Publicado el 6 de junio de 2010
Ya lo dije en un artículo que
publiqué tiempo atrás y podría parecer que no volvería sobre lo
mismo, pero resulta que es este un tema que se me presenta
recurrente, a la vez que apasionante.
Si Jesús nació en Belén,
cómo es posible que se le conozca como a Jesús
de Nazaret, o El
Nazareno.
Esta cuestión, pasada de soslayo por
la ortodoxia católica, es de suma importancia para consolidar los
pilares en los que se ha cimentado una religión tan importante como
la Cristiana por el largo espacio de veinte siglos y es que a nadie
ha interesado deshacer un equívoco cometido por quienes escribieron
los evangelios, muchos años después de que los hechos hubieran
ocurrido y con la finalidad de hacer coincidir lo ocurrido con lo
revelado por los profetas. Así, es posible que Nazaret,
la ciudad en la que Jesús vivió y creció, ni siquiera existiera en
el siglo primero de nuestra Era.
Imagino que dicho de modo tan tajante,
sonará a herejía y por eso propongo, para no ser yo quien pueda
pasar por el descreído en el que hace tiempo me convertí, que
hagamos algún ejercicio de reflexión y estudio y luego que cada
cual saque sus propias conclusiones.
Sé que al proponerlo me arriesgo a
que alguien diga que los supuestos en los que nos vamos a basar son
perversos y que la historia es otra; pues entonces, con toda
humildad, propongo que quien así lo crea, y para sí mismo,
argumente en contra.
Lo primero que vamos a hacer es
revisar qué dicen los propios judíos sobre la ciudad de Nazaret
y servirá de referencia la más importante obra enciclopédica sobre
el pueblo de Israel
Yo no he estudiado la Enciclopedia
Judáica, siquiera he
leído mínimas partes de ese compendio, publicado a principio del
siglo XX y que contiene más de una docena de tomos y quince mil
artículos sobre la Historia de Israel, pero estudiosos que lo han
hecho han podido comprobar que en esa documentada obra se lee que la
primera mención que en la historia se hace de la palabra Nazaret,
sin saberse muy bien a qué se refiere, es posterior al siglo III de
nuestra Era, y parece que se trata de un enterramiento, no de una
ciudad.
Otro ejercicio y éste aún más
contundente, es examinar el diccionario de términos bíblicos que,
referido al Antiguo Testamento, no hace ni una sola alusión a la
palabra Nazaret.
Ampliando el espectro hacia el Nuevo
Testamento, tampoco aparece en Los Hechos de los Apóstolos, ni en
ninguna epístola, ni en el Apocalipsis; y para colmo, el más
importante historiador judío de la época, Josef bar Mattiyahu,
conocido como Flavio
Josefo, autor de las
importantes obras de consulta: Antigüedades
Judías y La
Guerra de los Judíos,
no menciona ninguna ciudad conocida como Nazaret.
El Libro de Josué, en su capítulo
19, versículos 10 al 16, relaciona las doce ciudades y aldeas de la
zona en que se debería encontrar Nazaret,
pero esta ciudad no aparece en la mencionada relación.
En el Talmud de Jerusalén, que los
judíos consideran la fuente de la tradición oral, se recogen
sesenta y tres ciudades y poblaciones de Galilea, pero no se menciona
en ningún momento a Nazaret.
Solamente los Evangelios Sinópticos
mencionan la ciudad.
Que hoy existe Nazaret es algo de lo que no cabe duda de ninguna clase, basta mirar un mapa
de la zona, pero saber desde cuándo existe, es ya más complicado.
Es fácil engañar a la historia,
basta con que alguien escriba algo que no se ajuste a la realidad, se
equivoque al escribirlo, o que alguien, tiempo después, se equivoque
al traducirlo a otro idioma. De ahí puede nacer un error como el que
a mi entender ocurre en este caso, pero ya es más difícil engañar
a la arqueología, que a día de hoy se ha convertido en una ciencia
casi exacta.
Nazaret
está al norte de Israel, entre la costa del Mar Mediterráneo y el
Mar de Galilea, llamado también Mar de Tiberiades o Lago de
Genesaret y en la actualidad es una ciudad con amplia mayoría de
población musulmana que ronda los sesenta mil habitantes.
Según los restos arqueológicos
hallados en las excavaciones efectuadas, hay estratos que se han
datado en la Edad del Hierro, dada la tecnología y formas de vida
apreciada en los estratos clasificados. En aquella época Nazaret
sería una aldea de pocas familias que vivían al pie de las montañas
de la zona, en viviendas construidas mitad con obra de albañilería,
mitad excavadas como grutas en la propia montaña.
