Publicado el 20 de diciembre de 2009
Extraño nombre para un artículo.
Tres palabras bastante desconocidas que no desvelan nada aunque cada
una albergue un misterio. Y lo peor, es que pueden inducir a alguno a
preguntarse de qué va a tratar esto, y posiblemente esa duda, le
haga desistir antes de iniciar la lectura.
Pero les aseguro que si perseveran un
poco en el texto, encontrarán algo que les va a interesar.
Tulli
y Derveni
son dos papiros muy singulares. Voynich
es un manuscrito de doscientas treinta y cuatro páginas, también
único.
Empecemos a desentrañar el enigmático
título.
En el año 1934, Alberto
Tulli, encargado de la
sección de egiptología del Museo Vaticano, compró a un anticuario
egipcio de nombre Tano,
un papiro que años antes habría encontrado y descifrado, un
conocido arqueólogo llamado Boris
Rachewiltz.
A su muerte, Tulli,
legó a su hermano Gustave,
sacerdote de la curia vaticana, todas sus posesiones y entre ellas,
el famoso papiro, del que nunca más se ha tenido noticia.
Es tanta la intriga que este preciado
documento ha fomentado que incluso se ha llegado a dudar de su
existencia o de su autenticidad, pero en el año 1953, en el número
41 de una revista estadounidense, de nombre The
Doubt, que publica la
Fortean Society, se incluyó una traducción del papiro y ese mero
hecho desató el afán de la comunidad de ufólogos por localizar y
estudiar el documento en cuestión. En ese artículo, la
investigadora Tiffany
Thayer traducía del
hierático, antiguo idioma escrito egipcio, al inglés, lo que desde
entonces se empezó a llamar Papiro
Meteorológico. Cuatro
años más tarde (septiembre de 1957), se tradujo al español y se
publicó en el número 87 del Boletín de la Sociedad Astronómica de
España y América.
Y es que ese papiro, que por su
contenido parece relatar acontecimientos relativos a la época del
Faraón Tutmosis III,
fue fechado en el siglo XV antes de Cristo y cuenta que dos escribas
observan en el cielo un extraño fenómeno. La noticia que se recoge
en tan antiguo documento es como sigue:
"En el año 22, tercer mes de
la estación de Peret (la germinación) en la hora sexta del día (14
h.) [...] dos escribas de la Casa de la Vida vieron un círculo de
fuego que estaba viniendo por el cielo. No tenía cabeza. Su olor era
desagradable. Entonces, ellos tuvieron miedo y huyeron, [...] y
fueron a decírselo a Su Majestad. Todo está recogido en la Casa de
la Vida. Su majestad reflexionó sobre lo que había pasado. Han
transcurrido muchos días después de lo ocurrido [...] Son numerosos
al igual que todo [...] Ellos brillan en el cielo como el sol lo hace
sobre las cuatro columnas que sujetan el cielo. [...] Entonces los
círculos de fuego [...] El ejército del rey estaba (en aquel lugar)
y Su Majestad los vio (con sus propios ojos). Esto sucedió después
de la hora de la última comida. Allí arriba (en el cielo), ellos se
marcharon hacia el sur. Del cielo cayeron peces y aves [...] algo
inaudito desde el comienzo de los tiempos. Su majestad colocó
incienso para apaciguar a Amón Ra, Señor de las Dos Tierras [...]
en un documento de la Casa de la Vida [...] eternidad".
De ser verdad lo que se describe,
estaríamos ante la primera descripción de un fenómeno OVNI, en el
que varios testigos observan una numerosa formación de naves que han
abducido a animales terrestres y que a su marcha los dejan caer.
Comenzaron las preguntas acerca del
lugar en donde se conservaba el papiro y sobre su procedencia, pero
nadie daba explicaciones y al final de todo, parece que alguien dijo
que Tulli no
lo había llegado a comprar, pues el precio era inalcanzable para sus
posibilidades, si no que había dibujado una copia exacta, que era la
que posteriormente cediera a su hermano.
Consultados los fondos del Museo
Vaticano, así como de todas las Bibliotecas que dependen de él, no
se halló referencia alguna a que el papiro hubiese formado nunca
parte de la colección.
Pero cuando empezaron a conocerse
copias de aquel famoso documento, se encontró que estaban escritas
en jeroglífico, lo que resultaba extraño ya que su texto explica
que unos escribas observan un fenómeno y lo relatan.
La escritura egipcia presenta tres
tipos, de los que la jeroglífica es la más antigua y también la
más compleja. Conforme va avanzando la civilización y se
burocratiza el país, que por cierto fue unos de los mejor reglados
administrativamente, los escribas sintieron la necesidad de escribir
con mayor fluidez y apareció la escritura llamada hierática que
debe su nombre al vocablo griego que significa sacerdotal. Era la más
usada en los papiros y, sobre todo, era la escritura de los escribas.
