lunes, 1 de abril de 2013

¿QUIÉN FUE JAMES BARRY?

Publicado el 29 de enero de 2012




Hace unos días, mientras escribía un artículo sobre los Dientes de Waterloo, me tropecé con una historia que me pareció tener aristas interesantes y por eso, en cuanto he tenido tiempo me he puesto a investigar hasta llegar a completar lo que se podría calificar entre la realidad y la especulación.
En la batalla de Waterloo, el ejército británico contaba con un médico que llegaría a alcanzar fama mundial por diversas razones.
Este médico se llamaba James Barry y había nacido en Edimburgo alrededor de 1799. Poco se sabe de su familia, pero se conoce que desde muy pequeño demostró un alto interés por la medicina y en cuanto tuvo la edad apropiada, en aquel tiempo muy escasos años, ingresó en la Escuela de Medicina de Edimburgo en donde se matriculó en 1809, graduándose en 1812.
Significa esto que el joven Barry no tendría más de catorce años cuando ya era médico y, un año más tarde trabajaba como asistente en el hospital militar de su ciudad. Ingresó como cirujano en el ejército británico y acompañó a las tropas en la famosa batalla.
Posteriormente desarrolló su trabajo en las Colonias Británicas y sirvió como cirujano militar en la India y en Sudáfrica.
Aproximadamente en 1816 llegó a Ciudad del Cabo, la capital de la Colonia y una casualidad propiciada por la falta de profesionales titulados en medicina, hace que se le nombre Inspector Médico de la Colonia que en aquella época ocupaba todo el cono sur de África.
En aquel país, atenazado por la sed y el hambre, el doctor Barry se esfuerza no solamente en mejorar las condiciones sanitarias de los soldados, sino de toda la población nativa, cuyas condiciones de vida, piensa él que son responsabilidad de la Corona Británica. Por eso se entrega y trabaja sin descanso en la mejora de los suministros de agua potable, pues ya se sabía que las aguas infectas eran la fuente principal de las mayores epidemias que conocía el continente y en esta tarea, en la que puso mucho empeño, se ocupó durante algún tiempo, pero sin olvidar la práctica de la medicina y el cuidado de los enfermos.
En aquellos años y en los países sin desarrollar, diversas circunstancias higiénico-sanitarias hacía posible la expansión de una terrible enfermedad: la lepra. A los enfermos de lepra se los recluía en los lazaretos dejándolos morir poco a poco. En algunos países no existían leproserías y eso ocurría en Sudáfrica, en donde el doctor Barry luchó, hasta llegar a enfrentarse en duelo a un opositor a que se construyera un lazareto en Ciudad del Cabo.
Curiosamente y como ocurriría casi siglo y medio más tarde, se produce en Sudáfrica un acontecimiento médico por primera vez en la historia. Hasta aquel momento, la práctica de la cesárea era una técnica que los cirujanos conocían perfectamente, pero se consideraba tan agresiva que solamente se practicaba cuando la madre gestante había fallecido o estaba a punto de hacerlo. Eso suponía llevar poco cuidado con las lesiones que se pudieran practicar a la madre y todo estaba enfocado en salvar el feto, cosa que en muchos casos se conseguía.
Pues bien, el doctor Barry, fue el primer cirujano de la historia, del que se tiene noticia que practicó una cesárea consiguiendo que la madre y el hijo sobrevivieran a la operación.
El hecho no está muy bien documentado y es más que posible que se tratase de una mujer de raza negra, seguramente joven y fuerte a la que se le presentó un parto complicado. En honor al doctor que había salvado la vida de su hijo, la madre le puso su nombre, habiendo constancia que su apellido era Munnik.
El otro acontecimiento médico de gran trascendencia registrado en Sudáfrica fue el primer trasplante de corazón, llevado a cabo en la década de los sesenta por el doctor Christiann Bernard.
Tras su estancia en el sur de África, el año 1828, el doctor Barry pasó por Trinidad Tobago, Isla Mauricio y Santa Helena, donde Napoleón había sufrido destierro hasta su muerte. Posteriormente fue destinado a Malta, como General Inspector de Hospitales y más tarde pasó por Canadá y Jamaica.
En el año 1845, el doctor Barry contrajo la fiebre amarilla, causando baja por enfermedad y trasladándose a Inglaterra con la finalidad de curarse.
Regresó a Malta al año siguiente y tras algunas dificultades con el clero local, fue destinado a Corfú, en Grecia, con el mismo rango y luego, en 1857 lo destinaron a Canadá, en donde, al igual que en Sudáfrica, encontró problemas relacionados con la alimentación y con la misma y terrible enfermedad de la lepra.
Se retiró del servicio activo en 1864, en contra de su voluntad, pero considerablemente enfermo, pues el 25 de julio de 1865, moría víctima de disentería.
Y al producirse su muerte es cuando realmente esta persona alcanza la dudosa fama que después lo coronaría.
La primera circunstancia realmente sorprendente es que en una carta que entrega a su cuidadora, la enfermera Sofía Bishop, para que sea leída después de su muerte, manifiesta su voluntad de que lo entierren tal como se encuentra en ese momento, sin desnudarlo, lavar el cadáver, amortajarlo o aplicarle cualquiera otra de las prácticas habituales, circunstancia que sorprenden a la enfermera que de inmediato consulta con el médico que atendía a Barry en sus últimos días, el cual también se sorprende y decide no hacer caso del mandato de la carta y proceder como era habitual.
Y al desnudarlo se descubre que no era un hombre. Era una mujer perfectamente formada y sin ningún signo evidente de que hubiera defecto físico que indujera a confusión.
Como es natural y al tratarse de un alto cargo del ejército británico se formó un gran revuelo que fue zanjado por las autoridades militares, permitiendo que se enterrase con el nombre con el que se le había reconocido en la milicia y con la categoría militar que había alcanzado y así figura en su tumba del cementerio londinense de Kensal Greenr, como se muestra en la fotografía.

