sábado, 30 de marzo de 2013

TULLI, DERVENI Y VOYNICHT


Publicado el 20 de diciembre de 2009




Extraño nombre para un artículo. Tres palabras bastante desconocidas que no desvelan nada aunque cada una albergue un misterio. Y lo peor, es que pueden inducir a alguno a preguntarse de qué va a tratar esto, y posiblemente esa duda, le haga desistir antes de iniciar la lectura.
Pero les aseguro que si perseveran un poco en el texto, encontrarán algo que les va a interesar.
Tulli y Derveni son dos papiros muy singulares. Voynich es un manuscrito de doscientas treinta y cuatro páginas, también único.
Empecemos a desentrañar el enigmático título.
En el año 1934, Alberto Tulli, encargado de la sección de egiptología del Museo Vaticano, compró a un anticuario egipcio de nombre Tano, un papiro que años antes habría encontrado y descifrado, un conocido arqueólogo llamado Boris Rachewiltz.
A su muerte, Tulli, legó a su hermano Gustave, sacerdote de la curia vaticana, todas sus posesiones y entre ellas, el famoso papiro, del que nunca más se ha tenido noticia.
Es tanta la intriga que este preciado documento ha fomentado que incluso se ha llegado a dudar de su existencia o de su autenticidad, pero en el año 1953, en el número 41 de una revista estadounidense, de nombre The Doubt, que publica la Fortean Society, se incluyó una traducción del papiro y ese mero hecho desató el afán de la comunidad de ufólogos por localizar y estudiar el documento en cuestión. En ese artículo, la investigadora Tiffany Thayer traducía del hierático, antiguo idioma escrito egipcio, al inglés, lo que desde entonces se empezó a llamar Papiro Meteorológico. Cuatro años más tarde (septiembre de 1957), se tradujo al español y se publicó en el número 87 del Boletín de la Sociedad Astronómica de España y América.
Y es que ese papiro, que por su contenido parece relatar acontecimientos relativos a la época del Faraón Tutmosis III, fue fechado en el siglo XV antes de Cristo y cuenta que dos escribas observan en el cielo un extraño fenómeno. La noticia que se recoge en tan antiguo documento es como sigue:

"En el año 22, tercer mes de la estación de Peret (la germinación) en la hora sexta del día (14 h.) [...] dos escribas de la Casa de la Vida vieron un círculo de fuego que estaba viniendo por el cielo. No tenía cabeza. Su olor era desagradable. Entonces, ellos tuvieron miedo y huyeron, [...] y fueron a decírselo a Su Majestad. Todo está recogido en la Casa de la Vida. Su majestad reflexionó sobre lo que había pasado. Han transcurrido muchos días después de lo ocurrido [...] Son numerosos al igual que todo [...] Ellos brillan en el cielo como el sol lo hace sobre las cuatro columnas que sujetan el cielo. [...] Entonces los círculos de fuego [...] El ejército del rey estaba (en aquel lugar) y Su Majestad los vio (con sus propios ojos). Esto sucedió después de la hora de la última comida. Allí arriba (en el cielo), ellos se marcharon hacia el sur. Del cielo cayeron peces y aves [...] algo inaudito desde el comienzo de los tiempos. Su majestad colocó incienso para apaciguar a Amón Ra, Señor de las Dos Tierras [...] en un documento de la Casa de la Vida [...] eternidad".

De ser verdad lo que se describe, estaríamos ante la primera descripción de un fenómeno OVNI, en el que varios testigos observan una numerosa formación de naves que han abducido a animales terrestres y que a su marcha los dejan caer.
Comenzaron las preguntas acerca del lugar en donde se conservaba el papiro y sobre su procedencia, pero nadie daba explicaciones y al final de todo, parece que alguien dijo que Tulli no lo había llegado a comprar, pues el precio era inalcanzable para sus posibilidades, si no que había dibujado una copia exacta, que era la que posteriormente cediera a su hermano.
Consultados los fondos del Museo Vaticano, así como de todas las Bibliotecas que dependen de él, no se halló referencia alguna a que el papiro hubiese formado nunca parte de la colección.
Pero cuando empezaron a conocerse copias de aquel famoso documento, se encontró que estaban escritas en jeroglífico, lo que resultaba extraño ya que su texto explica que unos escribas observan un fenómeno y lo relatan.
La escritura egipcia presenta tres tipos, de los que la jeroglífica es la más antigua y también la más compleja. Conforme va avanzando la civilización y se burocratiza el país, que por cierto fue unos de los mejor reglados administrativamente, los escribas sintieron la necesidad de escribir con mayor fluidez y apareció la escritura llamada hierática que debe su nombre al vocablo griego que significa sacerdotal. Era la más usada en los papiros y, sobre todo, era la escritura de los escribas.
Con posterioridad apareció una nueva escritura, derivada de la anterior que se llamó demótica, que quiere decir popular y que debe su nombre a Herodoto, el Padre de la Historia.
Pues bien, el papiro en cuestión estaba en jeroglífico, surgiendo entonces la explicación dada por alguien cercano a Tulli, según la cual, con la ayuda de Etienne Drioton, destacado egiptólogo, transcribieron el papiro del hierático a escritura jeroglífica.
Por desgracia, tanto Tulli como Drioton han fallecido y no pueden esclarecer nada de lo ocurrido.