Con posterioridad apareció una nueva
escritura, derivada de la anterior que se llamó demótica, que
quiere decir popular y que debe su nombre a Herodoto,
el Padre de la Historia.
Pues bien, el papiro en cuestión
estaba en jeroglífico, surgiendo entonces la explicación dada por
alguien cercano a Tulli,
según la cual, con la ayuda de Etienne
Drioton, destacado
egiptólogo, transcribieron el papiro del hierático a escritura
jeroglífica.
Por desgracia, tanto Tulli
como Drioton
han fallecido y no pueden esclarecer nada de lo ocurrido.
El papiro Tulli en
una de las reproducciones
No parece que existieran razones
reales para semejante y laboriosa transcripción y todo se quedó en
la idea de un tremendo fraude con el que se habría querido ocultar
el éxito arqueológico que había supuesto el descubrimiento de la
Estela de Gebel Barkal.
Una estela es una especie de lápida
conmemorativa, sobre la que se graba un texto y en la montaña
(Gebel) Barkal, (Montaña Pura), en el actual Sudán, al pie de una
columna de un templo consagrado al dios Amón, se encontró una pieza
de granito de color gris, de ciento setenta y tres centímetros de
largo por noventa y siete de ancho y quince de grosor y sobre la que
hay un complejo grabado. No está completa pues falta un buen trozo
de uno de sus ángulos, pero se ha podido descifrar por varios
estudiosos egiptólogos, de los más eminentes.
Su texto, con algunas leves variantes
entre una y otra transcripción, dice: "Escuchad,
¡oh pueblo de la Tierra del Sur!, que estáis [viviendo] en la
Montaña Sagrada llamada "Trono de las Dos Tierras" entre
las gentes [¿de Egipto?] [aunque esta tierra] era desconocida.
Conoced el milagro de Amón Ra, en presencia de las Dos Tierras. Algo
que nunca ha sido visto. (34) [faltan 18 centímetros] [...¿Los
guardas?] estaban viniendo con el fin de hacer por la noche (el
cambio regular de) la guardia. Había dos guardias (sentados uno
frente a otro). Una estrella vino aproximándose desde el sur. El
hecho nunca había sucedido. [La estrella] se colocó sobre ellos y
ninguno entre ellos pudo permanecer (allí). (35) [faltan 19,75
centímetros] Se giró como si nunca hubieran existido, y entonces
ellos cayeron sobre su sangre. Ahora [la estrella] estaba detrás de
ellos (iluminando) con fuego sus rostros; ningún hombre entre ellos
pudo defenderse, ninguno miró alrededor. Ellos no tenían más
caballos ya que (éstos) atemorizados habían huido a la montaña.
(36) [faltan 20,75 centímetros] [Tal es el milagro que Amón hizo
por mí, su amado hijo] con el fin de hacer ver a los habitantes de
las tierras extranjeras el poder de Mi Majestad”.
Reproducción
gráfica de la Estela de Gebel Barkal
Durante algún tiempo los expertos en
el tema discutieron sobre la posibilidad de que se describiera la
caída de un meteorito, o bien que se escribiera el paso del Cometa
Halley que por aquellas
fechas pasó cerca de La Tierra, pero evidentemente que los ufólogos
no dejan pasar que en la descripción se hace alusión a movimientos
controlados, de lo que se denomina en el jeroglífico “estrella”,
incompatible con cualquier tipo de fenómeno natural.
Es curioso que ambos testimonios
gráficos, encontrados en dos lugares distintos hagan alusión a dos
fenómenos similares.
Uno de ellos es una prueba
irrefutable: La Estela de
Gebel Barkal está ahí,
aunque celosamente guardada. El papiro de Tulli
puede que no haya existido nunca, salvo en la mente calenturienta de
alguien que quiso un minuto de gloria, a fuerza de tomar el pelo a
muchos.
El segundo elemento del título es el
Papiro de Derveni.
En Grecia, a unos diez kilómetros al
norte de Salónica, la antigua capital de Macedonia, se encontró en
1962, una especie de ánfora de bronce, llamada crátera que había
servido para guardar unos objetos junto a un cadáver que fue
incinerado. En su interior se halló una corona de oro y los restos
quemados de un papiro de varios metros de longitud, enrollado en dos
cilindros de madera, consistente en 226 fragmentos de diferentes
tamaños.
Los primeros estudios realizados sobre
los fragmentos arrojaron una datación aproximada al siglo V antes de
Cristo. Los expertos iniciaron los trabajos de reconstrucción para
efectuar después una traducción del mismo.
