lunes, 1 de abril de 2013

LA ORDEN DEL DRAGÓN

Publicado el 18 de diciembre de 2011




Desde hace ya unos años, tengo un teléfono móvil (celular, que dicen los americanos) en el que hay un juego con el que mi nieta se entretiene a veces. Se trata de una serpiente que repta por un campo lleno de frutas que va comiendo y aumentado de tamaño. La serpiente tiene la propiedad de devorarse la cola a sí misma disminuyendo su tamaño y restándose puntos, pero haciéndose a la vez, más ágil y dinámica.
La imagen de la serpiente siempre ha cautivado al hombre; tanto si siente repugnancia por los reptiles, como si no, lo cierto es que todas las civilizaciones tienen un punto de unión con estos reptiles.
Una serpiente fue la que tentó a Eva en el paraíso; una lengua bífida que engaña a las personas, pero también es signo de regeneración, venganza, sabiduría y ambivalencia.
Presente en el escudo del Estado de Méjico y presente en los emblemas de todas las farmacias, procede del rito iniciático referido al dios griego Hermes Trismegisto.
Pero yo no quería hablar de las serpientes, sino de un antiquísimo símbolo en el que se representa a una serpiente o un dragón, engullendo su propia cola, como en el juego que a mi nieta le encanta y formando un cuerpo de figura circular.
El símbolo se llama “Uróboro” y es la representación de la naturaleza cíclica de las cosas, la lucha y el esfuerzo eterno y también el retorno permanente, el comenzar nada más se acaba.


