrar documentación, pero al final di con un par de artículos en revistas médicas que aclaraban mucho la situación y ponían en un brete la narración novelada.
 Para empezar, la ceguera provocada por las cataratas ya se conocía desde siglos antes de nuestra Era e incluso el Código de Hammurabi describe la forma de tratarlas para devolver la visión.
A mediados del siglo XVIII, el médico John Taylor que fue quien acuñó el término “oftalmólogo”, practicaba una operación llamada “curetaje” que como me apuntaba mi amigo consistía en rajar la córnea por debajo de la pupila y con una aguja en forma de garfio, enganchar el cristalino y tirar de él hasta extraerlo.
Una verdadera salvajada, sobre todo teniendo en cuenta que como único anestésico se empleaba el alcohol, para embriagar al paciente, o algún opiáceo, pero fundamentalmente la técnica que se aplicaba es la que se muestra en la fotografía “B” de abajo, sujetar fuertemente al paciente para que pese al dolor se moviese lo menos posible.


El doctor Taylor practicando una operación

Ya en su tiempo el doctor Taylor, cuyo retrato se aprecia en la fotografía “A” era tenido por un jactancioso que llegó a publicar una autobiografía plagada de loas a sí mismo e inexactitudes, como atribuirle a Bach una edad de ochenta años en el momento de su operación, cuando en realidad tenía sesenta y cuatro, o que éste le recomendara a Händel que se operara, cuando ambos músicos no tuvieron nunca ningún contacto, a pesar de ser de la misma edad y vivir muy próximos.
Por otro lado, Taylor, acostumbraba a desaparecer tras las operaciones que realizaba y es posible que dejara a alguien encargado de informarle por el curso de la recuperación del paciente y aparecer por el lugar si el resultado era el deseado, o no volver jamás si la operación terminaba en desastre, como debía ocurrir las más de las veces.
Lo cierto es que Taylor operó dos veces a Bach, en los meses de marzo y abril de aquel año de1750 y no una, como decía la novela y la evolución del post operatorio tampoco se refleja con exactitud.
Al terminar la segunda operación, comprobado por el médico que la primera, había sido un fracaso, propuso un tratamiento con bálsamo del Perú, que es un líquido viscoso obtenido por diversos procedimientos de la corteza de un árbol llamado “Miroxilon Balsamun” que se usa en forma de ungüento y en la actualidad sigue teniendo muchas aplicaciones.
Este bálsamo habría de aplicarse con agua caliente y un colirio fabricado con sangre de palomas.
En la actualidad existe un colirio fabricado con la sangre del paciente para curar enfermedades de los ojos, como el “síndrome del ojo seco”.
Como era natural en aquella época, este tratamiento iba acompañado de las siempre presentes sangrías y laxantes, para compensar los humores del cuerpo.
Bach ha tenido varios biógrafos, pero quizás el más fiable, por proximidad a la propia familia, sea el también músico Johann Nikolaus Forkel, que obtuvo información directa de dos hijos, también músicos de prestigio. Esta biografía se publicó en 1802 y en ella explica que los hijos le comentaron que su padre siempre fue muy corto de vista, único defecto anatómico que parecía tener, pues por lo demás era un hombre fuerte, poco propenso a enfermedades. Según su hijo mayor, le aseguró que tras la aplicación de este tratamiento, su padre dijo ver, pero se estima que debió ser alguna alucinación, provocada por los opiáceos empleados en la operación y los numerosos y extraños productos del tratamiento.
Lo cierto es que Bach entró en coma días después de la operación y con fiebre altísima, se mantuvo durante diez días más, al cabo de los cuales falleció el 28 de julio de 1750 a las seis y cuarto de la tarde.

Grabado de Bach con Leipzig al fondo (publicado por El País)

Fue enterrado en la iglesia de Saint Johannes, de Leipzig y poca importancia más se dio al asunto, pues su tumba fue ignorada hasta finales del siglo XIX, cuando se remodeló la edificación y alguien tuvo la curiosidad de buscar los restos del músico.
Ciertamente, en su tiempo, Bach fue un músico poco destacable, pues toda su obra era religiosa o para interpretar en órganos, de los que solo existían en iglesias importantes, pero fue redescubierto por Mozart y Mendelssohn que valoraron su verdadera dimensión que en el momento de la búsqueda de sus restos era mucha.
Por su biógrafo se sabía que fue enterrado en un ataúd de madera de encina, no muy común en aquellas latitudes norteñas y la fecha exacta de su muerte, por lo que no fue demasiado difícil encontrar doce ataúdes, entre  casi un millar y medio que respondían a las características buscadas, los cuales fueron abiertos en presencia de un profesor de anatomía de la universidad de Leipzig.
Algunos féretros contenían cuerpos de mujer y otros de hombres no coincidente con las características anatómicas del buscado, así que fueron desechados de inmediato, pero en uno de los ataúdes apareció el esqueleto completo de un varón bien constituido que por la consolidación ósea era de edad aproximada a la del músico.
Presentaba además una característica que lo aproximaba a las imágenes que se tenían del compositor y era su mandíbula inferior prominente.
Según todos los indicios que no se daban en los demás cadáveres, se estaba ante el esqueleto de Bach, pero con la ciencia y técnica de la época no se pudo determinar nada acerca de las causas de la muerte.
Estudios más recientes apuntan a un debilitamiento de la salud del músico que aparte la pérdida de visión, se encontraba muy mermado de cualidades, hasta el extremo de que en 1749 se buscó un sustituto para tocar el órgano en la iglesia donde el maestro venía haciéndolo durante años.
Que la base fuera una descontrolada diabetes que dañó numerosos órganos, es posible, pero la muerte no le sobrevino aquella noche en la que el doctor Taylor le practicó una operación de cataratas, como relata la novela.

3 comentarios:

  1. Interesante articulo y buena clase de oftalmología.

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  2. A) ¿Cómo trataban la diabetes sin insulina?
    B)la biografía de Torres Villarroel está llena de las enfermedades que padeció.
    C) Me ha encantado el artículo

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