viernes, 8 de mayo de 2020

¡MÁS FEO QUE UN “ESCARQUE”!




Hace ya algún tiempo publiqué dos artículos dedicados a sendas palabras de uso muy corrientes en el castellano ordinario y cuyos significados y procedencia explicaba.
Una era “bicoca”, palabra que usamos con asiduidad para referirnos a una ganga, algo conseguido con poco esfuerzo y en el artículo explicaba la historia de la batalla que llevaba ese nombre que se correspondía con una pequeña ciudad del Milanesado, actualmente absorbida por la ciudad de Milán, de la que conforma un barrio periférico y lugar en donde tuvo lugar la batalla. (Puede consultarlo en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/que-es-una-bicoca_8489.html
La otra palabra era “bandarra”, muy usada, sobre todo en Cataluña, para definir a un individuo poco de fiar, un sinvergüenza. Bandarra fue un poeta portugués que escribió unos encendidos versos haciendo creer a los portugueses que su queridísimo rey Sebastián, fallecido en la batalla de Alcazarquivir, volvería a reinar en Portugal. (Puede consultarlo en este enlace: http://unalupasobrelahistoria.blogspot.com/2013/03/que-es-un-bandarra.html
Hoy traigo una tercera palabra tan usada en nuestra tierra como de desconocida ascendencia.
Se trata de la palabra “escarque” que usamos para referirnos a algo muy feo, a un individuo desastrado, a un lugar u objeto muy abandonado y deteriorado, pero que no encontraremos en ningún diccionario de la lengua española.
Sí se encuentra en los proyectos bien intencionados de recopilar palabras de uso corriente que hemos ido deformando con el paso de los años y de los siglos y que forman parte de nuestro acervo cultural, pero sin reflejo oficial. Si consultamos algunas páginas de Internet, como el Diccionario de Sanlúcar, el Palabrario de El Puerto, o el diccionario Andaluz Fítitu, encontraremos la palabra y lo que con ella se quiere significar, pero nada de su etimología, lo cual es completamente normal, tratándose estas obras de un producto de la recopilación popular.
Pero así como hay veces en las que buscas infructuosamente algo y desesperas de no hallarlo, en otras ocasiones te las encuentras sin buscarlo y cuando ya hacía meses que había desistido en la búsqueda de las raíces de la palabra, he aquí que leyendo un comunicado que nuestro insigne paisano Adolfo de Castro, hace a la Real Academia de la Historia, me encuentro de bruces con la palabra y su porqué.
El comunicado trata sobre las colonias de ciudadanos orientales en Cádiz, en los siglos XVII y XVIII y en él, el historiador, comenta que tanto en Cádiz como en muchas otras partes de Andalucía, desde niño había oído llamar escalque o escarque a una persona desastrada y de poco respeto, sin que, como nosotros, supiera su significado.
Pero muchos años después tuvo conocimiento de que la palabra “sharqui”, imagen, en árabe o algún dialecto de los países musulmanes de nuestro alrededor, como el cherja en el Rif, la zona montañosa del norte marroquí, significaba oriental, si bien no encontraba la razón de relacionar a oriental con desastrado.
Pero estamos ante Adolfo de Castro, un estudioso de la historia, autor de una Historia de Cádiz y su provincia, de muy agradable lectura, tanto por su ilustración como por la amenidad de la exposición, el cual no se conformó con el desconocimiento de la palabra que lo dejaba huérfano de conocimientos y comenzó a averiguar y a amontonar datos.
Así, averiguó que en los siglos antes mencionados llegaron a estas tierras andaluzas numerosas expediciones mercantiles de todo el arco mediterráneo, pero especialmente unas embajadas comerciales procedentes, del Mar Tirreno, donde se asentaban repúblicas que habían alcanzado gran prosperidad como Venecia, Amalfi, Ancona y sobre todo de la República de Ragusa, ciudad que se correspondería con la actual Dubrovnik, muchos de cuyos integrantes se asentaron en la ciudad de manera definitiva, abriendo sus negocios y engarzándose hasta el extremo de matrimoniar con mujeres de la zona.