Representación medieval del Uróboro

Lo mismo que otros símbolos usados recientemente, como las cruces esvásticas, su concepto ha sido empleado en los últimos cuatro mil años simbolizando el tiempo y la continuidad de la vida. Es la representación del Sol que nace y muere cada día.
En nuestros tiempos, las referencias al uróboro son múltiples, en el cine y en la literatura y sobre todo en la moda de los tatuajes.
Confío que muchas de las personas que han decidido dibujarse una serpiente de forma circular en cualquier parte de su anatomía, desconozcan uno de los más macabros significados de ese, al parecer, inocente dibujo.
Porque además de los significados que se han expresado anteriormente, la más poderosa de las significaciones del símbolo es que con él se inicia una etapa histórica caracterizada por el salvajismo y la crueldad, además de dar comienzo a una leyenda que también la literatura y el cine, han aireado en los últimos años. Esta leyenda es la de los “no muertos” entre los que se encuentran los “vampiros” o los modernamente llamados “zombis”. Sin ese revestimiento de misterioso, sangriento y cruel, el cristianismo es el gran impulsor de todas las creencias que amparan la continuidad de la vida, idea que tampoco le es propia, pues religiones más antiguas ya proclamaban la vida tras la vida.
Pero aparte de ese matiz esotérico, la historia es capaz de presentarnos una visión mucho más mundana de ese símbolo cuando el que fuera Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, Segismundo de Luxemburgo, rey de Hungría, creó en el año 1408, la Orden del Dragón Invertido que inspirada en otras órdenes militares de muy buen resultado, tenía como principal misión derrotar a los turcos.
Verdad envuelta en unos hechos que se difuminan entre lo histórico y lo irreal.
En el siglo XIV vivió un personaje de lo más extraño y enigmático. Fue conocido como Abramelin el Mago y fue un “Elegido” al que la secta más antigua y hermética de Egipto le reveló sus secretos milenarios, entre los que se encontraba el de la inmortalidad. Eso es, al menos lo que de él se dice.
Segismundo era un hombre cruel y ambicioso que ansiaba el poder absoluto y que se había agenciado como consejero a Abramelín el Mago, con el que pasaba largas horas de estudio y que lo inició en los secretos que había recibido de Egipto: La Magia Póstuma. Fue también Abramelín quien le inspiró la creación de la Orden del Dragón y el que propuso su símbolo con todo lo que su significado conlleva.
El emperador estaba casado con Bárbara de Celje, conocida por sus desafueros sexuales como la Mesalina germana, la cual se convirtió en una musa para la incipiente Orden. Pero quiso el destino que muriese muy joven, dejando a su esposo sumido en la más absoluta de las pesadumbres, hasta el extremo de que, no resignarse con su destino, le pidió a Abramelín que le devolviera la vida.
El mago le confesó que solamente una vez había realizado aquella práctica y que en cualquier su conjuro caso no podría durar más de siete años.
La historia es poco creíble, pero lo cierto es que Bárbara de Celje fue enterrada dos veces, la primera en Hungría y la segunda en Croacia, en donde continúa su tumba en una zona en donde, por cierto, se han dado muchos casos de vampirismo.
Dicen, los que han profundizado en esta historia que Abramelín consultaba constantemente un antiguo grimorio, en el que se contenía toda la sabiduría necesaria para hacer una conexión con otras dimensiones.
Grimorio es el nombre genérico que se da a un libro de magia de los que se publicaron durante la Edad Media y hasta el siglo XVIII. El librito se titulaba “El Grimorio de Armadel”, libro extraño que estuvo desaparecido durante siglos y hallado por pura casualidad en una biblioteca de Venecia, por un tal Samuel Liddel “MacGregor” Mathers, que se lo llevó y publicó posteriormente.
Este personaje es un visionario que dice tener poderes mágicos con los que es capaz de comunicarse con los que han atravesado la frontera de la vida y en unión de otros, entre los que se encontraba Bram Stocker, el creador del mito de Drácula, fundaron una sociedad hermética, tan del gusto de finales del siglo XIX principios del XX que se llamó Orden Hermética del Alba Dorada, una orden que aún hoy tiene algunos seguidores.
Pero lo que ninguno de los supuestos magos, ni herméticos, ni gurús de todas estas sectas dijo nunca y jamás reconocieron es que todos los ritos que se hicieron en todos los tiempos y que tenían como finalidad pactar con el diablo para conseguir riquezas, vida eterna y otras cosas por el estilo, eran tratos que se firmaban con sangre. Sangre que significaba la regeneración y a través de la cual se podía llegar a vencer a la muerte.
Esa sangre que desde Bram Stoker queda asociada al ritual del vampirismo, con la que el vampiro adquiere la vida eterna, contagiando a otras personas en su largo y sangriento peregrinar.
Curiosamente Stoker era uno de los asiduos visitantes de las bibliotecas y museos venecianos y también curiosamente se inspiró en uno de los príncipes rumanos firmantes de la Orden del Dragón Invertido.