El papiro Tulli en una de las reproducciones

No parece que existieran razones reales para semejante y laboriosa transcripción y todo se quedó en la idea de un tremendo fraude con el que se habría querido ocultar el éxito arqueológico que había supuesto el descubrimiento de la Estela de Gebel Barkal.
Una estela es una especie de lápida conmemorativa, sobre la que se graba un texto y en la montaña (Gebel) Barkal, (Montaña Pura), en el actual Sudán, al pie de una columna de un templo consagrado al dios Amón, se encontró una pieza de granito de color gris, de ciento setenta y tres centímetros de largo por noventa y siete de ancho y quince de grosor y sobre la que hay un complejo grabado. No está completa pues falta un buen trozo de uno de sus ángulos, pero se ha podido descifrar por varios estudiosos egiptólogos, de los más eminentes.
Su texto, con algunas leves variantes entre una y otra transcripción, dice: "Escuchad, ¡oh pueblo de la Tierra del Sur!, que estáis [viviendo] en la Montaña Sagrada llamada "Trono de las Dos Tierras" entre las gentes [¿de Egipto?] [aunque esta tierra] era desconocida. Conoced el milagro de Amón Ra, en presencia de las Dos Tierras. Algo que nunca ha sido visto. (34) [faltan 18 centímetros] [...¿Los guardas?] estaban viniendo con el fin de hacer por la noche (el cambio regular de) la guardia. Había dos guardias (sentados uno frente a otro). Una estrella vino aproximándose desde el sur. El hecho nunca había sucedido. [La estrella] se colocó sobre ellos y ninguno entre ellos pudo permanecer (allí). (35) [faltan 19,75 centímetros] Se giró como si nunca hubieran existido, y entonces ellos cayeron sobre su sangre. Ahora [la estrella] estaba detrás de ellos (iluminando) con fuego sus rostros; ningún hombre entre ellos pudo defenderse, ninguno miró alrededor. Ellos no tenían más caballos ya que (éstos) atemorizados habían huido a la montaña. (36) [faltan 20,75 centímetros] [Tal es el milagro que Amón hizo por mí, su amado hijo] con el fin de hacer ver a los habitantes de las tierras extranjeras el poder de Mi Majestad”.