Lápida en la tumba de Barry

De inmediato se desató la especulación e incluso la investigación sobre las causas y las circunstancias por las que aquella mujer había vivido como un hombre, con una dilatada vida profesional en el ejército y sin que nunca hubiera existido sospecha alguna sobre su verdadera condición. Fruto de las investigaciones realizadas, se sabe que James Barry nació en Irlanda en 1789 con sexo mujer, de nombre Margaret e hija del matrimonio formado por Jeremías Bulkley y su esposa Mary Ann Barry, hermana del famoso pintor irlandés James Barry, profesor de arte de la Academia Real de Londres. Jeremías terminó en prisión y los hermanos de Mary Ann no podían ayudarles económicamente.
Se ignora la razón por la que embarcaron hacia Edimburgo, a donde llegaron adoptada ya la identidad de James Barry, por parte de Margaret.
Allí se matricula en la escuela de Medicina y el resto de la historia ya es conocida.
De igual forma en que Catalina Erauso, la Monja Alférez, suplantó una identidad masculina, o Concepción Arenal se vestía de hombre para poder estudiar derecho, Margaret Bulkley se hizo pasar por hombre para poder cursar estudios de medicina, entonces totalmente vedados a la mujer del Reino Unido, pero lo sorprendente es que luego se hiciese militar y así terminase sus días, sin descubrir jamás su verdadero sexo.
Como suele ocurrir en casos similares, tras su muerte no faltaron los que se jactaban de haber intuido la verdadera identidad del doctor e incluso alguno manifestó conocer la existencia de un embarazo, posiblemente fruto de un romance surgido entre Margaret y Lord Charles Somerset, mientras se encontraban en Ciudad del Cabo, pero esa es una circunstancia que no está adverada.
Se dice que para ocultar sus rasgos físicos usaba vestimentas muy amplias y para disimular la finura de su cutis, o la de su voz, había empezado por quitarse años, lo que puede justificar que con doce terminara la licenciatura. Se conservan algunos retratos del doctor, pero de escasa calidad, en donde no se pueden estudiar sus rasgos de manera adecuada.

Retrato de James Barry

Lo cierto es que como persona, supo ser eficaz en su trabajo, discreta en su vida y buen profesional. No se le conocen escándalos de ninguna clase, salvo los que llegó a protagonizar defendiendo fervientemente la causa médica. Era vegetariana y abstemia y los que trabajaron con ella lo definían como de trato muy humano con los pacientes y sobre todo un dato muy significativo que es la elevada tasa de recuperación de soldados heridos en las diferentes guerras en las que intervino como cirujano militar.
Este hecho es innegable pues figura en las tablas de control que el ejército británico llevaba de cada una de sus actividades.
Unos meses después de la muerte de Margaret, concretamente el 25 de septiembre de aquel año, se licenciaba la primera mujer médico de Gran Bretaña, Elizabeth Garret, de casada Anderson, cuya historia, como la de muchas otras mujeres es realmente apasionante, pues para conseguir licenciarse hubo de emplear estratagemas de todo tipo, como estudiar la carrera en Francia y presentarse al examen de licenciatura a través del colegio de boticarios. Los británicos se negaron a registrar el título que había obtenido legalmente, pero eso no le impidió ejercer la medicina
Tras una vida llena de actividad profesional y política, acabó retirándose a un pueblo de la costa, en donde ejerció tanta influencia que terminó por convertirse en la primera mujer alcalde de Inglaterra.
Dos veces llegó la primera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario