jueves, 4 de junio de 2020

EL DISCO DE PHAISTOS




En julio de 1908, en unas excavaciones que se estaban llevando a cabo en la Isla de Creta, concretamente en las ruinas del palacio de Minos, en la antigua ciudad de Phaistos, el arqueólogo italiano Luigi Pernier, descubrió un tesoro de incalculable valor arqueológico.
Se trataba de un disco de arcilla cocida, grabado en las dos caras con una serie de símbolos jeroglíficos, cuyo descifrado no se ha conseguido hasta la fecha y está siendo muy costoso. Tiene dieciséis centímetros de diámetro y doce milímetros de grosor y sobre él estaban grabados doscientos cuarenta y dos signos, en ambas caras.
El disco presentaba unas características que lo hacían único. En primer lugar estaba perfectamente conservado, cosa ya de por sí extraña en las piezas de cerámica, cuya composición suele deteriorarse con el paso de los siglos; en segundo lugar sus grabados fueron hechos con sellos, es decir, la persona que realizó aquel trabajo utilizaba sellos con los que imprimía los símbolos jeroglíficos sobre arcilla blanda y que en el caso de este disco, fue cocida posteriormente, circunstancia que se conoce dada la similitud que presentan los diferentes símbolos. Eso supone que el artesano tenía un sello de cada uno de los símbolos que imprimía.
La sucesión de estos símbolos aparecen en espiral formando unos cuadrados, llamados cajas, en los que se insertan desde dos hasta siete símbolos. En una cara tiene 31 cajas y en la otra 30. Si cada una de las cajas es una palabra o una frase o pensamiento, el disco tiene 61 palabras en las que intervienen cuarenta y cinco signos distintos.

Ruina del palacio de Minos, donde se encontró el disco

Desde el primer momento, al disco se le dio carta de naturaleza, es decir, se tuvo por auténtico y como tal, en la actualidad está expuesto en el Museo de Heraklion, de la isla de Creta.
Al datarlo, por diversos procedimientos, pero no por el sistema más seguro del Carbono 14, se estimó que pertenecía a finales de la Edad del Bronce, es decir, unos mil ochocientos años antes de nuestra Era.
De ser esto así estaríamos ante el primer documento impreso del mundo, con otra salvedad muy importante y es que su sistema de confección sería muy similar al que utilizaban las primitivas imprentas cuya invención se atribuye a Gutenberg, pero que en realidad seiscientos años antes ya era utilizada por los chinos.
Por tanto estaríamos ante el documento impreso, más antiguo de cuantos se conocen.
La complejidad de la interpretación de este tesoro arqueológico es que a diferencia de los jeroglíficos egipcios, no se tiene un patrón para las traducciones, como es la famosa Piedra de Roseta. Por tanto, su contenido se esconde en el desconocimiento.
Han habido muchos arqueólogos, historiadores, paleógrafos, etc. que han intentado su traducción, e incluso se dice que recientemente ha sido, por fin, descifrado, pero no está tan claro.
Lo mismo que no están claras algunas circunstancias de muy especial consideración.
En primer lugar, en Creta se han encontrado multitud de restos de cerámica pertenecientes a la época de esplendor cretense, la civilización minoica, la primera civilización aparecida en Europa, sucesora de la egipcia y precedente de la helénica.
Esta civilización ocupa la franja temporal en la que está encajado el disco en cuestión, es decir final de la Edad del Bronce, pero ocurre que toda la cerámica encontrada era confeccionada con arcilla blanda, dejada a secar al aire, nunca horneada, proceso que le confiere unas características muy peculiares, como su resistencia y durabilidad. Algunas cerámicas halladas con síntomas de haber sido horneadas habían recibido el calor necesario en incendios que en la antigüedad eran muy frecuentes, no solo porque la forma de alumbrarse y de cocinar era el fuego, sino por la inflamabilidad de los materiales empleados en las construcciones.
Otra circunstancia que tiene alertados a los historiadores y arqueólogos, además de la magnífica conservación del disco es que sus bordes no son redondeados, como era la costumbre cretense, según todos los ejemplares encontrados, en este caso los bordes son rectos.
Esto hace que por muchos estudiosos se considere el disco como lo que se ha dado en denominar “OOPART” (out of place artifact), es decir, un objeto fuera de su lugar.
De la civilización minoica se tiene mucha información y los escritos y grabados hallados en las múltiples excavaciones llevadas a cabo en la isla, ha podido ser descifradas. Todas ellas corresponde a lo que se conoce como Lineal A y Lineal B, pero en ninguna tablilla de arcilla u otra forma de escritura se ha observado ninguna similitud con los grabados del disco, si bien unos diez signos podrían ser parecidos.
Esta circunstancia es muy descorazonadora y ha hecho suponer que el disco no pertenece a la cultura cretense, sino que fue traído de cualquier otro país como un objeto de ornato.