Retrato de Adolfo de Castro

Estos mercaderes eran dálmatas en su mayoría, habitantes de la región llamada Dalmacia que entonces formaba un territorio conocido como República de Ragusa, en lo que hoy es Croacia, Montenegro y toda esa zona del Mar Adriático, que con Grecia y Roma había sido el reino de Iliria.
Al mismo tiempo, existían en Cádiz muchos esclavos moros y turcos, a los que se les prohibía transitar por las calles de la ciudad después de la oración, pues a favor de las sombras de la noche cometían toda clase de tropelías y muchos de los cuales se apoderaban de embarcaciones y marchaban a Marruecos, en donde se les garantizaba su libertad.
Las cosas fueron a peor aun con el toque de queda, hasta el extremo de que el Consejo de la ciudad mandó que fuesen estos esclavos internados para luego pasar a servir en galeras.
Sus dueños que buenos provechos sacaban con el trabajo gratuito de los esclavos, influyeron para que renunciasen de su religión y se convirtieran al cristianismo, pudiendo vivir como esclavos, pero sin la condena durísima a galeras que suponía una muerte segura.
Así, en solemne ocasión, el obispo de Cádiz bautizó a más de cien esclavos mahometanos, para lo que se dispuso de un tablado en la Plaza del Ayuntamiento.
En la misma ceremonia también casó a algunos de ellos que, pasando los años conseguían, su libertad, y sin conocer otra forma de vivir, quedaban en la ciudad o en sus pueblos limítrofes, por lo que desde muy antiguo hubo en Cádiz una importante colonia de turcos, católicos.
Por otro lado, comerciantes armenios dedicado al comercio de la seda, también se instalaron en Cádiz, como centro de distribución de su negocio a Europa y América.
Y también estos armenios se llegaron a integrar en la población, donde algunos alcanzaron notoriedad como un tal Jacobo Zúcar, de donde deriva la palabra “zuchiri” , con la que según Adolfo de Castro, se designaba en sus tiempos a una persona extraña.
Este individuo aportó los azulejos de la capilla del monasterio de Santa María en Cádiz, muchos de los cuales tienen inscripciones en armenio.
Otro ilustre personaje de nuevo asentamiento fue Juan Clat y Fragela, el cual tiene en Cádiz, a su nombre, una plaza en donde se ubican el famoso Teatro Falla y la Facultad de Medicina.
Demuestra el historiador que, efectivamente, hubo en Cádiz una importante colonia de orientales, unos, hombres de negocio, otros y en franca mayoría, esclavos, entre los que predominaban los que hablaban el idioma árabe.
Pase como probable que esa palabra, que no figura en ningún diccionario, pero que es de uso muy común, derive del árabe o alguno de sus dialectos o lenguas por ellos hablada y que “sharqui”, palabra con la que se indica la condición de oriental, se aplicara sobre todo a los esclavos, cuyo aspecto exterior podría corresponderse con lo que el vulgo describía con la palabra pues, evidentemente, los esclavos, en su aspecto exterior presentaban una imagen desastrada y poco atractiva.
No sé si esa será la verdadera etimología de la palabra que al ser una voz extranjera y muy localmente usada, no ha tenido trascendencia como para integrarse en el léxico general de España. Ignoro esto y otras cosas, pero he oído muchas veces esa palabra aplicada en el sentido que aquí se ha expresado, aunque siempre había creído que era un término marinero y se refería a una embarcación de muy fea pinta.

3 comentarios:


















  1. sharki existe como apellido en marruecos. Lo averigüé por un expediente sancionador aabierto a un comercio isleño

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  2. Palabra oculta por el tiempo y que ha visto la luz con este interesante relato. Enhorabuena.

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  3. Buen y desconocido pabro. Pero lo de fitutu siempre pensé que pertenecía al diccionario vivo de Chiclana. GIR.

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