A poco de haberse creado esta Orden, muere el regidor de Valaquia, territorio que actualmente forma parte de Rumanía, concretamente la mayor parte de la zona sur, la que limita con Bulgaria. Este regidor era un aristócrata llamado Mircea Cel Batrim, El Viejo, al que sucede su hijo Vlad II que en 1431 es armado Caballero de la Orden del Dragón Invertido, realizando un juramento de vasallaje ante el Emperador Segismundo en Budapest. A partir de ese momento gobernará como Vlad Dracul, es decir, Vlad el Dragón, aunque también se puede traducir como El Demonio.
Un hijo de este, al que se conoce como Vlad III Draculea, es decir, hijo del Dragón, es un personaje sanguinario que si bien consiguió grandes progresos en relación a la presión que los turcos ejercían en todas sus fronteras, pasó a la historia por su tremenda crueldad, siendo conocido como Vlad Teples, o El Empalador, pues su forma de tormento favorita era empalar a sus víctimas introduciéndoles un palo afilado por el ano hasta que los atravesaba totalmente. Los dos adoptaron la figura de un dragón para sus estandartes y con ella causaron pavor entre sus enemigos.
Este es el que al parecer se inspira Stoker para crear su personaje Drácula.
Lord Byron, mucho antes de que Stoker pensara en su creación literaria, ya era consumado visitante de la Isla de San Lázaro, en Venecia, en donde ocurrían cosas inexplicables y que han dejado a la ciudad marcada en esa faz esotérica, sectaria y hermética.
El lado mágico de Venecia no es novedad para nadie. Plagada de palacios que conocieron tiempos de verdadero esplendor, la ciudad de los canales ofrece una faz misteriosa en muchas de aquellas construcciones como el palacio Ca’Dario, rodeado de un halo de misterio y en el que han sucedido muertes tan extrañas y trágicas que hacen imposible su actual venta.
Desde su primer inquilino, Giovanni Dario, que lo inauguró en 1487 y murió de angustia al saberse completamente arruinado, hasta el último, Raúl Giardini que se suicidó en 1993al verse envuelto en el escándalo denunciado por el grupo anticorrupción “Mani Pulite”, creado por Antonio di Pietro, casi todos sus propietarios han muerto de manera violenta y muchos, además, misteriosa, hasta el extremo que en la ciudad se conoce el palacio como “La casa que mata”.
Pero a pesar de todo esto que narro, yo soy escéptico por naturaleza y en lo que se refiere a la vida tras la muerte, no me creo nada. Mucho menos cuando toda esta literatura a la que nos hemos estado refiriendo tiene su base en supuestos pactos con el demonio, criatura que llega a nosotros como inventada por la Iglesia Católica, por cierto nada original y que no tenía más finalidad que poner el contrapunto del mal a la bondad de su apostolado. Es más, hace ya algunos años, la Iglesia reconoció que la figura del Infierno y la de Satanás, tantas veces mencionados en las Escrituras, no existían.
No ha sido fácil encontrar el libro que sobre la Magia Póstuma, como así la denominaban Abramelín y los herméticos, consultaba constantemente y que contiene, siempre según las claves esotéricas, todos los ingredientes para realizar los conjuros necesarios para obtener todas aquellas ventajas a las que antes me he referido: vida después de la muerte, amor de una mujer, riqueza, etc., pero actualmente se encuentra todo y a través de Internet, conseguí una editorial que me lo serviría en pocas fechas. Como el precio me pareció asequible y me apetecía poseer un libro en donde iba a encontrar las claves para conocer el lado práctico del ritual mágico y los Sellos secretos del rey Salomón –así se anunciaba-, lo pedí y me lo enviaron.
Algo tiene el agua cuando la bendicen, reza un antiguo dicho cristiano y algo debe tener todo ese mundo de la magia cuando a lo largo de la historia tantas y tantas gentes haya creído en ella, pero lo cierto es que leyendo opúsculos como éste, es difícil creer que alguien se pueda dejar llevar por un apasionado fervor. La infantilidad de su contenido sorprende a cualquier lector y más parece un breviario católico.
Pretender que con la invocación de los ángeles y arcángeles, con la utilización de sellos o con un ritual de oraciones se va a conseguir algo más que perder el tiempo es de una inocencia que asusta.
Por otro lado, apostar a que esa magia hermética, esotérica, nos viene transmitida de la más remota antigüedad, es querer asegurar que el hombre, en vez de avanzar en el conocimiento, como todo parece indicar, ha ido regresando y cuando hace miles de años, sin apoyo de ciencia de ninguna clase era capaz de traspasar la frontera de la muerte y regresar a la vida, ahora, con toda la tecnología a su favor, no es capaz de hacerlo.
Para el lector que desee comprobar cuanto he relatado, se lo voy a poner fácil porque después de mucho buscar, encontré en Internet una página en la que se puede descargar el libro completo. Solamente tienen que teclear este enlace:


Portada del libro

Cada cual que saque sus propias conclusiones, la mía es que tenemos tanto miedo a morir que cualquier cosa nos parece bien para hacernos a la idea de que vamos a poderle a la vieja de la guadaña.

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