El demasiado perfecto disco de Phaistos


Entra dentro de lo posible porque, como ya se ha dicho, ninguna escritura cretense guarda con él relación alguna y es más, ni siquiera se conoce otra escritura que presente la forma de espiral.
En este sentido, cabe decir que tampoco se sabe si su lectura debería ser de dentro a fuera o al revés.
En 1934, en una gruta conocida como Arkalojori, en la ciudad cretense del mismo nombre, un arqueólogo griego encontró un hacha doble, de bronce y datada como del segundo milenio antes de nuestra Era.
Seguramente era un hacha empleada como ofrenda al Minotauro, figura central de la mitología cretense, el cual vivía en el famoso “Laberinto”, palabra que deriva del griego “labrix”, que precisamente quiere decir hacha. Dada su fragilidad, no se considera que fuese un arma de guerra o una herramienta de uso cotidiano y además, en la misma existen una serie de quince signos, lo que parece que quiere transmitir un mensaje, más que servir a una utilidad.
Alguno de estos signos guarda cierta similitud o más bien, parecido, con los símbolos del disco. Entre ellos el perfil de una cabeza humana que mira a la derecha, cuando en el disco aparece también una cabeza pero que mira justamente en sentido contrario.
Algunos estudiosos estiman que esa cabeza, por aparecer al principio de los grabado, indica la dirección en la que se debe efectuar la lectura.
Ni esa hacha ni el disco, ni de la conjunción entre ambos se ha podido deducir nada en claro y el escepticismo de muchos investigadores en la materia es alto, hasta el extremo de que algunos se decantan decididamente por el fraude.
Hay que tener muy en cuenta que los principios del siglo XX fue un momento esplendoroso de los descubrimientos arqueológicos y muchos de los implicados en la arqueología o conseguían su “descubrimiento” o se lo inventaban.
Así parece que ocurrió en el descubrimiento de las tablillas de Glozel, en Francia, cerca de la ciudad de Vichy, en donde un agricultor descubrió una cueva subterránea que contenía, además de muchos objetos, como urnas, vasos, hachas, unas tablillas escritas de más de cinco mil años, lo que pondría en duda lo que la ciencia ortodoxa asume como los orígenes de la escritura.
Otro tanto ocurre con las figurillas de Acámbaro, en Méjico que se encontraron por miles y en las que se aprecian figuras de lo que serían diversas especies de dinosaurios, lo que revolucionaría igualmente la ortodoxia, pues los humanos no convivieron con etas magníficas bestias.
Incluso nuestra Dama de Elche no está exenta de polémica, como ya reflejé hace años en un artículo que puedes consultar en este enlace :
Por tanto la autenticidad del disco de Phaistos está en el entredicho y ni siquiera una noticia aparecida hace varios años de que había sido descifrado, puede contribuir a aclarar sus orígenes.

No hay comentarios:

Publicar un comentario