jueves, 27 de agosto de 2020

UN PRESIDENTE "CAÑAILLA"

 


El éxito artístico de un genio del flamenco como fue “Camarón de la Isla”, ha hecho creer a muchos que por el nombre de ese crustáceo se dan a conocer los habitantes de Isla de León, antiguo nombre de San Fernando, pueblo donde vine a nacer hace ya unos años y ciudad natal del cantante.

Pero no, el crustáceo que lleva por apellido “de la Isla” es “la boca”; la pinza más grande de ese cangrejo que también se le conoce como violinista, que debidamente cocida y sazonada, es un manjar delicioso, hoy muy poco extendido y de un tamaño que nada tiene que ver con las que comíamos cuando yo era niño.

Pero tampoco la boca ha influido en la nomenclatura toponímica isleña porque esa cualidad se la debemos a otro producto del mar, esta vez un molusco marino, un caracol esbelto al que se conoce como “cañailla” y que es el seudónimo por el que nos identifican a los isleños o sanfernandinos en toda la zona de nuestro entorno, ya que este molusco es muy frecuente en los caños y esteros que conforman la geografía isleña.

 

El caracol conocido como “cañailla”

 

Pues bien, hecha esta introducción para explicar el sobrenombre de los nacidos en mi pueblo, voy a hablar ahora de uno de ellos; un hombre ilustrado, inteligente, organizativo, aventurero, mujeriego y espadachín que creó un estado independiente en los confines de la Amazonía Boliviana. Su nombre era Luis Gálvez Rodríguez de Arias y esta es su historia.

 Luis Gálvez nació en San Fernando (Cádiz) el 26 de enero de 1864, sexto hijo del matrimonio formado por José Gálvez, Juez Togado de la Armada y Juana Rodríguez de Arias, de familia muy vinculada con la marina, donde dos tíos suyos fueron almirantes de la Armada y uno de ellos ministro de Marina después de alzarse en Cádiz junto a Prim y Topete en la revolución del 68, llamada La Gloriosa.

Nuestro protagonista quería ser marino para seguir la saga familiar, pero las academias militares estaban cerradas por el elevado número de militares existentes en España en esos momento y como resultado de las continuas guerras.

Con el ascenso del familiar al Ministerio de Marina toda la familia experimentó un empuje y el padre de Luis fue trasladado a Madrid a un alto cargo y allí el joven empieza a estudiar Derecho, a la vez que se inicia en la vida nocturna de la capital, donde frecuenta muy buenas amistades, dada la posición social de la familia.

Accede por oposición al Banco de España y es destinado a San Sebastián, en donde pronto se mete en líos de faldas, del que resulta un duelo en el que hiere al hijo de un influyente político. En consecuencia y para evitar mayores escándalos, Luis es  trasladado a Ávila y luego a Vitoria, como interventor del Banco de España. Allí firma cheques sin fondo, para pagar deudas del juego y es expulsado de la Institución.

Su padre hizo frente a la estafa, pero Luis se vio en la necesidad de abandonar España, emigrando a la Argentina e instalándose en Buenos Aires, donde comienza a trabajar como corredor de bolsa.

 

Una de las pocas fotos que se conservan de Luis Gálvez

 

Nuevas aventuras de faldas, nuevos duelos y nueva tierra de por medio, para llegar a Río de Janeiro, donde se integra rápidamente en la colonia de españoles, con los que monta un negocio de frontones, llevando a los más famosos pelotaris vascos y navarros a los que conoce de su estancia en aquellas tierras y con los que obtiene importantes beneficios.

Restablecido el bolsillo, se embarca en otra aventura. Es el año 1898 y sube el río Amazonas hasta llegar a Manaos, donde encuentra colocación en varios empleos, entre ellos el de administrador del diario Comercio de Amazonas.

Casualidades del destino o predestinación, lo cierto es que en Manaos se encuentra con un gaditano de origen alemán, amigo de la infancia llamado Guillermo Uhtohff, diplomático expulsado de la carrera, que viaja con una expedición boliviana al recóndito territorio de Acre, perteneciente a Bolivia, pero realmente vinculado a Brasil, pues el casi la totalidad de la población es brasileña y dedicada al monocultivo del látex. El gobierno boliviano quiere hacer patente su soberanía en aquel territorio y crear una aduana que cobre impuestos sobre el caucho.

El látex es la savia de dos árboles llamados “Castilla elástica” y “Hevea brasilensis”, a los que se les hace unas incisiones por las que gotea la savia. Procesada esta savia se obtiene el preciado caucho.