Como saben los que estudian la
historia, fechar un yacimiento en referencia a una de las tres edades
de los metales, es dato muy elástico, pues la evolución de las
culturas no tuvo el mismo momento histórico ni la misma duración.
Para centrar entonces la época a que nos estamos refiriendo, es
necesario saber cuando empezó la Edad del Hierro en el Próximo
Oriente y que para toda la zona debió ser por el siglo VIII antes de
nuestra Era y acabó con la hegemonía de Grecia, primero y Roma
definitivamente, después.
Por tanto, entre esas fechas, Nazaret
no era nada más que lo que se ha mencionado anteriormente, un mísero
asentamiento que ni por asomo puede llegar a tener la consideración
de ciudad.
Jonathan L. Reed, uno de los mayores
especialistas en arqueología palestina y un eminente profesor de
religión en la universidad californiana de La Verne, escribió en
uno de sus textos, denominado El
Jesús de Galilea. Aportaciones desde la Arqueología:
.”Lo
más llamativo de Nazareth es justamente lo que no se ha encontrado.
No hay rastro de construcciones públicas del período romano
temprano. No hay mármoles, no hay mosaicos ni pinturas de la etapa
anterior al período postconstantiniano. (.) En las excavaciones de
los franciscanos aparecen pocas monedas, ninguna de Nazareth.”
Estas excavaciones franciscanas
tuvieron lugar entre 1955 y 1960 y fueron dirigidas por el padre
Bellarmino Bagatti que concluyó diciendo que en siglo primero,
Nazaret
fue una pequeña aldea habitada por una docena de familias. Y si es
así, ¿dónde estaba la sinagoga en la que Jesús consiguió
provocar la ira de los asistentes? ¿Y dónde el monte que Lucas
relata más adelante al que llevaron a Jesús con intención de
despeñarle?
Lo describe en su Evangelio, capítulo
4, versículo 16: “Y vino Jesús a Nazaret,
donde había sido criado; y entró conforme a su costumbre, el día
del sábado en la sinagoga y se levantó a leer”.
Y más adelante narra cómo los
concurrentes se preguntaban entre ellos: ¿No es éste el hijo de
José?
La actual Nazaret está en un valle y
no hay en sus alrededores ninguna cima desde la que despeñar a
nadie, estando el monte más cercano a unos cuatro kilómetros.
Entre todas las excavaciones de
Nazaret
se han encontrado trece esqueletos con utensilios funerarios en una
cueva, pertenecientes al Paleolítico. Tumbas con restos de cerámica
de la Edad del Bronce. Lo mismo de la Edad del Hierro. Nada de nada
del período babilónico y persa, ni de la dominación de los
asmoneos
ni de la época de influencia griega. Tumbas con lámparas de aceite
del período romano que comprende desde el 37 antes de nuestra era al
324.
De lo hallado se deduce que Nazaret
era una ciudad funeraria y dada la costumbre judía, es muy difícil
que nadie viviera junto a las tumbas de sus fallecidos ya que el
cadáver de una persona o animal era y es considerado por la
religión, como el súmmum de la impureza. Baste recordar que para
retirar el cuerpo de Jesús de la cruz, hubieron de solicitar
permiso, pues al día siguiente era la festividad judía y en ese día
no se podía manipular un cadáver.
Excavación
franciscana en Nazaret
En fin, que todo hace suponer que
dicha ciudad no existió hasta mucho tiempo después, cuando la madre
de Constantino el Grande, Santa
Elena, convertida al
cristianismo durante el reinado de su hijo, peregrinó a Tierra
Santa, en donde entre otras muchas cosas hizo destruir el templo de
Venus, construido por el emperador Adriano en el Gólgota, mismo
lugar en el que se fija la crucifixión de Jesús, para excavar bajo
sus cimientos en busca de la Verdadera
Cruz en la que fue
ejecutado. Dice la tradición que encontraron tres cruces y al no
saber cual era la de Jesús, las colocaron en el suelo y tendieron
sobre ellas el cadáver de un hombre que al depositarse sobre la cruz
verdadera, volvió a la vida.
Santa Elena
quiso ver todos los lugares en los que se había desarrollado la vida
de Jesucristo y por no defraudar a tan señalada turista, le
mostraron el portal de Belén, los clavos y la corona de espinas y la
ciudad de Nazaret,
porque en la traducción que se había hecho de los evangelios, Santa
Elena había leído que Jesús era llamado el Nazareno, como
gentilicio de su lugar de procedencia.