Reproducción gráfica de la Estela de Gebel Barkal

Durante algún tiempo los expertos en el tema discutieron sobre la posibilidad de que se describiera la caída de un meteorito, o bien que se escribiera el paso del Cometa Halley que por aquellas fechas pasó cerca de La Tierra, pero evidentemente que los ufólogos no dejan pasar que en la descripción se hace alusión a movimientos controlados, de lo que se denomina en el jeroglífico “estrella”, incompatible con cualquier tipo de fenómeno natural.
Es curioso que ambos testimonios gráficos, encontrados en dos lugares distintos hagan alusión a dos fenómenos similares.
Uno de ellos es una prueba irrefutable: La Estela de Gebel Barkal está ahí, aunque celosamente guardada. El papiro de Tulli puede que no haya existido nunca, salvo en la mente calenturienta de alguien que quiso un minuto de gloria, a fuerza de tomar el pelo a muchos.
El segundo elemento del título es el Papiro de Derveni.
En Grecia, a unos diez kilómetros al norte de Salónica, la antigua capital de Macedonia, se encontró en 1962, una especie de ánfora de bronce, llamada crátera que había servido para guardar unos objetos junto a un cadáver que fue incinerado. En su interior se halló una corona de oro y los restos quemados de un papiro de varios metros de longitud, enrollado en dos cilindros de madera, consistente en 226 fragmentos de diferentes tamaños.
Los primeros estudios realizados sobre los fragmentos arrojaron una datación aproximada al siglo V antes de Cristo. Los expertos iniciaron los trabajos de reconstrucción para efectuar después una traducción del mismo.
Se colocaron los trozos, como si de un rompecabezas se tratara, sobre un panel de tres metros de largo por diez centímetros de ancho. Se consiguieron completar, aun cuando faltan muchos trozos que terminaron calcinados, veintiséis columnas de escritura, de las que se pueden leer las diez o doce primeras líneas.
El texto versa sobre tema religioso y trata del conocimiento de Dios y la génesis de la mitología griega.
Para los estudiosos de la Grecia Helénica, el documento presentaba unas características singulares y muy pronto se habló de él como el libro más antiguo del que se tiene noticia.
Luego, se trabajó para tratar de localizar al autor y la escuela filosófica a la que pudiera pertenecer, comprobándose que el autor no hacía alusión en ningún momento a Platón, lo que hizo suponer que tenía que ser anterior al más importante de los filósofos griegos, pues de otra forma, habría sido citado forzosamente.
Lo más importante de este papiro es que viene a representar una idea de religión monoteísta en una Grecia caracterizada, precisamente, por la enorme profusión de dioses que luchan y se aman entre ellos y con una mitología tan compleja que hay que ser un verdadero experto para llegar a conocerla y comprenderla. En este papiro, Zeus es el Dios de los dioses y su poder está por encima de todo y de todos. Casi igual que en las religiones monoteístas ocurre y muy en contra de lo que siempre fue Grecia y luego Roma.
El último nombre del título se refiere a un extraño libro que Wilfred Voynich, presentó al rescatarlo de la biblioteca de un convento. Personaje insólito pero extraordinariamente instruido, Voynich sentía verdadera pasión por los libros, lo que le llevó a convertirse en un experto bibliófilo. Había nacido en Lituania, y estudió en Varsovia, Moscú y San Petersburgo, licenciándose en química y farmacia.
En un viaje que realizó por Italia alrededor del año 1912, después de haber tenido que abandonar Rusia por cuestiones políticas, dijo haber encontrado en la biblioteca de un colegio de jesuitas de Villa Mondragone, en Roma, un manuscrito que había adquirido, dentro de un lote, por una elevada cantidad de dinero que los jesuitas iban a emplear en arreglar el colegio.
Inmediatamente y comido por la curiosidad, trató de descifrarlo, encontrándose con el escollo que aún hoy día perdura.
Dicen los biógrafos de este personaje singular que traducía libros a diversos idiomas y que con esas traducciones inflamó el espíritu de muchos rusos con las obras de Marx, Engels y otros filósofos, lo que le valió su fama de subversivo. También dicen que hablaba dieciocho idiomas, todos iguales de mal.

Manuscrito de Voynich

El manuscrito en cuestión, parece tener unos quinientos años y está escrito con un alfabeto y en un idioma, totalmente desconocidos. Tiene una enorme profusión de dibujos, hechos con tintas de colores, lo que ha permitido sacar algunas conclusiones sobre su contenido, pero éste se ha quedado en el más oscuro de los secretos y por muchas intentonas que se han realizado, no se ha llegado más allá que a poder determinar que, efectivamente, se ha utilizado un alfabeto y un idioma, pero nada más
Y es que de las primeras cosas que se pensaron al comprobarse la imposibilidad de descifrarlo, es que la obra era un tremendo fraude, hipótesis que se fue poco a poco desmontando, pues el texto sigue las reglas gramaticales que rigen para todos los idiomas. Es decir, hay un cierto número de signos, que se repiten con cierta frecuencia, más que otros; en cada una de las secciones, entran de nuevo grupos de signos que no han aparecido en las otras, lo que da la idea de que utiliza los nombres que son apropiados a esa sección y no a las otras.
Botánica, Astronomía, Cosmogonía, Anatomía, Farmacéutica y Recetario, parecen ser los temas de los que trata el libro, pero su mensaje sigue ignorado.
Recientemente se han intentado operaciones de desencriptación, usando los programas de los mejores servicios secretos del mundo, sin resultado positivo. Todos los expertos en lenguas, códigos de cifrado y hasta los modernos “hackers” informáticos, intentan desentrañar el secreto del manuscrito, sin que se haya concebido ni la más leve esperanza de que pueda ser descifrado, hasta el extremo que al idioma que se haya utilizado, se le conoce ya como “voynichés”.
Actualmente se encuentra bien guardado en la biblioteca Beinecke, en la universidad de Yale, en los Estados Unidos, pero no es necesario desplazarse hasta allí para contemplarlo, basta pinchar el siguiente enlace:



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