Precisamente en el lenguaje de la zona la palabra caucho procede de “cauchuc”, “el árbol que llora” y lo hace con una resina que, antes de existir el petróleo y sus derivados, era usada en innumerable aplicaciones.

Pero sobre todo, el caucho alcanzó un tremendo valor cuando Dunlop, el inventor del neumático, lo usó en su invento, tras lo cual se asoció con Ford, para instalarlos en sus coches y la zona del mundo que más caucho producía era precisamente Acre.

Su amigo Guillermo, el alemán-gaditano le informa que Bolivia y Estados Unidos tienen un acuerdo secreto para la venta del territorio de Acre, a cambio de dinero y apoyo militar contra Brasil.

Como es natural, la noticia es una bomba que el administrador del Correo de Amazonas publica de inmediato y que causa un gran alboroto que llega a todos los confines de la inmensa zona de la amazonia.

Su gobernador, Ramalho Junior se pone de acuerdo con él para realizar una expedición que ocupe militarmente Acre, aunque Gálvez tiene la idea de que tras la ocupación hay que crear un estado independiente y frustrar su plan a Estados Unidos que recientemente nos había arrebatado Cuba y Filipinas y contra el que tenía cierta inquina.

 

En rojo, el territorio ocupado por la República de Acre

 

Camuflado con una compañía española de zarzuela va un cargamento de armas, municiones y herramientas para la explotación de látex, así como una veintena de aventureros, casi todos españoles que deambulaban por Manaos, con los que emprende la navegación del Amazonas, río arriba.

Tres semanas tarda en llegar al fondo de la amazonia, Acre, de donde expulsa a los pocos bolivianos que quedaban y conquistando a los patronos de las explotaciones, descontentos con el dominio de Bolivia, proclama la República independiente de Acre, el mismo día 14 de julio en el que los franceses habían proclamado la suya un siglo atrás, autoproclamándose presidente, impidiendo que el acuerdo de Bolivia y los Estados Unidos pudiera llevarse a efecto

Instalado en una barraca de madera, su palacio presidencial, se dedica a fabricar, de la nada, un estado moderno y es aquí donde demuestra su enorme inteligencia y su sentido político, administrativo, jurídico y diplomático.

Crea los ministerios de Justicia, Guerra, Hacienda, Educación…, crea una sanidad pública, escuelas, farmacias, un cuerpo de policía, otro de bomberos, un ejército y con todo y prácticamente solo, consigue poner en marcha un estado moderno que se preocupa del medio ambiente, de las políticas sociales y urbanísticas, emite sellos de correos y solicita el reconocimiento diplomático de su nuevo país y va colocando al frente de cada una de sus creaciones a la persona que considera más adecuada, pero no tuvo tiempo de ver alcanzado su deseo de ver a aquel país funcionar con independencia.

En diciembre de aquel año, Antonio de Sousa Braga, un patrono poderoso, lo depone por la fuerza del cargo de presidente, pero dos meses después, ante el deterioro que se está produciendo, el pueblo obliga a Sousa a devolver la presidencia a Gálvez, que convoca elecciones que no llegan a celebrarse, porque en el mes de abril, aparece por el río la lancha cañonera brasileña “Tocantins” con muy malas intenciones y Gálvez depone las armas sin luchar.

Se acabó aquí el sueño independentista, producido por una rendición quizás debida a que Gálvez, enfermo de paludismo, no se encontraba en condiciones físicas de enfrentarse a una cañonera, aunque toda la población estaba de su parte.

A duras penas regresó a Europa con la intención de recuperarse. En 1902 volvió a Buenos Aires y desde allí, con varios amigos argentinos se desplaza a Manaos llevando entre manos un negocio de importación de carne argentina, pero las autoridades brasileñas no se lo creen, lo detienen y lo encierran en un fuerte en el remoto norte del Amazonas, de donde consigue escapar a través de la Guayana Inglesa.

Desde entonces su vida es poco conocida; se sabe que estuvo en Cuba y regresa a Buenos Aires, donde permanece hasta 1935, cuando vuelve a España para morir a los pocos meses en Madrid, solo y sin blanca.

En el actual estado federal brasileño de Acre, al “cañailla” Luís Gálvez se le recuerda con cariño

Buena prueba es este monumento conmemorativo de su paso por aquellas tierras y del sueño independentista de un pueblo.

 


 

La controversia entre Bolivia y Brasil por el territorio de Acre se resolvió por el Tratado de Petrópolis de 1903, por el que el territorio pasó a formar parte de Brasil. Fueron casi doscientos mil kilómetros cuadrados por los que Brasil pagó dos millones de Libras Esterlinas y se comprometió a efectuar mejoras en el territorio.

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