Pero la verdad es otra muy distinta y
para buscarla es necesario comenzar con otro recorrido. Esta vez
vamos a partir de la primera vez que en La Biblia se menciona la
palabra “nazareo” y
la encontramos en el Capítulo 13, versículo 7 del Libro
de los Jueces.
Se cuenta en este capítulo una
Anunciación muy similar a la que siglos después tendría lugar con
María, la Madre de Dios. El ángel de Jehová
se aparece a la esposa de un hombre llamado Manoa,
la cual es estéril y le dice que quedará embarazada así que desde
ese momento no puede beber vino, ni sidra, ni comer cosa inmunda ni
que una navaja pase sobre su cabeza, porque el hijo que va a nacer
será “Nazareo a Dios
desde el vientre” y
él comenzará a salvar a Israel de manos de los filisteos. Y el
ángel de Jehová,
repite al marido la misma consigna acerca de lo que ambos deben
preservarse y, pasado el tiempo, aquella mujer parió un hijo al que
puso de nombre Samson.
Es muy curioso que después, otro
“salvador”, esta vez del yugo romano, nazca por el mismo
procedimiento y a éste, se le llame El
Nazareno, dándose a
entender de que procedía de aquella ciudad.
¿Y de dónde parte el error? Pues del
primero de los Evangelios llamados Sinópticos, atribuido
supuestamente a San Mateo que en su capítulo 2, versículo 23 dice:
“Y vino a morar a una
ciudad llamada Nazareth; para que se cumpliese lo que fue dicho por
los profetas que había de ser llamado Nazareno”.
Pero todo se debe a un error de bulto
de quien escribiera el Evangelio, aunque fuera San Mateo, que
transmite la idea de Nazareno como gentilicio asociado al nombre de
una persona, cuando en realidad, la fuente en la que debió haber
bebido y que no puede ser otra que La Biblia, emplea los términos
Nazareos,
o Nazoreanos,
para describir a unas personas que hicieron unos votos entre los que
se encontraban la prohibición de beber cualquier bebida alcohólica,
comer lo que en la dieta judía se conoce como alimentos “Kósher”
y que no son otros que los que se describen en el Levítico, capítulo
11. Son alimentos permitidos los de los animales que tienen pezuña
hendida y rumian, aunque se excluye al camello al que se tendrá por
inmundo. Luego sigue con la liebre, el conejo y por supuesto, el
cerdo. De los productos del mar, solo los que tienen aletas y escamas
pueden ser comidos y por eso los judíos no comen gambas ni
langostinos, ni ostras ni muchas otras de las exquisiteces que nos
ofrece el mar o los ríos.
Sin duda Juan
el Bautista fue un
nazoreano
y es posible que a Jesús también se le definiera así, aunque
evidentemente no lo era, pues no despreciaba el vino, como puede
verse en su primer milagro en las bodas de Canaán, o cuando
santifica con pan y con vino la última cena que celebra con sus
apóstoles y desde la que se instituye el ritual de la Santa Misa.
Me habias preocupado con el titulo, porque creia que dudabas del nacimiento de Jesus en Belen, cosa mucho mas grave, entiendo yo, que lo de Nazaret.
ResponderEliminarReferente a tu articulo, siento discrepar y por las mismas razones que indicas. Primero, en San Juan 1:45, Felipe le dice a Natanael, que Jesus de Nazaret es el mesias, y este contesta: ¿De Nazaret puede salir algo bueno?, con lo que se indica lo diminuto y pobre que debia ser, coincidente con la personalidad del Dios hecho hombre, que nacio en un pesebre, vivio en una aldea miserable y murio en la cruz.
Referente a la sinagoga, los judios no tiene templos como los cristianos, si hacemos excepcion del Templo de Salomon, que era para ellos la autentica, y unica casa de Dios. Por lo tanto cuando el evangelista dice sinagoga, se referiria al lugar donde leian las escrituras, que no dejaria de ser una choza más.
En referencia al posible despeñamiento, recordarte, porque se que lo sabes, que en 2000 años, la geografia cambia. Hay ejemplos muy claros, y en Cadiz tienes uno, como el Puerto de Santa Maria (Poblado Doña Blanca).
Por ultimo el hecho de que Jesus, efectivamente, no era un nazareno, como si lo fue San Juan, da credibilidad al supuesto de que lo fuera por ser de esa aldea, ya que sino ¿por que seria nazareno?.
Es evidente que sin la fe no se puede creer y que por mucho que se argumente en uno y otro sentido poco se variara, no obstante creo que Dios esta en la verdad y si la buscamos, queriendolo o no, nos encontraremos al final con el.