Acabo de leer un libro interesantísimo sobre Cristóbal Colón, sus principios, su formación como navegante y sus cuatro viajes al Nuevo Continente.
Además de muy ilustrativo, es realmente ameno y mantiene una línea narrativa que engancha desde el primer momento.
El libro se titula “El éxito del error” y está escrito por el historiador José Luis Comellas, autor prolífico sobre temas de historia y de astronomía. Ya había leído varios de sus libros sobre historia y sobre los cambios climáticos, todas ellas muy ilustrativas y recomendables, pero esta última me ha apasionado desde el principio.
No es hacer una semblanza del libro, es solamente comentarlo por si alguien se siente atraído por su contenido y se decide a emprender su lectura, porque en sus páginas se esconden detalles importantísimos que han pasado desapercibidos para la gran mayoría, circunstancia por la que tiene cabida en este blog que trata de rescatar todo aquello que ha estado oculto al conocimiento.
Conociendo, como en el siglo XV y mucho antes, se conocía la redondez de la Tierra, no era descabellado pensar en llegar a oriente siguiendo la ruta de occidente y plantarse en Catay (China) o Cipango (Japón) en mucho menos tiempo del que se tardaría rodeando el continente africano, ruta que todavía en aquellos momentos era tremendamente desconocida.
Que Colón tenía noticias de que navegando al Oeste se encontraban unas tierras, no hay duda y ya fue tema de un artículo que escribí hace años, en donde relataba como a Madeira, donde Colón residía, llegó un barco en tan pésimas condiciones que todos sus tripulantes fallecieron, incluido su piloto que fue hospedado por Colón y al que antes de morir le relató su aventura. Ver mi artículo sobre el tema en este link: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2014/08/con-viento-solano.html.
Pero aún sabiéndolo y teniendo un mapa que había compuesto Toscanelli que el marino genovés no enseñaba a nadie y en el que se reflejaban las tierras al oeste y la supuesta forma de llegar a ellas, la aventura no desmerece nada y sobre todo, hace resaltar algunas circunstancias que lejos del descubrimiento de las nuevas tierras, según el profesor Comellas, son exclusivos descubrimientos de Colón para la astronomía y la navegación e incluso para la historia natural.
Uno de los muchos retratos de Cristóbal Colón
Lo primero es la cualidad extraordinaria de Colón para dibujar cartas náuticas y si Juan de la Cosa o Américo Vespucio han quedado en la historia como afamados cartógrafos, Colón también debería ocupar un lugar junto a ellos.
En segundo lugar es el Almirante la primera persona que navega y describe el famoso Mar de los Sargazos y eso lo reflejó en su diario de navegación con fecha 16 de septiembre de aquel año del descubrimiento, cuando dice que empezaron a ver muchas manadas de hierbas muy verdes, por lo que suponía que hacía muy poco que se habían desprendido de tierra, lo que le hacía suponer que se hallaban cerca de una isla. Pero unos días después, cuando siguen navegando entre aquel abundante follaje, empieza a comprender que se trata de algas.
Es posible que Colón no fuese el primero en navegar esos mares de algas, pero sí el primero en describirlo y anunciarlo. Hoy se sabe que el Mar de los Sargazos es una de las curiosidades del Atlántico que con forma de óvalo tiene cinco millones de kilómetros cuadrados, o sea, unas diez veces nuestra península.
A partir del día 13 de septiembre, Colón empezó a anotar en su diario de navegación un fenómeno que venía observando y no era otro que al anochecer, las agujas de las brújulas de las que se servía, apuntaban al noroeste y sin embargo a la mañana siguiente, se encontraban desviadas hacia el noreste, es decir, describían un arco no muy significativo, pero sí apreciable, entre el ocaso de un día y el amanecer del siguiente.
Al apreciar esta desviación es necesario aclarar que el almirante cotejaba los datos de su brújula con la Estrella Polar, que desde muchos siglos antes se conocía su particularidad de señalar siempre al norte.
Hasta ese momento, ningún navegante había observado y descrito ese fenómeno, pero Colón tomó buena nota y prosiguió con su observación.