Se colocaron los trozos, como si de un
rompecabezas se tratara, sobre un panel de tres metros de largo por
diez centímetros de ancho. Se consiguieron completar, aun cuando
faltan muchos trozos que terminaron calcinados, veintiséis columnas
de escritura, de las que se pueden leer las diez o doce primeras
líneas.
El texto versa sobre tema religioso y
trata del conocimiento de Dios y la génesis de la mitología griega.
Para los estudiosos de la Grecia
Helénica, el documento presentaba unas características singulares y
muy pronto se habló de él como el libro más antiguo del que se
tiene noticia.
Luego, se trabajó para tratar de
localizar al autor y la escuela filosófica a la que pudiera
pertenecer, comprobándose que el autor no hacía alusión en ningún
momento a Platón,
lo que hizo suponer que tenía que ser anterior al más importante de
los filósofos griegos, pues de otra forma, habría sido citado
forzosamente.
Lo más importante de este papiro es
que viene a representar una idea de religión monoteísta en una
Grecia caracterizada, precisamente, por la enorme profusión de
dioses que luchan y se aman entre ellos y con una mitología tan
compleja que hay que ser un verdadero experto para llegar a conocerla
y comprenderla. En este papiro, Zeus es el Dios de los dioses y su
poder está por encima de todo y de todos. Casi igual que en las
religiones monoteístas ocurre y muy en contra de lo que siempre fue
Grecia y luego Roma.
El último nombre del título se
refiere a un extraño libro que Wilfred
Voynich, presentó al
rescatarlo de la biblioteca de un convento. Personaje insólito pero
extraordinariamente instruido, Voynich
sentía verdadera pasión por los libros, lo que le llevó a
convertirse en un experto bibliófilo. Había nacido en Lituania, y
estudió en Varsovia, Moscú y San Petersburgo, licenciándose en
química y farmacia.
En un viaje que realizó por Italia
alrededor del año 1912, después de haber tenido que abandonar Rusia
por cuestiones políticas, dijo haber encontrado en la biblioteca de
un colegio de jesuitas de Villa Mondragone, en Roma, un manuscrito
que había adquirido, dentro de un lote, por una elevada cantidad de
dinero que los jesuitas iban a emplear en arreglar el colegio.
Inmediatamente y comido por la
curiosidad, trató de descifrarlo, encontrándose con el escollo que
aún hoy día perdura.
Dicen los biógrafos de este personaje
singular que traducía libros a diversos idiomas y que con esas
traducciones inflamó el espíritu de muchos rusos con las obras de
Marx, Engels y otros filósofos, lo que le valió su fama de
subversivo. También dicen que hablaba dieciocho idiomas, todos
iguales de mal.
Manuscrito de
Voynich
El manuscrito en cuestión, parece
tener unos quinientos años y está escrito con un alfabeto y en un
idioma, totalmente desconocidos. Tiene una enorme profusión de
dibujos, hechos con tintas de colores, lo que ha permitido sacar
algunas conclusiones sobre su contenido, pero éste se ha quedado en
el más oscuro de los secretos y por muchas intentonas que se han
realizado, no se ha llegado más allá que a poder determinar que,
efectivamente, se ha utilizado un alfabeto y un idioma, pero nada más
Y es que de las primeras cosas que se
pensaron al comprobarse la imposibilidad de descifrarlo, es que la
obra era un tremendo fraude, hipótesis que se fue poco a poco
desmontando, pues el texto sigue las reglas gramaticales que rigen
para todos los idiomas. Es decir, hay un cierto número de signos,
que se repiten con cierta frecuencia, más que otros; en cada una de
las secciones, entran de nuevo grupos de signos que no han aparecido
en las otras, lo que da la idea de que utiliza los nombres que son
apropiados a esa sección y no a las otras.
Botánica, Astronomía, Cosmogonía,
Anatomía, Farmacéutica y Recetario, parecen ser los temas de los
que trata el libro, pero su mensaje sigue ignorado.
Recientemente se han intentado
operaciones de desencriptación, usando los programas de los mejores
servicios secretos del mundo, sin resultado positivo. Todos los
expertos en lenguas, códigos de cifrado y hasta los modernos
“hackers” informáticos, intentan desentrañar el secreto del
manuscrito, sin que se haya concebido ni la más leve esperanza de
que pueda ser descifrado, hasta el extremo que al idioma que se haya
utilizado, se le conoce ya como “voynichés”.
Actualmente se encuentra bien guardado
en la biblioteca Beinecke,
en la universidad de Yale, en los Estados Unidos, pero no es
necesario desplazarse hasta allí para contemplarlo, basta pinchar el
siguiente enlace:
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