domingo, 31 de marzo de 2013

LA BIBLIA QUE ESCRIBIÓ EL DIABLO


Publicado el 8 de agosto de 2010



No es más que una leyenda, algo que no tiene fundamento alguno, pero que como muchas otras historias que a lo largo de la los siglos se han transmitido, al final siempre hay alguien que llega a creérselo. El Diablo no existe, así de simple y sencillo, pero eso no obsta para que se le atribuyan, cada vez menos, por cierto, innumerables prodigios.
Existe un antiquísimo códice que es tenido por el libro más grande jamás escrito y no es por su contenido solamente, es que su aspecto físico es imponente. Mide 92 centímetros de alto, por 50 de ancho y 22 de grueso. En algunos museos y bibliotecas se pueden apreciar libros enormes, casi siempre encerrados en estanterías y preservados de la intemperie y de las manos humanas, pero nunca un libro llegó a tener este tamaño.
Está escrito sobre pergamino hecho con piel de asno y fue necesario sacrificar a ciento ochenta y seis jumentos y curtir sus pieles, para sacar las seiscientas veinticuatro páginas que contiene. Su peso es de setenta y cinco kilos.
Todo un señor códice que, además de sus dimensiones, es por su contenido una obra de tal belleza que fue considerado en épocas pasadas, como la Octava Maravilla del Mundo.
El libro es conocido como Codex Gigas, Códice Gigas o Códice de Satanás. Está escrito en latín y su nombre se traduce por Libro Grande. Así de escueto y sencillo, para una obra altamente complicada.
Sobre todo si nos remontamos a la época en la que fue escrito, principios del Siglo XIII y nos trasladamos, además, a una región de Centroeuropea que en la actualidad corresponde a la República Checa y más concretamente a la zona de Bohemia. Allí, en el humilde Monasterio Benedictino de Podlazice, cerca de la ciudad de Chrudim, a unos cien kilómetros al Este de la capital, Praga, dice la tradición que un monje llamado Herman “El Recluso”, escribió y dibujó este extraordinario libro.
Aspecto actual del Monasterio de Podlazice

Cuenta la leyenda que Herman, hábil pendolista, dedicaba su tiempo a transcribir libros, dibujarlos y colorearlos al igual que muchos monjes de aquella época anterior a la invención de la imprenta que pasaban gran parte de sus vidas en el llamado “scriptorium”, dejándose la vista en la ardua tarea de copiar y copiar libros clásicos, con la intención de difundir la cultura.
Habiendo cometido Herman un horrendo pecado, fue condenado por su comunidad a morir emparedado en uno de los muros del monasterio. Pero el monje, para redimir su culpa, propuso a la comunidad la condonación de la pena, por un trabajo excepcional para toda la orden benedictina: escribir un libro que contuviese La Biblia y otras obras clásicas y hacerlo todo en una sola noche.
Parece que la comunidad accedió y Herman se puso manos a la obra, pero por muy rápido que pudiese escribir, es obvio que en una noche no resulta posible realizar esa ingente tarea, por lo que, viendo que las horas pasaban y no podría terminar su obra, invocó a Satanás con el que hizo un trato: el demonio le escribiría el libro y él le cedería su alma.
El asunto no tiene nada de original, es el recurrido tema del diablo Mefistófeles, con el que se han realizado numerosos tratos, una veces es por recuperar la perdida juventud y obtener el amor de una mujer, en otras por adquirir cualidades de las que se carece y otras por salvar la vida.
Eso es lo que cuenta la leyenda, la realidad parece que fue muy otra y que Herman, o el monje que lo escribiera, tardó más de veinticinco años en completar su obra, pero cuando estuvo terminada, todos hubieron de coincidir en que se trataba de algo realmente extraordinario.
El Códice Gigas contiene una copia de La Biblia conocida como La Vulgata que es una traducción al latín vulgar que el Papa Dámaso I encargó a San Jerónimo a principios del siglo V.
El nombre de Vulgata procede del encabezamiento de la obra en donde se dice: “Vulgata Editio”, que significa edición para el pueblo y estaba escrita en un latín de uso popular, del que luego se ha ido traduciendo a los distintos idiomas y cuya versión ha estado vigente en la Iglesia Católica hasta el año 1979, en el que se promulgó la Neovulgata.
Salvo el Apocalipsis y Los Hechos de los Apóstoles, la Vulgata está copiada íntegramente (Antiguo y Nuevo Testamento), pero además, el Códice contiene la Crónica de los Bohemios (Chronica Bohemorum), escrita por Cosmas de Praga, un religioso e historiador nacido en el año 1045.
También contiene el Códice dos libros del historiador romano Flavio Josefo, Antigüedades Judías y La Guerra de los Judíos; las Etimologías del Obispo San Isidoro de Sevilla; una relación de santos bohemios del primer milenio y una lista de necrológicas, completan el Códice.

El Códice mostrado por sus conservadores

Está escrito en tintas de colores rojo, azul, verde, negro y panes de oro para las letras capitales. Tiene escasos dibujos, pero todo él es de una belleza extraordinaria.
Su atribución al diablo empieza a hacerse leyenda porque en la página doscientos noventa presenta uno de los pocos dibujos y éste es una representación de Satanás.