Unos días después anotó en el Diario que los pilotos de las tres carabelas, advertidos de aquella circunstancia, hicieron una marcación del norte por la Polar y los tres observaron una buena desviación al noroeste y al volver a hacer la misma marcación en la amanecida, vieron que se había corregido la desviación.
Ese era un ritual náutico de aquellos tiempos en los que se navegaba más por intuición y con poco auxilio instrumental. Se le conocía como “la bendición del piloto”, porque éste se colocaba frente a la Rosa de los Vientos y con su brazo estirado apuntaba a la Polar y a continuación dejaba caer el brazo sobre la Rosa, comprobando que su aguja coincidía con el punto en el que su mano extendida la tocaba, si no era así procedía a realizar una maniobra que se llamaba “cebar la Rosa” y que consistía en girarla para hacer coincidir el norte.
La noticia de la desviación de la aguja magnética causó estupor entre los pilotos y pánico entre la marinería que interpretaba aquel fenómeno como presagio de algo muy grave que no sabrían controlar, por lo que empezaron a pedir el regreso de la expedición.
Pero la navegación siguió su rumbo hacia el oeste y cada día se comprobaba ese fenómeno que en el fondo está producido por lo que se llama “declinación magnética”, como consecuencia de que la aguja de la brújula señala al norte magnético, no al geográfico y cuanto más al oeste se desplace, mayor diferencia hay en el arco entre un punto y otro y fue Cristóbal Colón el que lo descubrió.
Pero al mismo tiempo había hecho otro descubrimiento también sorprendente y era que la Estrella Polar describía un círculo alrededor del polo celeste, tal como si fuera un reloj de agujas descentradas, que aunque funcione a la perfección, no dará horas exactas salvo en unos intervalos muy concretos.
Esta nueva circunstancia descubierta por el almirante era aun más sobrecogedora para hacerla comprender a la tripulación y por eso se la guardó, aunque lo anotó en su diario.
En efecto, se trataba del derrumbe de la Estrella Polar, tenida desde siglos como guía y norte de los navegantes y que ahora se cuestionaba su efectividad.
Estos tres hechos puestos en relieve por el almirante, por sí solos hubieran bastado para colocarlo en el pedestal de la notoriedad, aunque no hubiese descubierto un mundo nuevo, pero es que además de eso, él y sus tripulaciones tuvieron ocasión de descubrir, sobre todo en el cuarto y último viaje, a un animal sorprendente, al que el sentido del humor y la ironía bautizaron con el nombre de “La Broma”, quizás onomatopeya del nombre con el que los indígenas conocían al bichito.
Se trataba de un molusco, parecido a un gusano que se adhería a las maderas del casco y lo iban devorando poco a poco.
El gusano y estado en el que queda la madera
No fue estudiado ni clasificado hasta doscientos años más tarde de su descubrimiento por Colón que en 1503 reflejó en su diario que los cascos de sus naves parecían esponjas de tan agujereadas como estaban por efecto de aquellos gusanos al que habían puesto el nombre de La Broma y que aún lo conserva. Fue clasificado por Linneo que le puso el nombre de “Teredo Navalis”.
Este molusco vive en las aguas del Caribe, por lo que, antes de que las primeras naves españolas navegaran por aquellos mares, no se sabía de su existencia. En la actualidad no representa un gran peligro para la navegación porque pocos cascos de buque quedan construidos con madera pero en su tiempo hubo de optarse por recubrir con chapas de cobre la obra viva de las embarcaciones.
Joder con la "broma"...
ResponderEliminarInteressnte artículo que da a conocer aspectos desconocidos de personajes importantes. Muy ameno y lleva al lector a valorar mejor a Colón. Aparte, los gusanos esos comiéndose la madera.....
ResponderEliminarAl final la broma viene
ResponderEliminara ser una especie de carcoma. Homenaje a Colón que estos tiempos está siendo denostado por algunos fanáticos. Gracias Amigo
Al final la broma viene
ResponderEliminara ser una especie de carcoma. Homenaje a Colón que estos tiempos está siendo denostado por algunos fanáticos. Gracias Amigo