jueves, 16 de abril de 2020

MORABETINOS LUPINOS




Evidentemente el título de este artículo es sumamente extraño y de no explicarse, resulta difícil sacar conclusiones sobre su significado.
El “morabetino” era una moneda de oro acuñada en Portugal durante los siglos XII y XIII, de semejante valor al maravedís español y al dinar árabe.
Lupinos hace referencia al rey musulmán de Al-Ándalus que puso en circulación una nueva moneda que por su valor y sobre todo por su estabilidad, alcanzó tal popularidad y prestigio que fue aceptada en toda Europa como principal moneda de cambio en todas las transacciones comerciales. Salvando las lógicas diferencias, podríamos aventurar que tuvo un comportamiento similar al del actual Euro.
Su historia es esta. Hacia 1125 nació en Peñíscola un musulmán de nombre tan largo como irrepetible, conocido popularmente como Muhammad Ibn Mardanish, entre los de su lengua y religión y por “El Rey Lobo”, entre los cristianos.
Mardanish pertenecía a una familia aristocrática muladí, de origen mozárabe, es decir, cristianos islamizados, de origen visigodo que abrazaban la religión de Alá con el fin de prosperar y medrar en los territorios dominados por los musulmanes en los que vivían y tenían sus posesiones. Muy posiblemente el nombre de Mardanish proceda del hispano romance “Martínez”.
Su padre fue gobernador de Fraga, en tierras aragonesas, durante la dominación de los almorávides y el joven Mardanish siguió la estela familiar de guerreros y militares, engrosando un ejército que mandaba un tío suyo.
Al descomponerse el imperio almorávide, por revueltas del destino y conjunción de hados de la suerte, Mardanish se convirtió en general de aquel pequeño ejército de su tío y usándolo con inteligencia y estrategia, se hizo con el poder de los reinos de Murcia y Valencia, ciudad esta última que lo proclamo emir. Sin embargo tuvo que ceder el poder en Murcia porque carecía de fuerzas para mantener tanto territorio.
Algún tiempo mas tarde y habiendo restablecido su potencial militar gracias a un fructífero matrimonio, Mardanish se hizo con el control de Xarq Al-Ándalus, es decir, todo el territorio oriental de la península, forzándose en mantenerlo gracias a la contratación de mercenarios de Castilla, Aragón y Cataluña que a pesar del enorme gasto que eso suponía, se hacía posible en razón a los acuerdos comerciales con las repúblicas italianas de Pisa y Génova, a la sazón las mas poderosas y de los que obtenía grandes ingresos.
Desde ese momento fija su residencia en Murcia e inicia la extensión de su reino, llegando hasta Jaén, Baza, Guadix, Écija y Carmona, incluso amenazó Córdoba años más tarde, cosa que no consiguió, aunque sí se apoderó brevemente de Granada.
En ese momento, año 1161, Mardanish es conocido entre los cristianos por “El rey Lobo”, siendo el único bastión que se enfrentaría a los impulsivos integristas almohades, una nueva secta religiosa ortodoxa que reclamaba mayor rigidez que la que habían observado los relajados almorávides.
El Rey Lobo convierte a su reino en un próspero territorio y su capital, “Mursiya”, en una ciudad floreciente y rica, fuertemente cercada por una muralla de quince metros de altura. Potencia la agricultura implementando el regadío y comercia con numerosos países a los que exporta productos de la región y sobre todo la típica cerámica dorada de la zona.

Mapa del reino de Mursiya con el Rey Lobo

Pero a pesar del esplendor y del agradecimiento de su pueblo por hacer frente a los almohades, en su reino se vivía en un régimen de terror. Mardanish era un rey cruel y despiadado y los mercenarios que formaban su ejército llevaban una vida licenciosa y desenfrenada, convirtiendo las ciudades en verdaderos infiernos, en los que la gente se recluía en sus casas, procurando salir a la calle lo menos posible, sobre todo en horas nocturnas.
Ese malestar que el pueblo iba sintiendo, hizo que gran parte viera a los almohades como sus posibles salvadores y ciudades como Lorca, abrieron sus puertas a los nuevos lideres religiosos y otros lugares como Almería, Játiva o Segorbe, gobernados por parientes del Rey Lobo, se sublevaron.
Esto propició que el ejército almohade pusiera cerco a la capital del reino, “Mursiya”, en el curso del cual devastaron totalmente sus huertas, arrasaron alquerías y aldeas y saquearon las fortificaciones que guardaban la ciudad, pero las magníficas murallas defensivas consiguieron detener el ataque y, exhausto el ejército almohade, hubo de retirarse.
Pero el régimen del Lobo estaba tocado de muerte y cuando su suegro, que lo había apoyado militarmente desde el principio, adoptó las doctrinas almohades y comenzó a colaborar con ellos, Mardanish sintió la traición en su propia carne.
A las defecciones antes mencionadas se unieron las de Lorca, Elche, Baza y Valencia, creando una situación difícil de contener y obligando al Rey Lobo a pactar con los almohades, pero una súbita y bienhechora muerte le ahorró el amargo trago de ceder ante sus enemigos.
Terminó aquí su particular odisea que le llevó de militar de fortuna a rey del más floreciente reino Taifa de Al-Ándalus, pero entre medias ocurrieron cosas muy importantes.
Mardanish fue cruel y despiadado, lascivo e inmoral, pero era una persona inteligente, culta, amante del arte y sobre todo sabedor de en qué bases se ha de apoyar el reino y que no es otra que la economía. Producir y vender, esa es la clave de su progreso.
Y tal esplendor económico alcanzó que las “cecas”, las fábricas de la moneda, de Valencia y Murcia empezaron a acuñar monedas de oro que fueron conocidas como “Morabetinos Lupinos”, cuyo significado quedó explicado y con las que inundó el mercado de toda la cuenca mediterránea e incluso llegó hasta Inglaterra, siendo comúnmente aceptada por su valor seguro en las transacciones mercantiles y todavía en el siglo XIV seguía siendo una moneda importante.
Eran unas monedas de pequeño tamaño y un peso aproximado de cuatro gramos, lo que las hacía muy manejables y fáciles de portar

Cara y cruz del Morabetino Lupino

Hay que tener en cuenta que desde la caída de los visigodos, en la península ningún reino cristiano acuñó moneda hasta muy avanzado el segundo milenio y mucho menos, moneda de oro.
Lo normal era la acuñación de las monedas de vellón que es una palabra que procede del francés “billón” que significa lingote y era una moneda al cincuenta por ciento de plata y cobre, de entre las que se hizo muy popular el “real de vellón”.
Los morabetinos llegaron pronto a Aragón y Castilla como pago de las mesnadas que el Rey Lobo reclutaba en aquellos reinos y de las parias que tenía que satisfacer a los reyes cristianos para que lo dejasen en paz.
El prestigio que alcanzó esta moneda fue tal que el rey castellano Alfonso VIII, que fue el primero en acuñar monedas de oro en la España cristiana, utilizó la ceca de Toledo y no solamente porque fueran buenas instalaciones y personal profesional, sino porque eran los únicos capaces de escribir en árabe, cosa que resultaba imprescindible para que la moneda, a la que se denominó “mizcales”, o “morabetinos alfonsíes” tuviera buena aceptación en todos los mercados, al asemejarse a los Lupinos.
Hasta qué punto tuvo importancia esta moneda que doscientos años después de la muerte de Mardanish, todavía se seguían utilizando en los reinos de la península y en toda la cuenca mediterránea.

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