Dibujo del diablo, página 290


Los estudiosos y eruditos que han examinado y estudiado el Códice, casi coinciden en que una obra de esas características no pudo ser creada en un monasterio tan pequeño y humilde como era el de Podlazice, pero su atribución a aquella comunidad obedece a una nota escrita al margen en su primera página y en la consta que su primer propietario fue el citado monasterio.
En esa misma nota se registra el primer cambio de titularidad del Códice, porque, angustiados por penalidades financieras, los de Podlazice, lo vendieron a los monjes del monasterio cisterciense de Sedlec, en la ciudad de Kutná Hora, en el centro de la región de Bohemia.
Esta ciudad y ese monasterio se han hecho muy famosos, con el transcurso del tiempo, porque toda su capilla se encuentra convertida en un gigantesco osario que conforma una de las decoraciones más espeluznantes de cuantas pueden adornar una iglesia y es que miles y miles de cráneos, huesos planos y huesos largos, colocados con mucho primor y guardando perfecta armonía, decoran las paredes, techos, columnas, pasillos, lámparas, espacios abiertos, etc.
El hecho tiene una explicación, como casi todas las cosas y es que alrededor del año 1400, se dedicó una zona de la abadía a cementerio y en el espacio de terreno destinado a las sepulturas, el abad Jindrich extendió un puñado de tierra que había traído de Palestina, a donde había peregrinado recientemente. Desde aquel momento, el cementerio se consideró Tierra Santa y en el quisieron recibir sepultura muchas personas de la zona, pero también otras venidas desde toda Bohemia, Bavaria incluso de Polonia, Hungría y Bélgica. Tal proliferación de enterramientos hizo necesario agrandar el camposanto y así alcanzó más de tres hectáreas de terreno. En el siglo XV fue necesario hacer limpieza y se excavaron las fosas, recogiendo los restos que se almacenaron en un osario común. Años más tarde, un monje casi ciego, tuvo la idea de iniciar una decoración con aquellos huesos, comenzando la construcción de seis pirámides con cráneos. Luego se fueron decorando más zonas, hasta que en 1870, se terminó de decorar, con un aspecto similar al que presenta hoy y en el que se emplearon más de cuarenta mil cráneos y huesos. Cualquiera que esté interesado en echar un vistazo a tan extraña decoración puede hacerlo a través de Internet, escribiendo Capilla de los Huesos en cualquier buscador.
Pero sigamos con el Códice, porque su historia tiene aún algunos aspectos que es necesario resaltar.
En la nota de la que antes hablamos, se refleja que en el año 1295, el códice volvió a Podlazice, en donde permaneció hasta que inició un peregrinaje por diversos monasterios, huyendo de las muchas guerras que azotaron esa región centroeuropea, hasta que Rodolfo II de Habsburgo, nieto del emperador Carlos I de España y V de Alemania, rey de Hungría y Bohemia y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, se interesó por la Biblia del Diablo.
En el año 1594 llegó el códice a Praga y entró a formar parte de la extensa colección de objetos raros que el Emperador poseía y allí permaneció hasta el final de la Guerra de los Treinta Años, que se inició precisamente en Praga en el año 1618, cuando el pueblo se rebeló contra la tiranía religiosa impuesta por los Habsburgos, declaradamente católicos, en contra de la mayoría del pueblo, declarado luterana y que comenzó por defenestrar, es decir, arrojar por las ventanas de palacio, a dos altos funcionarios. Fue esta una guerra iniciada por motivos religiosos que luego fue aprovechada por las potencias europeas para imponer su dominio y que terminó con la firma de la Paz de Westfalia en el año 1648.
Para el pueblo checo fue una guerra durísima en la que pereció la tercera parte de su población y, además, supuso una mayor presión religiosa para los luteranos. Entre las múltiples calamidades que hubieron de padecer, el pillaje y la destrucción de ciudades y monumentos a cargo de los ejércitos suecos que invadieron el país, fue de lo más duro y al final, cuando al mando del general Konigsmark, entraron en Praga tras haber derrotado a las tropas que defendían la ciudad, culminaron sus latrocinios, llevándose la enorme colección de objetos de arte que había llegado a reunir el Emperador Rodolfo II, entre la que se encontraba el famoso códice.
El ejército sueco que participaba en la guerra formando parte de la llamada Liga Evangélica o Liga Protestante se caracterizó por su capacidad destructiva y su afición al pillaje en cuya actividad cumplían órdenes de la reina Cristina de Suecia, entonces protestante y más tarde convertida al catolicismo.
Pero el códice no fue del interés de la reina y cuando abdicó del trono en 1654 y se trasladó a Roma, no se llevó entre sus pertenencias el famoso libro, el cual continuó en Estocolmo.
En el año 1990 el presidente de la República Checa, Vaclav Havel, solicitó formalmente del Gobierno Sueco, la devolución del botín que su ejército se llevó de Praga. La respuesta del Gobierno Sueco no se hizo esperar y el argumento fue tan acomodaticio como que adujeron que si todos los países comenzaran a hacer las mismas peticiones, los museos de toda Europa quedarían vacíos.
En el año 2008 el Códice ha vuelto a Praga para ser expuesto, trescientos cincuenta y nueve años después de su robo. Ninguna compañía aseguradora ha querido cubrir los riesgos del traslado y la exposición y al final, entre ambos estados, checo y sueco, han pactado una indemnización en caso de pérdida o deterioro por cualquier causa, cuya cifra es astronómica.




1 comentario:

  1. Muy interesante como siempre. Solo una puntualizacion, el demonio existe.

    ResponderEliminar